La soledad es terrible, nadie te busca, te llama o te habla. Dicen que no hay nada peor que eso pero lo hay, y es no tener dinero para subsistir, estar viviendo en las calles cual animal, ser pisoteado por todos los que pasan por las calles. Que todos te vean con claro desprecio y no poder hacer nada al respecto es horrible.
Daniela
𝐓𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐡𝐚𝐦𝐛𝐫𝐞... —murmuró al mismo tiempo que su estómago rugía. Abrazó sus piernas en busca de calmar su hambre a la vez que quería calentar su cuerpo.
Unos pasos silenciosos fueron apareciendo hasta llegar frente a la chica, ponerse de cuclillas y esperar pacientemente a que alzara la mirada.
...
𝐘𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐢𝐝𝐚.
Daniela
Alzó la mirada algo asustada por la repentina voz escuchada enfrente suyo. El hambre desapareció de inmediato pero su miedo fue en aumento.
Voz grave e intimidante, a comparación de ella que sencillamente era una chica de la calle.— 𝐭𝐮... ¿𝐐𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐮? —veía detenidamente su "rostro" el cual no era nada más que una máscara con una terrorífica sonrisa vacía color negro.
...
¿𝐀𝐜𝐚𝐬𝐨 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚? —metió su mano al interior de su traje para mostrarle una tarjeta y entregársela, siendo una oportunidad para ver el estado de sus manos y parte de su cuerpo.— 𝐝𝐞𝐩𝐥𝐨𝐫𝐚𝐛𝐥𝐞. 𝐄𝐬𝐜𝐮𝐜𝐡𝐚, 𝐞𝐬 𝐨𝐛𝐯𝐢𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝, 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐚𝐲𝐮𝐝𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐬𝐢 𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐞𝐬𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐭𝐚𝐫𝐣𝐞𝐭𝐚 —se puso de pie acomodando su traje.— 𝐭𝐞 𝐝𝐚𝐫𝐞́ 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚, 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐞𝐫𝐞́ 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐢 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞, 𝐬𝐢 𝐚𝐜𝐞𝐩𝐭𝐚𝐬 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞𝐫𝐭𝐞, 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐢𝐨, 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐝𝐞 𝐚𝐪𝐮𝐢́.
Daniela
Sus manos temblaban, señal de que era una mala idea siquiera pensar en aceptar su propuesta, pero no estaba en condiciones para negarse. No había comido hace días, tenía frío, la ropa que había robado se estaba desgastando tanto que ya no la cubría del frío. Estaba desesperada.
Alzó la mirada en busca de explicaciones pero el enmascarado ya no estaba, había desaparecido; una semana, ese era el tiempo a esperar, si lograba sobrevivir ese tiempo podría recibir algo de comida, él lo haría pero no le dio más detalles al respecto, obvio tendría que hacer algo, puede que robar, matar, bailar o servirle eternamente hasta el día de su muerte pero no importaba, ella quería sobrevivir.
Una semana después.
Daniela
Estaba impaciente. No importaba lo que se le cruzara en el camino, ella haría lo que fuera con tal de sobrevivir un día más.
Escuchó pasos acercándose hacia su persona, pero no era el enmascarado que estaba esperando, más bien, un grupo de borrachos que iban caminando por ahí; para su suerte todavía no la veían así que hizo su cuerpo lo más pequeño que pudo queriendo pasar desapercibida. No funcionó.
El trío se detuvo enfrente suyo, la levantaron bruscamente haciéndola gemir de dolor; el aroma a alcohol la estaba ahogando, no importaba si vivía en las calles, no había tenido el coraje de entrar a las drogas ni al alcohol, cosa que la mantenía viva todavía.
¡𝐒𝐮𝐞𝐥𝐭𝐚𝐦𝐞!
Borracho 1
𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐞𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐮𝐜𝐢𝐚 𝐯𝐚𝐠𝐚𝐛𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐞𝐬 𝐛𝐨𝐧𝐢𝐭𝐚 —sonrió con maldad junto a sus amigos.— 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨 𝐥𝐢𝐧𝐝𝐚, 𝐡𝐨𝐲 𝐬𝐢́ 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨𝐬 𝐯𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐝𝐢𝐯𝐞𝐫𝐭𝐢𝐫 —apretó el agarre caminando en dirección opuesta a la que estaban.
Daniela
¡𝐇𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐡𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬! —con la poca fuerza que tenía pateó su pantorrilla con la punta de su pie logrando que la soltara.
Retrocedió dudosa para terminar corriendo lejos de ahí hasta perderlos de vista. Ocasionalmente se giraba hacia atrás para ver si no la estaba siguiendo pero en un mal paso terminó por tropezar y caer de cara al pavimento.
Daniela
Se apoyó sobre sus manos para levantarse viendo un par de zapatos brillantes color negro enfrente suyo, alzó la mirada encontrándose con el enmascarado que le entregó una tarjeta misteriosa con un número atrás.— 𝐯𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞...
...
No dijo nada, solo la veía con detenimiento teniendo sus manos detrás de su espalda. Al escuchar pasos apresurados cerca de donde él estaba alzó la vista viendo a dos hombres detenerse a varios metros de donde estaban ellos.
Borracho 3
𝐓𝐮... ¡𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐚! —tosió un poco jadeante a la vez que agachaba un poco la cabeza, volvía a alzarla y una bala perforaba su cabeza matándolo al instante.
Daniela
¡𝐄-𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚!
...
La ignoró por completo apuntando su arma hacia el otro borracho, quien terminó por orinarse encima.— 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐫𝐜𝐚𝐧𝐜𝐢́𝐚 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐭𝐨𝐜𝐚.
Borracho 5
¡𝐏𝐞𝐫𝐝𝐨́𝐧𝐚𝐦𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚! —alzó los brazos aterrado a la vez que daba pasos en retroceso.— ¡𝐄𝐥𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐝𝐮𝐣𝐨! ¡𝐕𝐢𝐯𝐞 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐥𝐥𝐞𝐬! ¡𝐋𝐨 𝐡𝐢𝐳𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫! —de nada sirvieron sus súplicas, ya que al dar un paso más hacia atrás recibió una bala directo en la cabeza que lo mató al instante.
...
𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐦𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐪𝐮𝐢́ 𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐫𝐚́𝐬 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨.
Guardó el arma pasando alado de la chica en el suelo viendo el lugar con tranquilidad, sus alrededores y pensando que tal vez los amigos de los difuntos ya se habrían ido de escuchar los disparos, pero, él tenía la ventaja de la situación ya que ellos estaban borrachos, y un borracho no piensa, solo actúa.
Daniela
Aterrada se puso de pie marcándose en el camino, pero aún así avanzó hacia los dos borrachos que yacían en el piso. Muy en su interior esperaba que todo fuera parte de una broma, un juego pesado y de mal gusto que personas desconocidas decidieron hacerle a una chica sin hogar, pero no, ellos de verdad estaban muertos, la bala seguía en el interior de sus cráneos y además había un pequeño charco de sangre debajo de ellos que se iba haciendo cada vez más grande.
𝐂𝐚𝐫𝐚𝐣𝐨... —cayó de rodillas por la impotencia, el agotamiento y en parte el alivio de saber que ellos ya no le harían nada.— ¿𝐄𝐧 𝐪𝐮𝐞́ 𝐦𝐞 𝐡𝐞 𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨...?
Llevó sus manos a su cara quitándose poco a poco el sudor de la misma, moviendo algunos cuantos mechones que estorbaban a su vista y terminando por soltar un pequeño suspiro. No creyó ver cómo asesinaban a alguien enfrente suyo jamás, pero tal vez debió imaginarlo dadas sus circunstancias.
Un disparo más.
Daniela
Su cuerpo dio un pequeño brinco llevando sus manos de manera automática hacia sus oídos, donde los tapó con fuerza queriendo evitar escuchar los otros disparos acompañados de gritos desgarradores que pedían auxilio.
𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫... 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐚... —susurró llena de terror comenzando a temblar.
Borracho 1
𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫... —murmuró a lo lejos generando eco gracias a la amplia calle en la que estaba.— 𝐚𝐲𝐮́𝐝𝐚𝐦𝐞...
Daniela
Apenas se giró a ver de dónde y de quién provenía esa voz vio cómo el enmascarado apareció detrás del hombre que suplicaba por ayuda y disparó a su cabeza sin dudar.
Daniela
Ya no sabía si sentir asco, temor o lástima por aquel hombre, tenía miedo del enmascarado, pero así como tenía miedo de él también lo tuvo de esos borrachos. No quería pensar de manera negativa o con una mentalidad retorcida pero...
𝐓𝐚𝐥 𝐯𝐞𝐳 𝐬𝐞 𝐥𝐨 𝐦𝐞𝐫𝐞𝐜𝐢́𝐚𝐧...
...
𝐀𝐬𝐢́ 𝐞𝐬, 𝐯𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 —se fue acercando lentamente a la chica guardando el arma dentro de su traje para sacar un pequeño frasco de un contenido desconocido.— 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐮 𝐩𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚.
Daniela
Ella no veía su rostro, pero por un momento creyó que el tono con el que lo había dicho era uno alegre. Esperaba estar loca que a creer que alguien tan cínico como él tenía las emociones suficientes como para escucharse un poco feliz.— 𝐝𝐞... 𝐧𝐚𝐝𝐚...
...
Colocó el frasco frente a la chica para rociarlo haciendo que ella poco a poco fuera cerrando los ojos hasta caer inconsciente sobre el suelo.
Una vez ella quedó inconsciente la cargó sobre uno de sus hombros sacando un celular y marcando a un número desconocido.— 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐜𝐢𝐩𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐧𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨 100 𝐡𝐚 𝐚𝐜𝐜𝐞𝐝𝐢𝐝𝐨 𝐚 𝐣𝐮𝐠𝐚𝐫. 𝐕𝐨𝐲 𝐞𝐧 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨.
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