Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
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Capítulo 11
César se encontraba en su apartamento, buscando algo que ponerse, y es que si bien ya había habado con los padres de Cyra antes, estas interacciones nunca pasaban de un saludo y una que otra palabra o frase de cortesía, pero este día sería diferente, ya que comería con la familia y quería darles una buena impresión a sus futuros suegros.
- Te vez ridículo, ¿a quién le robaste eso? – le pregunta André a su amigo, y es que César había elegido para la ocasión una camisa blanca y un pantalón de vestir gris.
- Es mío, los uso para las presentaciones de la universidad, y me alegra saber que voy ridículo a ellas – le dice César algo enojado a su amigo.
- No te enojes, pero tú lo dijiste, a las presentaciones de la universidad, yo también voy de ridículo a algunas de mis clases, porque es necesario, pero no vas a hacer una presentación académica, iras a una comida informal con los padres de tu futura novia, ante nada debes ser tú mismo, así que cámbiate – le dice André a César quien suspira resignado.
- Ya me está cansando esto de tener que darte la razón – le dice César a su amigo, mientras suspira y busca algo más que ponerse, lo bueno que empezó a prepararse temprano, porque de otra forma, ya se le haría tarde.
Una vez vuelve a cambiarse, se despide de André y parte rumbo a la casa de Cyra, y una vez llega, los nervios vuelven a él, pero respira hondo, y antes de ceder a las ganas que tenía de irse hacia el otro lado, baja de su vehículo y toca la puerta y es Cyra quien abre.
- Puntual como siempre – le dice Cyra con una sonrisa y lo saluda con un beso en la mejilla – vamos, pasa.
César y Cyra entran a la casa y se dirigen a la sala, en donde los espera el señor Raúl, quien se levanta a recibir al invitado.
- Es bueno poder conocerte formalmente, César – le dice Raúl a César mientras ambos hombres estrechan su mano.
Cuando ambos se separan, Mara sale de la cocina, y va directamente hacia César.
- Qué bueno que pudiste venir – le dice Mara a César mientras lo abraza, tomando por sorpresa al pelinegro.
- No me lo perdería por nada – les dice César con una sonrisa, y es que hacía mucho que no recibía un abrazo tan lleno de amor maternal.
Los cuatro se sentaron en los sillones de la sala, en donde comenzaron a hablar, y César pudo corroborar lo que veía en los ojos de Cyra, que los padres de la chica eran estupendos, eran unos padres amorosos y una pareja sólida, ellos eran un verdadero ejemplo a seguir.
- Bueno ya hablamos mucho, de seguir así, comeremos la comida fría, así que todos al comedor – dice Mara, mientras arrea a los tres hacia el comedor – los postres son mi especialidad, pero me defiendo muy bien con la comida salada, además de que Cyra me ayudo, y si algo heredero de mí, son mis habilidades en la cocina – dice Mara orgullosa de hablar de las habilidades de su hija, lo que provoca que Cyra se sonroje un poco.
- Entonces esta comida promete ser la mejor de mi vida – les dice César.
Así los cuatro llegaron al comedor, en donde Raúl fue el encargado de servir la comida, y al ver a señor Raúl hacerlo, César se levantó a hacer lo mismo.
- No debes de hacerlo, eres el invitado – le dice Raúl.
- Es lo mínimo que puedo hacer, tomando en cuenta que Cyra y su esposa se esforzaron con esta comida – dice César.
- Me agradas, muchacho – le contesta Raúl y lo deja hacer.
Durante la comida, la conversación nunca decayó, fue una comida dinámica y llena de risas, la conexión entre los cuatro fue tal que César abandonó la casa ya muy tarde por la noche.
- Seguro que no quieres quedarte, ya es muy tarde – le dice Mara a César, ya que le preocupa que el joven maneje tan de noche.
- Gracias por el ofrecimiento, pero tengo que volver, estoy seguro de que mi compañero me espera – les dice César, recordando que seguramente André lo está esperando despierto.
- En ese caso, ten cuidado, y avísale a Cyra que has vuelto bien a casa, para que ella no los haga saber a nosotros – le dice Raúl.
- Lo haré, y gracias, lo pasé muy bien – les dice César, quien se va en su moto.
- Elegiste bien, hija mía – le dice Mara a Cyra una vez que han perdido la moto de vista.
Ante las palabras de su madre, Cyra se sonroja un poco, pero una enorme sonrisa se asoma en su rostro.
- Lo sé, ma – le contesta Cyra.
Mientras tanto, César llega a su casa, y antes de entrar a su apartamento, les manda el mensaje prometido a Cyra, a lo que la chica le contesta con un pulgar arriba, algo que, aunque simple, hace sonreír a César.
Al entrar a su apartamento pudo notar que, tal y como lo sospechaba, André lo esperaba despierto.
- Ya deberías de dejar esa costumbre atrás – le dice César a André.
- Y lo haré, pero ahora quiero detalles – le dice André, quién de quien sabe dónde saca unas palomitas para oír todos los detalles.
- Amigo, eres un caso perdido – le dice César mientras se sienta a su lado.
- ¿Quieres? – le pregunta André a César.
- No gracias, estoy muy lleno.
- Te alimentaron bien, eso es buena señal – dice André y se gana un golpe en la nuca de parte de su amigo.
- Auch, eso dolió, ahora para compensar, cuéntame todo.
- En vez de para abogado, debiste estudiar para reportero, eres un entrometido.
- Sí, sí, soy un entrometido, ahora cuenta.
Antes las palabras de su amigo, César solo puede reír, y le cuenta a grandes rasgos la visita que tuvo a la casa de Cyra.
- Amigo, ya los tienes en tu bolsillo, ahora el siguiente paso, no querrás hacer esperar mucho a tu dama – le dice André a César cuando este termina de hablar.
- Aunque odié admitirlo de nuevo, tienes razón, así que tú, como mi mejor amigo entrometido, me ayudarás – le dice César a su amigo.
- Eso dalo por hecho, esto será grande.