Capitulo 5.

Dominic Dow

***Un par de semanas antes del secuestro. ***

En mi mundo una de las reglas que nunca estuvo en discusión, era no dar más allá de lo que puedes ofrecer, no hay cosa que me fastidie más que me quieran ver la cara de imbécil. La molestia que invadía mi interior, la podría describir como el agua que hierve en la lumbre; el calor que brotaba mi cuerpo, por la ira que me consumía me daba más energía para seguir golpeando el imbécil que ya se frente a mí y que por su ineptitud,  perdí el trabajo de mi vida, uno que dejaría en riesgo la vida de muchas personas.

-Agradece que no te haga un maldito hoyo en la cabeza… -Escupir su cara, es lo último que hago después de dejarlo irreconocible sobre el suelo. Permanecí de pie en medio del desastre que era Jack, aparte de golpearlo tenía ganas de romper todo a mi paso, para poder aplacar un poco la rabia que me consumía en ese momento.

Me jodía que no hicieran las cosas bien, ¿me preguntaba si una simple orden de mi parte era difícil de cumplir?  Confié en él. Dejé todo en sus manos pensando que tendría buenos resultados, pero fue un grave error.

Fui un imbécil.

- No fue mi culpa…. -Su cuerpo trata de incorporarse al suelo, haciendo que cada movimiento le otorgue dolor.

-Quien era el encargado de proteger el DHT12, de las manos ajenas. Te ordené menudo idiota, que no la mezclaras con la mercancía del exterior. -Esperé una respuesta de su parte, una que se convirtió en silencio porque no tenía cómo justificar su falta, le había otorgado algo que nunca depositó en nadie “Confianza”. Deje en sus manos uno de los proyectos más importantes de mi vida, pensando que bajo su cuidado se encontraría a salvo, del gobierno ruso y ahora resulta que terminaron siendo la presa de los asiáticos.

- Mi paciencia contigo se acabó. –Dije empuñando mis manos, y con una voz interior que me empujaba a matarlo de una buena vez. Pero al mismo tiempo me contradecía. Si perdía el control en este momento sería el fin de mis armas nucleares.  Aunque me revuelva el orgullo debo aceptar que Jack conoce mucho mejor que yo estos terrenos, matarlo sería darle tiempo al clan japonés para que desarrollen la capacidad de adaptar prontamente toda la estructura química que la compone.

El blindaje que dejé impuesto solo funciona con el código que alberga en mi memoria, sé que será difícil para ellos, pero no imposible, así no perderían tiempo. Esas organizaciones, tienden a tener una operación a escala mundial, acumulando enormes activos proveniente de la utilidad que les deja el tráfico de armamentos, tráfico de estupefacientes o todo lo que les deje una suma de dinero con la cual puedan operar con el objetivo de infiltrarse insidiosamente en el mundo de los negocios, y los circuitos financiero lícitos más allá de las fronteras nacionales. Eran como un maldito virus que se expande en límite de tiempo.

-El maldito japonés me engañó Dominic. –Me hizo saber de la manera más cobarde que hasta sentí pena de él.

-Cuando nos dimos cuenta estábamos rodeados, y no me dio tiempo de activar el blindaje de la bodega, fue una emboscada bien planeada. –Justificó escupiendo la sangre que se acumulaba en su boca. Con dificultad se levantó del suelo, apoyándose sobre el sofá, donde muy adolorido tiró su cuerpo, estropeado por los golpes.

-Hace 33 años éramos unos malditos críos Jack – Dije en una voz que no reconocí como mía. - Ese es el maldito tiempo que llevamos en esto. -Así que no me vengas con que fue una emboscada. Hasta un principiante sabría que lo era. –Me acerque hasta quedar a unos centímetros de su cuerpo, Jack mantenía la mirada baja, si no lo conociera como es de relajado, podría deducir que tenía miedo, pero en vez de eso me dejaba ver esa faceta, donde exclusivamente con su silencio, aceptaba que me había fallado. –Estoy seguro que estabas detrás de algún culo con tres tetas, y por eso descuidaste la bodega. –No hubo réplicas nuevamente de su parte y eso me revolvió más la sangre, era un perfecto estúpido pensé que con el paso de los años dejaría esa maldita obsesión que tenía con las mujeres.

-Que imbécil, -, gruñí, tomándolo por la parte trasera de su cabeza. –No sé, pero mi conciencia me reclama que te de un tiro en la cabeza.

-Entonces hazlo, y no me jodas más. –Ejercí más presión en mi agarre, levantándose de inmediato para estrellar su cara sobre la madera del escritorio, mientras torcí su brazo en una llave detrás de su espalda, donde empecé a ejercer una fuerte presión que lo hizo quejar de dolor.

-Agradece que te conozco desde que somos unos mocosos. –No conforme con el dolor que le propinaba en su brazo saqué mi arma y la estampé sobre su cien. -Porque si no, ya tendría todas las balas de este cargador incrustadas en tu cabeza.

Lo solté, frotando mi frente, mientras que Jack, se tiró como un muerto viviente en el sofá sobando su brazo en unas mil maldiciones que salían de su boca. Camine hasta quedar frente al cristal de la ventana, cerré mis ojos buscando un pensamiento que me calmaran porque perdería el control si no lo hacía. Inhalé y exhalé el aire que comprimía en mis pulmones bajando mi cabeza y soltando mi cuerpo, para buscar el alivio que necesitaba en ese momento; poco a poco sentí como la rabia empezaba a menguar. Negué porque tanta era la rabia que traía acumulada que ya la pude desahogar como lo imaginé mientras esperaba que el vuelo aterrizara.  Seguir golpeando a   Jack, aunque lo mereciera, no solucionaría nada, porque es lo suficientemente estúpido, como para clamar por su vida, cuando reconoce el error que cometió.

Necesitaba pensar con cabeza fría, antes de tomar cualquier decisión. Abrí mis ojos y divisé a través del cristal de la ventana, como el sol se ocultaba para dar inicio a la oscuridad. –Una leve sonrisa melancólica se formó en mis labios, porque cada vez que veía el sol ocultarse mis recuerdos me llevaban a vagar a mi dura niñez.

Flash Black.

Una noche, el objetivo del clan que me tenía como esclavo, era secuestrar a un abogado que tomó la libre decisión de salirse de la nómina de la organización… Algo que tengo muy claro, es que una vez que entras a ese mundo nauseabundo, Jamás sales.

Durante una semana tuve que vigilar todos sus movimientos, puesto que el traidor iba acompañado de escoltas a todos lados y su captura se tornaba más difícil, pero por mi vida lograba que no fuera imposible. Su buena suerte lo traicionó una noche que se pasó de copas, y vulnerable por su estado alcoholizado encontré la oportunidad perfecta para capturarlo… Me encontraba detrás de un terreno lleno de maleza y pude observar como en su inconsciencia, por el alcohol mando a la mierda a todo su personal quedando débilmente expuesto… La oportunidad no se podía desperdiciar, así que opte por llamar e informar al Cartel, que lo requería con suma urgencia. No pasaron más de 15 minutos cuando una furgoneta negra llegó y de allí se bajó el Líder del Cartel del Norte. “Alias Francesco”, era reconocido por todo el Norte y la frontera entre México y los estados unidos. Me acerque lentamente, bajando la cabeza, en señal de respeto, y señalándole donde se encontraba su próximo cadáver.

El abogado a pesar de su ebriedad pudo observar la magnitud de la situación, su cuerpo quedó rígido, trató de recomponerse, bueno quien no sabiendo que ese sería el último día de su vida. Francesco se dirigió como una bala apuntando su objetivo, lo tomó por el cuello y lo estrelló contra el capó del carro, apagando su cigarro en el cachete del abogado. La risa que mostraba su rostro era diabólica y lograba calar  un frío inhumano en  lo más profundo de mis huesos.

Yo estaba estático, estaba tan asustado, que no pude dar paso alguno, mi mente me decía que al más mínimo movimiento moriría. Y como si predijera lo que pasaría, la cara de Francesco giró, y sus ojos tomaron como dirección los míos, le dio la última calada al su puro, expulsando con su dedo índice al suelo, la colilla que sobraba.

-Tu….

-No sabía si realmente me estaba hablando a mí. Así que giré mi rostro a la derecha e izquierda en señal de confusión.

-Si tú, ven acá.

-Me señalé a mí mismo con mi mano derecha, aun mirando hacia todos lados. Lentamente me acerqué, quedando frente a el abogado, quien se encontraba con su rostro rojo proveniente de las dolorosas quemaduras que recibió. Estaba mirando con asombro, el dolor que alguien con poder como Ramírez, podía sentir, cuando tenía tanto dinero y protección a su alrededor.

En ese momento, entendí el refrán que una vez escuché, “el pez grande se come al pequeño”, todo aquel que tiene poder jamás podrá ser lastimado.

Seguía envuelto en mis pensamientos que me llenaban de una y miles de ideas, para poder sobrevivir a este mundo, cuando fueron interrumpidos por un susurro en mi oído. - Hoy será tu día de suerte, has hecho un buen trabajo... ¿Estoy considerando elevar tu rango?...

Lo miré algo confuso, y mi aturdimiento fue más, cuando Francesco llevó sus manos hasta la pretina de su pantalón, y de allí sacó un arma fundida en plata. Sentí como mi cuerpo se tensaba. Temía que mi corazón se fuese a salir de mi cavidad torácica, exponiéndose de inmediato ante la mirada de satisfacción que me dio Francesco

-El miedo, es algo mental. –Espetó seriamente palmeando mi hombro.  -Escúchame bien chamaco, si dejas que a tu mente la invada ese sentimiento… No sirves para este trabajo, así que has de tripa corazón. –Dijo y todos los hombres de Francesco, que estaban a mi alrededor se burlaron.

-N…Nunca le he arrebatado la vida a un ser humano…. Respondí... –Con tan solo 8 años, sabía que era un delincuente, robaba, vendía droga, pero jamás había matado a una persona. Acepté la oferta porque solo era vigilar e informar; jamás me hablaron de asesinar, si hubiese sido así, hubiera preferido no dormir por tres días y multiplicar las ventas de la semana. Ese era el castigo por rechazar una oferta.  No sabía qué hacer ni responder, si me negaba probablemente hasta el día de hoy podría disfrutar de mi vida, así que trate de tranquilizarme para no ser preso de mis sentimientos, tampoco quería mostrarme cobarde o terminaría tal vez peor que Ramírez.

-Sin opciones, estire mi mano, y tome el arma del mexicano, con el interrogante aún rondando en mi memoria…

- Cárgala primero -ordenó

- ¡No sé hacerlo! –. Respondí

Francesco puso sus ojos en blanco y me explicó con poca paciencia y de una manera veloz, que moviera el cañón adelante y atrás, luego que quitara el seguro y apuntara directamente a su cabeza. Así lo hice; al momento que apunté a su sien, el hombre suplicaba que no lo matara sus ojos cafés gritaban clemencia, a pesar de estar irritados por la presencia del alcohol que juraba, lo estaba expulsando a través de las lágrimas.

No me pude controlar, empecé a entrar en un trance de ansiedad por haber aceptado llegar hasta aquí. No era un asesino, de hecho, no estaba listo para nada de esto. De inmediato derrumbé de mi memoria, lo que por allí pasaba hace un momento. Para ser malo, se necesita acudir a la crueldad, al dolor y a la muerte. A pesar de haber sufrido el dolor más desgarrador, con solo ocho años, no podía matar a una persona, era una carga muy grande de que me echaría a mis hombros y simplemente, no podía.

-Relájate… Mencionó Francesco. -  O terminarás desperdiciando una bala. –Separa las piernas, espalda derecha, toma el arma con seguridad, aprieta con fuerza y cuando estés listo dispara…. Y que sea pronto porque muero de hambre…. No soy hombre de paciencia, pero tú me caes bien chamaco… así que muévete o tendré que olvidarme de mi buena vibra hacia ti.

Mi mirada quedó fija en aquel hombre, que con sus gestos rogaba que no le quitara la vida, era una imagen que quedaría de por vida en mis recuerdos, haciendo que de mis ojos empezaran a brotar agua. Bajaban lágrimas que humedecen mi mejilla de una manera distinta, era un sentimiento profundo que me recordaba que tan solo era un niño, y no tenía porqué hacer esto si no lo quería.

Cerré mis ojos y de inmediato los abrí cuando un golpe en mi cabeza, dejó un palpitante dolor, mas la cara furiosa de Francesco, me aturdió los sentidos.

*** – Si no lo haces tú lo hago yo, y será por partida doble…***

***El instinto de supervivencia es algo que no puedes controlar, no tienes elección, siempre será tu vida, sin importar nada. ***

No sé en qué momento sucedió, lo único que pude experimentar en ese instante fue  la vibración de estremecimiento. Perdí el control  de todo mi cuerpo, sin opciones.  Había caído al suelo, sin siquiera haberlo sentido. Unos pitidos permanentes mezclados con aplausos me hicieron ensordecer, todo en mi exterior se detuvo, solo mirando fijamente  el cadáver sobre el suelo, mi estado de shock no me permitió escuchar absolutamente nada, mas solo sentir cuando me arrebataron el arma de las manos.

-El mocoso lo hizo. –Balbucean todos.

-No te sientas mal, le hiciste un favor a la humanidad, escorias como estas no merecen habitar la tierra.

Miré a Francesco aun con la intensidad del arrepentimiento en mis ojos. No podía hablar, sentía una piedra en la garganta que impedía que saliera una sola palabra de mi boca, mis ojos se encontraban húmedos, todo dentro de mí dolía, había una herida profunda que sabría, no iba sanar, dañe mi vida y por las adversidades de la vida que me ha tocado, sabía que no volvería hacer el mismo.

***Levante la mirada, percatándome, de que ya no había nadie a mi alrededor, estaba solo con el cadáver de Ramírez y los sonidos de las sirenas que se acercaban más rápido que el viento.  ***

Había matado, y tendría que pagar las consecuencias, me resigné a esperar a que las autoridades me capturaran, me esperaría una larga vida tras las rejas, pero no me importaba, al menos consideré la idea de tener un techo y una comida al día.

Sin más nada que perder, espere a que todo pasara, deseaba que fuera rápido, aún el estado de shock no me dejaba procesar en la gravedad de la decisión que había tomado haciendo que las sirenas estuvieran cada vez más cerca. No sé en qué momento paso, cuando sentí un fuerte jalonazo, que me hizo correr hacia el bosque, mis sentidos empezaron a trabajar y tomar conciencia de donde y con quien estaba, Miré hacia la persona que me había sacado e allí, un niño mal vestido de cabello negro y ojos azules que me hacía señales de silencio.

-La policía ha llegado. –Dijo mirando entre los arbustos. - ¿Por qué te quedaste ahí?, seguro te hubieran capturado y Francesco hubiera terminado el trabajo en la correccional.

-Lo miré asustado por sus palabras.

- ¿Acaso no lo sabes?. –Habló sin retirar la mirada de los forenses que levantaron el cuerpo de Ramírez. -Francesco tiene comprado a cada policía de esta ciudad, si te hubieran capturado, seguro ya estarías muerto.

-Pero para tu buena suerte yo salvé tu trasero tembloroso. –Dijo dejando salir una sonrisa, una que me dio la calidez, de darle las gracias eternamente por haber salvado mi vida.

-Gracias –Pronuncié.

-Las que te adornan –Respondió con su tranquilidad pintada en el rostro, tal parecía este chico conocía muy bien los negocios de Francesco. No cualquiera interviene sin saber a qué se enfrenta.

-Veo que ya estás recuperando tu color. A todo nos pasa la primera vez, luego ya lo verás como un trabajo cualquiera.

No sé a qué se refería con eso, pero si pensaba que volvería a matar a alguien estaba loco. En cuanto tuviera la oportunidad desaparecería de este estado, me largaría lejos donde este pasado nunca me encuentre.

-Por cierto, mi nombre es Jack. –Dijo el niño estirando su mano, la tomé y sonreí.

***-Dominic Dow. ***

Fin del Flash Black.

-Se donde estudia la hermana de Leandro. – Salí de mi duro pasado cuando la voz de Jack hizo eco en mi cabeza.

-Seguro si la retengo por unos días, saldrá de su madriguera. –Volvió hablar haciéndome enfadar nuevamente, me sentía ridículo, tener que acudir a secuestrar a alguien sin importancia solo para saber una pista incierta del paradero de mi mercancía.

Solté todo el aire y me di media vuelta, ya estaba sereno y lo menos que quería era traer de nuevo a mis demonios. Caminé hacía él, quedando justamente hasta su cuerpo dolorido, tome su barbilla, esta era su zona, la que le dejé hace muchos años en orden cuando decidí irme a Rusia.

-Me voy a olvidar de toda la mierda que pasamos juntos, si no tienes la localización de mi mercancía en 72 horas. –Jack asintió guardando su compostura. Durante unos segundos no hizo falta que siguiera hablando, porque él imbécil sabía a que se enfrentaba si no cumplía mi orden. Era la última falta que le toleraba, no iba permitir que me viera la cara de pendejo dos veces.

-Por el bien tuyo y el de tu imperativo amigo. –Hablé sacando de mi chaqueta nuevamente mi arma, y ubicándola en su entrepierna.

- ¿Qué carajos haces? –Espetó, no se movía, y era mejor así, evitaría que accidentalmente tirara del gatillo y terminará con su fábrica de leche.

-Hablemos Dominic, estoy seguro que esto se puede solucionar –Ofreció. Cada palabra se asomaba en su boca con miedo. Hice presión en sus pelotas, tanta que se tensó de inmediato, estaba seguro que prefería morir que perderlo que definía su personalidad ninfómana.

-Tu tiempo se está agotando, así que yo de ti, empezaría a buscar mi mercancía día y noche, si no quieres que tu amado mejor amigo, termine siendo la comida de mis cocodrilos.

Me aparté y sin nada más que agregar, caminé hacia la puerta.

-Y no te preocupes por mí, de seguro las ansias por querer matarte desaparecerán mientras duermo.

Tire la puerta tras de mí, necesitaba una ducha y descansar, o terminaría por perder la cabeza.

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Comments

Rosalinda Quintanilla

Rosalinda Quintanilla

o sea que Sara tiene un hermano???

2024-07-03

1

Cecilia Donado

Cecilia Donado

que pasó aquí no entendí nada no se si seguir o guardar está historia

2024-05-15

2

Denis Barros

Denis Barros

me perdí

2024-04-13

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