Tras ser brutalmente traicionada por Sebastián Montenegro, el hombre que le prometió un futuro, Aithana Rojas decide que la venganza es el único camino. Bajo el velo de la misteriosa y seductora "Lady Midnight", se infiltra en el exclusivo mundo de la alta sociedad, un lugar donde las apariencias lo son todo y las máscaras ocultan las verdaderas intenciones. Su plan es simple: destruir a Sebastián en su propio terreno.
Pero el destino tiene otros planes. En medio de sus intrigas, Aithana capta la atención de Lorenzo Montenegro, el hermano mayor de Sebastián, un hombre tan imponente como calculador. Atrapada entre su sed de justicia y la inesperada atracción que siente por el "enemigo" de su enemigo, Aithana deberá navegar un peligroso juego de poder, seducción y secretos. ¿Podrá Lady Midnight mantener su antifaz y ejecutar su venganza? ¿o el brillo de Lorenzo la deslumbrará hasta el punto de perderse en sí misma?
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Desde la barra, Javier y Lorenzo, que estaban enfrascados en su conversación de negocios, detuvieron todo al ver a las dos mujeres reír a carcajadas, ajenas a todo.
Javier fue el primero en romper el silencio. —¡Qué guapas esas dos, ¿no?!—
Vieron al mesero tomarles el pedido y, cuando este se acercó a la barra, Javier lo llamó. Le preguntó si las chicas ya habían ordenado, y el mesero confirmó que sí. Entonces, Javier, con una sonrisa pícara, ordenó que, mientras esperaban su comida, les llevara dos cócteles de su parte.
El mesero asintió y le indicó al bartender que preparara las bebidas.
Javier y Lorenzo se quedaron mirándolas, observando cómo hablaban y reían.
Dos minutos después, los cócteles estaban listos y el mesero se dirigió a las chicas.
Aithana, al ver que el hombre les dejaba las bebidas, se apresuró a decir: —¡Disculpe, nosotros no pedimos esto!— El mesero, con una sonrisa, respondió: —Van de parte de los dos caballeros de la barra— Aithana y Valeria miraron hacia allí, y sus nervios se encendieron.
¡Eran nada más y nada menos que Lorenzo y Javier!
Aithana se puso visiblemente nerviosa. Valeria, sin embargo, ya había tomado la bebida y le daba un sorbo.
—Relájate— le susurró a Aithana. —Ellos no saben quiénes somos—. Dicho esto, le alzó su copa a los hombres, en un gesto de agradecimiento.
—¿¡Qué haces, Valeria!?— siseó Aithana.
—¡Agradeciéndoles, ¿tú qué crees?!— respondió Valeria, con una sonrisa.
—¡Mira lo que hiciste, ahí vienen!— dijo Aithana, entrando en pánico.
Valeria, entre dientes, le dijo: —Relájate y actúa como si no los conocieras—
Los hombres llegaron a la mesa con sonrisas encantadoras.
—Buenas tardes, señoritas— dijo Javier, con voz suave.
—Buenas tardes— respondieron ambas, casi al unísono.
—Gracias por las bebidas— dijo Valeria, con su sonrisa más coqueta.
—Me alegra que te haya gustado— respondió Javier, mirándola fijamente mientras extendía su mano. —Mi nombre es Javier Villareal—
—Valeria Gómez— dijo ella, estrechándole la mano con firmeza. —Y ella es mi amiga— añadió, señalando a Aithana.
Javier extendió la mano hacia Aithana. —Aithana Rojas— respondió ella, un poco más nerviosa, pero su mano no tembló.
—Un placer, Aithana— dijo Javier. —Él es mi amigo—
Lorenzo se adelantó y se presentó primero con Aithana. —Lorenzo Montenegro— dijo, y cuando sus manos se encontraron, el saludo se extendió un poco más de lo normal, con una chispa apenas perceptible. Luego, Lorenzo tomó la mano de Valeria. —Es un placer conocerlas—
—Igualmente— dijo Valeria, con una mirada divertida hacia Aithana.
—¿Nos podemos sentar con ustedes o están esperando a alguien?— preguntó Javier, con un tono casual.
—No, no estábamos esperando a nadie. ¡Adelante!— dijo Valeria, con una sonrisa amplia.
Javier se sentó al lado de Valeria, y Lorenzo, con una mirada enigmática, tomó asiento junto a Aithana.
El aire se llenó de una mezcla de nerviosismo y expectación.
—Así que, ¿qué las trae por este paraíso?— preguntó Javier, rompiendo el hielo, su mirada yendo de Valeria a Aithana. —Por la risa que escuchamos, diría que están pasándola de maravilla—
Valeria soltó una risita. —Pues, estamos disfrutando de la playa y de un buen almuerzo... ¡y parece que la buena compañía también llegó a la mesa!— Le guiñó un ojo a Javier.
Aithana, ya más relajada con la presencia de Lorenzo a su lado, añadió: —Sí, es que este lugar tiene una vibra increíble. ¡Y la brisa del mar es lo mejor!—
Javier se rio. —¡Ya veo! Así que no solo son guapas, ¡también tienen buen ojo para los lugares!—
Lorenzo sonrió, con sus ojos fijos en Aithana. —Totalmente de acuerdo. No hay nada como el mar para recargar energías. ¿Y ustedes son de por aquí o están de visita?—
—Si somos de por aquí, pero del otro lado de la ciudad— respondió Valeria, —pero siempre es bueno escaparse un rato a la playa, ¿verdad? ¿Y ustedes?—
Javier asintió. —Tambien somos de acá. Venimos a veces a desconectarnos un poco del trabajo, a disfrutar del ambiente. Pero hoy, la verdad, es que la vista mejoró bastante con su llegada— Le regaló una sonrisa a Valeria que la hizo reír.
—¡Ay, qué galán!— bromeó Valeria. —Pero no se crean, que nosotras también sabemos apreciar una buena vista— Sus ojos se encontraron con los de Javier, y por un instante, el aire chispeó.
Mientras tanto, Lorenzo se inclinó un poco hacia Aithana. —¿Y qué es lo más divertido que han hecho hoy, además de hacernos voltear la cabeza en la barra?— Su tono era juguetón, pero su mirada era intensa.
Aithana se ruborizó un poco, pero le siguió el juego. —Pues, nada tan emocionante como eso, supongo. Solo vinimos a relajarnos, a tomar el sol, a divertirnos un poco... ¡cosas de chicas, ya sabes!—
Valeria, al escuchar la interacción, intervino. —¡Son secretos de estado! Además, ustedes también tienen sus cosas de hombres, ¿o no?—
El mesero llegó en ese momento con los sándwiches y las papas. —Aquí tienen sus sándwiches club, señoritas. Y como pidieron, ¡con papas abundantes!—
Valeria y Aithana se miraron, reprimiendo la risa. —¡Perfecto! ¡Justo lo que necesitábamos!— dijo Valeria, mientras Javier y Lorenzo observaban la escena con curiosidad.
El mesero, al ver que ya tenían su comida, se dirigió a Javier y Lorenzo.
—¿Desean algo, caballeros?—
—No, gracias— respondió Javier. —Ya almorzamos. Solo tráenos otras dos bebidas por favor—
El mesero apuntó y se retiró, dejando a los cuatro enfrascados en su conversación, con el sonido de las olas de fondo y la brisa marina.
Lorenzo, con una sonrisa amable y un tono más pausado, se dirigió a las chicas.
—Disculpen la curiosidad, pero me gustaría saber a qué se dedican. Siempre es interesante conocer las pasiones y proyectos de las personas— Su mirada se posó en Aithana.
Aithana, con un leve rubor en las mejillas, respondió con aplomo. —Bueno, yo soy estudiante universitaria—
—En que especialización— pregunto Lorenzo.
—En Administración de empresas—
Valeria, con una sonrisa confiada, añadió: —Y yo también. Estudiamos la misma carrera. Además, trabajamos juntas en una boutique. Yo estoy a cargo de la administración de ella— Su tono era profesional, pero con un toque de orgullo.
Javier asintió, genuinamente interesado. —Qué admirable. Dos jóvenes universitarias con la iniciativa de trabajar y aplicar sus conocimientos. Eso es realmente loable. ¿Y cómo es la experiencia de administrar una boutique? Me imagino que debe ser un desafío gratificante—
Lorenzo, con una mirada más profunda hacia Aithana, comentó: —Administración de empresas... una carrera con un gran futuro y muchas responsabilidades. Veo que tienes ambición y determinación. Eso es algo que se valora mucho— Su voz era tranquila, pero su interés era palpable...