Los jugadores de esos números avanzaron ante la atenta vista de sus compañeros.
Una vez los jugadores nombrados se movieron de donde estaban originalmente, el campo de tierra sobre el que estaban se fue dividiendo dejando una separación de por los menos 20 metros de longitud y una profundidad de 30 metros, aunque debajo suyo había una red.
¡𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐭𝐮 𝐜𝐮𝐥𝐩𝐚! —gritó un chico avanzando ferozmente hacia la jugadora no. 100 para comenzar a empujarla cerca del barranco.— ¡¿𝐔𝐧 𝐣𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐮𝐞𝐛𝐚, 𝐞𝐧 𝐬𝐞𝐫𝐢𝐨?!
𝐂𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐛𝐨𝐜𝐚 𝐲 𝐬𝐚𝐥𝐭𝐚 —dijo alguien detrás del primer chico para darle una fuerte patada haciendo que cayera en la red.— ¿𝐓𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐛𝐢𝐞𝐧? —le ofreció una mano para ayudarla a ponerse de pie.
Pensaron en maneras de cruzar que no implicaran tener que lanzarse para ser descalificados y poder ahorrarse ese problema.
Entre todos intentaron dar opciones e incluso pensaron en hacer movimientos algo extraños como los superhéroes de las historietas pensando que tal vez eso podría ayudarles.
En unos minutos ningún participante vio nada, pero uno de ellos, una chica, logró algo.
Chica 1
¡𝐔-𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐬𝐩𝐚! —exclamó llamando la atención de todos, incluso de los primeros 32 jugadores que estaban al otro lado.— ¡𝐀𝐜𝐚𝐛𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐜𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐬𝐩𝐚! —después de su descubrimiento comenzó a dar brincos de felicidad sobre su lugar.
Mientras ella festejaba su descubrimiento junto a los demás, en el barranco sobre la red estaba el jugador descalificado recientemente, el número 528, quien estaba más que furioso por el hecho de que un jugador cualquier se haya enojado con él cuando en realidad la verdadera culpable no era nadie más que la chica que hizo que se iniciara ese maldito juego.
Chico 1
¡𝐓𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐧 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐢𝐣𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝! —apretó con fuerza sus puños mientras se ponía de pie con dificultad caminando sobre la red avanzando hacia la pared más cercana.
La única regla era cruzar al otro lado, sí, lo descalificaron pero no por eso se iba a detener, aparte de que no dijeron nada de los jugadores descalificados.— 𝐦𝐚́𝐬 𝐭𝐞 𝐯𝐚𝐥𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐩𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚... 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫.
Conforme los minutos pasaban poco a poco iban cruzando algunos participantes hacia el otro lado mientras que los jugadores que habían sido separados desde el principio los iban juzgando con la mirada. No les habían dado un papel muy importante pero era mejor que tener que esforzarse a cruzar una longitud tan grande.
Ya solo quedaban cerca de 130 jugadores esperando por cruzar, entre ellos Daniela, quien todavía no lograba descubrir su habilidad, aunque como compañeros, algunos de habilidad útil para ese juego los estaban ayudando a cruzar a pesar de que la gran mayoría todavía no encontraba su habilidad oculta.
Prefirió ya no decir nada, no quería discutir con alguien a quien acababa de conocer y que aparte la salvó de haber sido descalificada, pero no podía evitar enojarse dado que él no conocía su situación, ella tampoco sabía nada de él aparte de su nombre y nacionalidad, pero aún así tenía sus propios motivos.
Tiempo restante:
00:11:26 minutos.
Jugadores que faltan por cruzar:
74
Descalificados:
1
.
.
.
0
Chico 1
¡𝐄𝐬𝐭𝐨𝐲... 𝐚𝐪𝐮𝐢́! —ese repentino grito llamó la atención de los pocos participantes que quedaban del lado inicial del "precipicio".— ¡¿𝐂𝐫𝐞𝐢́𝐬𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐚𝐫𝐢́𝐚𝐬 𝐭𝐚𝐧 𝐟𝐚́𝐜𝐢𝐥 𝐝𝐞 𝐦𝐢?! ¡𝐏𝐮𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐞𝐪𝐮𝐢𝐯𝐨𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫! —su respiración era agitada, sus manos estaban sangrando pero no por eso se detuvo a descansar, al contrario, avanzó hacia la chica apartando al coreano para terminar por sujetarla a ella del pecho de la sudadera.— ¡¡𝐓𝐞 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐣𝐚𝐦𝐚́𝐬 𝐯𝐚𝐬 𝐚 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫!!
Daniela
Lo que cualquier otra persona hubiera hecho en esa situación de miedo hubiera sido correr, disculparse, comenzar a temblar o quedarse en estado de shock esperando ser golpeados o insultados por la persona enfrente suyo.
Pero ella no. Tenía miedo, muchísimo, pero había vivido situaciones todavía más peligrosas que estar apunto se ser golpeada por un desconocido. Cosas que nadie se hubiera imaginado.
Chico 1
Una vez la sujetó de la sudadera no dudó en alzar su puño contra ella ignorando los gritos de súplica porque se detuviera.— 𝐒𝐢 𝐭𝐚𝐧 𝐬𝐨́𝐥𝐨 𝐧𝐨 𝐡𝐮𝐛𝐢𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐝𝐨...
Yeon Jun
¡𝐄𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚! ¡𝐍𝐨 𝐥𝐨 𝐡𝐚𝐠𝐚𝐬! —no había sido lanzado muy lejos, pero aún así fue una distancia considerable, por lo que apenas se compuso se puso de pie resbalando y corriendo para detener al chico.
Chico 1
Su puño se envolvió en llamas azules, las cuales eran consideradas todavía más peligrosas que las naranjas con rojo.
Él no temía golpear a una mujer, ya lo había hecho anteriormente, pero no porque lo haya querido, sino porque las circunstancias lo llevaron a hacer eso.
Daniela
El puño ya estaba rozando su cara, el calor iba en aumento, de inmediato lo supo, si no lo esquivaba o salía a flote su habilidad moriría calcinada.
Con agilidad y algo de temor alzó una de sus manos llevándola hacia el antebrazo del chico enfrente suyo haciendo que terminara por golpear al aire y a la nada por supuesto.
Fue un gran puñetazo, una enorme llama y un gran poder destructivo que de no ser porque el lugar en el que estaban era grande hubiera quemado el escenario por completo.
Él por el contrario no estaba escuchando lo que se había anunciado por todo el lugar respecto a su habilidad descubierta.
Ni siquiera estaba interesado en eso, más bien, estaba intrigado por saber de dónde había provenido esa ráfaga de aire frío que envolvió su brazo al momento en que ella lo tocó.
Apenas el puñetazo de fuego golpeó el aire ella se alejó del chico mostrando su mano abierta hacia los pocos que todavía estaban de ese lado para detenerlos, los cuales fueron retrocediendo lentamente.
Chico 1
𝐄𝐫𝐞𝐬... 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐬𝐮𝐞𝐫𝐭𝐮𝐝𝐚... —fuera de enojarse como cualquiera hubiera imaginado, él sonrió; fue una sonrisa pequeña, casi imperceptible pero a la vez lo suficientemente visible como para que todos los espectadores lo miraran con cierto asombro.— 𝐞𝐱𝐢𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐯𝐚𝐧𝐜𝐡𝐚 —ahora su gesto pasó de ser gentil a amenazador.
Daniela
Apenas sintió la amenaza avanzó a él a una increíble velocidad para terminar por golpear su mentón con fuerza logrando hacerlo desviar su rostro a la vez que terminaba por perder el equilibrio y caer inconsciente.
𝐒𝐢́... 𝐲𝐚 𝐦𝐞 𝐡𝐚𝐧 𝐝𝐢𝐜𝐡𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐝𝐞𝐦𝐚𝐬𝐢𝐚𝐝𝐚 𝐬𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞...
Comments