Mis Alfas Posesivos

Callum narrando:

Miré a los ojos de mi madre durante un largo período. Podía sentir todo a mi alrededor, desde el cigarrillo que había fumado esa noche hasta el olor de los muebles. Pensé que debía tener algo que ver con mis emociones.

Max comenzó lentamente a sacudir la cabeza mientras procesaba lo que ella decía. Sabía que solo era cuestión de tiempo hasta que explotara; ya lo esperaba. Los ojos de Ryder estaban bien abiertos. Sus ojos recorrían el lugar, desviándose de mí, de Max, de la madre y del vestíbulo. Podía ver que estaba teniendo dificultades para procesar lo que se le estaba diciendo. Tal vez estaba teniendo dificultades para aceptar.

Me alejé de ella y empecé a reír. Para ser sincero, esta no fue una acción premeditada. Pero, mientras seguía riendo, comprendí por qué lo hacía.

Nuestra madre nunca nos vio realmente como sus hijos desde el principio. Todos éramos herramientas para ella, para pasar el linaje.

Todos los días en nuestra infancia, nunca dejó de decirnos que éramos de sangre noble y que no éramos como el resto de las personas a nuestro alrededor.

Nos recordaba que nuestra sangre era poderosa y falló terriblemente en la parte de criarnos. No consiguió mirarnos como una madre; estaba demasiado centrada en el futuro y en el bienestar del clan.

No culpaba a mis hermanos por volverse maníacos sádicos mientras perseguían a la pobre Liv. Esos chicos buscaban entretenimiento, al igual que yo.

Aunque yo no era sádico como ellos.

Mi risa llenaba el gran salón, y mi madre me miró, sorprendida. Creo que ella tampoco se lo esperaba.

Max encaró a nuestra madre y parecía a punto de pelear con ella. Yo estaba listo, en caso de que quisiera atacarla. Él era bastante impulsivo, el más caliente de los tres.

—¡No! —Max le gruñó. Ella nos miró sorprendida; pude ver que no esperaba eso de nosotros. Durante toda la vida, siempre estuvimos de acuerdo con lo que ella decía. —He llegado al límite. No aguanto más oírte. Nada de lo que digas va a hacer que cambie de idea. Liv es mi compañera, y no vas a quitármela. —Max temblaba de rabia mientras le gruñía a nuestra madre.

Ryder resopló hacia nuestra madre; creo que se había recuperado del shock.

Cruzó los brazos y se posicionó confiadamente contra ella.

—No puedes hacer nada. Es el lazo de pareja. No puedes interferir. —comenzó Ryder—. La amo, madre. Max, Callum, ellos también la aman. —Se acercó a nuestra madre—. La amamos. No puedes impedirlo.

Sacudió la cabeza desafiante hacia ella.

Nuestra madre parpadeó varias veces. Estaba sorprendida por nuestra rebeldía. Cerraba los puños y nos encaraba con rabia.

—Están equivocados, muchachos. Esto no es una petición, es una orden —amenazó.

La expresión de Ryder cambió, y una llama surgió en sus ojos. Max era aún más peligroso; parecía a punto de atacarla si ella decía algo incorrecto.

Yo solo quería salir de ese salón. Me gustaría no haber venido aquí para oír lo que la madre había dicho. De repente, sentí una gran indisposición al mirarla. Ella ponía sus intereses por encima de los nuestros cuando se trataba de nosotros. Éramos solo herramientas para ampliar el poder.

—Ustedes no deciden. Ustedes nunca deciden. Yo sé lo que está bien y mal para ustedes. Esa zorra omega no significa nada. Lo que ustedes sienten no es un lazo de pareja. Ella los ha seducido con alguna artimaña. Pero, si el lazo es real, no me importa. ¡No acepto esto!

La madre rugió contra nosotros. Yo solo asentí lentamente hacia ella.

Ella me ignoró y continuó.

—¡Van a hacer lo que yo les mande, o dejarán de ser mis hijos, todos ustedes! —Bajó la voz para mostrar que hablaba en serio. Su expresión facial bajo las luces era muy sombría, como si tuviera la intención de herirnos para alcanzar sus objetivos. Esta mujer...

—¡Entonces, que así sea! ¡Que se joda lo que dices! —Max gritó y comenzó a alejarse. Los dos guardias en la puerta intentaron bloquear su camino, pero una mirada de Max los asustó. Salió y golpeó la puerta con fuerza.

Ryder solo la miró después de lo que ella había dicho. Cerraba y abría los puños nerviosamente.

La expresión de nuestra madre se volvió más amena. No esperaba que Max le hablara de esa forma. Ella parpadeó varias veces, y pensé que iba a llorar por eso.

Bien, llegó mi turno de herirla.

—Nunca te importamos —bufé. Ella se giró para mirarme—. Nunca te importó si comíamos, nunca te importó si necesitábamos algo, nunca te importaron nuestros sentimientos.

Hablé mientras me acercaba a ella lentamente.

—Entonces, ¿por qué te importa ahora si vamos a casarnos con una omega? ¿Eh? Háblame. ¿Por qué te importa? Al padre ni siquiera le importa, ni quiero empezar a hablar sobre él —Fruncí el ceño hacia ella.

—Necesitan casarse con esas muchachas, hijo —Ella sujetó sus propias manos frente al cuerpo. Estaba frotando las palmas de forma que demostraba estar perturbada. Aun así, mantenía su postura firme. Notable.

Sacudí mi cabeza en negativa.

—No —Rehusé. Me alejé de ella y me quedé al lado de Ryder—. Mira, aún faltan algunos años. Puedes tener tres hijos nuevamente, entrenarlos como nos entrenaste, y casarlos con esas mujeres. Ellos harán lo que tú mandes, pero conmigo, olvídalo —Lancé una mirada amenazadora.

La boca de ella se abrió de sorpresa al oír lo que dije; movió la boca, pero ninguna palabra salió.

—Porque, en la situación actual, no puedes mandarme. No puedes mandarnos —Me giré y comencé a andar en dirección a la puerta—. Que tengas una buena noche —Dije sin mirarla.

Ryder la miró y sacudió la cabeza con pena. Vino tras de mí mientras caminábamos hacia la puerta. Los guardias reales ni siquiera se preocuparon por detenernos; si no, los habría herido gravemente.

Sonrío de lado mientras entrábamos en el pasillo con Ryder a mi lado. Siempre quise decirle eso, hace mucho tiempo. Ella no puede mandarme más. Sí, ella no puede.