Emilia es una joven que ha sufrido mucho en su vida. Aun así, lleva una luz en su interior inquebrantable. Ella se la atribuye al amor que siente por alguien que cambió su manera de pensar hace muchos años. Sin embargo, cuando supone que al fin podrá ser feliz al lado de ese hombre. Descubre que su matrimonio con él solo fue arreglado por sus familias y en realidad él no la recuerda. Ella hará todo lo posible para que el brillo en sus ojos no se apaguen hasta que él la reconozca.
Aun así, Marco no es un hombre fácil. Diagnosticado desde joven con un desorden mental que le impide acercarse a las mujeres, termina aceptando un matrimonio por contrato que para él es solo un fastidio.
¿Logrará recordar a Emilia antes de que el brillo en sus ojos, reflejo del amor que siente por él, desaparezca?
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Perspectivas
Capítulo once
Emilia le había contado parte de la historia de por qué Marco había sido tan importante para ella. Sin embargo, Fátima había empezado a actuar extraño. Ya que, sin que Emilia se diera cuenta tomó su móvil y envió un mensaje.
—Pero no es tu culpa. Tú no quisiste que lo casaran contigo a la fuerza, su padre lo obligó —trató de consolarla, Fátima.
—Nuestros padres hicieron el acuerdo, pero a mí no me importaba. Yo era feliz al saber que estaría a su lado, y no me di cuenta de que eso lo haría infeliz a él. Aún deseo que me recuerde, que quiera sonreír de nuevo al verme, pero ya no sé si eso será posible —Emilia empezaba a decepcionarse de si misma—. Encima me habla de esa chica como si fuera el amor de su vida, y por momentos pienso que lo mejor es que acepte firmar el acuerdo de divorcio para que él no tenga que seguir perdiendo el tiempo conmigo.
—No digas eso. Si él fue tan importante en tu vida, seguramente si pasan más tiempo juntos se dará cuenta de lo que sintió por ti y de lo que puede sentir ahora —Fátima quería ser buena amiga, pero sus palabras se sintieron pesadas. Como si no debiera decirlas. Después de todo lo mejor para Emilia era separarse de ese hombre.
Aunque ese día Emilia se sintió muy bien, ya que era la primera vez que le contaba a alguien lo que había ocurrido con Marco. Emilia recordó, que la primera palabra que dijo después de años de no poder hacerlo fue Marco. Se había sentido tan bien que esperaba poder decirla por el resto de su vida. Aunque no le contó a Fátima lo que ocurrió los días siguientes de su excursión con Marco, no pudo evitar sentirse feliz por ello. Sin embargo, ahora su esposo había elegido apartarse de ella, con apenas unos días de casado. ¿Qué futuro tenía esa relación?
—Emi te ves hermosa —Fátima la había ayudado a colocarse el vestido que ella había modificado ese día—. Ese vestido parece que fue hecho para ti. El viernes cuando vayas a la consulta con el médico te voy a llevar los zapatos para que te pruebes. Además, quiero darte esto.
Su nueva amiga le dio un libro que hablaba de nutrición y de ejercicios físico y mentales. Emilia lo miró, parecía viejo.
—Tal vez no lo necesites porque ya eres muy delgada, pero está bueno que podamos mantenernos en forma y estos ejercicios son divertidos. Los suelo hacer en casa cuando estoy sola. Tal vez te ayuden a sentirte más cómoda con tu cuerpo. Es más, una filosofía de vida que ejercicios físicos. Ayuda a que aceptes cada parte de tu cuerpo. Cuando lo empecé a leer no entendía de que se trataba, pero ahora me siento mucho mejor —dijo Fátima sonriendo.
—Gracias por todo lo que estás haciendo por mí. Nunca pensé que podría tener una amiga como tú —Emilia en verdad estaba feliz.
—Vamos, no estoy haciendo nada extraordinario —dijo Fátima con vergüenza—. Aparte recuerda que lo hago para que me presentes a un amigo millonario de tu esposo.
Fátima notaba que Emilia era una persona que no deseaba el mal a los demás. Por eso le costaba más estar ahí, mintiéndole. En verdad deseaba poder ser su amiga. Pero se suponía que la sangre siempre debía ser primero, ¿verdad?
…
El viernes Emilia fue a la consulta médica luciendo uno de sus viejos vestidos, pero que había adaptado con algunos retazos de tela que le habían sobrado del vestido de gala. Se veía hermosa, maquillada y luciendo un diseño único. Fátima le llevó los tacones como le había prometido y ella se lo agradeció. Emilia le aseguró que se los devolvería cuando fuera nuevamente a visitarla. Tenía ganas de que pasaran el día juntas en la piscina, ya que su mayordomo le había avisado que todo el año se podía usar.
Emilia se sentó a esperar a su médico, el doctor Damián Donéis. Una vez que la paciente que estaba dentro salió, ella se puso de pie. Él la vio y no pudo creer lo que había cambiado esa muchacha en solo unos días. Después de que el doctor Damián le explicara lo que ocurría en su cuerpo, ella sintió miedo.
—Tranquila, todo saldrá bien. Me dijo Fátima que te dio un libro que yo le regalé a ella. Aunque la veas así, en algún momento también pasó por lo mismo que tú y sus músculos no tenían fuerza, ya estaba demasiado delgada y la fatiga era crónica —dijo y se sentó junto a ella, ya que Emilia movía sus manos con nerviosismo—. Tú debes encontrar un equilibrio en tu cuerpo, uno con el que te sientas cómoda, pero también que te permita tener energía. En cuanto modifiques eso podrás tener hijos, si lo deseas.
Damián estaba a punto de preguntarle si ella en verdad quería quedarse con Marco. Ya que, si le mostraba sus resultados ahora a su suegro o a su esposo, ambos estarían de acuerdo en que ella solo era una carga para su familia. Como se encontraba el cuerpo de Emilia, era más probable que su periodo pronto se detuviera, por el hecho de que había sufrido de Anorexia infantil por muchos años. En ese momento entró por la puerta marco. Damián sostenía la mano de Emilia y estaban muy cerca, algo que para algunas personas podría ser normal, pero para Marco, que estaba acostumbrado a tener a todo el mundo tan distante; le pareció que era una situación de intimidad la cual no correspondía, ya que esa era su esposa a la que este estaba sujetando. Una mujer a la que él solo había tocado sin guantes una vez. Marco, sin pensarlo demasiado, levantó a Emilia de un tirón y le preguntó al hermano de su amigo, que se suponía que estaba haciendo.
—No sé a qué te refieres—. Emi y yo estábamos hablando de cómo habían salido sus estudios y le estaba recomendando un libro para que leyera —dijo Damián haciendo que Marco se molestara más aún.
¿Quién era él para recomendarle cosas a su esposa? ¿Y por qué la llamaba Emi?
Autora: Osaku