Después de una ruptura, Camila encuentra consuelo en un hombre prohibido con el que descubre sensaciones que nunca había sentido, Pero las cosas cambiarán cuando descubra que es casado
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Sebastián.
¿De quién hablas? preguntó Violeta, mientras miraba inquieta de un lado a otro.
Detrás de mí, el hombre musculoso y sin camisa es Sebastián, el hijo de mi madrastra Jimena. Ya me ha visto y sé que no tardará en contarle a ella lo que ocurra. Me sentí nerviosa, sobre todo porque estaba bebiendo y llevaba puesta una ropa bastante reveladora.
De verdad, ¡es Sebastián! Ha cambiado tanto que parece un modelo, ¡es guapísimo! —exclamó Violeta mientras lo miraba fijamente.
—Vaya, que tengo mala suerte, pensé que durante estas vacaciones me lo iba a pasar bien —respondí, sintiéndome decepcionada.
—¡Ay, carajo! ¡Dame tu teléfono! —dijo Violeta, mientras hacía como si estuviera tomando una foto de la escena.
—¿Para qué? ¿Qué pasa? —pregunté, sintiéndome algo nerviosa.
—Ahora tenemos pruebas para chantajearlo, ¡mira! —exclamó Violeta, pasándome el teléfono. En la foto, pude ver a Sebastián besándose con una mujer, mientras él sostenía en la mano una bebida alcohólica.
Ahora tienes, en tus manos tu boleto a pasarla increíble y demostrarle a tu madrastra que Sebastián no es el hijo perfecto_ dijo violeta mientras yo sonrei
Violeta y yo seguimos disfrutando de la noche, bebiendo y bailando. El alcohol ya había hecho efecto en nuestros cuerpos y nos sentimos realmente relajados. La música que sonaba era tan contagiosa y envolvente que, sin pensarlo dos veces, nos encontramos en el centro de la pista, moviéndonos al ritmo junto a la multitud que nos rodeaba. Era como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor y solo existiera el momento presente, lleno de energía y diversión.
Camil, podemos hablar, podemos arreglar las cosas y pasarla bien estás vacaciones.!_ escuché esas palabras y me quedé paralizada era Miguel.
Nosotros no tenemos nada que hablar.!_ dije con el corazón agitado era imposible no sentirme mal de tan solo verlo.
Basta Miguel lárgate o llamaré a seguridad.!_ dijo violeta molesta mirándolo mientras el se alejaba.
Yo iré al baño un momento.!_ le dije a violeta necesitaba refrescarme el rostro.
Está bien, yo iré a buscar otros tragos, dijo Violeta mientras me abría paso entre la multitud. Me dirigí hacia el baño y, al llegar, empecé a mojarme un poco el rostro con agua fresca. Me miré en el espejo, tratando de recomponerme. Volví a pensar en Miguel y, aunque lo intentaba, el dolor en mi pecho se hacía más intenso. No sabía si lo que sentía aún era amor o si estaba más cerca del desprecio. Era evidente que no podía soportar tenerlo tan cerca sin que el recuerdo de lo que me había hecho me causara sufrimiento. La confusión y el dolor se entrelazaban en mi mente, dejando un vacío que no sabía cómo llenar.
Cuando finalmente salí del baño, allí estaba Miguel, quien me tomó del brazo con fuerza para evitar que me alejara.
—¡Basta! —le dije con molestia—. Suéltame, Miguel. Te he dejado claro que tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
Lo miré fijamente, dejando escapar toda mi frustración.
—Sabes muy bien que eso solo fue un error. Tú estabas completamente concentrada en tus estudios y llevaba días sin verte. Esa chica me coqueteó toda la noche y nos besamos, eso fue todo lo que sucedió —replicó Miguel, lo que me irritó aún más.
—¡Solo no me viste durante dos días y te sentiste con la libertad de engañarme Y no nada más fueron un besos te acostaste con ella !De verdad, eres un cínico. ¡Suéltame! —le grité, sintiendo que mi indignación crecía por momentos mientras Miguel intentaba abrazarme ala fuerza.
No prestaste atención a lo que dijo la señorita: ¡no la toques! Escuché esa voz profunda y varonil, y al instante me di cuenta de que allí estaba Sebastián. Pensé que su voz había cambiado, distrayendo me un segundo.
Por favor, amigo, no te involucres, vete y no me hagas enojar, dijo Miguel, mientras me sostenía con firmeza y no me soltaba.
En ese instante, todo sucedió de manera abrupta. Sebastián se acercó rápidamente, agarró a Miguel de la camisa y lo empujó contra la pared, mientras que, al mismo tiempo, me soltó.
¡No la toques! exclamó Sebastián mientras Miguel se alejaba, visiblemente molesto y tratando de distanciarse de él.
No debiste haberte entrometido, le reproché a Sebastián, consciente de que él aprovecharía la situación en mi contra. Sabía que, ante nuestros padres, él se presentaría como el héroe de la historia, mientras yo quedaría en una posición desfavorable.
Él me miró intensamente, y realmente me di cuenta de que era bastante más alto que yo. Su figura parecía envolverme por completo, y sus ojos de un azul profundo le otorgaban un aire de perfección que contrastaba maravillosamente con su rostro de rasgos marcados y afilados.
¿Se dice gracias, niña? Ahora, ¿puedes explicarme qué haces aquí y por qué estás bebiendo alcohol sin control?, me reprochó Sebastián con un tono de desaprobación, mientras yo sentía que mi enojo aumentaba aún más.
No te entrometas en mi vida, no tengo ninguna intención de ofrecerte explicaciones, y si te atreves a decirle algo a tu mamá, me aseguraré de que ellos descubran quién eres realmente, le respondí con irritación.
Me parece muy bien, pero lo único que te pido es que te mantengas alejada de mí y evites hacer el ridículo, me contestó Sebastián, mirándome con su habitual expresión de desprecio.
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(En palabras de Sebastián...)
Esa es Camila, !ho carajo!hermano está buenísima, que si ella lo quiere me vuelvo su esclavo.!_ dijo uno de los mejores amigos de Sebastián, mientras él se enojaba por escuchar de la boca de su amigo lo que él pensaba.
Basta cállate ella es como mi hermana.!_ dijo Sebastián molesto.
Mire a Camila, la reconocí al verla reír; esos hoyuelos en sus mejillas que se formaban cuando ella reía eran inconfundibles. Al tenerla cerca, había olvidado su mirada profunda y su cuerpo había cambiado demasiado; estaba realmente sexy. Sus senos habían crecido y sus nalgas eran grandes y redondas, y ni hablar de su rostro: parecía un ángel,