La Hija Del Capo Mayor.

Fui a la sala de estar, donde estaban Maximiliano y su madre Camila. Caminé hasta la entrada, deteniéndome justo en medio de la puerta.

_______ Buenos días, querido. ____ Dije en voz intermedia, llamando la atención de Maximiliano.

Maximiliano se encontraba sentado en el sofá de piel. Al escuchar mi dulce voz, voltea a verme.

Se pone de pie, sin tan solo desviar su mirada de mí. Caminó un par de pasos, hasta llegar donde estoy yo.

Sin que lo esperé, su mano se colocó en mi cintura. Me acercó un poco más a él, rozando mis labios con los de él.

Coloqué mis manos detrás de su cuello, uniendo mis labios a los de él. El beso fue diferente al de otras veces, puedo decir que me gustó.

Al separarnos, desvíe mi mirada, buscando a Camila; sin embargo, ella ya no estaba.

_______ Si buscabas a mi madre, se fue hace un rato. ____ Me dice, Maximiliano.

_______ Me alegra que estés aquí. ____ Dije, colocando mi mano en el brazo de mi futuro esposo.

_______ Ven, vamos al despacho.

Salimos de la sala, y nos dirigimos al despacho que quedaba en la parte de arriba de la mansión.

_______ ¿Cómo te fue en tu viaje? ¿Pudiste cerrar los negocios?

Maximiliano espera a que entremos al despacho para poder contestar mis preguntas.

_______ Me fue bien... Logré cerrar varios negocios que me ayudarán mucho. ___ Contestó, recorriendo la silla para que pudiera sentarme.

______ Qué bien.

_______ Pasando al tema de nuestra boda. Me gustaría saber cómo será nuestro matrimonio. Creo que debemos conversar sobre las reglas que habrá en él.

Maximiliano afloja los primeros botones de su camisa, se quita el saco y lo arroja al sillón. Tomé asiento en la silla delante de mí.

El ambiente al interior del despacho se volvió un poco tenso con el silencio de Maximiliano.

______ Me gustaría una mujer sumisa que se quede en casa y me espere a que yo vuelva. ____ Comenzó a decir Maximiliano, causando mucha gracia en mí.

Lamentablemente, escogió a la mujer equivocada para convertirla en su esposa. No soy una mujer que baje la cabeza delante de su esposo.

Mis labios se abren con toda la intención de romper con el matrimonio. Cuando de pronto, Maximiliano dijo.

_______ Nunca pensé decir esto.

_______ Me gusta, me gusta mucho cómo eres.

_____ El carácter que tienes... Esa personalidad rebelde.

Realmente, me sorprendieron las palabras de Maximiliano. Esperaba que quisiera dominante, pero, fue todo lo contrario.

Se pone de pie, acercándose a mí; su mano se coloca en mi barbilla, obligándome a verlo a los ojos.

______ Serás la esposa que nunca imaginé tener.

Bajó la cabeza, besando mis labios con mucha más pasión. Ya no tenía por qué seguir fingiendo más.

Dejé el papel de mujer sumisa a un lado y respondí al beso ardiente de Maximiliano. Me levanta de la silla entre sus labios y me carga en sus brazos.

Sus manos acarician mi cuerpo por encima de mi vestido. Separa sus labios de los míos, besa mi cuello, hasta ir bajando poco a poco.

Me dejó encima del sofá, quitándose la camisa. Mis ojos azules se clavan sobre su torso. Era perfecto, tenía un tatuaje que cubre la mayor parte de su pecho y de su espalda.

Es un lobo y una serpiente, ambos están juntos, pero, al mismo tiempo separados. Me gustaban, ambos animales.

Maximiliano se inclinó delante de mí, soltando cada botón de mi vestido. Me levanto un poco y quitó el vestido por completo de mi cuerpo.

Sensualmente, pasé mi dedo por mi cuello, pecho y mi abdomen, hasta llegar a mi zona más privada de mi cuerpo.

Anhelando que sea tocada por sus manos. Que bese cada parte de mi cuerpo con sus labios y que me haga perder la memoria mientras me hace suya.

Maximiliano se coloca encima de mí, besando cada parte de mi piel. Sus manos se colocan en mis pechos, haciendo que mis pezones se pongan duros.

Mis gemidos comenzaron a escaparse de mis labios. Cada parte de mi cuerpo reacciona a cada caricia de Maximiliano.

Era algo incomodó hacer sexo en el despacho. La adrenalina de que alguien entre y nos vea, era como una droga.

Cubrí mi boca con mi mano, estaba haciendo demasiado ruido. Pero, cómo no, Maximiliano era realmente bueno haciendo sexo oral.

Dejó de darme placer, intercambiamos lugares. Me tocó a mí darle placer con mis labios.

Lo hice de maravilla, Maximiliano enredó sus dedos en mi cabello, manteniéndose sometida a él.

Al terminar, lo hicimos en cada rincón del despacho. Fue algo tan rico y relajante, para ambos.

Terminamos en el piso del despacho, abrazados, como si en verdad nos amaramos.

______ Fue maravilloso. ____ Susurré, levantando la vista.

Me dio un beso en los labios y dijo.

______ Hay que hacer esto más seguido.

No puede evitar reirme. Acabábamos de tener relaciones y ya quería volver hacerlo. Se estaba volviendo una adicción para mí.

Lo hacía tan rico que me encantó.

______ Claro, me gusta la idea.

Después de un rato dentro del despacho, nos vestimos y salimos. Maximiliano me invitó a comer fuera, así que fui a darme un baño y a cambiarme de ropa.

Al no tener más vestidos, tuve que usar el mismo estilo. Los odiaba, eran demasiados tapados para mi gusto.

A mí me gustan algo más descubiertos, que muestren un poco más de pie, que se vea mi cuerpo. Que pueda mostrar lo que Dios me dio.

Al verme al espejo, no me gustó lo que veía. Busque unas tijeras dentro del cajón y corte el vestido hasta medias piernas. Luego le quite las feas mangas y le hice un escote.

Se me veía hermoso, tal y como yo lo quería. Me solté el cabello y lo dejé caer por mis hombros. terminé de maquillar mi rostro; algo natural.

Después combiné mi sexy atiendo, con un par de zapatillas de tacón bajo, un cinturón y un bolso.

Esta era yo y no cambiaría mi esencia por nadie. Salí del del cuarto, dejando impactado a Maximiliano por mi vestido.