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Plata

Plata

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Apoyo mutuo / Amor en la guerra / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:32.6k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Noveno libro de saga colores.

El reino se tambalea con la llegada de la nueva reina proveniente de una tierra desconocida, Sir Levi, ayudante del rey, emprenderá un viaje para hacer un trato con el gobernante, Eudora, la aspirante espía, insistirá en acompañarle, una tentación a la que el sir no podrá resistirse.

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10. Las manchas en mi piel

...EUDORA:...

Me dolía la cabeza, desperté por la inquietud.

La herida me punzaba, debajo de la venda había una agonía.

Me quedé boca arriba, en la cama de mi camarote, observando la litera de arriba, tratando de concentrarme en algo que no fuese ese corte en el brazo.

Era de noche y el movimiento del barco solo aumentaba mi malestar.

Alguien abrió la puerta.

Entró con una lámpara de queroseno para iluminar la estancia.

Conocía ese cuerpo delgado y esbelto, también las ropas oscuras, el cabello liso con un mechón rozando el rostro, los aretes que brillaban con la luz como plata pulida.

colgó la lámpara en el techo.

— Traje agua y comida — Dijo al ver que estaba despierta, traía una bandeja.

— Quiero agua — Me senté con cuidado.

Me tendió la cantimplora de cuero.

Bebí desesperada.

Acercó la bandeja.

— Come.

La coloqué en mi regazo.

No me apetecía comer, pero necesitaba estar fuerte.

— No quiero que se le infecte la herida — Dijo y seguí comiendo, eligió vegetales más que todo, por algo estaba delgado.

— No pasará, me echaron alcohol antes de coser.

— Las heridas son impredecibles — Se quedó de pie, cerca de la litera, su camisa holgada estaba desabotonada hasta el pecho, revelando unos extraños signos grabados en su piel.

¿Tenía tatuajes?

— Solo es un corte en el brazo.

— Se desangró mucho.

— Me voy a recuperar — Dije mientras masticaba — Una vez me corté con un cuchillo de cocina, en este dedo — Le enseñé el dedo índice — Sangre tanto que parecía un río rojo, la uña no me crece completa debido a eso, también me quemé varias veces y me caí en el baño de la duquesa unas diez veces más, estoy acostumbrada a este tipo de cosas, me acostumbré a trabajar con fiebre y con dolor, así es la vida de una sirvienta, no hay excusas para descansar.

— Es fuerte, pero tampoco debe excederse, no está trabajando, está en un barco, en pleno mar.

— Lo sé.

— Aún así, los cortes en batallas son más riesgoso, pude haber perdido el brazo si ese pirata le hubiese conectado como es.

— Con un brazo faltante no iba a poder encadenarme — Bromeé y se mantuvo serio.

— No estoy jugando ¿Por qué sigue pensando en ello?

El sir era extraño, pero ahora lo era más. ¿Era su necesidad por domarme lo que lo hacía preocuparse por mí?

Siempre supe que existían cosas perversas entre los nobles, oía de las orgías en los clubes de caballeros, de mujeres con varios hombres a la vez y todo tipo de cosas que me resultaron asquerosas al oir de ellas, pero nunca estuve ante alguien que tuviera un gusto extraño por encadenar a las mujeres.

La reina Vanessa fue otra con un gusto parecido, solo que le encantaba torturar.

Levi aseguraba que era solo para disfrutar, pero yo no confiaba del todo, además, yo no podía dejarme hacer algo así.

Había tomado mi decisión, no quería que las manchas en mi cuerpo fueran vistas por nadie y menos por un hombre.

Se sentó a mi lado, tenía que inclinarse para poder hacerlo, la cama de arriba no le permitía estar del todo erguido.

— No le agradecí.

— ¿Por qué? — Preguntó, arqueando las cejas.

— Por salvarme de ahogarme la primera noche en el barco y por ayudarme con esos piratas.

— Era mi deber como su superior, además, yo consentí que viniera, es mi responsabilidad velar que nada le suceda — Dijo y seguí comiendo.

— Bueno, gracias por ser tan responsable.

Me evaluó detenidamente, apoyando los brazos de sus rodillas.

Seguí comiendo.

— Eudora, dame una respuesta.

— ¿De qué? — Pregunté con inocencia.

— Sabe a lo que me refiero.

No respondí.

Me dejó comer en silencio.

Le entregué la bandeja y bebí más agua.

La dejó sobre la silla.

— ¿Se quedará toda la noche aquí? — Dije, observándolo.

— Si usted me lo permite.

Recorrí mis ojos por su cuello y su pecho, esos tatuajes llamaban mi atención.

Mi corazón se aceleró, los nervios me recorrieron.

— Yo no se lo permito.

— Es cruel — Resopló.

— No es decente — fruncí mis labios, observando la lámpara de queroseno — No con lo que hace, podría simplemente no hacer caso a mis demandas.

— ¿Ah, sí?

Lo observé.

Se acercó repentinamente.

Posó sus labios en los míos.

Se apartó en seguida.

Me quedé atónita.

— ¿Qué? No soy decente, puedo hacer lo que desee y lo hago — Sus pestañas se agitaron al parpadear y observarme de reojo.

Jadeé.

Se sintió cálido y suave.

Fue poco.

¿No iba a besarme más?

Volvió a girar su rostro hacia mí.

Le di un beso corto también.

— Yo también puedo hacerlo — Lo reté.

Su expresión se encendió.

Rodeó mi mandíbula con firmeza.

Me empujó y terminé acostada sobre la cama.

Entró en la litera y se recostó a mi lado, colocándose un poco sobre mí.

— No puede hacerlo, no sin mi autorización.

— ¿Por qué usted si y yo no?

Rozó mis labios nuevamente.

Exploró lentamente, con suavidad.

Mi respiración falló, ante el ritmo paciente de su boca.

Succionó mis labios, me abrió la boca y su lengua exploró en la mía.

Mi cuerpo se sintió ansioso, mi interior se inquietó, agitando entre mis piernas, en una fuerte demanda

Se apartó y me observó.

— ¿Quiere más?

— Si, deme más.

Se rió.

Se recostó a mi lado.

— ¿Eso significa qué aceptará ser mi felina?

Me quedé pensativa.

— Aún no lo decido.

— Entonces no habrá más besos.

Fruncí el ceño.

Se elevó, apoyándose del brazo, luego apoyó la cabeza de su puño.

— Vaya a su habitación, no necesito sus besos — Jadeé.

Me giré, dándole la espalda.

Sentí un golpe en mi trasero, picoso y ardiente.

Lo fulminé con la mirada.

— Nalgadas por respondona.

Volvió a darme.

Gemí.

— Le gusta recibir castigo, admitelo.

Giré mi cuerpo y me aproximé.

Lo besé sin su permiso, moviendo mis labios como pude, hambrienta, necesitaba más de él.

Respondió, mordiendo mis labios de forma agresiva, succionando con fuerza, eso hizo eco entre mis piernas. Enterró una mano en mi cabello y tiró un poco.

Rozó mi nariz con la suya.

— Necesita unas buenas lecciones, nadie me besa sin que yo lo pida.

Le di otro beso.

— Yo si lo hago.

Me empujó, colocándose arriba de mí.

Rodeó mi cuello.

Bajó su mano y desató mi cinturón.

Deslizó su mano dentro.

Gemí al sentir los dedos allí.

Acarició de forma lenta, arriba, en una parte tan sensible al tacto.

Con cada trazo mi cuerpo se desesperaba más.

Me recorrieron espasmos al ritmo circular de sus dedos.

Mordió mis labios mientras seguía acariciando.

Estaba tan inmovilizada, cuando sostuvo mis muñecas por encima de mi cabeza, cuando sus piernas me dejaron inmóvil.

No podía moverme mientras me acariciaba.

Gemí, jadeando, queriendo agitar mis caderas.

Era exquisito y desesperante a la vez.

— Necesita muchas lecciones para aprender que al amo no se le cuestiona — Dió una palmada allí y me estremecí, volvió a acariciar con más fuerza.

Sollocé — Por favor.

— ¿Por favor qué? — Exigió, con su voz gutural, los mechones de su cabello acariciaban mi rostro.

No sabía que quería, solo quería más.

Más caricias allí.

No, no no iba a suplicar tan pronto.

— No es mi amo.

Detuvo las caricias y protesté.

Me moví debajo, desesperada.

Presionó su entrepierna, estaba tan duro.

— ¿Quiere esto?

Mi interior se estremeció, clamando eso.

Me soltó y se alejó.

Cerré mis piernas, me sentía desahuciada, muy desesperada.

Se quedó jadeando y olió sus dedos, luego los lamió.

Mi respiración se atoró.

— No habrá más caricias hasta que acepte.

Se lamió los labios.

Me quedé inmóvil.

No pude hablar, todavía tenía el corazón en la boca.

Me quejé, mi herida estaba doliendo.

— ¿Está bien? ¿La lastimé? — Preguntó al ver que me acariciaba la venda.

— Déjeme en paz.

— No se ponga así, descanse — Dijo, acostándose a mi lado.

— Oiga, usted no dormirá aquí.

— Si lo haré.

— Puede que las mujeres anteriores si lo obedecieron sin cuestionar, pero yo no quiero imposiciones — Protesté.

— Solo se queja porque me detuve.

Le lancé una mirada fulminante.

Sonrió con arrogancia.

Se quedó en la orilla mientras yo intentaba dormir boca arriba.

Sentía su mirada fija en mí.

— Déjeme dormir.

— No estoy haciendo nada.

Suspiré pesadamente.

Mi cuerpo se sentía despierto, con su olor y su calidez cerca, mi inquietud se mantenía intacta, desesperada por más, pero no lo iba a admitir.

— Me duele la herida.

— Hace rato ni lo notó — Suspiró cerca de mí, su respiración me rozó el cuello — ¿Por qué tiene las mejillas tan rojas?

Alejé mi rostro, sin abrir los ojos.

Soltó una risa grave.

Me concentré en otra cosa, en mis recuerdos de labores en el palacio, así pude dormirme.

...****************...

Abrí los ojos.

Me encontré con el rostro relajado de Levi.

Estaba dormido.

Si se quedó.

Observé su camisa y aparté con cuidado para ver su pecho.

Los tatuajes eran idénticos a los pendientes de sus aretes. Espirales con letras extrañas y pequeños signos de fuego y bestias con dientes largos.

Me tomó de la muñeca y me asusté.

Elevé mi mirada.

— ¿Qué hace?

— Viendo los tatuajes.

— Es muy curiosa.

Se apartó, levantándose, abotonó su camisa y peinó su cabello con los dedos.

Pude salir de la cama e hice lo mismo.

— Hoy va a descansar, no habrá entrenamiento.

— No voy a quedarme en la cama — Dije, buscando el balde para limpiarme el rostro.

— No se esfuerce.

Puse los ojos en blancos.

Me limpié con una toalla, Levi se mojó el rostro y el cabello se le mojó.

Él se acercó y me quitó la toalla para secarse.

— Entonces me quedaré paseando por la cubierta, hablando con el capitán — Dije, mientras me peinaba el cabello con las manos.

Apartó la toalla de su rostro y sus ojos me observaron como si hubiese firmado sentencia de muerte.

— Ya me cobraré cuando sea mi felina.

— ¿Qué le asegura que lo seré? — Elevé una ceja.

— Mis dedos empapados por su florecita desesperada.

Lo evalué detenidamente.

— Y usted estaba duro, muy duro, eso a mi parecer también es desesperación — Dije, mientras me trenzaba el cabello.

Se colocó detrás de mí y sostuvo mis caderas, me empujó contra él.

Se inclinó.

— Es deseo, deseo por enterrarme en esa florecita — Susurró contra mi oído, provocando un escalofrío en mi piel.

Giré mi rostro hacia él.

— Cambiará de opinión luego.

— Jamás cambiaré de opinión — Mordió mi oreja y solté un jadeo.

Cuando viera las marcas en mi cuerpo, las que crecieron con el tiempo y problamente seguirían creciendo, destintando mi piel como si fuese una pintura desgastada, tal vez sentiría asco.

— Si lo hará.

— Probé su miel, jamás me arrepentiré si me entierro en su interior, estoy seguro de que me volveré loco.

Me quedé callada.

Acarició mi cintura y empezó a besar mi cuello.

La puerta se abrió.

El capitán casi derrama la bandeja de comida.

El sir se apartó de golpe y me ardió el rostro de la vergüenza.

— Lo siento, no sabía que usted estaba aquí — Albert parecía disgustado.

— ¿No sabes tocar la puerta? — Gruñó, enojado.

— Teniendo en cuenta que Eudora estaba lastimada, creí cortés traerle el desayuno.

Me aproximé a él, recibiendo un ceño fruncido de Levi.

— Muchas gracias, Albert — Tomé la bandeja.

— Me alegra ver que está bien — Sonrió con debilidad.

— Si, aunque siento un poco de molestia en el brazo.

— Con los días pasará — Dijo, incómodo por lo sucedido, no era el único.

— Por supuesto.

— Me retiro entonces — Se alejó.

— ¿Qué rayos se cree para entrar así? ¿Ya lo ha hecho antes?

Fruncí el ceño — ¿Qué rayos insinúa?

Suspiró pesadamente.

— Nada, es solo que no me gusta que otro hombre este tan cerca.

— Pues vaya problema que tiene usted, este barco está lleno de hombres, así que tendrá que acostumbrarse — Siseé.

— Lo lamento, me retiraré.

— Si gracias, ya no necesito su compañía.

— Nos vemos luego.

Se marchó del camarote.

Me subí la camisa y observé las marcas en mi abdomen, blancas y feas, devorando el color de mi piel.

No quería que alguien las viese, la duquesa Pepper fue la única y no opinó nada al respecto, pero no creo que sir Levi estuviese a gusto con esto y más si me quería para sus juegos, seguramente buscaba mujeres con cuerpos y rostros hermosos, sin marcas ni imperfecciones.

Yo siempre fui la extraña del grupo.

1
juana maria meneses bautista
excelente inicio de la historia una nueva aventura que leer....
lu
obvio que escuchó, por eso se sintió más emocionado
lu
la saga es muy buena
Yise
Golozaaaaaaa aissshhh q calorrrchh q capitulo más intenso ufffffff mira q jiros más bruscos e inesperados dio, pero me encantó....... Eudora bb cosita rika debes estar agradecida q has atrapado a esa fiera solo para tí, así q ve con calma q ya ese macho pecho peludo espalada plateada es tuyo todo tuyo. Golozaaa /Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/
Blacina Calvo Fernández
Excelente historia. Poco a poco Eudora ha ido enamorando a Levi.
Yilli Paola Soto Nuñez
claro que escucho y por eso se prendió más que no se resistió y sembró la semilla en ella cuando quieran regresar van llegar con un nuevo integrante en el barco
Sol
si escucho pero no sabe cm reaccionar a esa palabra q significa mucho
Marcela Lopez
está emocionante 🥰
Mary Ney
Escritora dele a Albert una buena esposa,, se la merece, har sir ya estas enamorado creo que escuchaste Eudo el Te Amo/Smile/
Laura Ojeda
me encanta autora gracias.. creo que Levi y Eudorita van a ser padres si siguen así....
𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤
👁️👄👁️ yo al ver que Levi le dió como cajón que no cierra y le echó sus bendiciones a 10 meses de llegar a Floris 🤣🤣🤣 Probablemente haya bebé salvajito nuevo❤️💖
Nella Reyes
claro que te escucho sólo que no sabe como decir la palabra aún pero de que la siente la siente... sino no se hubiera derramado en ti.... apuesto a que deseo en silencio poner la semilla de un bebé en tu vientre
Daiana Ibarra
Albert de cada lugar quiere un recordatorio ahora quiere a l salvaje q le pida al rey como pago x su trabajo
Daiana Ibarra
cuando lleguen al rey van a llegar con un bebé recién nacido si siguen asi
Nella Reyes
Eudora eres una heroina, no sólo salvaste a la guerrera, también a las mujeres y niños que iban a ser asesinados y por último salvaste a tu suegro... tienes un corazón de oro puro así que Levi debe estar además de Enamorado, orgulloso que no cabe en su pecho la mujer fuerte que eres
Orozco Beatriz
si escuchó, solo que se emocionó y te dio como cajón de gabeta mal colocado 🤭🤭
Eliana Cardona
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Eliana Cardona
Que emocionante es esto 👋👋👋
Faveamny Calderon
naaaa si te escucho querida pero típico de los hombres hacerse los sordos para no te er que demostrar sus sentimientos o aceptar que cayeron en las garras de cupido 🤭🤭🤭🤭
Melissa Janeth Basilio Polo
gracias , gracias por actualizar ....moría de la impaciencia por leer otro capítulo 🥺
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