Bajo La Ley Del Silencio

El sol apenas había comenzado a calentar el día cuando Tae despertó a Yeong con un beso en la mejilla.

Está vez quería invitarlo a pasar un tiempo juntos, una invitación simple, cargada de esperanza.

T: Hoy quiero que solo seamos tú y yo(dijo con una sonrisa que iluminaba su rostro)nada de trabajo, nada de gente.

Solo un día normal juntos.

Yeong lo miro fijo, con esos ojos que ya no mostraban hielo. Sino una expresión de amor y compasión. Él sólo asintió, dejando que la rutina se desvaneciera.

Salieron de casa sin rumbo fijo, caminando por las calles tranquilas. Tae tomaba la mano de Yeong con naturalidad, sin preocuparse por que alguien los viera, como si en ese momento solo existiesen ellos.

Yeong apretaba esa mano, aunque en el fondo era él quién se sentía sostenido.

T: Recuerdas la primera vez que nos vimos?(preguntó mirando el cielo despejado)

Y: Como olvidarlo, tanto ese día como ahora me salvaste. Tenías esa sonrisa, como si el mundo fuera sólo un juego para ti (respondió)

Se detuvieron en un pequeño café, un lugar que Tae había elegido por qué era sencillo y acogedor. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, viendo la gente pasar sin que eso les importará.

T: Sabés te he extrañado, estos días estuve algo distante por mis exámenes finales. Extrañando tu voz, tu silencio, tus gestos, incluso cuando me mirabas con esa frialdad que en realidad querías aparentar (con voz baja y suave)

Yeong acercó la mano a la mejilla de Tae, rozándola con delicadeza.

y: Tú eres la única razón por la que mi mundo tiene sentido(dijo) y en esa frase, todo el muro que mantenía firme se derrumbó.

Pasaron todo el día entre sonrisas, pequeñas confesiones y miradas que decían todo lo que las palabras no alcanzaban. Tae llevó a Yeong a un parque cercano, donde se tumbaron en el césped, compartiendo un silencio cómodo, uno que solo se da cuando hay confianza verdadera.

El sol comenzó a bajar, tiñiendo el cielo de naranja y rosa. Se levantaron tomados de la mano, sabiendo que esa noche sería especial.

Ya en casa, la atmósfera cambio, Pero no la calidez entre ellos. Tae se acercó despacio, buscando los labios de Yeong con una mezcla de ternura y deseo contenida.

T: hoy fue perfecto (susurro en el oído de Yeong). Quiero que está noche también lo sea.

Yeong lo tomo en sus brazos con fuerza, dejando que cada roce, cada caricia, fuera una promesa muda de que, aunque el mundo fuera cruel, ese momento era suyo.

La noche se volvió fuego, un contraste con calma del día. Se exploraron con cuidado, descubriéndose más allá de cualquier miedo o duda, entregándose al amor que los unía.

Cuando finalmente se quedaron dormidos, entrelazados y en calma, Tae susurró contra la piel de Yeong:

_: No se cuánto durará esto... pero hoy, este momento, es nuestra paz antes de cualquier tormenta que pueda venir.

Yeong lo abrazó más fuerte, sin palabras, mientras la noche los envolvía con una dulzura silenciosa que ninguno de los dos imaginaria que sería la última.