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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:2k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

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Capítulo 8

Dalia llegó al cubículo que le habían designado como aprendiz de la empresa, se sentó y mientras encendía su computadora, se giró a saludar a su compañera de escritorio y su mentora a cargo.

-Buenos días, Rose.

-Hola, hola – le contestó con una sonrisa radiante como en el último mes viene haciendo – Llegas a tiempo, estos últimos días has estado llegando por las justas.

Dalia sonrió apenada, más aun, a sabiendas de quién era responsable de su retraso.

-No te preocupes, ajustaré mi horario y no volverá a pasar.

-No, no, si no es un reclamo pero si quieres ser seleccionada para quedarte con un contrato extendido, no debes tener faltas en tu expediente – la mujer con cabello rojo intenso la miró preocupada – El jefe puede ser un pan de dios, pero el supervisor es un completo imbécil y de una vez te digo que el supervisor es un acosador. Nunca te quedes sola con él, ni vayas a su oficina por ningún motivo, si te dice algo, yo me hago responsable – parecía bastante seria – No sabes cuántas se han marchado por su acoso pero nadie quiere denunciar y no hay pruebas de nada. Conmigo lo intentó una vez pero le di un puntapié y la verdad, me tenía sin cuidado si me despedían, pero el muy cobarde se quedó callado, porque escucharon los gritos que lancé ante sus acciones groseras. Pero me preocupas…

-Está bien Rose, tendré cuidado, pero tampoco me quedaría callada – vio a su compañera mirarla aun pensativa – De verdad.

-De todas formas dime cualquier cosa que ese cerdo intente, yo lo confrontaré por ti.

Dalia sonrió. La mujer frente a ella era amable y cariñosa, cosa que casi no ha experimentado, porque siempre parece haber una competencia invisible entre las mujeres para demostrar quién es mejor en todo, y son agresivas, malas o groseras.

-Gracias Rose, eres un sol.

-No, no, tú eres un sol.

Ella le mandó un beso volado y un guiño que le sacó una risa a Dalia. Sus coqueteos hasta con ella eran divertidos, que siempre le alegraba el día, aun cuando el trabajo era agotador. Pero su alegría se esfumó cuando vio a Silvain aparecer por los cubículos.

Él se veía bastante guapo, y más aun con sus trajes confeccionados a medida de color gris o plata, resaltando su cabellera rubia y ojos azules, pero su insistencia de molestarla, de flirtear con ella a pesar de ya tener novio, la enojaba.

La última vez que la había ayudado con el taxi, había cambiado su percepción de él como un caballero. Un hombre maduro por haberse disculpado, sin embargo, luego de volver a verlo en la empresa, que para su sorpresa era una afiliada de las empresas James-Kahlo, él se tornó en un hombre coqueto, lanzado insinuaciones a diestra y siniestra, a pesar de su rechazo.

No sabía que intenciones tenía, pero quedaría sentado esperando a que ella si quiera le echara otro vistazo.

-Buenos días, señoritas – saludó con su sonrisa galante, sintiendo su mirada pero Dalia no lo miró, sino que se concentró en su computadora.

-Buenos días, señor James – saludó Rose con efusividad.

-Buenos días – Dalia solo emitió un saludo seco sin mirar, pero ese hombre no se marchó.

Continuó charlando de cosas insignificantes y la única que le contestaba era Rose, quien parecía no notar la extraña tensión que se había depositado en el lugar.

Silvain, viendo que no podía arrancar la mirada de Dalia de la computadora, terminó por yéndose bastante molesto, aun cuando la chica guapa pelirroja no dejaba de mostrarse entusiasmada con él.

Silvain ya había visto antes a esa mujer pelirroja, realmente era muy atractiva, con curvas definidas, y una sonrisa deslumbrante; pero por alguna razón, no quería continuar acercándose a ella, le provocaba… cierto desconcierto, y una sensación extraña en el pecho, por lo que la evitaba, pero siendo compañera de escritorio de Dalia, le era imposible solo ignorarla.

Cuando se marchó Silvain, Dalia suspiró aliviada, no podía soportar la mirada penetrante de ese hombre, empezaba a ponerle los pelos de punta. Por parte de Rose, la escuchó suspirar. Sabía que le tenía puesto el ojo encima a Silvain, aunque este último se portaba grosero con Rose.

-¿Te gusta el señor James?

-Claro que sí, es guapo, alto, tiene una mirada atrevida y unos labios – ella misma se mordió los labios imaginando que fuesen los labios de Silvain – Es mi tipo, totalmente mi tipo. Lo quiero comer.

-Pero no creo que piense lo mismo de ti, es grosero contigo.

-No importa – Rose le restó importancia como si no le afectara sus desplantes de ese hombre – No estoy pidiendo una relación, solo un par de noches de pasión serían suficientes para poder olvidarlo.

Dalia la miró con sorpresa, no podía creer lo directa que era con sus pensamientos, y de mente abierta para no querer nada más que unas noches pasajeras con un hombre. Mientras que ella misma, ha temido que Kei llegase un día en aburrirse de ella y que todo terminara.

La misma Dalia desearía ser despreocupada sobre ello, pero era una anticuada, además de que era su primera relación que experimentaba, por lo que aguardaba expectativas y ensoñaciones, que no debería tener porque en el fondo sabía que Kei, no era un hombre de relaciones largas, sino, a estas alturas, ya debería estar casado o vivir con alguien, pero seguía solo, en un departamento para soltero, sin ninguna intención de compartir más espacio con alguien.

-Eres valiente – murmuró un poco triste por su situación impreciso – ¿No temes a su rechazo?

-Bueno – Rose se acomodó el cabello detrás de la oreja – No es que le esté pidiendo que seamos novios o que se case conmigo. Si me rechaza no hay nada que hacer, solo me daré por vencida.

-Eres temeraria.

-En la vida hay que serlo – sonrió – Sino, las oportunidades se escapan de las manos, o te pisotean hasta morir.

Lo último, Dalia sintió que lo dijo con un deje de amargura. Se preguntaba que podría haber sucedido en la vida de Rose para tener ese tono, cuando todo el tiempo brillaba con su sonrisa y su sociabilidad. No tenía el valor de preguntar, ya que aún no eran tan cercanas como para hablar de sus vidas privadas, así que solo podía quedarse callada.

Saliendo de su trabajo, recordó la promesa que le había hecho a Kei cuando la había traído a su trabajo. Con besos le había hecho jurar que al salir de su trabajo tendría que pasar a su casa y quedarse a dormir con él.

Sus mejillas se encendieron al recordar sus besos húmedos en su cuello y cómo sobaba su trasero con la evidente sugerencia en su entrepierna, que se apretaba ansioso en su pelvis, y que, a través de la ropa, sentía su calor quemándola.

Aun con el rostro caliente por el recuerdo, tomó el taxi hacia su casa. Estando en su puerta, alisó las pocas arrugas de su traje sastre, acomodó los mechones de su cabello negro que escapaban de su moño y tocó el timbre.

La puerta se había abierto levemente, y antes de saludar, ya la había jalado hacia el interior de la casa, siendo asediada con sus besos urgentes y sus caricias desesperadas.

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