Aldana una joven doctora que cuando con un prometedor futuro, cambia su destino al cometer un gravisimo error...
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capítulo 11
Leonardo, quien hasta ese momento tampoco había prestado atención a sus visitantes, siguió la mirada de Aldana. Al ver a Laura y Sebastián de pie en la entrada, cada uno con una expresión distinta en el rostro, recobró la compostura y dijo:
—Disculpen, no esperábamos visitas tan temprano.
—Son las dos y media de la tarde, hermano —replicó Sebastián con tono burlón.
—Ya veo... Bueno, como verán, aún no estamos vestidos. Si es urgente lo que tienen que decirnos, espérennos en el restaurante. Si no, bueno... ustedes comprenderán —añadió Leonardo sin perder la calma.
—En realidad, quería hablar con los dos —intervino Laura, cruzándose de brazos—. Así que los esperamos abajo con el desayuno. Vamos, cielo.
Aldana aún seguía sin moverse de la puerta, paralizada por la vergüenza. Leonardo, con total naturalidad, cerró la puerta en la cara de sus hermanos y luego se giró hacia ella. Fue entonces cuando Aldana reaccionó.
—Esto es un desastre...
—¿Qué cosa? ¿Que tu ex nos haya encontrado juntos? ¿O que hayamos pasado la noche juntos?
—Si estás preguntando si me arrepiento de lo que pasó entre nosotros... No —dijo ella con franqueza—. Anoche fue...
Leonardo alzó una ceja, intrigado por la pausa.
—No te diré cómo me sentí —aclaró Aldana, desviando la mirada—. Solo voy a decir que no puedo creer de todo lo que me perdí todos estos años. Voy a ducharme... y luego buscaré mi ropa.
Leonardo sonrió al verla cambiar el tema con tanta rapidez. Cuando ella pasó a su lado, la tomó por la cintura, atrapando sus labios en un beso suave.
—Buenos días... Tal vez no quieras decirme qué te pareció la noche de anoche, pero yo sí te diré lo que me pareció a mí —susurró. Tomó su mano y la guió hasta su hombría, agregando con voz profunda—: Con solo sentirte cerca, mi amigo ya está más que despierto...
Aldana lo empujó con el rostro encendido, y sin decir una palabra más, se refugió en el baño para quitarse el sudor de la noche anterior.
Una vez lista, bajó a su habitación, se vistió con unos jeans ajustados, una blusa blanca y zapatos a juego. Al salir, Leonardo la esperaba con un atuendo similar: jeans, camisa negra y zapatillas blancas. Al verla observarlo de arriba abajo, sonrió de lado y dijo:
—Deja de mirarme así, o volveré a encerrarte en mi habitación.
—No te estoy mirando...
—Sí lo hiciste. Y lo haces ahora...
—Déjame en paz, vamos a ver qué quieren. Debo reprogramar mi vuelo.
—¿Te vas hoy?
—Sí, tengo obligaciones en Los Ángeles.
Sin decir más, ambos subieron al ascensor y descendieron hasta el restaurante. Cuando llegaron, Leonardo rodeó la cintura de Aldana y se acercaron juntos a la mesa donde los esperaban Laura y Sebastián.
—Buen día. Lamento no haber podido atenderlos arriba, pero... anoche dejamos el lugar de cabeza —dijo Leonardo con desenfado.
Todos en la mesa quedaron boquiabiertos. Jamás habían visto a Leonardo comportarse de forma tan suelta. Nadie estaba más sorprendida que Aldana; claramente, este no era el mismo hombre que había conocido el día anterior.
—Sí, nos dimos cuenta... —murmuró Sebastián.
—Hermana, tú también te lo tenías bien guardado —comentó Laura con una sonrisa maliciosa—. ¿Desde cuándo salen?
—No salimos... —respondió Aldana con voz débil, deseando que la tierra se la tragara.
Pero Leonardo intervino con su sonrisa descarada:
—Es cierto. Aún nos estamos conociendo... más a fondo. ¿Ustedes entienden, verdad?
Aldana lo pateó por debajo de la mesa, pero él no se inmutó. Al contrario, añadió en voz alta:
—¿Por qué me pateas? ¿Acaso dije algo que esté mal?
Hay otra que si pueden y desean aborta, si no quieres un bebé, hay muchas maneras de cuidarnos .
LOS BEBES NO PIDIERON VENIR A MUNDO PARA SUFRIR !!