LA VENGANZA

Alexander por más sorprendido que estuviera de las palabras de Amara no iba a permitir que alguien sobrepasará por encima de sus órdenes - Yo no repito dos veces mi respuesta, que tengan todos una linda noche - Alexander Santoro entrelazo sus manos con las de Amara y salieron del lugar, pero por instinto la mirada azul de Alexander hicieron contacto visual con la mujer misteriosa y había algo oculto en aquella mirada.

- Vaya, no sabía que tenías garras - Dijo Alex mientras las camionetas se acercaban.

- Era evidente que la hermosa mujer estaba interesada en usted señor Santoro.

- ¿Celosa? Alexander se burló.

- No existe razón para estar celosa, usted y yo solamente estamos unidos por un falso matrimonio - Las palabras de Amara lograron sacarle una sonrisa al Rey de la Mafia Europea.

- Me encanta que lo tengas tan claro, Amara Mendoza.

- Unos minutos después el vehículo salió del predio de la Familia Brown, en el balcón del segundo piso la misteriosa mujer los observaba - Disfruta todo lo que puedas Amara, porque Alexander Santoro es mío- Expresó la mujer del Antifaz.

- Una hora después el vehículo de Alexander se adentró en la Base del Inframundo, ambas personas no se despidieron volviendo a la atmósfera de estos 4 días.

- Ni bien Alexander entró en su habitación agarró el portarretrato de Julia y lo observó por varios minutos, hasta qué el beso que se dio con Amara inundó sus pensamientos, sentir los suaves labios de la mujer era perfecto, lo único qué el hombre podía hacer era suspirar, esto no estaba en sus planes, además de que la manera en la que Amara se expresó en la fiesta, su fiereza y su seguridad despertaron algo más dentro de él.

- A la mañana siguiente el día estaba nublado y unas gotas de lluvia golpeaban el tejado y los cristales de la ventana, Amara aún seguía profundamente dormida, eran las 6 de la mañana cuándo alguien entró a su habitación - Amara - La voz de Alexander la asustó.

- ¿Qué quieres? Preguntó la mujer con la voz adormilada, su cabello despeinado y sus mejillas sonrosadas, para Alexander fue algo tierno, ya se había dado cuenta que la apariencia de Amara te incita a protegerla de todo.

- Quiero que te levantes ya, vas a acompañarme a desayunar además tengo algo de que hablar contigo- Amara no respondió, pero las puertas ya habían sido cerradas indicándole que el hombre ya había dejado la habitación.

- 10 minutos después la mujer venía descendiendo, con unos jeans acampanados y una camisa roja que resaltaba su figura, inclusive una vez más Alexander Santoro quedo maravillado por la hermosura de la mujer a la cual odiaba.

- Buenos días, señora- Saludó María mientras servía el desayuno.

- Buenos días- La calurosa sonrisa en el rostro de Amara era todo lo que estaba bien.

- Amara, he decidido que desde este lunes volverás a la Universidad - Expresó Alexander, pero de la sorpresa Amara se había quedado callada.

- ¿Me estás escuchando? Alexander Santoro era difícil de tratar.

- Si, solamente me he quedado callada por l sorpresa, gracias - Amara tenía una sonrisa más grande.

- Pero habrá reglas , 1. No intentes escapar - 2. Tienes prohibido acercarte a un hombre, antes que nada recuerda que eres mi mujer.

- Está bien- Amara poco o nada le importaban las palabras del hombre de tan solo pensar que volverá a los laboratorios de Medicina ya había perdido la noción del tiempo y había viajado a su mundo.

- Nos mudaremos en una de mis Villas que está a dos manzanas de tu Universidad y lo fines de semana te vienes aquí.

- Entendido- Respondió la mujer aunque en mente ya estaba ideando maneras para intentar de escalar, romper la primera regla impuesta por Alexander Santoro ya estaba en los planes de Amara Mendoza.

- El día había pasado rápido luego de aquella conversación entre la pareja, Amara lo primero que hizo fue avisarle a su hermana acerca de la noticia que le había dado Alexander, luego había pasado toda la tarde sentada en el balcón, hasta que Carol entró en su campo de visión, la mujer tenía un aspecto demacrado, pero sabía que aquello no era asunto suyo.

- Señor, Artemio Sandoval estará el día miércoles en El Bar Del Sur supongo que es buen momento para cobrarle aquella pequeña deuda que tiene con usted- Le explicó uno de sus nombres.

- ¿Algún cargamento importante? - Alexander se había interesado en la información recordando la mala jugada que le había hecho Artemio Sandoval, su peor enemigo.

- Armas Militares, señor.

- Bien, averigua todo lo necesario y prepara todo para cobrarle su traición - Alexander se alejó, pero en su camino se encontró con Carol - Tú te vienes en mi despacho Carol Montalvo.

- Ni bien la puerta del despacho se cerraron Alexander Santoro tenía sujetada a Carol Montalvo del cuello - ¿Qué demonios se te metió en la cabeza al intentar de suicidarte?

- Ver qué me estás dejando de lado, que te casaste con otra cuándo yo tenía las - Pedo antes de que la mujer terminará su oración Alexander la detuvo.

- Carol, nunca te di falsas expectativas, lo nuestro solo fue sexo.

- Y ahora ni siquiera eso me vas a dar - La mujer ya estaba llorando, y claramente esa actitud era fastidioso para el hombre que la estaba mirando fijamente.

- Carol, tu eliges ¿Te quedas y te aguantas o te vas y vives tranquila? Nunca existió un futuro entre tú y yo, yo siempre tuve claras mis intenciones y ella siempre fue la elegida para ser mía, nunca te di falsas esperanzas.

- ¿Qué te da ella que yo no puedo? La mujer había alzado la voz un poco alterada.

- No se trata de dar, se trata del sentimiento.- Alexander Santoro no estaba hablando del sentimiento denominado amor, más bien era el sentimiento de desear con todas las fuerzas de llevar a cabo su venganza ideada durante estos años.

- Me quedó- Respondió la mujer que sabía perfectamente que no iba a quedarse de brazos cruzados estando en la Base tenía aún esperanzas.

- Entonces ya sabes mantente alejada de ella, ahora puedes retirarte, pero la próxima vez que quieras morir ven directamente junto a mi que yo mismo te meto un balazo en la cabeza Carol Montalvo- Las palabras expresadas por el hombre le dejaba en claro a Carol que el estaba hablando de verdad.

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¡Mamá! - exclamó un niño pequeño ¿Cuándo buscaremos a papá? Pregunto el hermoso niño de ojos azules.

En unos días cariño, no seas impaciente- Expresó la mujer acariciando el rostro de su hijo.