Capitulo 3

Sara Mussolini

-Debo irme. Dije hacia Aleck, que le causaba un poco de inquietud la mirada de Alonso.

-¿Estás en problemas con tu jefe?. Al parecer no le agrada que abracen a sus empleadas, y como no, eres muy hermosa… Suspiró y reí por la forma tan infantil de mencionarlo. -¿quieres que te acompañe hasta la entrada? -Ofreció.

-No estaré bien. Respondí poniéndome en marcha, pero me detuve cuando rememoré en proceso retardado que no le había dicho en ningún momento que Alonso era mi jefe. Giré en mis pies y le pregunté.

 -¿Cómo sabes que es mi jefe?. Una sonrisa en su hermoso rostro, me dejó en claro que lo que preguntó fue algo no cuerdo y fuera de lugar.

-Conozco esa pastelería hace cinco años, y veo que no ha cambiado de propietario. -Dijo desplegando la mirada hacia el local. -Te cuento que los pasteles en tres leches son mis favoritos.

-No pude disimular mi cara de vergüenza, claro es un establecimiento comercial cualquiera entra y come un trozo de pastel. Pensé desviando la mirada hasta mi reloj de pulsera, aún faltaban diez minutos para que iniciara mi día laboral.

Para Aleck no pasó desapercibido aquella pregunta vergonzosa, ya que pudo notar mi sonrojo, pero para hacer cómoda la situación, llevo su mano hasta el bolsillo de su pantalón y sacó su teléfono celular para decir: -No quisiera acudir a terceros para obtener tu número. Sonrió.

Luego de despedirme de Aleck y negarle mi número de celular, haciéndole entender que es una herramienta íntima para mí y no le tenía la suficiente confianza. Caminé lo más rápido que pude al local. Alonso estaba recostado en el umbral de la puerta con su cara seria y sus brazos cruzados.

Me miró y su cara se tornaba molesta, traté de no darle importancia, al menos no sabía el motivo de su incomodidad hacia mí. - Buenas tardes, señor Alonso. -Saludé esperando una respuesta que nunca llegó, achicó sus ojos y dio media vuelta para perderse en los pasillos que conducen a su oficina.

El resto de la tarde, fue agotador, hubo demasiado ajetreo, ya que a mi jefe se le ocurrió la magnífica idea de limpiar toda la bodega, lo hacíamos tres veces al mes y siempre solíamos hacerlo los lunes, que no era tan concurrido; pero, no, el dueño y señor del local decidió que se haría hoy, según porque tendríamos visitas del ministerio de Salud; cosa que dudaba, cuando era así nos advertía con una semana de anticipación.

Nadie reprochó nada, el genio que se cargaba Alonso el día de hoy era insoportable.

En los dos años que llevo trabajando aquí no había presenciado enojo en él, pero al parecer algo mal tuvo que haber pasado para que llegara tan mal humorado, desde que entré a la pastelería percibí su molestia y vaya a saber uno, la fuente del problema.

-Sara, el jefe te quiere ver en su oficina, ahora. –Me menciona mi compañera Karla, ella es una chica de estatura media, dominicana, hace seis meses tomo la decisión de cruzar hacia los Estados Unidos de forma ilegal, buscando el sueño americano.

-Tiene un genio de la madre. ¿Qué le hiciste Sara? Hablaba su Inglés no muy bien y por su acento en la L a veces era difícil de entender sus palabras.

-“Perdón”, porque me preguntas a mí, yo no tengo nada que ver con su mal humor, desde que ingresamos al turno está así, tal vez él no tuvo un buen día. A veces nos levantamos con el pie izquierdo. Recalqué la última palabra.

-Sara Mussolini, eres la promotora de esa fiera en celo, desde que llegaste con el guerito de ojos azules, se puso de mal humor. “-¿No me digas que no te has dado cuenta de que el jefe está interesado en ti?”? -Insinuó cruzando sus brazos.

 La miré con mis azulejos bien abiertos, Alonso nunca me había mirado con otros ojos que no fueran laborales. Me molestó lo que insinuaba carla, eso podría traerme problemas.

-Por favor no especules cosas que no son, el señor Alonso se podría molestar y después de eso te puedes ir despidiendo de tu empleo, y yo del mío y bien que lo necesitamos las dos.

-Tonta, eres la única que no se ha dado cuenta, como te mira, como le brillan los ojos cuando de ti se trata.

-¿En serio, Sara? Tienes que ser muy ingenua y poco conocedora en el campo de la perdición y el gusto de los hombres para no notarlo.

-Detente ya con tus malos comentarios, el señor Alonso es muy respetuoso conmigo, jamás ha insinuado nada, ni con su mirada, ni con sus actos, ni con nada, además me lleva casi siete años, es muy grande para mí. No estoy interesada en alguien con tanta experiencia en el mundo, Olvídalo estas loca.

-“Haaa sí”, y que me dices de los ojos azules, no es que sea menor que Alonso, eres jodidamente solapada. No pelas a tu jefe, pero a otro que es mucho mayor que él, si lo ves con otros ojos…

-Él es un compañero de la universidad y me ofreció su compañía hasta mi trabajo, hace el mismo recorrido que yo hago. Además, no tengo por qué darte explicaciones, eres demasiado chismosa carla, haces que el ambiente se entorne tenso, con tus comentarios fuera de base.

-Bien, en lo que concierne a las dos, ten por seguro que no te volveré a dirigir la palabra, pero entonces ve y explícale todo lo que me acabas de decir a mí, a ver si así deja la explotación laboral que tiene con todos nosotros, los que pagamos los platos rotos.

Me quedé mirándola como se alejaba, ahora si estaba hecha, ella hacía el daño y yo le salía a deber. Gruñí de la rabia y camine hacia la oficina del señor Alonso, esta estaba ubicada en un pequeño cuarto de la parte trasera del local, al llegar a su puerta, inspire y di dos golpes, espere un momento y del otro lado escuche un “adelante”. Giré el pomo de la puerta y entré, Alonso estaba sentado en su escritorio, concentrado en su computadora, con el ceño fruncido, a pesar de llevar sus ante ojos se podía divisar la molestia que albergaba en su rostro.

-Levantó su mirada de soslayo y me ordenó que me sentara justo en la silla que estaba frente a su escritorio.

Así lo hice, el ambiente era pesado e hizo llenarme de nervios, estregaba mis manos en el pantalón para secar el exceso de sudor que estas dejaban, producto de la ansiedad.

Cuando iba a iniciar su cátedra, el celular hizo un sonido, dio una maldición empujando su silla de mala gana, paso las manos por su cabello y salió dándome una disculpa.

Asentí y esperé, pasaron 10 minutos desde que abandonó la oficina, diez minutos que me hicieron nacer la duda, las palabras de carla se posaron en mi mente. Y si de verdad su humor tiene que ver porque te vio con Aleck.

Mis pensamientos se esfumaron cuando abrió la puerta tan fuerte que la hizo golpear con la pared, caminó hacia mí como alma que lleva el diablo, me sentí pequeña ante su grande y musculoso cuerpo, su mirada me daba a entender que había hecho algo mal, así que no dudé en preguntar.

-Está todo bien.

-Levantó sus cejas, retiro sus lentes para luego decir, ¡dime desde cuando conoces a Jack Lenz!……

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Comments

Lesly Argumelo

Lesly Argumelo

aqui hay gato encerrado que ocultan estos dos hombres

2023-03-27

6

Lucia Feliciano Falcao

Lucia Feliciano Falcao

Pobre Sara está de pión entre dos grupos y ella inocente sin saber que va pagar los platos rotos 🤔🤔🤔.

2022-09-11

1

Ale Campos

Ale Campos

De seguros son mafiosos, o sea que los mafiosos les gusta la misma chica indefensa:0
Guerra de mafiosos por una chica😉

2022-08-28

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