Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?
NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
SINCERIDAD
—¿Y cómo te fue anoche?
Pensé que nunca me preguntaría sobre eso. Manuel estaba sentado en mi cama y yo de pie, recargada contra mi cajonera. ¿Por qué visitarme con mucha frecuencia? ¿Por qué preguntar por mi noche anterior?
—Me la pase chido. Vimos las estrellas, la luna, fuimos a cenar, platicamos y anduvimos caminando entre los negocios.
—Ese chavo parece ser un buen tipo.
—Jonatan es agradable.
No pude evitar esconder mi sonrisa al recordar lo buena que había sido la noche. ¡Esa chispa que Jon había despertado en mí!
—¿Y hace cuanto que lo conoces?
Tragué saliva, parecía que ahora había un interés por averiguar sobre Jonatan.
—No lo conozco de hace mucho tiempo.
—¿A no?
—No. Tendrá muy poco tiempo que lo conocí.
¿Este era el momento para decirle la verdad sobre mi empleo nocturno? Porque la realidad sobre mi amistad con Jonatan, es que lo conocí a través de una aplicación de escorts.
—Supongo que lo conociste mientras vendías pays —dice Manuel.
La seguridad de sus palabras me hizo asentir sin pena, que, a pesar de todo, quise ocultar con mi sonrisa que le estaba mintiendo cada vez más. ¿Cuándo podré contarle la realidad? ¿Cómo se sentirá al saber lo que estoy haciendo con mi vida? ¿Será capaz de enternecerme?
—Exactamente, así lo conocí. Él estaba en el parque y yo llegué ofreciéndole pays. ¡Todo salió bien! Me compro varios.
—Eso de vender pays te hace ser una chica popular.
Me reí por su comentario. ¿Popular yo?
—Nada que ver. Solo soy la chica de los pays. ¡No es la gran cosa!
Me lanza una mirada curiosa, un toque de inquietud parecía vislumbrar hasta el fondo.
—Eso es lo que tú piensas. Pero yo te he visto y veo cómo te ve la gente.
¿Me ha visto? ¿Ve a la gente que me mira? ¿Pero cómo? ¿Cuándo? ¿A dónde me ha visto?
—¿Y qué has visto?
—Veo que la gente te compra casi siempre porque eres una señorita muy dulce.
¡Esto sí que no me lo esperaba! ¿Muy dulce? ¡Por favor!
—¿Me estas espiando?
Su mueca fue una sonrisa vagabunda.
—¿Está mal que me interese por ti?
—Pues no está mal, solo que... neta, me sorprende que digas que ves a la gente que me mira y todo ese rollo de que yo soy dulce. ¿Por qué lo haces?
Fue como si mi pregunta le exigiera que soltara aquellos motivos que en su corazón había. ¿Seguro que había motivos con mi nombre? ¿O que eran en realidad?
—Porque te hice una promesa en la primaria y pienso cumplirla.
¡Orales! Fue directo conmigo. Sentí bien bonito en mi corazón, como si todo lo malo de esta vida hubiese desaparecido con la presencia de mi crush. ¡Me sentí amada por unos segundos!
—Ah, pues gracias. Que genial que te acuerdes de esa promesa. Pero la neta es que, ya paso mucho tiempo desde todo eso.
—¿Y eso que tiene?
—Pues que ahora ya no soy la chica a quien solían acosar en la primaria. De cierto modo ya crecí y me siento bien. ¡No me ha pasado nada malo! Puedes estar tranquilo.
Mentí una vez más. ¡Aún había gente que me acosaba! Manuel pareció no creer en mis palabras y me dio un poco de miedo conocer su reacción cuando él supiera la verdad sobre mí. ¡Me defendió en el bar el día que nos volvimos a encontrar!
—La neta no creo que hayas cambiado mucho. ¿Tu moretón de la otra vez? ¿Por qué te salió?
Lo había olvidado, los días me habían hecho dejar de pensar en aquel golpe. Me acaricié la mejilla y no quise responder su segunda pregunta. ¿Sabía la verdad sobre mí? ¿Unió las piezas de estos días y descubrió similitudes? ¿Ahora sabe que yo soy Yuri, la chica a la que el rescato aquella noche en el club?
—Creo que ya desapareció. La neta se me había olvidado que tenía un moretón.
Él negó con una sonrisa.
—¡Que va! A ver, déjame revisar.
Mi espalda estaba contra las jaladeras de metal de mi cajonera, centré mi vista en cada uno de sus pasos y me sorprendió mucho ver como la distancia entre nosotros se acortó de forma rápida. Su mano subió hasta mi rostro, en mi mejilla puso su tacto y aquellos ojos bien enfocados en mí, me hicieron temblar por algunos segundos. ¡Necesitaba controlarme!
—Sí, es verdad. Solo tienes una mancha pequeña de color cafecito. Casi ni se nota.
—Sí, te digo que ya desapareció, ya pasaron tres semanas.
Pero no dejo de tocarme, al contrario, era como si tuviera una necesidad de seguir tocando.
—¿Te duele?
Sus dedos presionaron un poco sobre mi pómulo y ligeramente hubo dolor en mi carne.
—Muy poco. Ya no me duele como al principio.
Comenzó a mirarme de forma curiosa. ¿Qué estaría pensando de mí en ese momento? La cercanía de este momento aceleró los latidos de mi corazón y yo sentía chido en la barriga.
—¿Extrañas esa sensación?
—¿Que sensación?
—Tú sabes a que me refiero.
Aunque el tiempo nos había separado, también se había encargado de volver a unirnos de una forma inexplicable.
—¿De qué me duela más?
¿Recordaba mi gusto masoquista?
—Ajá.
—Pues...no realmente. Ya no siento dolor intenso.
Su boca, rosada rojiza, labios perfectos y su aliento a pay de queso con zarzamora; ¿que estaba sintiendo en este momento? Todo de él me hacía temblar, como si mis fuerzas no supieran aguantarme.
—¿De verdad te gusta el dolor?
Y era muy poco lo que faltaba para que su cuerpo impactará con el mío. Su estatura más grande que la mía, el color de sus ojos y ese tacto, jodidamente me sentía como si me fuera a desarmar. ¡Necesitaba aparentar calma!
—Pensé que eso ya lo sabías.
—¿Puedo lastimarte más?