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No Me Dejes Ir

No Me Dejes Ir

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Diferencia de edad / Amor eterno / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:7.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Después de dos años de casados, Mía descubre que durante todo ese tiempo, ha Sido una sustituta, que su esposo se casó con ella, por su parecido a su ex, aquella ex, que resulta ser su media hermana.

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

🫠

Las empleadas de la mansión, quienes siempre habían mostrado una genuina preocupación por ella, acudieron presurosas al escuchar su llanto.

Sus rostros reflejaban preocupación y compasión mientras intentaban consolarla con palabras suaves y gestos amables. No dudaron en llamar a Colin, el asistente personal de Ariel, quien se había convertido en su confidente más cercano después de su abuela. Sin embargo, Colin se encontraba en una ciudad distante, atendiendo asuntos comerciales que no podía abandonar. En su impotencia por no poder estar presente, tomó la decisión de informar a Ariel sobre el estado de su esposa.

Cuando Ariel finalmente atravesó las puertas de la mansión, encontró una escena completamente diferente a la que esperaba.

Mía había logrado recomponer su máscara de serenidad, aunque sus ojos enrojecidos delataban el tormento interior que intentaba ocultar. Entre sus manos temblorosas sostenía los documentos del divorcio, papeles que representaban el final de lo que ella había creído sería su "felices para siempre".

En un despliegue de dignidad que sorprendió incluso a las empleadas que aún permanecían cerca, Mía se abstuvo de cualquier reclamo o manifestación de dolor frente a Ariel. Se negaba a derramar una lágrima más en su presencia, consciente de que ya había perdido demasiado ese día. La imagen de él besando a otra mujer en la casa de los Conde se repetía en su mente como una película cruel, recordándole que el amor que creía tener no era más que una ilusión. La otra mujer debía ser alguien importante, alguien cercano a la familia para estar presente en ese espacio tan íntimo y exclusivo de su familia.

—No quiero tu dinero, no quiero absolutamente nada de ti —declaró con voz firme, aunque por dentro sentía que se desmoronaba—. Lo único que quiero es que mi abuela no se entere aún de nuestro divorcio.

Esta simple petición revelaba la profundidad de su amor por la única persona que verdaderamente la había aceptado en la familia Conde.

Ariel la observaba con un dolor que no esperaba sentir, un sufrimiento que se manifestaba en el temblor involuntario de sus manos y en la tensión visible de sus hombros.

Sus prejuicios sobre ella se desmoronaban como un castillo de naipes. Había alimentado la sospecha de que Mía era una cazafortunas que eventualmente revelaría su verdadera naturaleza, exigiendo más de lo que ya había gastado.

La había acusado silenciosamente de fingir desinterés para después aprovecharse de su posición. Sin embargo, ahora enfrentaba la verdad: Mía estaba rechazando todo lo material, poniendo como única condición proteger a su abuela del dolor que causaría la noticia de su separación.

La promesa que había hecho a la señora Conde caía sobre sus hombros como una montaña derrumbándose. Se había comprometido a proteger a Mía, a hacerla feliz, y ahora era él quien la hacía sufrir, aunque ella intentara ocultarlo tras una máscara de indiferencia, sabía que la estaba haciendo feliz.

—También quiero saber quién era esa mujer —solicitó con voz contenida.

Después de dos años de matrimonio, sentía que al menos merecía saber la identidad de la persona que había conseguido lo que ella no: el verdadero amor de Ariel.

Ariel sintió que, revelar la identidad de esa mujer significaría exponer una verdad que podría destruir completamente a Mía.

¿Cómo explicarle que había sido una mera sustituta?

El temor a su desprecio, a ver el odio en esos ojos que tanto había aprendido a admirar, lo paralizó.

—No tiene caso —respondió evasivamente—. Mejor, déjame ver ese documento.

Mía no insistió más. Con una resignación que ocultaba un océano de dolor, le entregó los papeles sin más cuestionamientos. Ya no importaba conocer la identidad de esa mujer; el daño estaba hecho.

—Ya he firmado, solo tienes que firmarlo tú y acabar de una vez por todas con esto —declaró con voz monótona mientras dejaba el documento sobre la mesa de estar.

Se levantó con toda la dignidad que pudo reunir y, antes de abandonar la sala, añadió—. Me quedaré unos días más, hasta que encuentre un lugar donde vivir.

No tenía casa a la cual acudir. La mansión de su familia, con sus imponentes columnas y jardines perfectamente cuidados, jamás abriría sus puertas para ella. Las palabras hirientes de sus padres y primos resonaban en su memoria como ecos venenosos. Si intentaba ingresar por la fuerza, solo conseguiría que su abuela sufriera más, viéndola rechazada nuevamente por aquellos que deberían amarla incondicionalmente.

Con pasos pesados y el corazón aún más pesado, Mía subió las escaleras de mármol hacia la habitación que pronto dejaría de ser suya. Cada escalón parecía multiplicar su dolor.

Al llegar, cerró la puerta con un movimiento suave, casi temeroso, y se quedó inmóvil, con la espalda apoyada contra la madera pulida, como si esta pudiera sostener no solo su cuerpo sino también su espíritu quebrantado.

Sus ojos, fijos en un punto indefinido de la habitación, revivían una y otra vez la escena que había visto minutos atrás, mientras lágrimas silenciosas trazaban caminos salados por sus mejillas pálidas.

En un momento de lucidez amarga, se percató de la futilidad de sus lágrimas. Con movimientos bruscos y llenos de rabia contenida, las limpió de su rostro, regañándose internamente por mostrar tanta fragilidad. “Eres más fuerte que esto", se repetía como un mantra, aunque cada palabra parecía más una súplica que una afirmación.

La mañana siguiente llegó con una determinación renovada. Mía salió temprano con Mónica, su mejor amiga desde la universidad, para buscar un departamento que pudieran compartir y que no destrozara sus finanzas.

Mientras recorrían las calles de la ciudad, Mónica no dejaba de expresar su desacuerdo con la decisión de Mía de rechazar las condiciones económicas que Ariel había propuesto.

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Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Marixa Burgos
porque piensan que es llegar y tomar como un objeto el cual despues desechan como si nada
Antonia Aguayo Espinosa
bastante buena me gusta
Rossy Bta: que ya se largue esa Mía de la casa que encuentre otro hombre
total 1 replies
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