Capitulo 2

Un sonido agudo y ensordecedor llenó el aire, como una trompeta distorsionada, pero más mecánica. Saltamos todos, con el corazón a punto de explotar, buscando el origen de aquel ruido tan extraño.
Kael
Kael
¿Qué demonios fue eso? —preguntó Kael, poniéndose en posición defensiva, con las manos listas para desatar su energía.
Antes de que alguien pudiera responder, dos luces blancas nos cegaron, iluminando todo a nuestro alrededor.
Lys
Lys
¡Cuidado! —gritó Lys, empujándome justo cuando el objeto detrás de las luces se lanzó hacia nosotros.
Era enorme, con un brillo metálico, y avanzaba con un estruendo que hacía temblar el suelo. Al impactar contra una de las paredes que nos rodeaban, el eco del choque resonó, enviando polvo y escombros al aire.
Rhea
Rhea
—¿Qué fue eso? —murmuré, levantándome del suelo mientras intentaba ver más allá de las luces.
Soren
Soren
Parece… una criatura gigante con ojos que brillan —dijo Soren, susurrando como si tuviera miedo de que nos escuchara.
Kael
Kael
No creo que sea una criatura —respondió Kael, avanzando un paso con cautela—. Es… algo más. Algo que nunca hemos visto.
Las luces comenzaron a parpadear, y poco a poco el objeto dejó de moverse. Al mirar más allá, noté que estábamos rodeados de algo aún más inquietante. El lugar era un cementerio. Las luces del objeto, que ahora parecían inertes, iluminaban un terreno lleno de lápidas y estatuas. Algunas eran figuras humanas talladas en piedra, con expresiones solemnes, otras eran ángeles con alas desplegadas, sosteniendo inscripciones que parecían nombres
Lys
Lys
Esto… es un campo de muertos —dijo Lys, su voz apenas un susurro.
Soren
Soren
¿Pero dónde estamos? —preguntó Soren, mirando una de las estatuas como si pudiera responderle.
El aire era frío, y una neblina se alzaba entre las lápidas, envolviendo el lugar en un aura espectral. Las inscripciones en las piedras eran legibles, pero no entendíamos el idioma.
Kael
Kael
Rhea, esto no se siente seguro —dijo Kael, acercándose a mí—. No sabemos qué hay aquí.
Rhea
Rhea
Lo sé, pero no podemos movernos hasta saber si esa cosa nos atacará de nuevo —respondí, señalando al objeto metálico.
El objeto metálico seguía soltando vapor y chispas mientras su puerta se abría con un chirrido pesado. De su interior salió un hombre, su rostro parcialmente oculto por la penumbra, pero sus ojos brillaban con una intensidad inquietante. No hubo preguntas, ni dudas en su mirada.
Manu
Manu
Así que finalmente llegaron aquí —dijo, con una voz grave y segura, como si hubiera estado esperándonos todo este tiempo.
Nos congelamos. Ninguno de nosotros había pronunciado una palabra, pero él hablaba como si supiera exactamente quiénes éramos.
Rhea
Rhea
¿Quién eres? —pregunté, dando un paso adelante, mientras sentía a mis hermanos tensarse detrás de mí.
Él no respondió de inmediato. En cambio, dio unos pasos hacia nosotros, su figura alta y oscura proyectando sombras entre las lápidas.
Manu
Manu
Sabía que eventualmente lo harían. Lo que no esperaba era que sobrevivieran tanto tiempo solos.
Kael
Kael
¿De qué estás hablando? —gruñó Kael, con las manos apretadas. La energía a su alrededor comenzaba a crujir, como un relámpago en formación.
El hombre levantó una mano, como si pudiera calmarlo con un gesto.
Manu
Manu
—Kael, no hay necesidad de eso. Sé lo que puedes hacer. Lo que todos ustedes pueden hacer.
Mi estómago se retorció. ¿Cómo sabía nuestros nombres? ¿Quién era este hombre?
Soren
Soren
No confíes en él, Rhea —susurró Soren detrás de mí, apretando los dientes. Sentí que estaba usando su don, intentando leer algo en la mente del extraño.
El hombre notó a Soren y sonrió levemente, como si pudiera sentir lo que hacía.
Manu
Manu
No obtendrás nada de mí, pequeño lector de mentes. No porque no quiera, sino porque tú aún no estás listo.
Soren se tambaleó hacia atrás, como si lo hubieran golpeado, y Lys lo sujetó antes de que cayera.
Lys
Lys
¿Qué le hiciste? —espetó Lys, las llamas en sus manos aumentando con su ira.
El hombre no parecía intimidado. Sus ojos viajaron de uno a otro, evaluándonos, como si estuviera buscando algo.
Manu
Manu
Ustedes tienen un largo camino por delante. Más de lo que creen. Pero este no es el lugar ni el momento para explicaciones.
Dio un paso atrás, señalando hacia el objeto metálico del que había salido.
Manu
Manu
Suban si quieren respuestas
Rhea
Rhea
¿Y si no queremos? —dije, desafiándolo, aunque mi voz temblaba un poco.
Manu
Manu
Entonces no tendrán mucho tiempo para decidir —respondió, girándose hacia las sombras del cementerio—. Porque ellos están llegando.
Y allí estaban. En la distancia, vimos figuras emerger de la niebla, sus cuerpos enormes y retorcidos. Piel pálida que reflejaba la luz de las estatuas, dientes afilados que brillaban al abrirse y cerrarse con ansiedad, y narices largas que parecían olfatear el aire con voracidad.
Kael
Kael
Rhea… —murmuró Kael, con los ojos fijos en las criaturas.
Lys
Lys
¿Qué hacemos? —preguntó Lys, mientras las llamas en sus manos titilaban con inseguridad.
Tomé aire, intentando controlar el pánico que amenazaba con consumirnos. Las criaturas avanzaban, y el hombre, aunque extraño, no parecía una amenaza inmediata.
Rhea
Rhea
Vamos con él —dije finalmente, tomando la mano de Soren para ayudarlo a levantarse.
Kael
Kael
Espero que no te equivoques —gruñó Kael, antes de seguirme.
El hombre no nos llevó al objeto en el cual él había venido como habíamos supuesto. En lugar de eso, sacó algo de su bolsillo: un pequeño objeto que brillaba débilmente en la penumbra. No era grande, pero tenía una forma curiosa, un espejo pequeño y recto, similar al que nuestro padre nos había dado.
Kael
Kael
¿Qué es eso? —preguntó Kael, manteniéndose alerta.
El hombre lo sostuvo en su mano, observándolo por un instante antes de mirarnos fijamente.
Manu
Manu
No hay tiempo para explicaciones —dijo con seriedad—. Tomarse de las manos. Ahora.
Nos quedamos mirándonos, dudando.
Lys
Lys
¿De qué estás hablando? —dijo Lys, su tono desafiante.
Pero las criaturas seguían avanzando en nuestra dirección, y un escalofrío recorrió mi espalda al ver sus ojos brillando en la neblina.
Manu
Manu
¡Rápido! —gritó el hombre, y sin más, extendió el brazo hacia nosotros.
A regañadientes, todos nos tomamos de las manos. Una extraña presión nos envolvió, como si el aire mismo se comprimiera alrededor de nosotros. Cerré los ojos, con la sensación de que el suelo desaparecía bajo mis pies. La misma sensación que había experimentado cuando usé el espejo la primera vez, pero esta vez fue más intensa, más desorientadora. Un fuerte destello de luz me cegó, y una ráfaga de viento me hizo perder el equilibrio. El sonido de la tormenta a nuestro alrededor se intensificó, el viento golpeando nuestros rostros con fuerza. Al abrir los ojos, todo había cambiado.
Me miré alrededor, atónita. La belleza del paisaje era desconcertante. Todo era tan vivo, tan real, pero a la vez tan… ajeno. El mar, que nunca habíamos visto, se extendía ante nosotros, sus olas grandes y majestuosas, rompiendo con fuerza sobre la orilla.
Soren
Soren
¿Dónde estamos? —preguntó Soren, su voz quebrada por la confusión.
No sabía qué decir. Ni siquiera sabía cómo era posible que algo como esto existiera. El hombre nos observó con una ligera sonrisa.
Manu
Manu
Bienvenidos a Florida, el punto de conexión entre los mundos.
Nunca habíamos oído hablar de un lugar como ese. Y, mientras observaba el vasto mar y el horizonte lejano, una sensación extraña de no pertenecer aquí me invadió. Este no era nuestro mundo, y estábamos lejos de casa
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