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Pecado De Poder

Pecado De Poder

Status: En proceso
Genre:Mafia / Malentendidos / Juego del gato y el ratón / BDSM / Apoyo mutuo / Cambio de Imagen
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

Brendam Thompson era el tipo de hombre que nadie se atrevía a mirar directo a los ojos. No solo por el brillo verde olivo de su mirada, que parecía atravesar voluntades, sino porque detrás de su elegancia de CEO y su cuerpo tallado como una estatua griega, se escondía el jefe más temido del bajo mundo europeo: el líder de la mafia alemana. Dueño de una cadena internacional de hoteles de lujo, movía millones con una frialdad quirúrgica. Amaba el control, el poder... y la sumisión femenina. Para él, las emociones eran debilidades, los sentimientos, obstáculos. Nunca creyó que nada ni nadie pudiera quebrar su imperio de hielo.
Hasta que la vio a ella.
Dakota Adams no era como las otras. De curvas pronunciadas y tatuajes que hablaban de rebeldía, ojos celestes como el invierno y una sonrisa que desafiaba al mundo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 10: Bajo las luces de Berlín

Brendan pensó que nada podría superar la escena en el campo de tiro: Dakota, con el arma entre las manos, disparando como si la guerra fuera parte de su ADN. Pero estaba equivocado.

Cuando salió al estacionamiento privado, ella ya lo esperaba, recostada contra un Lamborghini Huracán negro mate que parecía un animal listo para devorar el asfalto. Llevaba una campera de cuero corta, unos jeans ajustados y botas altas que resaltaban la curva de sus piernas. Su cabello, suelto ahora, caía como un látigo oscuro sobre sus hombros.

Brendan se detuvo a unos pasos, cruzando las manos detrás de la espalda.

—¿Este es el lugar donde “aclaramos algunas cosas”? —preguntó, con una sonrisa torcida.

Dakota giró la llave del auto en sus dedos y sonrió, peligrosa.

—Todavía no terminamos la conversación, Brendan. Pero pensé que preferías un escenario… más interesante.

Él alzó una ceja. —¿Y cuál es el plan?

Ella se enderezó, caminando hacia él con un movimiento lento, calculado.

—Una carrera. Berlín, luces, velocidad. Si ganás, contestaré una pregunta tuya sin rodeos. Si pierdo… —se inclinó apenas, lo suficiente para que el perfume cálido le rozara la piel— …lo descubrirás después.

Brendan sostuvo su mirada. Sabía que era una provocación, que lo estaba arrastrando a un juego que no necesitaba, pero ¿cuándo había huido del peligro? Nunca.

—Acepto. Pero con una condición. —Su voz bajó un tono—. El que gane… elige el final de la noche.

Dakota sonrió como una loba. —Hecho.

Minutos después, ambos estaban en sus autos: ella en el Huracán, él en su Ferrari SF90 Stradale, rojo brillante como la sangre que bombeaba en sus venas. El rugido de los motores cortó el silencio nocturno. Un hombre levantó un pañuelo en medio de la calle vacía, y en cuanto lo soltó, la ciudad se convirtió en fuego.

Los neumáticos chirriaron sobre el asfalto húmedo mientras los coches se disparaban como proyectiles entre avenidas iluminadas por neones. Brendan mantenía el volante firme, la mandíbula tensa, pero cada tanto, su mirada se desviaba hacia el Lamborghini. Dakota conducía como vivía: sin miedo, con la misma intensidad con la que lo desafiaba.

Tomó una curva cerrada a 200 km/h y estuvo a punto de perderla, pero recuperó el control con un giro perfecto. Ella, en cambio, parecía bailar con la máquina. Cada movimiento era elegante y letal. Brendan sintió un golpe de adrenalina tan fuerte que le arrancó una carcajada salvaje.

En el último tramo, ella se adelantó por centímetros, cruzando la línea imaginaria que marcaba el final. El eco de los motores quedó atrás, junto con el murmullo de la ciudad.

Dakota bajó del auto primero, riendo, con el cabello revuelto y las mejillas encendidas por la velocidad. Brendan salió segundos después, sin rastro de enojo, solo con esa mirada verde que ardía como gasolina.

—Gané —dijo ella, apoyando una mano sobre el capó del Ferrari, con una sonrisa que era puro veneno.

Brendan se acercó hasta quedar a un suspiro de distancia. Su respiración se mezcló con la de ella, cargada de deseo contenido.

—Te felicito —murmuró, su voz baja como un trueno—. Pero no creas que esto terminó.

Dakota lo miró directo a los ojos, sintiendo cómo cada músculo de su cuerpo se tensaba. Había algo en él… algo que la hacía olvidar todas las reglas que se había impuesto.

Él alzó una mano, rozando su mandíbula con la yema de los dedos. Fue un toque suave, casi reverente, que la hizo contener el aliento.

—¿Quién sos realmente, Dakota? —preguntó otra vez, esta vez con una intensidad que la atravesó.

Ella sonrió, acercando sus labios a los de él hasta que se rozaron, apenas, un roce eléctrico que encendió todo.

—Si te lo digo… —susurró contra su boca, con un hilo de voz cargado de fuego— tendría que matarte.

Brendan la sostuvo por la nuca, deteniéndola ahí, sintiendo la tentación arder como dinamita. Sus labios se tocaron apenas, un roce que no fue un beso, pero dejó un sabor a pólvora y promesas.

Dakota se apartó de golpe, riendo con esa maldita insolencia que lo enloquecía.

—Hasta la próxima, Thompson. —Giró sobre sus talones, subiéndose al Lamborghini sin mirar atrás.

Brendan la siguió con la mirada mientras el rugido del motor se perdía en la distancia. Apretó los puños. Sabía que estaba perdido. Y que, por primera vez en años, le encantaba estarlo.

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Kim hyun woo
muy buena
Mirta Liliana Lopez
me encanta esta novela. Mis Bendiciones escritora.
Anya Escorihuela
demasiado brutal cada capitulo ame está novela 😍😍😍😍
Ana marleny Torres ramires
exelente pero muy corta
Orne Murino: muchas gracias todavía no la termino! quedan cosas por venir🤭🤭
total 1 replies
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