Ahí estaba él, y por un instante, el mundo alrededor pareció desvanecerse. Cada sonido del salón, cada risa y murmullo de los invitados, se convirtió en un murmullo distante, irrelevante frente a la quietud de aquel momento. Su madre, ajena a la intensidad de la mirada que lo atravesaba desde arriba, continuaba con sus gestos delicados, acomodando un mechón de cabello, sonriendo a quienes la rodeaban, irradiando la elegancia y calidez que siempre la habían definido.
Él respiró hondo, como si quisiera retener cada detalle: la forma en que la luz de la tarde jugaba con los pliegues de su vestido, la manera sutil en que se inclinaba para escuchar a alguien, y la serenidad que parecía envolverla como un halo invisible. Cada pequeño movimiento se grababa en su memoria, como si quisiera construir un refugio íntimo al que pudiera regresar cuando la distancia se volviera insoportable.
Un ligero temblor recorrió sus dedos mientras apoyaba las manos sobre la baranda del balcón. No era solo admiración lo que sentía; era una mezcla compleja de cariño, añoranza y esa necesidad silenciosa de cercanía que las palabras nunca podrían expresar. Quiso bajar, cruzar aquel espacio que los separaba, pero algo dentro de él lo hizo quedarse: quizás era miedo a romper la magia del instante, quizás era la conciencia de que algunos momentos debían vivir solo en el corazón antes de ser tocados por la realidad.
Ella levantó la vista, y por un parpadeo fugaz, sus miradas se encontraron. Fue un contacto silencioso, pero cargado de significado: sin decir palabra alguna, él entendió que ella también sentía aquello que él no podía expresar. Una sonrisa pequeña, apenas un gesto, pero suficiente para que él sintiera un calor que no se apagaba, aunque la distancia física siguiera presente.
Durante minutos que parecieron eternos, permanecieron así, conectados sin tocarse, comunicándose con miradas y emociones que no necesitaban de sonidos. Luego, como un recordatorio de la vida que seguía su curso, los murmullos y las risas del salón comenzaron a volver, arrastrándolo poco a poco de aquel instante suspendido. Él bajó la mirada, llevando consigo la imagen de su madre, su presencia, y la certeza de que, aunque el mundo los separara, aquel vínculo silencioso siempre sería su refugio, su ancla en medio del caos y la multitud.
Comments
Demian
Esto es tan maravilloso.
¿Como le haces para escribir tanto y ser activx?
2025-08-19
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Demian
Esto es tan maravilloso.
¿Como le haces para escribir tanto y ser activx?
2025-08-19
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Demian
ame esta decoración, le da un toque aesthetic
2025-08-19
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