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"Infancia Robada, Poder Sellado"

"Infancia Robada, Poder Sellado"

Status: En proceso
Genre:Venganza / Familias enemistadas / Secretos de la alta sociedad / Mundo mágico
Popularitas:4k
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

En las tierras frías del Reino de Belfast, un niño fue arrancado de los brazos del amor y lanzado al abismo del desprecio. Victor, de apenas ocho años, sobrevive bajo el techo de sus propios enemigos, el Rey y la Reina que arrasaron su pasado. Lo llaman débil, lo humillan, lo marcan con su odio… sin imaginar lo que realmente duerme en su interior.

Esta no es la historia de un héroe elegido. Es la travesía de un alma quebrada que se arrastra por los escombros del trauma, el dolor y la soledad. Cada mirada de desprecio, cada palabra cruel, cada herida invisible es una chispa que alimenta una tormenta silente. Y cuando el momento llegue… ni el trono ni la sangre real podrán detener lo que ha nacido del silencio.

Un cuento oscuro donde no hay luz sin sombras, ni infancia sin cicatrices. Un viaje que transforma al niño temeroso en la incógnita más temida por todos.

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 14 – Ecos Dormidos

Los días pasaban con lentitud, pero en la aldea de Seirei no Tami, el tiempo tenía un ritmo distinto. No había campanas, ni soldados, ni castigos. Solo el murmullo del bosque, el susurro de los árboles, y el crujir de hojas bajo los pies. A Víctor, todo le parecía demasiado… tranquilo. Como si la calma ocultara algo que aún no comprendía.

Dryas lo había asignado a tareas menores: recolectar hierbas, limpiar caminos entre las raíces, ayudar con las cosechas. Ninguna de ellas parecía particularmente difícil, pero extrañamente, las plantas se inclinaban sutilmente hacia donde él caminaba. Al principio pensó que era el viento… pero el viento no soplaba cuando eso ocurría.

Un día, mientras cortaba unas flores de curación para los herbolarios, sintió un leve cosquilleo en la palma de su mano. Una de las flores, marchita, parecía revivir con solo tocarla. Se alejó de inmediato, el corazón palpitándole en el pecho.

—Debe haber sido mi imaginación… —murmuró, aunque en el fondo sabía que no lo era.

 

Esa noche soñó con fuego. No un incendio… sino una llama flotando en la oscuridad, como una vela solitaria en medio del abismo.

—Despierta —susurró la llama—. Tienes frío… porque has olvidado tu calor.

Víctor se sobresaltó al despertar. El sueño se desvanecía como humo, pero el eco de aquella voz se quedaba.

 

Al día siguiente, mientras ayudaba a mover unas piedras cerca del canal, una de ellas rodó cuesta abajo, directo hacia una niña que jugaba cerca. Sin pensarlo, Víctor corrió. Su cuerpo reaccionó antes que su mente. Extendió la mano.

La roca se detuvo. A centímetros de la niña.

No porque la hubiera alcanzado… sino porque se detuvo en el aire.

Los ojos de la niña se abrieron con asombro. Víctor temblaba. No entendía cómo, pero sabía que eso no era normal.

—¿Qué… hiciste? —le preguntó la niña, con una mezcla de miedo y admiración.

Él no respondió. Solo bajó la mano, y la roca cayó al suelo con un golpe seco.

 

Dryas se enteró esa misma tarde.

—¿Así que al fin comienzas a despertar...? —dijo mientras lo observaba, sentada entre raíces vivas que se movían con su respiración.

—No fue algo que yo… quisiera hacer. Solo ocurrió.

—Así funciona —dijo ella, enigmática—. La semilla no le pide permiso al sol para crecer. Solo lo hace… cuando es su momento.

Víctor bajó la mirada.

—¿Estoy maldito?

—No —dijo Dryas con firmeza—. Estás fragmentado. Hay partes de ti que aún no recuerdan quién eres… o lo que puedes hacer.

—¿Y si lo que soy… es peligroso?

—Todo poder es peligroso si se le teme más de lo que se le entiende.

Hubo un silencio largo entre ambos.

—Aún no estás listo para saberlo todo —añadió Dryas—, pero si tú lo decides, puedo ayudarte a aprender… a despertar de forma lenta. Discreta. Sin que el consejo lo sepa.

Víctor la miró, confundido.

—¿Por qué ayudarme?

Dryas sonrió apenas.

—Porque si no lo hago yo, cuando descubras todo lo que eres… podrías destruirnos a todos. Incluyéndote a ti mismo.

 

Esa noche, por primera vez desde su huida del castillo, Víctor durmió con algo más que miedo.

Durmió con una chispa.

Una chispa que no era odio, ni tristeza.

Era algo parecido… a esperanza.

Pero también…

…a hambre.

Una hambre profunda de descubrir quién era realmente.

Capítulo 14 – Ecos Dormidos (Parte 2)

Había pasado un año desde su llegada a Seiri no mari. Ahora, con nueve años, Víctor ya no era el mismo niño frágil y tembloroso que cayó desmayado en el bosque. Su cuerpo seguía pequeño, pero había ganado firmeza, y sus ojos, aunque aún asustadizos, ya no eran los de una presa. Eran los de alguien que observaba y aprendía en silencio.

Los habitantes de la aldea aún lo trataban con cautela. Algunos con frialdad, otros con desconfianza, pocos con compasión. Pero nadie más intentó expulsarlo después de aquel día en que Dryas intercedió ante el Consejo.

Víctor había cumplido su promesa: ayudaba en todo lo que podía. Recogía leña, limpiaba los canales de agua, cuidaba de los animales. Nunca se quejaba. Y en secreto, observaba.

Observaba cómo los elfos cerraban los ojos para sentir la tierra vibrar.

Observaba cómo los hombres alados hablaban con el viento antes de lanzarse al cielo.

Observaba cómo los niños enanos dibujaban símbolos en el aire y las rocas se movían.

Y sin querer, empezó a imitar.

---

Una mañana, mientras practicaba cortar leña, una de las ramas gruesas se resbaló y cayó sobre su pie. El dolor fue agudo, insoportable, como un hierro candente entrando en su piel.

Se arrastró lejos, mordiéndose los labios para no gritar.

—No puedo… —susurró entre jadeos.

Entonces, algo dentro de él palpitó.

Una sensación cálida. Como un río dorado fluyendo desde su pecho hacia su pierna. No entendía lo que era, pero el dolor comenzó a disiparse. No por completo… pero lo suficiente como para moverse otra vez.

Tocó su tobillo, confuso. No había heridas. Solo un leve hormigueo… y silencio.

---

Días después, un niño de la aldea, un pequeño híbrido de zorro, cayó enfermo por una fiebre persistente. Los curanderos no lograban bajarla. Víctor fue enviado a entregar agua y paños fríos.

—¿Te duele mucho? —le preguntó al niño.

El pequeño asintió sin fuerza.

Víctor se quedó observándolo. Luego, sin pensar por qué, colocó una mano en su frente.

Y el niño se calmó. Como si el calor hubiera huido de su cuerpo.

No dijo nada. No quería que lo notaran.

Pero alguien lo hizo.

Dryas.

—¿Sabes qué hiciste? —preguntó ella esa noche, mientras lo encontraba sentado bajo una raíz gigante, mirando la luna.

Víctor no respondió.

—Hay algo dentro de ti —continuó ella— que empieza a moverse, a despertar. No tienes que tener miedo de ello.

—No quiero hacer daño —susurró él.

Dryas se agachó a su lado, con su aura serena envolviendo el aire como una brisa suave.

—No todo poder nace para herir. Algunos nacen para proteger. Pero incluso esos pueden volverse peligrosos si no se entienden.

Víctor la miró, con esa mezcla de duda y necesidad que lo acompañaba desde que perdió todo.

—¿Me enseñarás?

Ella sonrió con dulzura, por primera vez.

—Te guiaré. Pero lo demás… tendrás que descubrirlo tú solo.

---

Esa noche, mientras cerraba los ojos, escuchó una voz muy tenue en su mente.

No era humana.

Ni cruel.

Era una voz antigua, como el susurro del bosque cuando nadie está mirando.

—Ya no estás solo.

Y por primera vez… Víctor no lloró al dormir.

1
Rubi Cuerbo
mui bien
Vic
No se preocupen ya subí el capítulo 36 y 37 mañana a la 7am se sube el capítulo 38
Rubi Cuerbo
quiero ver más capitulos
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