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HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

Status: Terminada
Genre:Romance / Padre soltero / Traiciones y engaños / Reencarnación / Completas
Popularitas:33.7k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Lila, una médica moderna, pierde la vida en un ataque violento y reencarna en el cuerpo de Magdalena, la institutriz de una obra que solía leer. Consciente de que su destino es ser ejecutada por un crimen del que es inocente, decide tomar las riendas de su futuro y proteger a Penélope, la hija del viudo conde Frederick Arlington.
Evangelina, la antagonista original del relato, aparece antes de lo esperado y da un giro inesperado a la historia. Consigue persuadir al conde para que la lleve a vivir al castillo tras simular un asalto. Sus padres, llenos de ambición, buscan forzar un matrimonio mediante amenazas de escándalo y deshonor.
Magdalena, gracias a su astucia, competencia médica y capacidad de empatía, logra ganar la confianza tanto del conde como de Penélope. Mientras Evangelina urde sus planes para escalar al poder, Magdalena elabora una estrategia para desenmascararla y garantizar su propia supervivencia.
El conde se encuentra en un dilema entre las responsabilidades y sus s

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Capítulo 8: Lágrimas de cocodrilo.

Narrador.

El sol apenas comenzaba a salir detrás de los árboles cuando los golpes en la puerta despertaron a Magdalena de su breve y agitado sueño. Se frotó los ojos, todavía medio dormida, y abrió la puerta con algo de torpeza. Frente a ella se encontraba el conde Freddy Arlington, vestido con su elegante levita oscura y sosteniendo su bastón en la mano derecha. Su rostro mostraba seriedad, aunque en sus ojos grises brillaba algo más que un simple signo de impaciencia.

—Creí que ya estaría lista —dijo con voz seca—. Le recuerdo que hoy me acompañará al hospital.

—Lo siento, señor —respondió ella, bajando la mirada con respeto—. Me he quedado dormida sin darme cuenta, pero estaré lista en un momento.

Se vistió rápidamente. Sin muchas opciones, eligió uno de los sobrios vestidos grises que había en el escaso armario de la institutriz. Se recogió el cabello en un moño sencillo, intentando lucir lo más presentable posible.

El viaje al hospital fue en completo silencio. Compartían el carruaje del conde, que avanzaba por el camino de tierra, con el sonido de los cascos de los caballos resonando entre los árboles. Él guardaba silencio, sumido en sus pensamientos, mientras Magdalena miraba por la ventanilla, recordando los acontecimientos del día anterior: el parto, la herida, la mentira sobre la granja… y el hecho de que, por primera vez, él la observaba de una manera diferente.

Al llegar al hospital, un edificio de ladrillo antiguo con altas puertas de madera y un aroma a alcanfor, todo cambió. El personal se inclinaba ante el conde con gran respeto. Era obvio que, además de su título nobiliario, su habilidad médica era digna de admiración.

Él la llevó a través de los pasillos hasta una sala de enfermos. Allí, varios pacientes yacían en camillas cubiertas con mantas de lana. Uno de ellos, un joven con la pierna vendada, levantó la vista al verlos llegar.

—Buenos días, Alberto. ¿Cómo te sientes hoy?

—Todavía duele, doctor. . .  pero pude descansar gracias a la infusión que me recomendó.

El conde sonrió ligeramente y luego se volvió hacia Magdalena.

—La traje aquí por un motivo —dijo con voz firme—. Quiero que cierre la herida de este joven. Ayer, cuando atendí a la esposa del guardia, noté la limpieza con la que trabaja. No quedará ni una cicatriz… y eso no se aprende en una granja.

Ella lo miró, sorprendida, sin poder responder de inmediato.

—No se preocupe —agregó él, suavizando su tono—. Si logró atender un parto tan complicado, esto será sencillo. Yo estaré aquí si necesita ayuda.

Se acercó al paciente y le indicó la herida.

—Un accidente con el hacha. Casi toca la arteria principal. Su supervivencia es pura fortuna.

Magdalena se acercó a la camilla. Deshizo el vendaje con cuidado y contuvo un suspiro. La herida era larga y profunda, y necesitaba ser tratada con atención. Lavó sus manos con agua caliente y jabón, tomó las herramientas que le entregaron y comenzó a suturar.

El joven había recibido sedación con una infusión de belladona, que era un método habitual en ese tiempo para reducir el dolor. Por eso, apenas se movía.

Magdalena realizaba las suturas con manos firmes. No podía permitirse cometer un error. El conde miraba todo, cada movimiento, cada nudo y cada punto. Su mirada mostraba asombro. Aquella mujer tenía las habilidades de un cirujano, a pesar de no haber asistido nunca a una escuela de medicina.

Al concluir, colocó una venda limpia y se levantó con calma.

—Hiciste un excelente trabajo —dijo el conde en un tono serio—. Me ha impresionado. ¿Ha pensado en trabajar en el hospital?

—Se lo agradezco, señor, pero prefiero seguir con la señorita Penélope. Ella confía en mí, y no quiero separarme de ella.

Él asintió lentamente. Entendía más de lo que expresaba. Sabía que su hija encontraba en Magdalena un afecto que ninguna institutriz anterior le había proporcionado.

Cuando estaban a punto de abandonar la sala, una enfermera se acercó apresurada.

—Doctor Arlington, la joven en el cubículo ha despertado. Pregunta por usted.

El conde asintió. Magdalena lo siguió en silencio hasta el primer piso. El cubículo era pequeño, con paredes de madera blanca y una ventanita que dejaba entrar la suave luz de la mañana.

En la cama, una joven de cabello largo, piel pálida y aspecto frágil miraba al vacío. Tenía las manos sobre el regazo y las sábanas cubriendo su pecho. A simple vista, su belleza era indiscutible. Sin embargo, había algo inquietante en su presencia.

—Buenos días, señorita Oxford —saludó el conde, con cortesía.

—Buenos días, doctor —respondió ella con voz temblorosa—. Quisiera irme, si no es molesto.

—¿A dónde iría? Ayer mencionó que tenía miedo de regresar con sus padres.

Ella bajó la mirada. Un sollozo vibró en su garganta.

—Me matarán… —murmuró—. Si descubren lo que me ocurrió, jamás me lo perdonarán.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Era una escena muy bien montada. Magdalena, que observaba desde un rincón, no se dejó engañar. Había algo calculado en cada gesto, en cada pausa.

Demasiado bien planeado. Demasiado conveniente.

Evangelina se limpió las lágrimas con la manga de su camisón. Luego solicitó hablar a solas con el conde. Él hizo una señal a la enfermera y a Magdalena para que se fueran.

Ya en el pasillo, Magdalena no pudo evitar su curiosidad.

—¿Quién es ella?

La enfermera, al principio dudosa, finalmente respondió.

—Una joven de linaje. El médico la impactó de forma accidental. Sin embargo, parece que estaba escapando de alguien… o algo. Ella afirma que fue agredida, y no desea volver a su hogar por miedo a ser rechazada.

Magdalena permaneció en silencio. Solamente fijó su mirada en la puerta cerrada. En su cabeza, las piezas encajaban de manera letal. Esa era la forma en que Evangelina entraba en la trama. Así daba inicio su estrategia. Su control.

Dentro del pequeño espacio, la plática proseguía.

—Soy Evangelina Oxford —declaró la joven, con tono tembloroso—. Estaba a punto de comprometerme. Salí para elegir mi vestido. Pero dos hombres me secuestraron… me hicieron cosas terribles.

El conde la escuchaba en calma.

1
Virginia Sira
Excelentísima historia. Maravilloso final. Quedé fascinada con este relato. Mis felicitaciones autora.
Alicia Quintana
toda una serpiente esta mujer
Alicia Quintana
ojalá y ese conde no sea tan ingenuo
Any Estrella Santander Donoso
A llevar a cabo el cambio
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
si, por favor así sabemos cómo surge la historia de amor entre los dos 😍😍😍🤷🤷
Elizabeth Yesenia Rojas
exelente tu historia me encantó
Iliana Curiel
hermosa historia autora, gracias me emocione mucho, me encantó /Kiss//Kiss//Heart//Heart/
Any Estrella Santander Donoso
esa es la actitud
Any Estrella Santander Donoso
Buen capitulo
Marcela Lopez
me encantó, es estupenda
Marcela Lopez
magnífica historia 😍, lindo final 🙏🤗 espero la próxima
Marcela Lopez
lindo capitulo 🥰 un bebé
Any Estrella Santander Donoso
Muy interesante
Marcela Lopez
porfin juntos, ella pudo hacer el amor 😍❤️🔥
Marcela Lopez
estupendo
Marcela Lopez
porfin
Miris
Muy buena historia.
Maria Isabel Traslaviña Davila
Muchas gracias!
Liliana Barros
No le contó porque sabía que hacía mal. Ahora Magdalena creerá que quiso jugar con ella. Bien merecido tienes el sufrimiento Conde
Liliana Barros
Jajaja y yo pensando que él se va a molestar cuando se entere de la cita de Magdalena con el Duque. El Conde no aprende más, ya le trajo muchos problemas Evangeline y encima le acepta que trabaje en el hospital, porque le dió pena. Ya verá los inconvenientes que le traerá con Magdalena 😂😂😂
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