Hace mil años, en un valle oculto de Nørhaven, se conocia una leyenda que el dragón legendario, conocido como el "Dragón Dorado", nacerá en un "receptor", el oráculo profétizo, que" una joven guerrera lo tendrá en su interior, y solo encontrando a quien su corazón anela despertara".Los clanes idearon una batalla de guerreros, fue cuando el poder de Aria despertó pero.. Su poder aun era una parte,
Aria, una hermosa Joven muy dulce, pero su gran error fue confiar en su amiga Lyra, quien astuta y ambiciosa, llena de celos al ver como los príncipes la querían, motivada por su deseo de obtener poder para sí misma y proteger sus propios intereses, comienza a planear su muerte, lleno de mentiras a los príncipes, culpando de estar aliada con el príncipe Kael, el villano , quien ni quiera la conoce, Muriendo cruelmente frente a todos.
..Pero nadie se vio venir que ese fue su final para el valle, desatando la furia de los dioses, quien dio la reencarnación de otra alma a Aria.
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Intuición
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Lyra y su madre, al día siguiente de la ceremonia, no quisieron salir. Los rumores estaban en boca de todos.
—Yo sabía que Lyra escondía algo…
—Qué vergüenza ser amiga de ella.
—La reina seguro le negará su visita a otra celebración.
—Seguro que la pobre señorita Aria quiso ser buena con ella, pero está mejor lejos de alguien así.
Lyra estaba que ardía de la rabia. No entendía el cambio de Aria ni por qué su plan no había funcionado.
《¿Cómo pudo salir mal todo? Maldita Aria estúpida.》
Tiró furiosa las cosas de la sala.
—Frente a todos los invitados… ¡y los príncipes! Esa maldita… —gritó.
—¡Lyra! —gritó Ester al ver todo tirado—. ¿Sabes cuánto vale esta pieza, niña idiota? —la retó.
—Es una baratija. Puedes conseguir lo que quieras con el idiota del rey —escupió con asco.
Ester se levantó furiosa y le dio una cachetada que la tiró al piso.
—Maldita desagradecida —gruñó—. Esto es culpa tuya. Si te hubieras controlado no pasaba esto, y ya estarías casada con el idiota del príncipe.
La tomó del pelo.
Lyra gritaba:
—¡Mamá! ¡No, por favor!
—Te quedas ahí, y pensarás cómo arreglar esto —cerró su habitación con llave—. Y espero que tengas algo cuando vuelva, porque si la reina no me recibe, no dudes que te meteré en el sótano —dijo, saliendo del lugar.
Tomó el carruaje rumbo al castillo.
Lyra lloraba de rabia en su cuarto.
《Maldita Aria, me la vas a pagar. Y esa estúpida sirvienta… la voy a colgar.》
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Ester llegó al castillo de los Osckor. Un sirviente la atendió, la hizo pasar y esperar en la sala.
—Vaya… señora Ester, veo que su cara es tan dura como mi espada —dijo Darío bajando las escaleras al verla sentada.
Ester sonrió de mala gana.
—Príncipe Darío, me temo que lo sucedido fue solo un malentendido.
—Ja, ja. Sí, claro. Como si usted dijera algo sincero alguna vez. Mi madre bajará enseguida —dijo, alejándose.
Ester sonrió e hizo una reverencia, pero mordió los dientes cuando él salió.
《Maldito niño, no sirves para nada.》
—Ester.
—Oh, Rosa. Cuánto me alegra verte —sonrió.
Rosa esbozó apenas una mueca. No quería saber nada de ella ni de Lyra. Los rumores habían sido demasiados, y nada de eso beneficiaba al reino; menos ahora que necesitaban una imagen impecable para la llegada de la joven del Dragón.
—¿Escuchaste los rumores sobre tu hija? —preguntó Rosa, bajando despacio con semblante frío.
—Sí… horrendos. Difamaciones sin sentido contra mi pobre Lyra —dijo Ester, actuando apenada.
—Ay, Ester… no puedes mentirme. Sabes muy bien que todo lo que dicen es verdad —respondió Rosa con firmeza.
Ester tragó saliva.
—Me temo que no podrás volver aquí como antes. Sabes que mi reputación ante los rumores es impecable —dijo girándose para finalizar la conversación.
Ester apretó su vestido con furia.
—¿Reputación impecable dices? —soltó con burla. Rosa se detuvo, sin girarse del todo.
—¿A quién quieres engañar, Majestad? Sabes muy bien que no tienes eso —se acercó—. Solo tapas lo que hace Darío… y por lo que veo, es una montaña enorme de mierda.
—¿Qué quieres, Ester? —la enfrentó Rosa.
Ester sonrió.
—No puedes apartarte de mí. Si yo caigo… te arrastro conmigo. A ti y a la mosca de tu hijo —lo dijo como amenaza directa.
—Tienes agallas —sonrió Rosa con un gesto tan frío que a Ester le recorrió un escalofrío—. Inténtalo… y verás cómo desapareces, como todas las que se atrevieron a amenazarme —dijo frente a frente.
Ester solo sonrió falsamente, hizo una reverencia y se retiró.
Rosa la observó irse. No lo mostró, pero el corazón le latía con fuerza. No podía permitir que Ester hablara.
《Maldita bruja. Te voy a cerrar esa estúpida boca.》
Esperó a que se alejara, y luego llamó a un hombre encapuchado en un callejón cercano al castillo.
—¿La señora Ester… es amiga suya? —preguntó el hombre.
—Solo es una bruja que se atrevió a amenazarme. Quiero que la vigiles y, cuando te lo diga, lo harás parecer un accidente.
—¿Y la hija? ¿La vendo o la dejo en algún lado? —preguntó mientras fumaba.
—Solo vigílala. Aún no hace nada… es demasiado idiota —le entregó una bolsa de oro—. La mitad.
—Bien… me alegra verla —dijo tomando la bolsa.
—Espera… ¿tan rápido te vas? ¿No me extrañas? —murmuró Rosa acercándose.
—Ch. Pensé que era un sucio asesino… me lo dejó claro, Majestad. Usted sabe lo que mi corazón siente —la miró.
—Sabes que no es así. Tuve que hacerlo… si no te habrían matado. Yo te deseo —lo abrazó y lo besó.
El hombre no dudó. La llevó a una habitación oculta en el rincón del callejón, y se entregaron a su encuentro clandestino.
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ACTUALMENTE — tres días después
Aria entrenaba desde temprano. Su padre la ayudaba con algunas de las competencias que habría ese día.
—Bien, la lucha cuerpo a cuerpo es la última en la competencia —explicó Ricardo.
《Ese es pan comido.》
Pensó Aria: eso era lo que más practicaba sola en su otra vida.
—A ver, muéstrame lo que tienes hasta ahora —pidió Ricardo.
María llegó justo a verlos, sentándose con agua fresca para ambos. Hoy volvería a comer Ely, como todos estos días.
Aria se puso en posición. Su padre atacó, pero ella lo atrapó en una llave en segundos.
—Hija… —jadeó—. Rindo, rindo. Suéltame.
Aria lo soltó.
—Eso estuvo… muy bien —dijo intentando recuperar el aire—. ¿Dónde lo aprendiste?
—Lo leí en un cuaderno —sonrió.
《Espero que se lo crean.》
—Después quiero leerlo también. Sea lo que sea eso… funciona, cariño. Vas a ganar —admitió rendido.
Aria sonrió. María les sirvió agua justo cuando Ely y Carlota llegaron.
—¡Ari! —Ely la abrazó.
—Ely, estoy toda sucia.
—No importa.
—Bien, te baño con mi sudor —la estrujó, haciéndola reír.
—Hola, Majestad —reverenció Aria.
—Ari… dime Carlota. O Carla —sonrió la reina.
—Está bien… Carla —Aria sonrió también.
—César está con Kael en una reunión para la ceremonia, por eso no vinieron. Enviaron sus disculpas —explicó Carlota.
Aria aún no conocía a Kael. Mejor, pensó: si era como los otros príncipes, prefería mantener distancia.
Después de hablar, fue a bañarse y bajó a almorzar.
—¿Y estás nerviosa, Ari? —preguntó Ely.
—No… emocionada. Escuché que no solo habrá mujeres.
—No, también evaluarán a los hombres como guerreros del reino —agregó Carlota.
—Mejor —sonrió Aria—, así podré luchar sin miedo.
—Aria está muy avanzada para solo tres días. Mañana empezará en la Guardia —dijo Ricardo.
—¡Qué bueno, Ari! ¿Te imaginas si eres el Dragón Dorado? —dijo Ely emocionada.
—Mmm… no creo que eso sea para emocionarse si pasa —respondió Aria. Todos la miraron sorprendidos.
—¿Por qué lo dices, cariño? —preguntó María.
《Carajo. Metí la pata.》
—Porque intentarían casarme, querrían que me alié con alguien, y seguro no me dirían ni para qué. No podría hacer lo que quiero… estaría atada a alguien que solo me usaría para resolver sus problemas —dijo firme.
Carlota sonrió.
Los padres de Aria entendieron al instante: era verdad.
—¿Y qué harás si lo eres? —preguntó Carlota.
—Seré yo misma. Decidiré con quién estar. Y no pienso dejar que nadie me manipule. Será mi poder, pero eso no les da derecho a usarlo como quieran. Ayudaré a quienes lo merezcan —dijo, comiendo con clara molestia.
Ricardo asintió orgulloso.
María suspiró: su hija tenía carácter.
Carlota sonrió, viendo en Aria un reflejo de su madre. Y le alegraba que Ely tomara valor al verla.
Ese día, Ely se quedó a dormir. Carlota volvió antes: no dejaría a su esposo una noche solo.
Faltaban cuatro días para la ceremonia.
En esos días, Aria descubrió que sus poderes con el fuego eran leves pero presentes: podía tocarlo, manejarlo entre los dedos. Su vista era superior; podía sentir cambios en el clima, su cuerpo estaba más ligero y fuerte, sanaba rápido… y ya estaba más musculosa.
No dejaba de leer sobre el conflicto entre Osckor y Valk. Todo parecía por dinero y traiciones antiguas… pero no le cerraba. Sentía que había algo más detrás. Los rumores no ayudaban.
Lyra no apareció esos tres días.
Eso le llamó la atención.
Vio a Ester en el pueblo, tapada por completo; cuando Aria la saludó, la mujer la miró con desprecio y siguió de largo.
《Algo no me cierra… Tendré que estar alerta.》
Aria podía sentir en su cuerpo que todo estaba tranquilo… pero ese cosquilleo en el cuello la advertía. No era una buena señal, menos viniendo de Lyra. Estaba segura de que algo estaba planeando.
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