Sara Mussolini.
-El chico nuevo le mencioné, con una cara de confusión. - ¿Por qué alguien como él querría conocerme? -Le pregunté
-No lo sé, pregúntaselo tú. -Mira viene hacia acá. -Dijo Steffi, posicionando sus ojos sobre la figura masculina que caminaba hacia nosotras.
Me removí incómoda en mi asiento, teniendo como resultado dejar mi espalda derecha, en solo un instante, muy cercanamente una fragancia a menta fresca y hierba buena, invadió mis fosas nasales, causando un vacío incómodo en mi estómago. Suavemente, y con un poco de timidez, incliné mis ojos, los cuales se hechizaron con una mirada azul profundo, que combinaba perfectamente con un cabello negro azabache. Sin dudarlo, tal vez la escultura que estaba frente a mí, era el hombre más guapo que mis ojos hayan contemplado alguna vez. Su cutis, a pesar de llevar maquillaje, lograba observar pequeños hematomas de color verdoso debajo de su piel. En sus labios se dibujó una sonrisa, baje la mirada para no verme tan descarada, no quería ser imprudente mirando de más y hacer más incómoda la situación.
-Sara, Alek.- Alek, Sara. – Steffi nos presentó, al percatarse de mi actuación de poco interés, pellizco mi brazo disimuladamente para anexarme una mirada fulminante que decía. –Ubica mi atención en él. “Dirán que soy un bicho raro”, pero con el único hombre que había tenido una conversación, ¡era con mi jefe y solo hablábamos de trabajo! Aunque debo admitir que esta escultura está bien definida, y más que atracción, altera mi sistema nervioso.
-Mucho gusto, Alek Miller. -Él estiró su grande mano que estaba envuelta en una red de venas gruesas, sus ojos transmitían demasiadas emociones, tantas que lograba intimidarme y no de miedo, sino de incomodidad, era esa clase de mirada que le dabas a alguien cuando te interesa más que solo una amistad.
-Mucho gusto -dijo nuevamente haciéndome reaccionar. Parpadee varias veces, estire mi mano, y al estrecharla con la suya, sentí un golpe de calor en mi palma, su mano era tan grande que cubrió y calentó toda la mía que estaba tan fría, producto de los nervios que me envolvían.
-Sara Mussolini. -Respondí aclarando mi garganta.
Su mirada bajo hacia nuestras manos unidas y creo que se dio cuenta de la temperatura que albergaba en mi palma, porque frunció el ceño y dijo: –¡Hace frío aquí, y soy el único que no lo siente! -Sentí mi rostro caliente, mis ojos buscaron el rostro de Steffi, la muy condenada sonreía satisfecha por haberme presentado a Aleck.
-No hace frío Aleck. -Es Sara que está Nerviosa. -Hazle compañía, así podrá entrar en calor.
La miré con los ojos bien abiertos, y sentí que toda la vergüenza se terminaba de acumular en mis mejillas, teniendo la plena certeza que se encontraban tan rojas como un tomate maduro.
- ¿Puedo hacerte compañía? –Hablo Aleck\, tratando de hacer cómodo el momento\, estaba roja y para acabar de completar\, mi cara era un remolino de gestos porque no sabía cómo controlar mis emociones. Mire hacia Steffi quien en cuestiones de segundos estampó sus manos en el pupitre para impulsar su cuerpo y quedar en pie. Su cara desbordaba que estaba satisfecha.
-Puedes sentarte aquí Aleck, ya me iba, solo vine a invitarla a la fiesta que haré el sábado, pero me fue imposible convencerla. ¡Tal vez tú puedas hacerlo! A, por cierto. -Hablo en voz baja. - No tienes que pedirle permiso para hacerle compañía, lo necesita. Es necesario que se relacione con alguien más que no sea solo yo –Dijo hacia Aleck, quien con su cabeza asintió divertido.
Quería que la tierra me tragase, Steffi algún día me daría la oportunidad de cobrarme este embarazoso momento que me está haciendo pasar.
-Te dije que no puedo porque tengo una serie de compromisos ese día. -Apreté las palabras. No pretendo quitarle el tiempo a Aleck, tal vez está ocupado, y además sabes perfectamente que me gusta estar sola.
-Mentirosa, me dijiste que no querías ir. –rodó los ojos. -Además Aleck, es una excelente compañía y en este caso la opción de estar sola, déjalo para otro día. Y no seas grosera Sara Mussolini. -Dijo fijando su atención en Aleck. -Convénsela, le mencionó dando una palmada en el hombro del mastodonte que estaba en pie, justo frente a mí con toda su atención en nuestra conversación. -La muy desgraciada sonrió, dio media vuelta y se marchó guiñándome el ojo.
-Discúlpala, ella es terriblemente folclórica. -Alek sentó su anatomía justo a mi lado, miré su acción, lo hacía tan natural, tan propio de él. Así que hice todo lo posible por evadir su mirada, tomé mi celular y desvié mi atención a la pantalla, añorando que el profesor ingresara por esa puerta, para evitarme esta incómoda situación.
-No veo porque tenga que disculparla, creo que solo quiere ser cortés contigo. Es una chica muy alegre, divertida y se nota que te aprecia mucho. -Dijo tomando mi mentón para levantar mi rostro. -Sabes, desde mi punto de vista, no es mala idea que quiera hacerte parte del círculo social universitario. No es bueno estar siempre encerrada, bonita, una vida sin vínculos y conexiones, es una vida vacía y monótona que trae grandes desventajas, y en un futuro lo lamentarás. -Solo intégrate deja que sucedan las cosas con naturalidad.
Lo miré confusa, hablaba con tanta sensatez que logré embobarse con cada movimiento que hacía sus labios. Rememoré sus palabras, después de todo eran ciertas, desde que tengo consciencia, me escondo del otro lado del espejo, observando como la vida pasa delante de mí. Nunca me he detenido a pensar en experimentar salir, conocer más gente de mi edad, crear un vínculo afectivo con alguien que realmente me llame la atención. “Y suena ridículo para la edad que tengo”. “Pero” los traumas de mi pasado no me lo permiten, siento que todo el que se me acerca, se va a alejar dejándome envuelta en tristezas que no deseo volver a sentir. O tal vez solo se acerquen para hacerme daño. Por eso no deseo dejar entrar a nadie en mi vida, con mi hermana me basta y sonará egoísta de mi parte. Pero me da pavor, saber que algún día se irá de mi lado para hacer su propia vida y tendré que hacerme a un lado para arreglármelas como pueda.
–Y entonces bonita, irás a departir con tus compañeros. -Aleck me saco de mis pensamientos, revisé sus ojos y noté, como el peso de su mirada caía descaradamente por todo mi cuerpo, me removí incómoda, para que dejara de hacerlo. Lo fulminé con la mirada y al parecer entendió el mensaje, parpadeo varias veces y volvió a desbordar la atención sobre mis ojos.
-No quiero sonar grosera, pero la verdad no me gusta salir mucho de casa, soy más anticuada, me gusta leer libros de mitología griega, amo pintar, meditar o ver una película; prefiero eso y no estar en un sitio donde todos te apachurran el cuerpo y tus tímpanos sufren un nivel de sobrecarga por lo alto de la música. –Gracias, pero no.
-Y qué tal, si rompes esa monotonía, y aceptas que yo te acompañe. Permíteme conocerte acercarme a ti. ¿Qué dices? –Propuso.
Volteé mi rostro y pude ver a lo lejos a Steffi, de vez en cuando me miraba y sonreía. Ahora todo tiene sentido. Hace un par de días ese chico, ingresó a la universidad, era carne fresca para Steffi así que no dudo en acosarlo. Ayer que le pregunté cómo le había ido con su nuevo romance, su cara de fracaso mostró que no pudo cumplir su objetivo. No podía creer que era el primer hombre que la rechazaba, ella era una mujer muy hermosa, de cabello castaño, ojos avellana, piel blanca y la altura que la acompañaba hacía que sus curvas se cerniesen en su cuerpo dándole una altura voluptuosa.
Me respondió que lo atraía alguien más. No podía ser egoísta, había tenido sexo con todo el que ella eligiera, y obligar a un hombre no era propio de ella. Le pregunté de quién se trataba y me hizo un cierre llevando las manos a su boca. Lo único que me dijo era que ese chico necesitaba su ayuda para acercarse a esa persona. Y ahora sé quién es. Por eso no le molestó en ser rechazada.
Cuando intenté responderle a Aleck, vi al profesor entrar por el umbral de la puerta depositando su maleta en el escritorio con todo el carácter que lo demanda. -Sentí un agradable alivio dentro de mí. El profesor tomó asiento y ordeno que entregáramos las actividades dejadas en la clase anterior. Intente levantarme de mi asiento para dirigirme al escritorio del docente y entregar mi trabajo, pero un leve apretón en mi muñeca me hizo detenerme.
- ¡Si me permites\, lo puedo entregar junto al mío! Ofreció Aleck\, mirándome fijamente a los ojos\, y es que\, a pesar de los golpes que adornan su cara\, realmente llamaría la atención de cualquier chica con su tenue belleza\, eso no lo podía negar\, era un hombre con un porte muy atractivo\, demasiado diría yo.
-Gracias le susurré, mirando su mano para que me soltara. Al parecer no se había percatado que aún tenía sujetando mi muñeca, cuando se dio cuenta la retiró dejando un roce suave que hizo erizar mi piel. Caminó hacia el profesor y mis ojos no dejaban el morbo de observarlo, tal vez porque era la primera vez que me atrevía a sostener una pequeña conversación con un hombre que no fuera mi jefe. No es que el género masculino se alejara de mí. Es solo que yo no permitía que se acercaran, siempre buscaba una excusa para huir….
Lo vi dejar las carpetas sobre el escritorio para venir nuevamente hacia mi dirección. Me pregunté qué edad tendría... Tal vez 32 se ve muy grande para ser más joven. Preguntar su edad es de mala educación, pero aun así no permití que la curiosidad lograra ganarme.
El resto de la clase fue muy incómoda, la mirada de Aleck estaba sobre mí todo el tiempo, haciendo tenso el momento. Era difícil concentrarme en el tema que explicaba el profesor, que en ocasiones nos miraba porque no estábamos atentos a su clase.
-¿Te molesta mi presencia?, ¿o mi presencia te pone nerviosa? Hablo tan cerca de mi oído, que su cálido aliento me hizo sentir un cosquilleo en mi cuello.
-N- No lo mire y mis ojos empezaron a pestañear.
-parpadear tantas veces es señal de mentiras. Susurro la última palabra.
-Señor Alek Miller, veo que usted y la señorita Mussolini tienen algo que compartir con el resto de la clase. Expreso mi profesor, estaba molesto y con justa razón.
-Por favor a delante cuéntenos.
Mire a mi alrededor y todos los ojos estaban sobre nosotros. Me sentí pequeña y por el rabillo del ojo miré Alek que solo sonreía, era como si la situación le causara gracia.
-Lo siento profesor, le pedía a la Señorita Mussolini que me diera un avance de la clase anterior, es muy difícil pasar de un tema a otro sin estar al corriente. -Dijo muy seguro de sus palabras.
–Me disculpo con usted y el resto de la clase, le prometo que no volverá a suceder.
Y eso fue todo para que el maestro cediera, y le dijera que, a su cuenta de correo electrónico, le dejaría los links para que se pusiera al día con las lecturas anteriores, y que le recomendaba pedir ayuda algún compañero en caso de no entender.
El timbre sonó dando aviso que la clase había culminado. Empecé a guardar mis libros en mi bolsa, descubriendo como Aleck se retiró a un lado para contestar al parecer una llamada, lo observé por un momento y su ceño se frunció, conectando su mirada con la mía, le hice una seña de despedida, dirigiéndome a la salida para ir a la biblioteca y poder terminar los trabajos de mi siguiente clase.
Terminada mi jornada, miré mi reloj de pulsera y la hora marcaba la 13:00, tenía el tiempo justo para llegar a mi turno en la cafetería. Me levanté del asiento y dirigiendo mis pasos a la salida una voz que ya conocía me hizo detenerme, Aleck estaba recostado en el muro que adorna la entrada de la universidad, el grado de confianza y seguridad que se mostraba en su rostro, de alguna manera lograba sonrojarme.
- ¿Dónde estuviste? Te estuve buscando toda la mañana. - Su pregunta me saco de confort\, desde cuando le tenía que informar a donde voy… -Dije entre mí.
-Parece más, un reclamo que una pregunta. -Le respondí, caminando sin parar.
-Después de salir de clase te busqué, quiero ponerme al corriente con los módulos. ¿Puedes ayudarme? - Me preguntó uniéndose a mi paso y preguntando de una manera poco sutil.
-Claro, siempre y cuando tenga el espacio, la verdad no me sobra mucho tiempo. Pero si requieres adelantarte con urgencia, es mejor que acudas a los demás compañeros, tal vez ellos te puedan dedicar más tiempo y así te pones al corriente más rápido.
Me miro y puedo asegurar que sus ojos se cernieron de molestia, la respuesta que le di, no fue de su agrado, llevábamos caminando unos 50 metros y pude notar como apretaba su mandíbula. No es que siempre esté a la defensiva, pero este hombre no me gusta para nada, puede ser todo un Dios griego, pero mi sexto sentido me dice que esté alerta.
- ¿Ya pensaste si me aceptas como tu pareja? Lo miré confundida por su pregunta por cómo cambio de tema tan rápido. Levanto sus manos en seña de rendición –“Para la despedida\, claro está”. O bueno\, si quieres ser mi novia\, no me molestaría\, dijo\, Sonriendo.
Lo fulminé con la mirada y al mismo tiempo negué con mi cabeza, tratando de ignorarlo, caminaba rápido y preciso, quería llegar ya a mi sitio de trabajo y quitarme la molestia de encima que iba junto a mí.
- ¿Tienes prisa? –Preguntó.
Detuve mi paso y tomé un suspiro profundo.
-Agradezco que quieras tener atenciones conmigo… pero créeme, tengo ciertas responsabilidades que no puedo evadir, y eso no me permite llevar una vida como la tuya.
Seguí caminando y él detrás de mí, al llegar al borde de la calle me detuve para cruzar al otro lado. Mire hacia el lado opuesto de la carretera, para percatarme del tránsito, pero mi mirada cayó en una lujosa camioneta negra que avanzaba en nuestra dirección. El vidrio del pasajero empezó a descender lentamente, revelando el perfil indiferente de aquel hombre que vi hace días cerca de la universidad. Esta vez pude escudriñar el físico de su cara, su rostro estaba perfectamente cincelado, su tez blanca hacía juego con su cabello negro, su barba estaba tan definida que era imposible encontrar un desperfecto, su mirada estaba fija en mí, pero en un instante la desvió observando a la persona que ya hacia parada detrás de mí.
Me di la vuelta para observar a Aleck, y sus ojos manantiales se oscurecieron de una manera terrorífica, la mirada del hombre que iba en la camioneta y Aleck, se mantuvieron fijas, hasta que el auto empezó a perderse a mitad de la calle.
- ¿Lo conoces? –Pregunté para romper un poco la tensión que causó la presencia de ese personaje.
-Aleck parecía perdido, cuando escuchó mi voz me observo y su rostro se relajó.
- ¿Perdón?
- ¿Que si lo conoces? Volví a preguntar. -Sí\, fue una molestia en algún momento de mi vida\, no pensé encontrarlo de nuevo. Espetó frotando su cabello.
-No sé si te sirva de algo, pero ese auto lo vi hace unos días cerca de aquí, el mismo hombre que iba en la camioneta estuvo observándome muy de cerca. Tal vez tenga que ver contigo, te lo digo, para que estés alerta.
-Te preocupas por mí. Dijo esto mostrando una grande y conquistadora sonrisa. Y entonces supe que iba a sacar provecho de la situación.
- ¿Aceptas mi invitación? – Preguntó cancelado el tema y posando su cuerpo frente a mi haciendo que me detuviera.
-No te rindes. -Sonreí y empecé a negar con mi cabeza.
-Con una mujer como tú… Jamás lo haría.
Lo pensé muy bien, pero y si me permito por una vez darme una oportunidad, después de todo es mejor un lo “hice” que un “hubiera”. Así que por primera vez iba a tener una cita. -Está bien, pero… está totalmente descartada la posibilidad de aceptar la invitación que hizo Steffi.
-Su sonrisa se extendió por todo su rostro triunfante. -Bien, lo importante es que aceptaste, iremos a donde tú te sientas cómoda. -Dijo Desviando su atención hacia mis instalaciones laborales.
- ¿Allí trabajas?! -preguntó cerniendo su mirada sobre algo o más bien alguien.
- ¿Quién te dijo que allí trabajo? -Le pregunté\, pues nunca le dije que laboraba y mucho menos donde. -Lo deduje cuando me respondiste que tienes ciertas obligaciones que yo no. –Pero… para tu información bonita\, yo también trabajo\, de algún lado debe salir el dinero para pagar el inicio de una nueva carrera.
- “En hora buena”\, lo dije de manera sincera\, pues siempre he admirado a las personas que\, con esfuerzo\, logran sus objetivos.
Vi como cruzó sus manos en la parte de atrás de su espalda, para darme esa mirada incómoda que me hace sonrojar. -Ahora que sabes una milésima parte de mí, quisiera saber una milésima parte tuya. - Me divertía verlo como se esmeraba por sacar algo de mí.
-Lo siento, sabrás un poco de mí, el día que tengamos nuestra cita, porque ya llegué a mi destino y no estaría bien que el jefe llegue primero que los empleados. Respondí.
-Entonces me despido. Que tengas un hermoso día, bonita. Su enorme y perfumado cuerpo se inclinó hacia mí para darme un cálido beso en la mejilla, su aroma era tan exquisito e hizo vibrar mi cuerpo de manera involuntaria. Cuando retiró su cara de mi mejilla, se clavó fijamente hacia la pastelería. Gire medio cuerpo y Alonso estaba recostado en la entrada de la pastelería, mirando directamente hacia nuestra dirección….
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 36 Episodes
Comments
Lucia Feliciano Falcao
El mozo no es de fiar y más cuando usa un alía 😡😡😡, que esconde el para tener dos nombres 😏😏🤔.
2022-09-11
5
Leydi Aguilera
Más bello Jack 😍😍❤️❤️
2022-08-21
0
Carolina Moreno
Ufff que belleza de hombre🤤😍
2022-08-04
0