Ella una divorciada de 40 años...
Él un rock star de 26... una pareja que no debía formarse, pero aun así... ambos luchan por su amor y la crítica publica.
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 10
Mientras empacaban en la habitación del hotel, un silencio cómodo flotaba entre ellos. El equipaje quedó esparcido sobre la alfombra, camisetas desdobladas, zapatos en fila y el rumor distante de personal de servicio moviéndose por los pasillos.
Liam estaba quitando etiquetas de una chaqueta cuando de pronto se detuvo, frunció el ceño. Su manager, Miranda, apareció en la puerta, prácticamente en puntillas, y alzó un dedo para que esperara. Lo llamó en voz baja. Rous se quedó congelada, lista para abrir la boca y preguntar, pero ella sabía que ese no era su turno.
Los dos conversaban en susurros. Rous sintió cómo el ambiente se tensaba. Luego Miranda se marchó sin mirar atrás.
Liam contuvo un suspiro y levantó el celular con una expresión adusta. Lo deslizó por el aire para llamar la atención de Rous. Ella se aproximó con el corazón acelerado.
—Rous, ven. Por favor...
La voz de Liam estaba muy suave, casi temblorosa. Le entregó el teléfono. El titular era inconfundible:
> ¿QUIÉN ES LA MISTERIOSA MUJER QUE LIAM REED INTENTA ESCONDER?
Había fotos. Ellos de la mano en Lisboa, abrazados tras el concierto en Roma, besándose en ese restaurante parisino. Todo al aire.
Rous sintió el aire escaparse de sus pulmones. Sujetó el teléfono con manos temblorosas. La habitación, la maleta abierta, el jet lag… todo se volvió insoportablemente real. Sin saber cómo, se apoyó sobre la cama.
—No… esto no puede ser —murmuró sin mirar.
—Rous…
No pudo hablar. Por primera vez, sentirse vista, deseada y viva, parecía un lujo imposible.
Liam se acercó, angustiado.
—Rous, lo siento. Creí que lo tenía todo controlado. Pero esto se iba a saber de una u otra forma.
Hubo un silencio tan pesado que las maletas parecieron empezar a susurrar.
Ella levantó la vista y sus ojos, cargados de angustia, se encontraron con los de él.
—Sí… —soltó por fin. Estudios desgarradores la invadieron—. Liam, necesito volver. Mi hija aún no sabe nada y no puedo permitir que se entere así.
La pregunta flotó, vacía.
—¿Quieres que vuelva contigo? —propuso él con urgencia—. Podemos tomar un vuelo juntos, estar en casa antes de que esto explote.
Ella negó con la cabeza.
—No… Esto es algo que debo hacer sola. —El murmullo fue firme, con convicción—. No quiero ser injusta contigo… pero creo que lo mejor es que termines tu gira y luego vemos. Ahora tengo que pensar en Valentina.
—Entonces… ¿me estás dejando?
La voz de él sonó tan rota que casi le dolió a ella.
—Sí… digo no… por favor no hagamos esto más difícil.
Él dio unos pasos hacia atrás. Había rabia e incredulidad en sus ojos.
—¿Por qué huyes ahora? —preguntó con furia contenida—. Creí que estábamos donde queríamos estar. Creí que eras feliz a mi lado. ¿Por qué te vas?
—Porque esa noticia me sacó de un sueño —confesó ella, sus ojos brillaban—. ¿No leíste los comentarios? Saben que soy divorciada, que tengo una hija adolescente. Preguntan si mi hija no está avergonzada de su madre. Liam… fue lindo, hermoso… pero no puedo permitir que mi hija lo viva así. Valentina ya sufrió demasiado cuando su padre la dejó por una mujer más joven. No quiero que sufra otra vez. Entiendo que es injusto para ti… —su voz se quebró—. Pero mi hija es lo primero… lo siento.
Liam silbó entre dientes, conteniendo la rabia.
—¿Haces esto por tu hija o por ti? Desde el principio trataste de ocultarme, de que nadie me viera contigo. Esto habría sido más fácil si hubieras hablado con Valentina desde el primer beso… —Su voz se hizo ronca—. Yo no estoy jugando, y parece que tú sí.
Rous se apartó un poco, sintiéndose atacada y herida.
—Eres injusto... —exhaló—. Sabes que no es así. Pero eres joven aun no has tenido hijos, no sabes lo que es ser responsable de una adolescente que ya pasó por mucho.
Él frunció el ceño, herido.
—Joven —recreó con dolor en la voz—. Pero no pareció así anoche.
Las palabras colgaron entre ellos. Y en un acto impulsivo que la sorprendió, Rous alzó la mano y le propinó una bofetada. El sonido seco retumbó en la habitación.
—Rous... —balbuceó él, llevándose una mano al lado de la cara. Y arrepentido de sus palabras en cuanto las dijo.
Ella retrocedió un paso, girando los ojos, sintiéndose mal por haberse dejado llevar, pero sintiendo también que necesitaba soltarse de esa tensión arrasadora.
—No —murmuró—. Voy a irme antes de que esto se haga más difícil y terminemos heridos.
Tomó su bolso en un movimiento automático. Sentía cada músculo temblar. Su alegría se había convertido en culpa y miedo.
—Voy al aeropuerto. —Su voz fue firme, pero quebrada.
Liam trató de detenerla.
—Rous, yo…
—No. —Sacudió la cabeza y respiró profundo— Por favor... No me malinterpretes. Lo nuestro fue real. Pero esto no puede ser. No puedo exponer a mi hija. No puedo vivir una felicidad que la destruya.
—¿Así que todo esto termina? —Su voz fue fría, como una sombra.
—Sí —Respondió ella con voz rota—. Por ahora. Valentina me necesita. Yo la necesito.
—Entonces te vas y me dejas aquí solo... —Gruñó él, con furia y tristeza confusa—. Genial. Eso es lo que harás.
—Por favor no estoy siendo mala contigo. —Ella apartó la mirada—. Solo estoy siendo madre.
Lo último que vio fue la impotencia en los ojos de Liam, ese brillo de amor infantil y rabia al mismo tiempo.
Tomó sus cosas, llamó un taxi y bajó las escaleras del hotel, sintiendo las miradas ajenas en su espalda, las fotos borrosas que ya rondaban en la prensa. Su burbuja había estallado con su sueño, y la culpa la hundía. Pero se obligó a seguir adelante.
Cuando el taxista arrancó, ella se giró y vio a Liam parado en la puerta, con la vista fija en ella, en su lucha interna al ver que su mundo se desmoronó en un instante. Dentro del coche, el tráfico del aeropuerto se fundió con sus pensamientos, como una sinfonía helada de notas incompletas.
Sin duda, necesitaba regresar a Valentina. Pero algo dentro ya no podría ser borrado: el amor. Ese amor que, con todas las advertencias y miedos, seguirá ahí, latiendo lento, como un secreto inevitable.