Para escapar de las abrumadoras responsabilidades heredadas de su difunto hermano, Bitte, de 19 años, viaja a un remoto pueblo de Tailandia. Allí conoce a Estoico, un chico de 13 años abandonado por sus padres, quienes lo utilizaron para pagar una deuda de juego. Conmovida, Bitte decide adoptarlo a pesar de la mínima diferencia de edad, cargando así con una nueva responsabilidad. Sin embargo, lo que comenzó como un acto tierno y loable, pronto comenzó a oscurecerse.
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Capítulo 11: ¿Quién tiene la culpa?.
Los mellizos Leachten se encontraban sobre sus respectivos asientos en medio del salón de clases, uno aburrido con pereza de la monotonía de la estancia y el otro ansioso por la hora de medio tiempo para merendar; Todos los demás solo se resignaban a ver clases mientras tanto los minutos pasaban la hora se acercaba.
‐Hey.‐exclamó Backler buscando llamar la atención de su compañero al frente quien voltea de inmediato al oírlo. ‐Pasa a Dash.‐dijo al contrario mostrando un paqueño papelillo. ‐Y que no se te ocurra abrirlo.‐advirtió.
El contrario indignado por la sugerente expresión de su compañero optó por hacer mueca de disgusto e indignación, para luego tocar el hombro de Dash quien se encontraba un asiento delante de él y así poder entregar el dichoso papel qué se veía muy sospechoso a su parecer. Ignorando todo aquello luego que el otro chico tomara el papel; este optó por ignorar todo alrededor y seguir con su tarea cuya no había entendido en toda la clase.
Dash recibió el papel y en este decía que necesitaban hablar a la hora de la merienda, aunque no le llamaba mucho la atención tal idea dado los acontecimientos anteriores aún sentía disgusto e incomodidad con el solo hecho de pensar en aquello sucedido. Con bolígrafo en mano cortó un trozo de papel de su libreta de apuntes y mandó una respuesta aceptando la propuesta para entablar una conversación, más no tenía la intención de llegar a un acuerdo aún, se sentía dolido como si estuvieran jugando con sus sentimientos. Al haber dicho tal secreto a una persona cercana y sentir que este lo había tomado a juego; a pesar de aparentar ser un chico frío o más bien reservado, varonil el chico por el que cualquiera de las chicas se pelearía esté cargada con un secreto que a muy pocos le habría contado... entre esos pocos estaba Backler quién lo hizo sentir escuchado entendido como si le pudiera decir cualquier cosa le generó tanta confianza, tanta comodidad que nunca se esperó dicha reacción de aquel que llamaba amigo.
‐Tom.‐susurro para que el profesor no se diera cuenta. ‐¿Puedes pasarle a Backler?, por favor.
El chico nuevamente desviar su atención hacia su compañero de enfrente toma el papel en mano, movió la cabeza en forma de aceptación y en una casi media vuelta sentado en su asiento Le entregó al otro la nota con el mensaje. Soy cartero o ¿qué?* pensó luego de unos segundos.
Por otro lado, ambos chicos no paraban de pensar qué llegada la hora de merendar podrían arreglar dicho asunto y poder controlar la situación para llegar a un acuerdo sensato.
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Ya era hora de merendar y tenían aproximadamente 30 minutos para hablar, se esforzaron mucho para perderse la vista de khris y así poder entablar la conversación con más tranquilidad sin la presencia de este.
‐Ahora sí. Dime lo que tengas que decir y habla con sinceridad no tenemos tiempo para rodeos y los minutos están contados.‐dijo Dash sentándose en la banqueta del parqueadero de bicis detrás del Instituto.
‐Por lo menos podrías tratarme como siempre, que yo sepa aún no hemos dejado de ser amigos o es que la repentina declaración te ha hecho cambiar de opinión.‐exigió con voz baja pero entendible. ‐tanto tiempo de amistad no se puede perder de la noche a la mañana, fuiste el primer amigo que conseguí al llegar a la casa de madre, mi vecino, compañero... no puedo decir hermano porque sabes a lo que me refiero. ‐dijo pensando si así lograría bajar un poco los sumos en el ambiente pesado que se formó de repente.
‐¿Amigo?, un amigo no juega de tal manera con un secreto que otro amigo le cuenta, un amigo no es ese que de un día para otro meses después de enterarse de que a su amigo le gustan los chicos se le declara así como si nada ¿qué crees que haces?, ¿crees que es un juego?, o es que ¿quieres experimentar algo diferente?... algo nuevo y si es lo último; yo no debería ser tu opción para desquite.‐respondió molesto de tanto cinismo en la manera de hablar del otro.
‐¿Qué estás queriendo dar a entender?, ¿quieres decir que lo hice a propósito?. Si quieres que hable con sinceridad también tienes la culpa en esto.‐dijo consternado señalando al chico. ‐¿Quién se me insinuaba en los días que se quedaba en casa? ¿Quién dormía abrazado a mí aferrándose por las noches insistiendo y pidiendo atención?, queriendo que le devuelvan el abrazo. ¿Quién era aquel que cuando tuvo su primer novio le contaba todo absolutamente todo desde el más grande hasta el más pequeño detalle a su amigo?, eras tú o me equivoco... entonces quién de los dos es el culpable de que haya nacido tal sentimiento en mí.
‐Ja, ja, ja ahora sugieres que soy yo el culpable de todo ¿por qué?‐inquirió furioso y melancólico.‐se supone que somos amigos tuve la libertad y la confianza de hablarte sobre mi relación y ahora me echas la culpa por tu curiosidad repentina. Ahora se supone que esos momentos de amistad tuvieron un doble sentido para ti. ¿en qué momento todo se torció? desde qué punto tú percepción hacia mi cambio, ¿qué parte te gustó? algo más allá de la curiosidad, algo más allá de querer probar algo diferente... has tenido varias novias y ahora vienes con esto, a ninguna las trataste mal pero tampoco las trataste bien del todo; siempre era algo por momentos y luego las ignorabas hasta olvidaba sus nombres.‐seguía sentado aún en la banqueta con la vista fija hacia su joven amigo con la mirada cargada no sabía si de tristeza melancolía o simple cansancio. ‐no quiero llegar a quererte de tal manera y luego ser tirado como uno más que ha llegado a tu vida, y del que te aburriste. Te aburres rápido de todo Y si eso sucede no volveremos a tener la misma amistad que tenemos ahora, mejor piénsalo con claridad.‐Terminando de hablar decidió levantarse de la banqueta, limpiar alguna lágrima que se le había salido en medio de tanta emoción acumulada. Dio media vuelta y decidió irse de regreso y aprovechar los minutos que quedaban para comer algo y volver a clases dejando atrás a un Backler confundido en medio de tantos pensamientos.