El sol comenzaba a asomar entre las montañas cuando me miré al espejo una última vez. Mi reflejo mostraba a alguien diferente... más seria, más reservada. La camisa blanca perfectamente planchada, la falda gris hasta las rodillas y los zapatos negros relucientes completaban el uniforme. La chaqueta azul marino era lo único que me brindaba algo de comodidad, pero mis ojos, ocultos tras unas gafas redondas, parecían pertenecer a otra persona.
"Respira", me dije en voz baja. Era mi primer día de escuela en la Tierra, y aunque lo negaba, estaba nerviosa.
El desayuno fue silencioso. Kael apenas tocó su comida, moviendo el tenedor sobre su plato como si eso fuera suficiente. Lys, como siempre, jugaba con el perro bajo la mesa, acariciándole las orejas en secreto. Soren... bueno, Soren parecía ausente, perdido en sus pensamientos.
Manu, sentado al otro extremo de la mesa, nos observaba con atención.
Manu
Recuerden lo que hablamos —dijo mientras tomaba un sorbo de café—. Nada de poderes. Nada que pueda llamar la atención.
Kael
Lo entendimos la primera vez —respondió Kael con su típico tono seco.
Manu lo miró con seriedad.
Manu
No me importa cuántas veces lo diga. Es importante.
Lys alzó la vista, curiosa.
Lys
¿A qué te dedicas, Manu?
El hombre sonrió levemente.
Manu
Trabajo como técnico en telecomunicaciones. Instalo sistemas de seguridad, redes, cámaras... cosas que ustedes no entienden aún.
Arqueé una ceja, interesada.
Rhea
¿Por eso tenemos tantas cámaras en la casa?
Manu
Exacto. Y por eso sé quién se acerca antes de que siquiera toquen la puerta.
Terminamos el desayuno y caminamos juntos hasta el paradero del autobús. La calle estaba desierta, y el aire fresco de la mañana me hizo pensar en Aeldria, aunque sabía que este mundo era diferente.
El autobús llegó con un rechinido de frenos. Subimos en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. El chofer, un hombre de expresión aburrida, apenas nos miró. Kael tomó un asiento cerca de la ventana, mientras Lys y yo nos sentamos juntas. Soren, como siempre, prefirió quedarse atrás.
Yo me quedé observando todo a mi alrededor: los estudiantes hablando y riendo, los asientos desgastados, el paisaje que pasaba rápido por la ventana. Todo era... extraño.
Cuando llegamos a la escuela, el edificio se alzaba frente a nosotros, imponente y lleno de vida. Estudiantes corrían por el patio, algunos peleaban, otros estaban absortos en sus teléfonos móviles de última generación.
"Este mundo se mueve muy rápido", pensé.
Kael
Esto se siente... extraño —murmuró Kael, a mi lado.
Rhea
Es porque lo es —respondí.
A medida que avanzábamos hacia la entrada, lo vi.
Mi corazón se detuvo por un segundo al reconocer al hombre que venía hacia nosotros.
Era el mismo policía que había llegado a la casa aquella vez.
Se acercó con una sonrisa cordial, pero su mirada era intensa, como si buscara algo.
Agente James Blackwood
Buenos días —nos saludó—. Me llamo: agente Owen Keller. Me dijeron que ustedes estuvieron en el incidente cerca del volcán.
Sentí cómo mis hermanos se tensaban a mi alrededor.
Rhea
No sabemos nada al respecto —dije con voz firme.
El agente Keller nos miró uno por uno, evaluándonos.
Agente James Blackwood
Varias personas murieron por ese derrumbe. Es extraño que nunca los haya visto por esta zona. Además... —hizo una pausa, observándome detenidamente— tienen demasiadas cámaras para una casa tan alejada.
Sostuve su mirada sin pestañear.
Rhea
Fue un derrumbe natural. Nosotros no tenemos nada que ver con lo ambiental.
El agente Keller sonrió, pero sus ojos me decían que no estaba convencido.
Agente James Blackwood
Siento que ocultan algo. Nos veremos pronto, señorita.
Lo vi alejarse con el corazón acelerado.
Lys
¿Crees que sospecha? —preguntó Lys en voz baja.
Rhea
No lo sé —respondí, sintiendo un nudo en el estómago—. Pero algo me dice que esto no ha terminado.
...
Caminé sola hacia el pabellón C. El documento de inscripción indicaba que cursaría mi último año de preparatoria en esa sección. El edificio era enorme, con paredes desgastadas por el tiempo y los pasillos llenos de voces, risas y conversaciones que me eran completamente ajenas.
"Rhea no existe aquí", pensé mientras ajustaba la correa de mi mochila. Ahora soy Raven Meyers.
Pasé por varios salones hasta que escuché el sonido de un timbre anunciando el inicio de clases. Apresuré mis pasos, ignorando las miradas curiosas que sentía sobre mí. A la gente aquí parecía gustarle observar a los nuevos.
???
¡Raven! —llamó alguien detrás de mí, pero no me detuve.
El nombre sonó distante, como si no me perteneciera.
???
¡Hey, Raven Mayers! —gritó de nuevo una voz masculina, más cerca esta vez.
Me detuve en seco y giré lentamente.
Un chico alto, con cabello desordenado y ojos oscuros, me miraba con una mezcla de confusión y diversión. Llevaba una chaqueta negra con el logotipo de la escuela y una mochila colgada de un hombro.
???
¿Te llamas Raven, verdad? —preguntó, alzando una ceja.
Rhea
Sí... perdón, no estoy acostumbrada a que me llamen así —respondí, bajando la mirada por un segundo.
???
¿Entonces cómo te llamas realmente? -insistió, sonriendo de lado.
Rhea
Raven —repetí, más segura esta vez.
El chico rio suavemente y negó con la cabeza.
???
Bueno, Raven, vas en dirección contraria. El pabellón C está del otro lado.
Rhea
¿Qué? —exclamé, girando sobre mis talones—. ¡No puede ser!
???
Te ayudaría a llegar, pero... —miró su reloj—, no tengo tiempo, así que nos vemos allá.
No lo pensé dos veces. Me alejé de él corriendo, tratando de no usar mi velocidad. A los dos minutos estaba frente a la puerta del pabellón C, recuperando el aliento.
"Demasiado cerca", me regañé mentalmente.
Entré al salón justo cuando la maestra comenzaba a pasar lista.
Maestra
¿Mayers? —preguntó sin levantar la vista.
Rhea
Presente —dije rápidamente, sentándome en el primer asiento libre que encontré.
Las miradas de mis nuevos compañeros se clavaron en mí. Era difícil ignorarlas, pero me obligué a mantener la calma.
Maestra
Clase, esta es nuestra nueva compañera, Raven Mayers —anunció la maestra—. Se ha mudado recientemente a esta zona. Denle la bienvenida.
Los murmullos comenzaron de inmediato. Algunos susurraban cosas que no lograba entender, pero sentía cada mirada curiosa sobre mí.
"Raven Mayers", pensé, repitiendo mi nuevo nombre una y otra vez en mi cabeza.
Al cabo de unos minutos, alguien se sentó a mi lado. Era el mismo chico que me había llamado antes.
Rhea
¿Tú otra vez? —susurré, sorprendida.
???
Te dije que nos veríamos en clase —respondió con una sonrisa.
Rhea
¿Cuál es tu nombre? —le pregunté, cruzando los brazos.
Ezra Lockhart
Ezra... Ezra Lockhart. ¿Y tú? ¿Te acostumbraste ya a ser Raven?
Sonreí, divertida por su curiosidad.
Rhea
Supongo que tendré que hacerlo, ¿no?
Pero en el fondo, sabía que aún estaba lejos de acostumbrarme a este mundo.
...
El timbre volvió a sonar, esta vez anunciando el receso del mediodía. Recogí mis cosas y caminé al ritmo de Ezra, quien parecía muy entusiasmado.
Ezra Lockhart
¿Vamos a la cafetería? —me preguntó con una sonrisa.
Cafetería. Ese era el nombre del lugar donde todos se reunían para comer. Asentí, siguiéndolo por los pasillos llenos de estudiantes que empujaban y reían como si estuvieran en un festival.
Al llegar, vi cómo los adolescentes se amontonaban en las mesas, riendo y lanzándose comida. Parecían emocionados solo por el hecho de comer. "Los humanos cuando ven comida se alborotan más de lo normal, o quizás son solo los adolescentes. Egocéntricos, locos. Yo no soy así", pensé. Me sentía diferente. "Soy tímida, un poco anticuada. Distinta a ellos".
Toma, esto es para ti -dijo Ezra, colocando una bebida frente a mí.
La observé con curiosidad, sin saber qué hacer.
Rhea
¿Qué es esto? —pregunté.
Ezra Lockhart
Leche. No eres intolerante a la lactosa, ¿verdad?
Parpadeé un par de veces. ¿Lactosa?
Rhea
Emm... no lo sé.
Ezra se inclinó hacia mí, arqueando una ceja con incredulidad.
Ezra Lockhart
¿Cómo que no sabes, mi reina? ¿Nunca has tomado leche?
Me encogí de hombros, tratando de no delatarme.
Rhea
Bueno... no muy seguido.
Ezra Lockhart
Entonces tómala, y si pasa algo, ya veremos qué hacemos —dijo con una sonrisa traviesa.
Nos sentamos en una esquina vacía. Había dos sillas libres, así que nos acomodamos tranquilamente, disfrutando del bullicio de la cafetería. Pero mi atención cambió por completo cuando vi entrar a tres chicas por la puerta principal.
Todos las miraron. Absolutamente todos.
Vestían de negro, con ropas elegantes y costosas. Sus pasos eran seguros y sus miradas altivas, como si el mundo entero girara a su alrededor.
Ezra notó mi curiosidad y se inclinó un poco hacia mí.
Ezra Lockhart
Ellas son las "reinas" de la escuela —dijo con tono sarcástico—. La que va al frente es Dahlia Blackwood.
Rhea
¿Por qué todos las miran?
Ezra Lockhart
Porque son las chicas más influyentes aquí. Dahlia es la líder. Su padre es el comandante James Blackwood, uno de los oficiales más condecorados y respetados del estado. Ha tenido más medallas que cualquier otro oficial en Florida.
Miré a Dahlia con más atención. Era alta, de cabello oscuro y ojos azules. Su postura era impecable, y su sonrisa no era precisamente amigable.
Rhea
¿Y las otras? —pregunté.
Ezra Lockhart
La rubia que va a su lado es Lena Harrow. Su familia es dueña de varias empresas tecnológicas. Es millonaria, y no pierde oportunidad de recordárselo a todo el mundo.
Rhea
¿Y la pelirroja?
Ezra Lockhart
Ivy Bennett. Sus padres son políticos, muy influyentes en la ciudad. Siempre están en los titulares.
Me quedé en silencio, observando cómo las tres chicas tomaban asiento en una mesa central, como si les perteneciera. Todos parecían girar a su alrededor, buscando su atención.
Ezra notó mi expresión y soltó una risa baja.
Ezra Lockhart
No te preocupes, Raven. Son solo chicas con demasiado ego y mucha influencia.
Rhea
¿Son un problema?
Ezra Lockhart
Solo si decides cruzarte en su camino —respondió Ezra, con una mirada de advertencia—. Y créeme, no quieres hacerlo. Dahlia no olvida ni perdona.
Me quedé pensando en sus palabras, pero algo me decía que ese encuentro no sería el único que tendría con las "reinas" del colegio
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