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Hija De La Luna

Hija De La Luna

Status: Terminada
Genre:Romance / Yuri / Época / Completas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Kitty_flower

En un mundo donde las apariencias lo son todo, Adeline O'Conel, una joven albina de mirada lunar, destaca como una joya rara entre la nobleza. Huérfana de madre desde su nacimiento, fue criada por un padre bondadoso que le enseñó a ver el mundo con ternura y dignidad. Al cumplir quince años, Adeline es presentada en sociedad como una joven casadera, y pronto, su belleza singular capta la atención de la corte entera.

La reina, fascinada por su porte elegante, la declara el diamante de la época. Caballeros, duques y herederos desfilan ante ella, buscando su mano. Pero el corazón de Adeline no se agita por ellos, sino por alguien inesperado: la primera princesa del reino, una joven de 17 años con una mirada firme y un alma libre.

En una época que no perdona lo diferente, Adeline y la princesa se verán envueltas en un torbellino de emociones, secretos y miradas furtivas. ¿Podrá el amor florecer bajo la luz de una luna que, como ellas, se esconde para brillar en libertad?

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Luz y sus curiosidades

Cinco años después…

La mansión O'Conel volvía a respirar vida. Las enredaderas florecían sobre los muros de piedra blanca, el aroma a lavanda se colaba por las ventanas abiertas, y en el aire danzaban risas que hacía siglos no se escuchaban. Allí vivían ahora Luney y Julieta, juntas, casadas, construyendo un amor que había vencido a la muerte y al tiempo. Y con ellas, una pequeña de rizos dorados y ojos de un azul profundo corría por el pasillo principal. Su nombre era Luz.

Luz tenía cuatro años y había heredado la dulzura de su madre Luney y la firmeza silenciosa de Julieta. Cada mañana corría hacia la biblioteca, donde Luney solía escribir sentada en el viejo escritorio que alguna vez perteneció a su madre. —¿Qué escribes, mamá? —preguntaba con voz curiosa. Luney solo sonreía, la levantaba y la sentaba en su regazo. —Historias de amor, mi pequeña estrella —le respondía, besándole la frente.

Julieta, desde la cocina, las observaba. Había aprendido a hornear galletas de lavanda, como las que Luney solía imaginar en sus relatos. La cocina ya no era solo un lugar de preparación, sino el corazón del hogar. A veces, se unía a ellas en la biblioteca con una bandeja de té y dulces, y juntas pasaban las tardes leyendo, dibujando o simplemente conversando mientras Luz hacía preguntas sobre todo.

—Mamá, ¿de dónde vengo? —preguntó un día Luz, mientras jugaba con su muñeca favorita en el césped del jardín.

Luney y Julieta se miraron, sonriendo. Había algo en su hija que parecía conocer más de lo que decía. Como si dentro de sus ojos se escondiera la memoria de muchas vidas.

—Vienes del amor, mi amor —le dijo Julieta, acariciándole el cabello. Luney, con los ojos brillantes, añadió —Vienes de una promesa. Una tan antigua, que el cielo tuvo que escucharla.

A veces, por las noches, Julieta se despertaba y encontraba a Luney escribiendo junto a la ventana, bajo la luz de la luna. Se acercaba y la abrazaba por detrás.

—¿No puedes dormir?

—Es que la luna me llama. Como si quisiera que escribiera su historia.

Julieta la besaba suavemente en la mejilla y la acompañaba en silencio. Había comprendido que el alma de Luney era inquieta, que necesitaba expresar, recordar y sanar a través de las palabras. Y ella estaría allí, siempre, como su refugio.

Luz creció entre cuentos y paseos por los bosques que rodeaban la mansión. Sabía distinguir constelaciones, conocía los nombres de cada flor del jardín, y ya había empezado a escribir sus primeros poemas en una libreta que Julieta le había regalado.

Un día, mientras organizaban el desván, encontraron una caja antigua con objetos de otra época. Dentro, estaban las cartas que Adeline le había escrito a Juliette, atadas con una cinta roja. Luney las tomó con manos temblorosas. Las recordaba. Cada palabra, cada trazo. Julieta se sentó a su lado, y juntas las leyeron en voz alta. Luz se sentó a sus pies, escuchando sin entender del todo, pero sabiendo que aquello era importante.

—¿Quiénes eran ellas? —preguntó.

Luney y Julieta se miraron de nuevo. Esta vez, no respondieron. Solo la abrazaron.

Aquel día, mientras el sol caía sobre la mansión y las sombras se alargaban, supieron que habían cerrado un ciclo. Lo que una vez fue amor escondido y silenciado, ahora era vida plena, visible, real. Lo que una vez fue tragedia, ahora florecía en Luz.

La noche cayó lentamente, con estrellas titilando sobre el tejado. Desde el jardín, Luney alzó la vista a la luna, que parecía más brillante que nunca.

—Gracias —susurró.

Julieta se acercó, entrelazando sus dedos con los suyos.

—¿Por qué agradeces?

—Por no rendirse con nosotras. Por darnos otra oportunidad.

Y en la distancia, si uno escuchaba con atención, podía oírse el eco de una risa suave, como la de una joven princesa que por fin pudo escribir su historia… hasta el final.

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Ana Luz Guerrero
hermosa historia, hasta se erizo la piel, felicidades escritora, la reencarnación existe, bendiciones infinitas 🙏
Reyna Torres
Fascinante historia, te envuelve, te atrapa.....la amé de principio a fin

Gracias por compartir tú maravilloso don
Reyna Torres
Ésta es una de las mejores historias qué he leído, mis respetos escritora, es cautivadora
Kitty_flower: muchas gracias por su apoyo♡♡
total 1 replies
namjoon_skyi
Me engancha, sigue escrib.
Kitty_flower: gracias, eso haré
total 1 replies
eli♤♡♡
La idea es fascinante
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