El Renacer Del Duque Exiliado.

La guardia del palacio llego a la mansión para llevarse el cuerpo de aquel hombre y se registró todo como un ataque de una bestia salvaje, también se le advirtió al conde que ponga mejor vigilancia y si es posible, trampas cerca del bosque, para evitar otro ataque. El conde estaba furioso, porque no quería hacer un gasto extra consiguiendo más guardias o pagando magos para colocar las trampas.

—la guardia ya dijo que vendría mañana un escuadrón para revisar a los alrededores, probablemente ese animal ya se fue del bosque.— comenta la condesa.

—espero que si, ¿como se le ocurre a ese estúpido sirviente salir al bosque en medio de la noche?, solo nos causo problemas.— habla furioso.

—tranquilo querido, nada pasará, solo por ahora, evita volver muy noche.— le pide la condesa. Y es que si algo le pasa a su esposo, perdería todas sus riquezas y la buena vida que lleva.

—por supuesto, si se hace tarde, me quedará en una posada.— responde el conde.

—cambiando de tema, Rania querida, la Marquesa me dijo que su hijo quedo encantado contigo.— menciona emocionada.

Rania detiene su comida, levantando la vista y dando una leve sonrisa. La cita con aquel chico había ido bien, era amable y este le llevo una preciosa joya como regalo, eso solo la hizo recordar que Carl nunca le podría regalar algo así, e incluso cuando estuvieron viviendo juntos en el pueblo, ella tuvo que vender algunas de sus joyas para poder comprarse otros vestidos. Si sigue con Carl, su vida seguirá siendo con carencias, mientras que con ese chico, tendría la vida a la que esta acostumbrada y pensar así la pone en un dilema, porque no quiere perder a Carl.

Por otro lado, Carlisle aún estaba pensativo con respecto a lo que paso, había pensado que solo fue un mal sueño, pero resultó que en realidad se había devorado en corazón de aquel viejo, del solo pensar en eso le dan náuseas, si bien en su vida anterior fue un hombre cruel que no sentía compasión por casi nadie, nunca se dedico a comer órganos humanos. Tal parece que la maldición le hace perder el control, y no lo controla del todo.

《¿Quien era esa persona?, en la historia no se hablaba de ella.》piensa seriamente. 《¿Es la persona que lo maldijo?》

Podría ser, nunca se revelo quien fue el culpable de su maldición, solo se reveló que para mantener la maldición controlada, el duque poseía un hechizo en su cuerpo y quizás al reencanarnar, ese hechizo se deshizo.

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Otro día llego en ese miserable lugar, Carlisle salió a caminar por el jardín, siendo visto por el conde, este de inmediato comienza a gritarle y reclamar el que no este trabajando.

—no creas que puedes seguir viviendo en mi hogar si solo estarás de vago.— expresa furioso.

—ni quien quiera vivir en esta casita de perros, tengo un mejor lugar.— se burla.

—¡Carl!, no puedes estar discutiendo de nuevo con mi papá.— se interpone Rania.— prometiste que harías todo lo posible hasta que mis padres te acepten, ¿es que acaso ya no me amas?

¡Ha!, vaya audacia de esa mujer al intentar usar el chantaje emocional para evitar la confrontación, en la que obviamente ella mostrará estar de lado de su padre. El conde aparta a Rania, diciendo que esto lo arregla él.

—ningún sucio plebeyo vendrá a mi casa a querer hacerse el importante.— el conde señala a Carlisle.— vete a trabajar o largo de mi casa.

—no padre...espera...— trata de intervenir.

—silencio Rania, ¿ves la clase de hombre que traes a casa?, jamas lo pienso aceptar.— observa a la chica.— hazme caso, yo que soy tu padre, se perfectamente lo que te conviene.

—padre por favor...yo hablo con Carl...— pide.— Carl, has lo que mi padre dice, cumple con tu deber y no discutas con él.

—mejor ve y hazlo tú, seguramente será divertido limpiar los establos.— sonríe con burla.— ¿o es acaso no me amas para ayudarme?

Repite las misma pregunta que Rania le hizo hace un momento. Rania al escuchar agacha la mirada, mientras guarda silencio, así que Carlisle prefiere alejarse del lugar, aun cuando el conde comienza a gritarle que regrese y que haga su trabajo.

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Carlisle se alejo del lugar, adentrandose al bosque aun cuando los guardias le dicen que no lo haga, pero, el chico ignoro todo y siguió su camino, solo escuchando como el conde le dice a los guardias que lo dejen ir, así sirve que la bestia salvaje deje viuda a su hija.

Carlisle se pierde de vista en el bosque, mientras que el conde regresa a la mansión, donde busca a Rania para decirle que por el comportamiento de Carl, jamás lo aceptará como parte de la familia porque no muestra respeto.

—por favor padre, dele una oportunidad, hablaré con él y le pedirá disculpas, lo prometo.— suplica.

—he tenido suficiente, además el joven Marqués es un mejor hombre para ti.— le sostiene las manos.— tu madre me dijo que el joven Marqués fue todo un caballero y que esta muy interesado en ti, aprovecha esta oportunidad, no sigas arruinando tu vida quedándote con ese plebeyo.

Rania agacha la mirada ante las palabras de su padre, entiende que quiere lo mejor para ella, pero, aún no se decide del todo si dejar a Carl, después de todo se casaron enamorados, aunque justo ahora su relación se ve muy distante.

—no debe preocuparse padre, haré lo que sea mejor para todos, lo prometo.— asegura mientras muestra una leve sonrisa.

—espero que hagas una sabía elección.— le pide el conde.

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A la mañana siguiente, Rania se preparó para salir junto a su madre, habían concretado otra reunión con aquel joven Marqués. Carlisle ve a Rania esperando cerca del carruaje pues su madre aun no estaba lista, el chico se acerca mostrando una radiante sonrisa, aunque odia sonreír como estúpido.

—esposa, que bella te ves hoy.— le sostiene las manos.

Rania se sobresalta al escucharlo, pues no se suponía que él la viera marcharse.

—y-yo, iré de compras con mi madre.— se excusa.

—no sabes cuanto lamento no ser yo quien te acompañe y pague por todo.— agacha la mirada pareciendo lamentable.

—no te preocupes Carl...mira, mientras no estoy, aprovecha a reconciliarte con mi padre, pide disculpas por lo que paso ayer, y has todo lo que le diga, ¿si?— pide.

Carlisle le suelta las manos y da unos pasos hacía atrás.

—ya dije que no pienso seguir siendo su esclavo, quiere que trabaje pero no me da sueldo, trabajar para el duque al menos me daba ganancias, pero ahora ni eso tengo.— expresa indignado.

—por favor Carl, es por nosotros, mírame, aquí puedo estar bien y cuando mi padre vea que eres un buen hombre te aceptará.— insiste.

—no me importa ser aceptado por él, quien me importa eres tú, pero ahora veo, que no dejas de ser la niñita de papi y mami, ya estoy harto de todo...adelante vete de compras, yo...— mira a la doncella del otro día.— aprovecharé para relajarme con una mujer de verdad.

Rania nota la mirada que Carl le dirige a la doncella y aprieta las manos en su vestido. Ella esta a punto de decir algo, pero, Carl solo se aleja de ella, alcanzando a aquella doncella con quien camina ayudándola a cargar la cesta que lleva en las manos. Rania no puede evitar sentirse molesta, Carl la esta traicionando mientras que ella se debate entre si seguir con él o hacerle caso a sus padres.

La condesa no tarda en sacarla de sus pensamientos apurandola a subirse al carruaje, pues se les hacer tarde y pueden hacer esperar al joven Marqués.

—estoy segura que no tarda en pedir tu mano. Y tú, tienes que decir que si, después, divorciarte de ese plebeyo.— comenta emocionada la condesa.

—madre, yo...no puedo hacer esto...si sigo así Carl...—

—¿el que?, ¿crees que no lo vi?, ese plebeyo y esa sirvienta tienen algo, así que estás en tu derecho de conseguir un mejor hombre.— la regaña.

Rania guarda silencio, pero escuchar de su propia madre que su esposo posiblemente la esta engañando, solo confirma sus sospechas, ya que no es la única que lo piensa.

—señorita, no quiero ser imprudente, pero, he visto a esa doncella salir a altar horas de la noche de la habitación de su esposo.— susurra.

Rania abre los ojos con sorpresa, pues le acaban de comprobar lo que ella pensaba. La condesa sonríe ladina, y asiente cuando su doncella cruza mirada con ella.

—yo...yo aceptaré si el joven Marqués se propone.— susurra apenas siendo audible.

La condesa había escuchado bien, su hija ya por fin se estaba convenciendo, y pronto podrán sacar a ese plebeyo de sus vidas.

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