El mundo parecía borroso. Sentía mis párpados pesados, como si una fuerza invisible me impidiera abrir los ojos por completo. Había algo cálido junto a mi mano... ¿una cabeza suave? ¿Un ronroneo?
Lys
Vamos, Rhea… —susurró una voz cerca de mí—. Por favor, despierta.
Reconocí la voz de Lys, cargada de preocupación. Quise responderle, pero mi garganta estaba seca y mi cuerpo no respondía.
Abrí los ojos lentamente y vi el techo desconocido de aquella casa. Todo me parecía extraño, hasta que escuché un ladrido suave. El perro estaba a mi lado, moviendo la cola de manera débil y emitiendo sonidos que parecían de tristeza.
Kael
¡Está despierta! —gritó Kael, corriendo hacia mí—. ¡Rhea, por los dioses, pensábamos que no volverías!
Lys se arrodilló junto a mí y tomó mi mano con fuerza.
Lys
Nos diste un susto horrible —dijo con los ojos brillantes por las lágrimas—. ¡No vuelvas a hacer eso!
Soren permanecía en la esquina de la habitación, observándome con una expresión indescifrable. Siempre era el más reservado, pero su preocupación se reflejaba en la forma en que mantenía los puños apretados.
Rhea
¿Qué… pasó? —logré preguntar, mi voz ronca.
Kael me ayudó a sentarme en la cama mientras el perro, aún pegado a mí, emitía pequeños gruñidos tristes.
Lys
Intentaste retroceder el tiempo, y lo lograste —dijo Lys—, pero después… te desmayaste. Llevas dos días sin despertar.
Mis ojos se abrieron de par en par.
Rhea
¿Dos días?
Soren
Sí —respondió Soren desde la esquina—. Pensamos que te habíamos perdido.
En ese momento, Manu entró en la habitación con una taza de algo humeante en las manos. Me observó con una mezcla de alivio y preocupación.
Manu
Bueno, al menos ya no estás dormida como un tronco —dijo, dejando la taza sobre la mesa—. Pero tenemos que hablar seriamente sobre lo que hiciste.
Kael frunció el ceño.
Kael
¿Por qué? Rhea salvó la situación. Si no hubiera retrocedido el tiempo, quién sabe qué habría pasado.
El tío lo miró con severidad.
Manu
¿Y a qué costo? —preguntó—. ¿Sabes lo peligroso que fue eso?
Mi hermano no respondió, pero pude ver cómo apretaba los dientes. Yo me volví hacia nuestro tío, tratando de entender.
Rhea
¿Qué me está pasando? —pregunté, mi voz temblorosa—. He usado mis poderes antes, pero nunca me había sentido así.
El tío suspiró y se sentó frente a mí.
Manu
La Tierra no es como Aeldria. Aquí las leyes de la magia y el tiempo funcionan de manera diferente. Retroceder unos segundos puede parecer sencillo, pero aquí… todo está conectado de una manera que ni siquiera yo comprendo del todo. Si sigues usando ese poder sin control, podrías quedar atrapada en el limbo del tiempo. O peor…
Mi corazón se detuvo un segundo.
Rhea
¿Peor?
Manu
Podrías desaparecer por completo.
Las palabras cayeron como un golpe. Kael se levantó de la silla con un gruñido frustrado.
Rhea
¿Y qué se supone que haga? ¿Dejar que todo ocurra sin intervenir?
El tío lo miró fijamente.
Manu
No digo que no usen sus dones. Pero deben entender que están en un mundo diferente. Aquí todo tiene consecuencias. Si Rhea intenta retroceder más de cinco segundos, su cuerpo no lo soportará. La energía de este mundo la absorberá y la debilitará.
Lys
¿Y cómo podemos evitarlo? —preguntó Lys.
El tío se inclinó hacia nosotros.
Manu
Necesitan aprender a adaptarse a la Tierra. Sus cuerpos aún están ajustándose a este lugar. Deben ser pacientes y aprender a controlar sus poderes de acuerdo con las leyes de este mundo.
El perro, que seguía a mi lado, lamió mi mano con suavidad. Le acaricié la cabeza, sintiendo un extraño consuelo en su presencia.
Rhea
No sé si podré hacerlo… —murmuré.
Soren se acercó por fin y se sentó junto a mí.
Soren
Podrás. Siempre lo haces.
Lo miré a los ojos y encontré en ellos la misma determinación que siempre había tenido. Era una de las pocas cosas que nunca cambiaba.
Kael
Te vamos a cuidar —añadió Kael—. No dejaremos que te pase nada.
Lys asintió con una sonrisa suave.
Lys
Sí, pero no vuelvas a hacer algo tan imprudente. Nos morimos de miedo. Incluso él… —señaló al perro, que volvió a emitir un pequeño gemido—. Creo que te quiere más que a nosotros.
Sonreí por primera vez en días.
Rhea
Está bien… lo prometo.
El tío se levantó y se dirigió hacia la puerta.
Manu
Bien. Ahora descansa. Mañana tenemos muchas cosas que hacer.
Kael
¿Qué cosas? —preguntó Kael.
El tío sonrió de lado.
Manu
Hay que conseguir sus nuevas identidades. Después de todo, no pueden seguir siendo Rhea, Kael, Lys y Soren. Aquí, necesitan ser humanos.
Salió de la habitación, dejándonos solos.
Kael resopló.
Kael
Nombres humanos… ¿qué sigue? ¿Ropa normal y trabajos aburridos?
Lys le dio un suave golpe en el brazo.
Lys
Vamos a estar bien. Lo importante es que estamos juntos.
Asentí, aunque la incertidumbre aún me pesaba en el pecho.
Rhea
Sí… juntos.
Mientras el perro se acurrucaba junto a mí, me permití cerrar los ojos, sabiendo que, aunque nuestro mundo había cambiado para siempre, todavía teníamos algo que nunca perderíamos: nuestra familia.
...
Los días pasaron con una calma inquietante. Manu, siempre en movimiento, había logrado lo que parecía imposible: ahora teníamos nuevas identidades que aparecían en el sistema de este mundo. Según él, ya éramos oficialmente “humanos”.
Pasé horas revisando mi nuevo documento de identidad, sintiéndome extraña al ver un nombre que no era el mío.
Rhea
Raven Meyers… —murmuré, probando cómo sonaba.
Lys entró a la habitación y se tiró sobre la cama con un suspiro.
Lys
¿También te sientes rara con esto? —preguntó, sosteniendo su documento—. Ahora soy Lucy Meyers.
Kael asomó la cabeza por la puerta con una sonrisa burlona.
Kael
Al menos a ustedes les dieron nombres decentes. ¿Saben cómo me llamo ahora? ¡Kaleb Meyers! ¿Qué clase de creatividad es esa?
Lys rió mientras yo me encogía de hombros.
Soren
Es mejor que el mío… —dijo Soren, entrando con su habitual calma—. Ahora soy Simon Meyers.
Lucy, Kaleb, Simon y Raven. Así nos llamábamos ahora en la Tierra.
Manu no solo nos había dado nuevas identidades, también nos había llenado de libros. Filosofía, historia de la Tierra, teorías sobre la mente humana… Pila tras pila se acumulaban en la sala.
Kael
¿Por qué tenemos que leer esto? —protestó Kael, hojeando uno de los libros con desgano—. Nosotros sabemos cosas más importantes.
Lys
Sabemos sobre astrología, alquimia y magia antigua —intervino Lys—. Pero estas cosas parecen… diferentes.
Manu entró, cruzando los brazos.
Manu
Precisamente por eso. Este mundo es diferente. Aquí, la magia no es reconocida. Lo que las personas entienden es ciencia, historia y filosofía. Si quieren mezclarse, deben aprender estas cosas.
Suspiré mientras abría otro libro.
Rhea
¿Cuánto tiempo estaremos aquí?
Manu nos miró con seriedad.
Manu
Hasta que sea seguro volver a casa.
...
Una tarde, después de días encerrados, nos llevó al bosque. Caminamos en silencio hasta llegar a un claro rodeado de árboles altos.
Manu
Escuchen bien —dijo, deteniéndose frente a nosotros—. Hay algo que deben entender antes de que comiencen las clases mañana.
Lys frunció el ceño.
Lys
¿Clases? ¿En una escuela?
Manu
Así es. Estarán en el mismo recinto, pero en secciones diferentes según sus edades. Simon y Lucy estarán juntos. Kaleb en otra sección, y tú, Raven, irás con los mayores.
Kael resopló.
Kael
Esto es una locura…
El tío lo ignoró y continuó.
Manu
Por ningún motivo deben usar sus poderes.
Todos lo miramos sorprendidos.
Rhea
¿Por qué no? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago—. ¿Qué pasa si los necesitamos?
Manu
Si usan sus poderes —dijo con voz grave—, las criaturas los encontrarán.
El silencio se hizo pesado.
Soren
¿Te refieres a los Ulthares? —susurró Simon, pronunciando el nombre de aquellas bestias con cuidado, como si pudiera invocarlas.
Manu asintió.
Manu
Sí. Los Ulthares son cazadores. Se alimentan de energía mágica. Si sienten un rastro, vendrán tras ustedes. Y créanme… no se detendrán hasta atraparlos.
Lys se abrazó a sí misma.
Lys
¿Y si alguien nos obliga? ¿Si nos vemos en peligro?
Manu
Entonces corran. Pero no usen sus poderes —respondió Manu con firmeza—. Aquí, deben ser humanos. Solo eso los mantendrá a salvo.
Miré a mis hermanos, sintiendo el peso de sus miradas.
Rhea
De acuerdo —dije finalmente—. Lo prometemos.
Manu asintió, aunque su expresión seguía siendo sombría.
Manu
Descansen esta noche. Mañana empieza su nueva vida.
Mientras regresábamos a la casa, sentí al perro caminando a mi lado. Me ladró suavemente, como si también entendiera la gravedad de nuestras nuevas reglas.
Cerré los ojos por un momento, sintiendo el peso de nuestra promesa. Estábamos lejos de casa. Pero juntos. Y eso era lo único que importaba ahora.
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