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No Me Dejes Ir

No Me Dejes Ir

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Diferencia de edad / Amor eterno / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Después de dos años de casados, Mía descubre que durante todo ese tiempo, ha Sido una sustituta, que su esposo se casó con ella, por su parecido a su ex, aquella ex, que resulta ser su media hermana.

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

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Los ojos de Mía se cristalizaron instantáneamente mientras un torrente de lágrimas amenazaba con desbordarse, aunque logró contenerlas a duras penas, negándose a mostrar debilidad.

—¿Tú te atreves a hablarme de aventuras y amantes? —cuestionó mientras Ariel apartaba la mirada incapaz de sostener su acusación— ¡Qué descaro tan monumental el suyo, señor Rodríguez! Debe tener una memoria muy selectiva para olvidar convenientemente quién es el que mantiene una relación extramarital en este matrimonio.

—¡Ella no es mi amante! —exclamó Ariel, volviendo a mirar a Mía con ojos llameantes de furia contenida.

Para él, Zoe ocupaba un lugar sagrado en su vida que Mía jamás podría comprender. Zoe había llegado primero, había sido el amor verdadero que marcó su existencia, la razón fundamental por la que se casó con Mía. ¿Cómo se atrevía ella a llamar “amante” a la mujer que él había amado genuinamente, por quien había sacrificado su libertad al unirse en matrimonio con Mía?

—¡Ah, ¿no?! —exclamó Mía con una ironía cortante que atravesaba el aire, mientras las imágenes de aquella escena en casa de los Conde se reproducían vívidamente en su mente: el beso apasionados, el departamento que él había rentado para ella, incluso los pequeños detalles como comprarle sus pastelillos favoritos, todo formaba parte de un elaborado engaño— Entonces ilumíname, por favor, ¿qué es exactamente? —inquirió con una firmeza que dejaba claro que esta confrontación estaba lejos de terminar.

Ariel permaneció en un silencio sepulcral, su mandíbula tan tensa que parecía que sus dientes podrían pulverizarse en cualquier momento, mientras ella dejaba escapar una risa amarga que resonaba en el interior del vehículo.

—¿Te atreves a burlarte de mí en mi cara? —preguntó él con una voz peligrosamente controlada, mientras ella continuaba riendo, cada carcajada alimentando la creciente furia de Ariel como leña al fuego.

Con un movimiento brusco y dominante, su mano grande se cerró alrededor del rostro de Mía, efectivamente silenciando esa risa que lo estaba volviendo loco, esa risa que parecía burlarse de su dolor y su orgullo herido.

—Mía, ahora todo tiene perfecto sentido. Tu aparente disposición para aceptar el divorcio sin mayor resistencia no era más que una fachada, ¿verdad? Ya tenías perfectamente calculado tu siguiente movimiento, con otro millonario esperando entre bastidores para resolver tu vida. ¡Qué calculadora y ambiciosa has resultado ser! —las palabras brotaban de su boca como veneno, impulsadas por el dolor que nublaba su juicio y le impedía medir el impacto de sus acusaciones.

El corazón de Mía se contrajo dolorosamente en su pecho, cada palabra de Ariel era como una puñalada directa a su alma. Jamás había imaginado que él pudiera llegar a acusarla de ser una oportunista ambiciosa. Ya la había tachado de tener oscuras intenciones contra aquella mujer, la había acusado de mantener un amante, y ahora la señalaba como una cazafortuna sin escrúpulos.

Su corazón, ya maltrecho por tantas decepciones, terminó de hacerse añicos ante esta última acusación. Sin embargo, en lugar de defenderse o derramar las lágrimas que amenazaban con traicionarla, optó por el camino más inesperado: aceptar las acusaciones de Ariel.

—Sí —declaró con firmeza, después de apartar bruscamente la mano de él de su rostro—. Tienes razón, él es mi amante. Tú tienes una amante también, así que estamos en igualdad de condiciones —Ariel abrió la boca para protestar, pero solo consiguió cerrarla nuevamente mientras sus dientes crujían de frustración—. He estado viéndolo desde hace mucho tiempo, muchísimo más del que imaginas. Ahora que lo sabes todo, permíteme ser feliz con el chico que he elegido.

—¡Mía, tu descaro no tiene límites! —rugió Ariel, incapaz de contener su indignación.

—¡Así es, soy una descarada! —confirmó ella con una convicción que sorprendió a ambos— Ahora tienes la excusa perfecta para librarte de esta mujer descarada que tanto te molesta.

Para ese momento, el automóvil ya se había detenido frente a la imponente villa. Mía descendió del vehículo con la dignidad de una reina y se dirigió al interior de la casa con paso firme, mientras Ariel la seguía, determinado a no dejar la discusión inconclusa.

Con movimientos frenéticos, Mía subió directamente a la habitación y comenzó a meter sus pertenencias en bolsas de basura, como si el simple acto de empacar pudiera borrar todos los recuerdos y el dolor acumulado.

—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! —bramó Ariel, arrebatándole la bolsa repleta de sus pertenencias con un movimiento brusco.

Ella se irguió en toda su estatura, enfrentándolo con una mirada desafiante mientras dejaba escapar un bufido de frustración.

—Me marcho de aquí. Ya estamos divorciados, no tengo ningún motivo para permanecer en esta casa ni un minuto más.

—¿Quién te ha dicho que estamos divorciados? —inquirió él, lanzando la bolsa al otro extremo de la habitación con una sonrisa que hizo que la sangre de Mía hirviera de indignación.

—Tú mismo dijiste que ya habías firmado los papeles —le recordó ella, mientras la sonrisa de Ariel se tornaba más enigmática y perturbadora.

—No dejarás de ser mi esposa hasta que hayas devuelto los cuarenta millones de dólares.

Mía abrió la boca para protestar, pero las palabras se ahogaron en su garganta, mezclándose con su propia saliva en un nudo imposible de deshacer.

—Renunciaste a todo en el acuerdo, ¿lo recuerdas? Sin embargo, te atreviste a disponer de un dinero que no te pertenecía, y ahora debes devolverlo íntegramente. Solo cuando hayas saldado esa deuda, el divorcio podrá finalizarse. Hasta entonces, seguiremos siendo marido y mujer, te guste o no.

¿Cómo iba a devolver el dinero? Ella ni siquiera tenía un trabajo, apenas iba a buscarlo, ¿Qué se suponía que iba a hacer?

—Quizás puedas pedirle dinero prestado a Stevens.

Mía, no dispuesta a dejarse de Ariel, asiente.

—Bien, te pagaré cada centavo —Ariel se puso serio al escucharla hablar.

—¿Piensas acudir a ese tipo para pagarme? Desde ya te digo que no recibiré dinero que provenga de ese hombre.

—Después de que te pague, no importa de dónde venga el dinero.

—No aceptó dinero sucio —se acercó sigilosamente y puso una última condición—. Me devolverás en partes. Quinientos mil cada depósito.

—Eso significa que… tardaré mucho tiempo en obtener el divorcio.

Ariel sonrió, y con esa sonrisa abandonó la habitación.

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Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Marixa Burgos
porque piensan que es llegar y tomar como un objeto el cual despues desechan como si nada
Antonia Aguayo Espinosa
bastante buena me gusta
Rossy Bta: que ya se largue esa Mía de la casa que encuentre otro hombre
total 1 replies
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