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Lilith frunció el ceño, cruzando los brazos sobre el pecho con evidente desagrado. Aunque no podía negar que su hermano menor siempre parecía captar la atención de sus padres, sentía una punzada de celos y frustración. Sus ojos recorrían la mesa, midiendo cada gesto de Zadkiel, cada ligera inclinación de cabeza que demostraba obediencia y respeto. “Siempre tan perfecto… siempre en el lugar correcto”, pensó, con una mezcla de resentimiento y admiración contenida. Mientras tanto, los demás hermanos intercambiaban miradas silenciosas, evaluando la situación. Algunos parecían cautelosos, otros curiosos, pero todos comprendían que el plan que sus padres habían delineado no admitía errores. La magnitud de lo que se avecinaba —secuestrar al hijo mayor de la familia Blackburn durante una fiesta en Rusia— llenaba el ambiente de un peso tangible, como si cada sombra de la mansión conspirara con ellos. Zayden tomó un sorbo de su copa, sus ojos centelleando bajo la luz cálida de los candelabros. Su voz, baja pero firme, cortó de nuevo el silencio:

Zayden Velour - E.P

─ Quiero que entiendan algo — dijo, dejando que cada palabra se asentara. — No es un juego ni una mera travesura. Esto definirá el poder de nuestra familia. Cada movimiento debe ser preciso; cada decisión, calculada. No hay margen para errores. ─

Vittoria asintió ligeramente, su mirada fría recorriendo a cada hijo, evaluando su reacción, midiendo su disposición.

Vittoria Blackwood - Velour - A.P

─ El éxito de esta operación depende de ustedes tanto como de nosotros —agregó, su voz suave pero implacable. — No quiero dudas, ni miedo, ni titubeos. El que falle, no solo defraudará a la familia… sino que sufrirá las consecuencias. ─

Zadkiel permaneció en silencio, su mente ya trabajando, anticipando cada posible escenario, cada variable, cada riesgo. A su lado, Lilith apretó los labios, sintiendo que aunque quería oponerse, no podía ignorar el magnetismo del plan ni la claridad estratégica de sus padres. Algo oscuro y excitante se filtraba en el aire, una mezcla de peligro y poder que comenzaba a encender una chispa en todos ellos, aunque solo Zadkiel parecía capaz de reconocerla sin vacilar. El sonido de la lluvia golpeando los ventanales parecía acompasar los latidos de sus corazones, un recordatorio constante de que la noche aún era joven, y que el juego de los Velour apenas comenzaba.

Lilith Velour - D.P

─ Esto… esto es una completa locura… ─ susurró, mirando fijamente al suelo.

Vittoria Blackwood - Velour - A.P

─ Bueno, la reunión ha terminado. Nos retiramos. ─

Con esas palabras, ambos se pusieron de pie y abandonaron la mesa, dejando a los jóvenes con expresiones diversas. Zadkiel, Sam, Alec, Lilith y las gemelas permanecieron en silencio, cada uno procesando lo ocurrido a su manera.

Aria Velour - O.P

─ ¿Debemos obedecer? ─ preguntó, su voz temblorosa traicionando el miedo que intentaba contener. Sus manos se entrelazaron nerviosamente sobre la mesa, y sus ojos no dejaban de moverse, observando cada gesto de los demás.

Aleksandra Velour - A.D

─ Así es, hermanita… debemos obedecer ─ respondió con calma fría, pero firme, como si esa convicción pudiera anclarla en medio de la incertidumbre.

Lilith Velour - D.P

─ Me rehúso a esto ─ dijo, su voz temblando entre la ira y el miedo, mientras sus manos se apretaban en puños, haciendo que los nudillos se le pusieran blancos.

Un silencio pesado llenó la habitación después de su declaración, como si incluso el aire contuviera la respiración, esperando su próximo movimiento. Sus ojos recorrieron a los presentes, buscando algún signo de apoyo o, al menos, de comprensión, pero solo encontró miradas tensas y la fría certeza de que no habría marcha atrás. Aun así, se mantuvo firme. Su cuerpo estaba rígido, su corazón latiendo con fuerza, y en su pecho ardía una mezcla de miedo y determinación. No estaba dispuesto a renunciar a su voluntad, aunque todo a su alrededor pareciera conspirar para obligarlo a ceder.

Lilith Velour - D.P

─ ¿Acaso están de acuerdo? ─ preguntó, buscando una reacción entre los presentes.

Sam Velour - D.P

─ Lilith, siéntate… y tratemos de comer en paz ─ respondió, intentando calmar el ambiente tenso mientras señalaba un lugar en la mesa.

Lilith, con el ceño fruncido y una expresión de frustración, se sentó lentamente, cruzando los brazos en señal de descontento. Mientras tanto, las sirvientas servían la comida, colocando cuidadosamente frente a cada uno los platos que más les gustaban, como si intentaran aplacar los ánimos tensos que llenaban la mesa.

-Platillos de Sam and Alec-

-Platillos de Aria and Aleksandra-

-Platillos de Zadkiel and Lilith-

Lilith Velour - D.P

─ Ni siquiera sé por qué estamos comiendo… ─ susurró, llevando un bocado de fideos a la boca con desgano. ─ Es ridículo… somos vampiros, por Dios. ─

Alec Velour - A.R

─ Tal vez porque, aunque seamos vampiros, incluso nosotros necesitamos mantener un poco de normalidad ─ dijo, apoyando los codos sobre la mesa y mirando los fideos con una mezcla de diversión y cansancio. ─ No siempre podemos vivir solo de la noche y la oscuridad; a veces hay que fingir que somos como los demás… aunque sea por un instante. ─

Aria Velour - O.P

─ Lilith, vamos, no te lo tomes tan en serio... ─ dijo, inclinándose ligeramente hacia ella con una sonrisa ligera. ─ A veces está bien dejar de lado las reglas, las obligaciones y simplemente disfrutar el momento. Además… los fideos están realmente deliciosos. ─

Zadkiel Velour - E.D.P

─ Vamos, Lilith, no te pongas dramática ─ dijo, tomando un bocado. ─ No es como si unos fideos pudieran hacerte daño… y además, debo admitir que la comida humana tiene su encanto. Este platillo está realmente delicioso. ─

Lilith dejó escapar una carcajada mientras degustaba su comida, divertida por la situación.

Lilith Velour - D.P

─ Sí, tienen razón... — admitió con una sonrisa.

Los hermanos continuaron conversando, riendo y compartiendo pequeñas anécdotas mientras saboreaban cada bocado de sus platos. Por un momento, se permitió un respiro del mundo que los rodeaba, disfrutando de la calidez de un instante en familia, al estilo humano. Después de todo, había algo curioso y divertido en imitar sus costumbres, en dejarse llevar por esa ilusión de normalidad que tan ajena les resultaba. Entre risas y comentarios ligeros, se sentía casi como si realmente fueran una familia cualquiera, al menos por un rato, y eso, de alguna manera, les hacía sentir extrañamente libres.

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Lilith dejó escapar un suspiro, recostándose ligeramente en su silla, mientras observaba a sus hermanos. Era extraño, pensó, cómo algo tan simple como compartir una comida podía aliviar, aunque fuera por un instante, las tensiones de su vida. Sus miradas se cruzaban, cargadas de complicidad silenciosa, y por un momento, las preocupaciones parecían desvanecerse, reemplazadas por una sensación de tranquilidad que casi les parecía prohibida. Incluso Zadkiel, siempre tan serio y distante, sonrió brevemente ante un comentario gracioso, y ese pequeño gesto hizo que Lilith sintiera que, tal vez, esos momentos de “humanidad” eran más valiosos de lo que imaginaban.

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