MI VECINA, MI OBSESIÓN

Amanda está sin camisa, solo en ropa interior, el hombre encima de ella también está con el torso desnudo dejando a la vista un cuerpo entrenado. La besa con pasión mientras ella responde de la misma manera, sus piernas están cruzadas alrededor de la cadera de él. La escena muestra de todo menos un ataque violento, más bien es íntima.

Mi estrepitosa entrada los sorprende tanto como a mí, por una fracción de segundo todos nos quedamos estáticos, hasta que el tipo ese se levanta furioso gritando y avanza hacia mí.

— ¿Qué carajos haces imbécil? ¿Quién eres tú para entrar así a la casa de mi mujer? — mientras grita me empuja y ni siquiera eso me saca de mi estupor. Amanda se cubre con su camisa y corre a detenerlo de sus claras intenciones de golpearme.

— Santiago, para ya... —se coloca entre los dos y me dedica una mirada inquisidora— Christian, ¿qué haces aquí?

Juro que intento hablar, pero nada sale de mi boca, en cambio, mis ojos recorren toda la escena, el sillón revuelto, las copas en la mesa, el aspecto de Amanda, despeinada, casi sin ropa, con algunos rastros de lágrimas en sus mejillas. La furia me invade de nuevo, ese idiota la hizo llorar y quizás quiso forzarla... Ella lee mis pensamientos porque de inmediato intenta explicar.

— Chris, no es lo que parece... él es...

—¿Cómo que no es lo que parece? —la interrumpo con enfado, parezco un novio celoso. — Este tipo quiere hacerte daño. — mientras hablo la jalo del brazo poniéndola detrás de mí y haciendo frente a ese imbécil que comienza a reírse a carcajadas aplaudiendo como una foca.

— Amanda, no me digas que me cambiaste por este chiquillo que se cree tu héroe.

— ¡Cállate idiota! — lo empujo lleno de ira, deseo golpearlo con todo mi ser. Él se me viene encima de vuelta, pero Amanda se interpone entre los dos, poniendo sus manos en el pecho de cada uno.

—¡Basta los dos! Santiago es mejor que te vayas.

— ¿Qué? ¿Por qué yo? Amanda tenemos cosas pendientes. El que se tiene que ir es este.

— Espérame en la habitación entonces, debo hablar con Christian. — sin dejar de mirarme con desafío y desdén, el tal Santiago se dirige al pasillo.

Amanda, aún con su mano en mi pecho, suelta un suspiro, está en brasier frente a mí, pero no parece importarle y sinceramente a mí tampoco dadas las circunstancias, estoy colérico, furioso de que ese hombre la haya tocado y ella lo permita.

— Christian, luego te explico todo, pero lo mejor es que ahora te marches. —habla sin levantar la mirada y sin apartar la mano.

— No me voy a marchar, ese hombre estaba haciéndote daño, yo lo vi — dije presionado si mano contra los agitados latidos de mi corazón.

— Él no estaba haciéndome daño, Chris, no es lo que parece...

—Entonces ¿qué es? —mi voz salió en un pequeño susurro, dándome cuenta de que interrumpí una posible reconciliación entre ella y su ex. De repente se me vino a la cabeza el nombre que ella mencionó en esa llamada cuando tuvimos nuestro primer encuentro. Él es su ex marido.

— Es... Complicado... Yo... — sigue sin levantar la mirada y siento que es algo que no hizo por su propia voluntad. Estoy tan confundido, quiero protegerla y partirle la cara a ese imbécil, pero ella me da a entender que fue con consentimiento, no lo sé.

—Amanda, si él te está obligando yo puedo ayudarte...

— No, Chris, él no me obliga a nada. No deberías haber visto nada.

— Pero yo vi que discutían, yo... vi que él te tiró... — mientras ella niega con su cabeza mi argumento pierde solidez — ¿Acaso tú y él...?

— Mira Chris, esto no es de tu incumbencia, discúlpame, pero no deberías estar aquí, no deberías haber espiado por tu ventana. — ¿qué carajos está diciendo? ¿Ahora es mi maldita culpa? — Soy una mujer adulta y puedo defenderme sola, no necesito que corras a rescatarme y tampoco me gusta que controles lo que hago a través de la ventana.

— ¿En serio me dices esto, Amanda? Yo no te espío, simplemente vi por mi ventana y oh, casualidad, veo como alguien te agrede y ¿pretendes que me quede de brazos cruzados? — en mi rostro se manifiesta mi desconcierto y mi bronca por sus palabras. — En todo caso si piensas follar con alguien y no quieres que nadie te vea ¡cierras las malditas cortinas! —me siento tan molesto que hasta le levanto la voz.

— Esta es mi casa y hago lo que me da la puta gana —la furia brota de sus ojos mientras si dedo índice se clava en mi pecho a cada palabra que dice — si quiero follar pegada a la ventana para que todo mundo vea soy dueña de hacerlo y no consiento que un niño venga a hacerse el héroe y a decirme lo que puedo o no puedo hacer con mi vida, cuando ni siquiera sabe que hacer con la suya propia.

— ¿Eso soy para ti? ¿Un simple chiquillo que te espía y quiere hacerse el héroe? ¿Eso es lo que realmente piensas de mí? — esas palabras son como dagas en mi corazón, siento una opresión en el pecho y mis ojos comienzan a arder.

Sin esperar ninguna respuesta me giro y salgo, ni siquiera me molesto en llamar al ascensor, prefiero usar las escaleras, necesito descargar toda esta mezcla de emociones que me invaden y que me tienen confundido. Por un lado, la furia, la ira y la bronca de que esté con su ex y por como me trató; por otro lado, la tristeza de saber lo que realmente cree que soy, la opinión que tiene de mí, eso me mató.

Al llegar a mi departamento me encargo de cerrar absolutamente todas las cortinas. No quiero ver como está con otro hombre. No quiero volver a saber de ella, no quiero tenerla en mi vida para nada.

Me cambio de ropa y salgo con rumbo al gym, usualmente no entreno a esta hora, prefiero hacerlo temprano por la mañana, pero hoy necesito descargar toda esta energía, toda esta bronca que sigue bullendo en mi interior.

Necesito olvidarme de ella, necesito sacarla de mi sistema para siempre.