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RIVALES DE OFICINA

RIVALES DE OFICINA

Status: Terminada
Genre:Oficina / Equilibrio De Poder / Malentendidos / Traiciones y engaños / Amor-odio / Romance de oficina / Completas
Popularitas:98.9k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yazz García

Camila tiene una regla: no mezclar negocios con emociones. Pero Gael no es fácil de ignorar. Es arrogante, brillante y está decidido a ganarle. En los proyectos, en las reuniones… y también en el juego de miradas que ninguno de los dos admite estar jugando.

Lo que empezó como una guerra silenciosa de egos pronto se convierte en una batalla más peligrosa: la de resistirse a lo prohibido.

¿Hasta dónde están dispuestos a llegar por ser los mejores… sin perderse el uno al otro?

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

A veces ganar es perder el control

*⚠️Advertencia de contenido⚠️*:

Este capítulo contiene temáticas sensibles que pueden resultar incómodas para algunos lectores, incluyendo escenas subidas de tono, lenguaje obsceno, salud mental, autolesiones y violencia. Se recomienda discreción. Este en especial contiene escenas explícitas 🔞

...****************...

Nunca pensé que diría esto, pero... Gael sabe elegir vino.

Y playlist.

Y ropa interior masculina que se asoma "accidentalmente" cuando se sienta en el sofá con una copa en la mano y una sonrisa idiota.

—¿Siempre invitas a tus enemigas al departamento para emborracharlas? —le pregunté mientras me acomodaba frente a él con la copa número cinco.

—No suelo tener enemigas tan guapas. Ni tan tercas.

—No soy terca. Tengo convicciones firmes.

—Y un carácter que podría prenderle fuego al edificio.

—¿Te molesta?

—Me prende.

Me reí. Esa risa que sale sin filtro, sin pensar, porque ya tengo suficiente vino en la sangre como para olvidarme de que estamos trabajando.

O algo parecido.

El proyecto seguía abierto en su computadora, pero estaba olvidado. Igual que nuestros apuntes. Igual que cualquier intento de mantener la distancia.

La conversación se fue torciendo. Aflojando. Calentando.

—¿Te das cuenta de que si esto sale bien, vamos a tener que seguir trabajando juntos mucho más? —dije, dándole un sorbo lento al vino.

—¿Y eso te asusta?

—Me preocupa.

—¿Porque temes que termine enamorado de ti? —dijo en tono burlón.

—Porque temo que me dé por arrancarte la ropa antes que las ideas.

Silencio.

Silencio largo.

Él apoyó su copa en la mesa con cuidado y se acercó.

Demasiado.

—Dímelo otra vez —susurró.

—¿El qué?

—Eso de la ropa...

—¿Estás sordo o solo eres un provocador profesional?

—Ambas —susurró, y juro por todo lo que amo que su voz me rozó la clavícula.

Me eché hacia atrás en el sofá, pero él me siguió, lento. No encima mío, pero tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.

—Esto es una mala idea —dije, aunque mi cuerpo no opinaba lo mismo.

—Lo peor que podría pasar es que al día siguiente sigamos compitiendo como siempre.

—Y lo mejor... —dejé la frase en el aire.

—Lo mejor es esto —dijo, y deslizó sus dedos por la línea de mi cuello, bajando hasta el tirante de mi blusa.

Yo no me moví.

Ni él.

El aire entre los dos era electricidad pura. El vino, culpable de que yo no me levantara. Y también de que mis piernas se abrieran apenas un poco, como quien abre una puerta con miedo, pero queriendo que alguien entre.

Él se inclinó. Muy lento. Su frente tocó la mía.

Su nariz rozó la mía.

Sus labios... no llegaron a tocarme.

—Estás temblando —me dijo en voz baja.

—Tú también.

—No voy a besarte si no me dejas.

—¿Y si quiero que lo hagas pero no quiero decirlo?

—Entonces solo... mírame así.

lo hice.

Y me besó.

No fue un beso dulce. Ni romántico. Fue caliente. Urgente. Con sabor a rabia acumulada, a tantas noches de provocarnos con palabras en vez de caricias.

Su boca me transmitió ese deseo reprimido.

Sus manos también.

Cuando me tomó por la cintura y me sentó encima suyo, casi sin romper el beso, supe que habíamos cruzado la línea sin retorno.

Y, honestamente, no quería volver atrás.

Mis caderas se movieron por instinto, y él gimió suave, como si cada roce fuera una explosión.

—Maldita sea, Camila...

—¿Sí?

—No pensé que te vería así.

—¿Así cómo?

—Jodidamente irresistible cuando estás perdiendo el control.

Lo empujé contra el sofá y me quedé encima de él, mirándolo con los labios rojos y la respiración temblando.

—Entonces prepárate, apenas estoy empezando.

Su boca estaba en mi cuello. Su aliento caliente me erizaba la piel. Sus manos me apretaban la cintura como si fuera su ancla... o su perdición.

No sé en qué momento mis piernas rodearon sus caderas, ni cuándo mi blusa terminó en el suelo. Pero ahí estaba, con mi sujetador a medio caer y su mirada clavada en mí, como si me hubiera esperado toda la vida.

Y juro que yo también lo había esperado. Aunque no lo supiera.

—Camila... —susurró con la voz ronca, mientras sus dedos bajaban por mi estómago.

—Gael… —le dije, y lo sujeté del cabello para inclinar su cuello, luego besarlo con hambre, con rabia, con las ganas acumuladas de días de tensión mal disimulada.

Él gimió. Me mordió el labio. Me levantó de su regazo y caminó conmigo en brazos como si no pesara nada, hasta su habitación. Cada paso suyo era una declaración de sus intenciones.

No había dudas.

No había espacio para el arrepentimiento.

Me dejó caer sobre su cama. Yo reí, apenas. Un susurro entre jadeos.

—¿Qué te hace tanta gracia?

—Que en el fondo, sabías que esto iba a pasar.

—¿Y tú no?

—Yo me resistí. Hasta ahora.

—Entonces deja de resistirte.

Se arrodilló al borde de la cama y me miró mientras desabrochaba mis pantalones, con deseo puro. Deslizó la tela con lentitud, dejando besos en mis muslos mientras lo hacía. Yo arqueé la espalda, mis dedos se aferraron a las sábanas.

—Eres preciosa —murmuró—. Hasta cuando estás por explotar.

Yo estaba por explotar. Literalmente.

Cuando su lengua tocó el centro entre mis piernas, haciendo a un lado mi ropa interior, me mordí los labios para no gritar. No quería parecer débil. Pero él lo notó y sonrió.

Lo hizo de nuevo. Más lento. Más profundo. Y esta vez grité. Grité su nombre entre jadeos, sin pensar, sin filtro. Porque ahí abajo no solo había deseo: había necesidad.

Su lengua me conocía como si ya hubiera estado ahí mil veces en sueños.

Y quizás sí.

Me temblaban las piernas cuando se subió de nuevo a la cama. Se quitó la camiseta, y sus músculos tensos me hicieron gemir solo con verlos.

—Mierda... —susurré sin poder evitarlo.

—¿Quieres que pare?

—Si paras ahora, te mato.

Se rió. Esa risa suya tan jodidamente sexy.

Se puso sobre mí, sus ojos fijos en los míos. Su cuerpo firme. Su pecho agitado. Su deseo... alineado con el mío.

Me embestió despacio. Tan despacio que dolió y al mismo tiempo me hizo gemir como si llevara años esperándolo.

—Joder... Gael...

—Dímelo otra vez —susurró, con la voz quebrada por el placer.

—No pares. No lo hagas.

Se movió con fuerza, con pasión, con una cadencia que me hacía perder la noción de todo. Cada embestida era una guerra entre nuestros cuerpos y yo quería perderla, quería rendirme.

Lo abracé fuerte con mis piernas. Le clavé las uñas en la espalda. Él me besó con hambre. Me dijo cosas al oído que no sabía que quería escuchar.

—Mírame —ordenó

Obedecí y ahí, entre jadeos, sus caderas chocando contra las mías, su cuerpo sobre el mío... llegue al extasis. Como una tormenta que había estado reteniendo desde el primer momento que lo vi.

Grité. Me aferré a él como si fuera a desarmarme.

Y él... me siguió. Nuestras respiraciones se mezclaron. Se dejó ir mientras me miraba con esos ojos oscuros llenos de deseo.

Quedamos ahí, sudados y exhaustos.

—¿Te sientes mejor ahora que ganaste? —le dije entre risas, acurrucándome contra su pecho.

—No he ganado nada todavía. Pero si esto es ganar... quiero ganar más seguido.

Reímos.

luego nos quedamos en silencio.

Aunque no lo dijéramos... algo había cambiado.

Algo que ya no podíamos deshacer.

1
Gladys Lugo
muy buena la novela felicitaciones
Gladys Lugo
para mí ella está embarazada
Gladys Lugo
debería contarle el secretico a Camila y así liberar un poco la angustia
Gladys Lugo
ella gritaba era Moretti
Rosalina Vega Palazuelos
las desiciones que toma la pareja son de ellos y ellos afrontarán las consecuencias la madre tiene miedo pero no debe de intervenir
Rosalina Vega Palazuelos
bueno al menos viven algo parecido a una pareja y reconocen lo que vivieron lo que aprendieron y lo que tienen en el momento
Rosalina Vega Palazuelos
el hijo que espera es de Gael Matías no tiene nada que ver porque ya estaba embarazada cuando tuvo sexo con Matias
Rosalina Vega Palazuelos
en Lucy tiene una super amiga que la conoce muy bien y calla cuando debe
Rosalina Vega Palazuelos
no sé porque Camila sigue con la frase de casarse con Matías no lo ama se hace la loca pero ni un apice que lo ama
Rosalina Vega Palazuelos
eso no se hace entre familias así pero está firmando su sentencia de muerte y quizá el padre lo mate
Rosalina Vega Palazuelos
cómo espera que el de un paso
adelante si la que termina todo fue ella a parte el está protegiéndola que su odiosa familia no le haga nada
Rosalina Vega Palazuelos
tal para cual de cínicos infelices
Rosalina Vega Palazuelos
estuvo muy cargado de emociones este capítulo demasiado y tener una madre así que pesado haría buena mancuerna con la madre de Gael igual de víboras
Rosalina Vega Palazuelos
se le apareció el desgraciado infeliz del padre de Gael a Susana para amenasarla?
Rosalina Vega Palazuelos
jajajaja jajajaja jajajaja jajajaja lo hicieron a un lado y no lo podía creer jajaja jajajaja jajajaja 😂😂😂😂😂
Rosalina Vega Palazuelos
con que secreto lo chantajea tendrá algún hijo Gael y lo tiene ese perro 🐶 infeliz en algún internado
Rosalina Vega Palazuelos
HDSPM que ganas de joder a su propio hijo desgraciado mal parido infeliz
Rosalina Vega Palazuelos
porque lo obligan ha hacer cosas que me l no quiere es un desgraciado ese dizque padre y la madre también
Rosalina Vega Palazuelos
hasta que hablaron y muy claro jajaja jajajaja jajajaja jajajaja jajajaja
Rosalina Vega Palazuelos
está muy claro la zorra cogió con el otro hermano
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