Angélica, una mujer fuerte y determinada de 40 años, ha enfrentado la adversidad con valentía. Pero cuando siente que ha perdido su motivación y las ganas de seguir luchando por salir adelante, un inesperado encuentro con un apuesto hombre llega para cambiar su destino.
Axel es mucho más joven que ella, pero aunque es arrogante y poderoso, a sus 25 años su pasión y devoción la hacen sentir viva de nuevo.
¿Podrá Angélica dejar atrás sus cicatrices y creer en el amor nuevamente?
Descubre esta historia de amor, desamor y mucha pasión, donde la edad no es un obstáculo para encontrar la felicidad.
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Capítulo Uno
Angélica llegó corriendo a las diez de la noche para tomar su turno en el trabajo, puso su dedo en el lector de huellas, pero este no la leía.
¡Diablos! Se quejó al ver que la resequedad que tenía en sus maltratadas manos no permitía que la huella fuera visible.
Se sobó el dedo en el pelo e intentó una, dos, tres. Nada. Sacó de su bolso un frasquito de gel y se aplicó en el dedo, e intentó de nuevo y nada. Dios, otra llegada tarde. Me van a sancionar. Otra vez y pi, pi, pi, tres minutos tarde.
Corrió a cambiarse su jean de segunda mano y su camiseta vieja que antes era fucsia y ya es rosa claro. Se puso su uniforme de auxiliar de servicios generales y se dispuso a presentarse ante su coordinadora.
—Sosa, de nuevo llegas diez minutos tarde. ¿Qué excusa vas a dar otra vez? ¿Que te secuestraron los extraterrestres o que te subiste al bus que no era? ¿O que un loco se te robó el pasaje? —la señora de sesenta años que se creía de veinte se burlaba de ella.
—Lo siento, señora Ramona, esta vez no tengo excusa. —Ya Angelica había agotado todas las excusas que existían en el universo.
—Me imagino que ya es tu costumbre. Ya estabas advertida, ¿cierto? —Estás despedida, mañana pasa por tu liquidación. —Esto fue un baldado de agua fría para la pobre Angelica. Este trabajo le permitía a ella terminar de pagar su colegiatura en artes. Fue muy difícil conseguir el cupo, pero más difícil aún es pagar su mensualidad. Su sueño de ser una artista está en peligro.
—Jefa, por favor, deme una última oportunidad. Se lo suplico, mis gatos pueden morir de hambre si no, tengo un trabajo —Angelica mintió, jamás a nadie le ha dicho que va a estudiar en la mejor escuela de arte.
—Mmmm, nooo. —Solo eso respondió la jefa cruel; en ese momento fueron interrumpidas por una llamada al celular de Ramona.
📱 ¿Cómoo así que incapacitadas? ¿Las dos? ¿Accidente de moto? ¿Venían juntas al turno? ¿Dos meses? Dios mío.
Ramona colgó la llamada y se queda mirando a la tristonga de la Angélica.
—Te salvaste por un maldito pelo de ser despedida. Tienes mucha suerte. —Angelica la miró confundida. —Se me incapacitaron las dos aseadoras del piso de presidencia. Así que sube inmediatamente y empieza a limpiar las oficinas, la sala de espera, la sala de juntas y los baños.
—¿Yo sola? —Ramona le dio una mirada con la que por poco le vuela la tapa de los sesos. —Solo preguntaba, ya mismo subí. Ya no estoy. Ya me fui.
Angelica corrió rápidamente a tomar su carro de aseo y tomó el ascensor hasta el piso 21.
Emporio Darko Luxure es una gran empresa donde su joven dueño Axel Darko maneja la elegancia y la sofisticación en los diseños de vestidos de noche de lujo, zapatos y joyas costosas. Todo en este edificio grita riqueza y más su elegante piso 21. Cuando se abrió el ascensor, Angelica abrió su boca tan grande que casi se le desencaja la mandíbula.
Salió arrastrando su carro de limpieza y, al ver la hora, se puso manos a la obra, aunque no entendía a los ricos, ese lugar rechina de limpio, pero así hay que limpiar.
Así que se dijo a sí misma: "Esto es pan comido". Empezó por los baños, de ahí siguió con el pequeño cafetín, luego la sala de espera para continuar con la enorme sala de juntas.
Dejó para lo último las oficinas y la más grande era la del CEO Axel Darko, así que esa era la finalista de la lista.
Empezó a las once de la noche, tomó un break a las dos am y retomó su labor a las tres; se echaba bendiciones para que no se le apareciera un ánima del purgatorio y le pegara un susto.
Pronto dieron las cinco de la mañana; estaba exhausta y eso que a las ocho debía estar en la Complutense.
Hoy explorarán las corrientes renacentistas, y debe tener la mente despejada. Así que aprovecho que los baños de las oficinas tienen ducha y se dio un placentero baño. Habían productos de beauty bath, así que aprovechó la ganga de salir oliendo a chica de boutique.
Luego del refrescante baño, se dispuso a continuar su labor y entró a la oficina del máximo jefe.
Al abrir la puerta, se sintió como en un cuento de hadas. En medio de la gran oficina, había un hermoso vestido de noche, azul eléctrico, de tirantes con forma de corazón, recamado en strass y diamantes. Era un sueño para cualquier mujer; su precio debía llegar a la estratosfera, pensó Angelica.
Se acercó lentamente y sentía que la respiración se le entrecortaba. Tocó la suave tela y pensó que ni viviendo veinte vidas trabajando se podría pagar un vestido como ese.
Miró la hora y eran las cinco y treinta, así que decidió que no podía dejar pasar la oportunidad de lucir ese vestido, que jamás de los jamases podría llegar a usar. Así que sin pensarlo, retiró el vestido del maniquí, se quitó su uniforme junto a su sostén y se puso el vestido.
—Justo es de mi talla. Oh, qué hermoso, me veo linda, linda —decía Angelica frente al gran espejo que había en la oficina. Y era verdad, a pesar de tener 40 años y una vida muy trágica, aún se ven vestigios de la hermosa mujer que fue.
Se sentía como una princesa; jamás llegó a tener un hermoso vestido, ni en sus quince años, pues antes de cumplirlos se fugó de casa con el cucaracho de su exmarido. Estaba en una burbuja, soñando que era una princesa y un príncipe le decía al oído.
—Quítese ese vestido antes de que lo arruine y llame a seguridad. —Abrió los ojos que tenía cerrados por efecto de su ensoñación y vio en el espejo, detrás de ella, a un malhumorado hombre. —¡Maldita sea! ¡Que se lo quite ya!
Angelica rápidamente obedeció y bajó la cremallera, dejando caer el vestido a sus pies, quedando totalmente desnuda a excepción de su diminuta tanga.
El hombre enfurecido, que no era más que el CEO Axel Darko, la volteó de un manotazo y quedó de frente a él con sus pechugas contra su fornido pecho.
—¿Cómo te atreves a ponerte un vestido que vale más de cincuenta mil dólares? —Angelica estaba petrificada, se había quedado muda de susto al ver lo enojado que estaba ese joven. —¡Contesta, maldita sea!
Angelica no sabía cómo salir de la situación; solo escuchaba el valor de ese vestido y se imaginaba en la cárcel solo por habérselo puesto y ella no quería volver a pisar ese lugar. Así que tomó al joven de la cara y le dio un beso en la boca.
Axel, que a pesar de que Angelica lo tomó por sorpresa, rápidamente reaccionó y correspondió el beso. Metió su lengua en la boca de esa extraña para él y la levantó de la cintura para sentarla encima del escritorio y posicionarse en medio de sus piernas, sobando en la intimidad de Angelica su pronunciada erección.