Avaricia y conflicto

Parte 2

—Mi General, quiero preguntarle si esto puede en verdad ser más grave, ¿a tal extremo? —preguntó un Teniente, Guso le llamaban.

—Guso, y también los otros tenientes y los otros capitanes, esto ya es un hecho. Esta batalla pasó de ser un intento de poder a una adquisición de poder por medio del derrame de sangre. No lo duden, esto nos afecta a todos nosotros, créanlo, y no se confíen, muchas cosas están por suceder —replicó Mihiuhara.

Desde el fondo de la reunión flotó una voz, esta en forma de pregunta que contenía:

—¿Lucharemos nosotros solos contra lo que se viene, mi General? —Aquella era Hirayama, inocente y arrinconada entre las miradas de los presentes.

—¿Qué intentas decir con esa pregunta, Hirayama? —preguntó su superior, el Capitán Kusaki.

—Mi Capitán, mi General, con todo respeto, creo que la guerra que mencionamos recae en algo que ya conocemos. Odio decirlo, pero la avaricia de mi familia ha llevado a esto, ha traído la necesidad de lucha, una necesidad innecesaria. Odio decirlo, pero no podemos luchar en algo que no nos corresponde, que no les corresponde a ustedes. Creo que, sin derramar sangre, aún se puede luchar. Mis hermanos y personas de mi sangre se equivocan si creen que al desenvainar sus sables encontrarán respuesta a todo acto de hostigamiento del enemigo...

—Hirayama, detente, por favor, es suficiente —ordenó el Capitán Kusaki.

—Déjala que termine, quiero escucharla —dijo Mihiuhara.

Hirayama respiró fuerte, agachó su mirada y continuó hasta que sus pupilas dilatadas le pidieron pestañear.

—En verdad lo siento. Muchos de ustedes ya saben la verdad del clan militar Hirayama, y yo soy sangre de esta familia, y yo soy consciente de lo que han hecho. Y yo sé, más que nadie, qué puede esperarle a la provincia gracias a lo ilimitado de la avaricia de estos, y de los otros también... Por eso le pido, mi General, que... tome las cosas con más calma. Sé que usted no toma decisiones solo, que necesita el respaldo del Shogún y otros nobles... pero mi General, créame que es necesario tomar calma en esta situación, porque si damos un paso en falso le daremos la oportunidad al clan Hirayama y al clan Rashomon de provocar una guerra sangrienta y caótica...

—Teniente Hirayama, ¿quiere saber cuál es la decisión que se ha tomado por el momento frente a tal situación? —preguntó Mihiuhara.

—Sí... sí, sí, mi General, todos queremos saber.

Todos dejaron de ver a Hirayama y, expectantes de la materialización de las palabras del General, tragaron saliva o pasmaron sus pupilas.

—Oficiales, en una reunión secreta elaborada hace no más de diez horas se habló con el Consejo del Shogún, con el Shogún en persona y con varios nobles más pertenecientes al clan Fujiwara, sobre la solución pronta a todo lo que sucede y a todo lo que sucederá posiblemente. No fue encontrada como tal, pero abrió la posibilidad de un diálogo entre representantes mayores de los dos clanes...

—¡No, mi señor! ¡Es imposible que se haga un diálogo con el vil clan de los Rashomon! ¡Son asesinos de monjes! ¡De niños también! —gritó un Capitán.

—¡Calma, mi Capitán! —exclamó su subordinado—. Tenga un poco de respeto por el General y los demás capitanes.

—¡Tú no me digas qué hacer, Urito! Soy tu Capitán y me debes respeto a mí primero.

—Pero, Capitán...

—¡Suficiente! —dijo el General Mihiuhara—. Quiero terminar, por eso pido que no se alteren.

—Lo siento, mi señor, perdóname por mi algarabía, pero debe entender que lo que dice usted no contiene lógica. Con el respeto que usted se merece, no se puede negociar con un clan tan hostil.

—Ustedes no han entendido aún, por eso deberían guardar silencio, para que el General pueda explicar lo que se debe hacer —dijo el Capitán Kusaki.

Ya sin alboroto, la reunión llamaba a su final, no sin antes hablar de lo que se quería hablar.

—Capitanes y subordinados, ¿no se han preguntado por qué no he mencionado qué nuevo daimio tomará el poder de Yoru ga han?

Los doce samuráis presentes cayeron en sorpresa y arrugaron sus frentes en señal de confusión.

—¿Tiene que ver la decisión del nuevo daimio con el conflicto de los clanes militares? —preguntó un Capitán.

—Mucho... No lo saben, pero les diré: el nuevo daimio del territorio Yoru Ga fue elegido hace diez horas en la reunión donde estuve yo presente...

—¡¿Qué?! ¿El reemplazo del señor Minamoto ya fue proclamado? —exclamó un teniente.

—Déjenme terminar. El nuevo daimio que se comenzará a conocer oficialmente desde mañana tomó su primera decisión, la cual se refiere al tema que estamos tratando: él optó por reunir a los representantes mayores del clan Hirayama y del clan Rashomon. Esto después de tomar como ideal una lucha sin sangre. Quiere que el conflicto interno no pase a mayores, pero también ha decidido algo que he apoyado sin dudar: cazará a los ronin que fueron autores de las masacres y a los autores intelectuales que estén al margen.

—¿Eso quiere decir que si un samurái de rango alto está detrás de los asesinatos será castigado? —preguntó una voz ajena.

—Será castigado con sentencia de muerte sin dudar —respondió el General Mihiuhara.

—¿Será castigado un Jefe militar o un noble de la corte imperial si es autor de todo esto? —preguntó el Capitán Kusaki.

—Será castigado.

—¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe que el nuevo Daimio no intentará proteger a su propia sangre aun si este es un asesino de niños o de santos? —preguntó Kusaki.

—Porque este Daimio es diferente a muchos que se han conocido o que se conocen.

—¿De quién habla, mi General? Díganos, por favor, quién es el nuevo señor de estas tierras —pidió un Capitán.

—Nuestro señor Monoho, un año antes de morir, escribió en su testamento sobre la persona que quería que lo reemplazara. Se trata de alguien que, aunque no tenga experiencia en el cargo, estoy seguro de que sabrá librarnos de este conflicto que se acerca...

—¿Quién es, mi señor?

—¿Quién es?...

El General silenció su pálpito, suspiró y dijo:

—Este hombre no es de la familia Minamoto, viene de la familia Fujiwara. Hablo de Yuko Fujiwara, hijo del legendario Jefe militar Yusuke Fujiwara.

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