Alexandra sufre una desilusión enorme al descubrir a su pareja, Manuel, con su media hermana, Reina, en el restaurante que él reservo para una reunion junto a sus compañeros de trabajo. La aparición de Héctor la salva de una humillación y de ser atropellada al salir sin rumbo afligida por el dolor. Ella no sabe que Héctor es un licántropo, a quien ella cuando el estaba herido siendo un lobo, lo curo y cuido. Él nunca la olvido y juro regresarle el favor, haciéndola su pareja. ¿Héctor logrará conquistarla? ¿Alexandra lo aceptará siendo un licántropo?
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5 Guía
#ALEX
Se podía sentir la tensión del ambiente, como si estuviéramos en el fondo del océano y se nos terminará la reserva del oxígeno, mi corazón late más acelerado de lo normal, más de una vez vi como era Manuel cuando tenía unos tragos de más. Héctor me protegió con su figura. Se miran de manera intensa, tienen la mandíbula tensionada.
Note que Dante le puso la mano en el hombro a Héctor, como una señal de que no pelee, pero no dijo nada, solo miro hacia Manuel que se vio superado en número.
-Se equivocó de persona, ella es mi pareja. Le dijo Héctor con voz firme, su tono hacia que se encoja de hombros.
-Disculpe, creí que era una conocida. Le respondió Manuel, estaba rojo de la bronca, siempre se creía el gallo del gallinero, pero se encontró con uno más grande que él.
Héctor giro envolviéndose con su brazo y salimos del local, estaba serio, callado, lo sentí muy caliente.
-¿Estás bien? Le pregunté, al mirarme su expresión se relajo.
-Si, me molesta los hombres que maltratan a una mujer. Me dijo señalando mi muñeca roja por el agarre de Manuel.
-Estoy bien, gracias a ti. Le respondí.
"ESE ES UN MALDITO DESGRACIADO QUE NO MERECE NUESTRA ATENCIÓN" Dijo Jime y se tapo la boca al darse cuenta lo que dijo.
"Será mejor olvidarlo, vamos a comer" Sugirió Dante con una amable sonrisa
Vi como se miraban Dante y Héctor como si se hablarán de manera telepática, Héctor suspiro hondo señalando que nos llevaría en su auto.
"YO TENGO EL MIO, NO VAMOS A ENTRAR TODOS JUNTOS" Anuncio Jime.
-Pueden ir adelante de nosotros y nos guian al lugar. Sugirió Héctor.
Me encantaba como era considerado para todo, sus sugerencias hacían que nos sintamos cómodas y seguras.
"ALEX PUEDE IR CON HECTOR Y DANTE JUNTO A SAM CON NOSOTRAS" Propuso Jime que no quería perder a los chicos, temía que se desanimen por el incidente y no nos sigan.
-Como se sientan cómodas, por mi no hay problema. Dijo Dante mirando a Héctor.
-Hagamos eso. Acepto Héctor mirando hacia mi como buscando mi opinión.
-Si, está bien. Le dije y asintió.
Cuando subí en su vehículo el aire frío estaba al máximo, me estremecí, se me puso piel de gallina.
-Disculpa, siempre tengo así, ponte mi abrigo. Me aconsejo dándome uno que tenía en el auto.
-Me di cuenta que tienes siempre las manos calientes. Le dije.
-Vi que no trajeron abrigo, hace frío para ustedes. Me comentó con la voz grave que me derrite escuchar.
Me muerdo el labio con pena.
-Como veníamos en el auto y Jime comento que en el interior no hace frío, además a ella se le perdieron varios, por lo que prefiere no tener nada que deba quitarse. Por eso no trajimos. Le cuento.
-Entiendo. Respondió poniendo en marcha el vehículo cuando vio que pasaron ante nosotros Jime junto a los demás en el auto.
Al ponerme su abrigo me sentí cómoda, era tibio y su aroma me gustaba.
-¿Tienes perros? Le pregunté al encontrar un pelo particular por el abrigo.
-Que pena, si tengo uno. Respondió carraspeando.
-Me encantaría conocerlo... ¿De qué raza es? Pregunto animada.
-Lobo. Dijo serio.
-Debes saber que son territoriales, no les gusta estar lejos de su lugar natural, conocí muchos que lo tienen en la ciudad y se ponen tristes, no viven mucho, aunque en cautiverio, si. Murmuro nerviosa, recordé al que cuide cuando era pequeña que lo encontré herido.
-¿Qué dices? ¿En qué piensas? Me pide que le cuente.
-Recorde a un lobo que encontré siendo aún joven, estaba herido, se ve que fue atacado por otro animal.( Le dije entre dientes mirando mis manos)... Me dolió que se fuera, me había encariñado con él, lo ví como un angel enviado por mi madre para que me consuele por su partida.
- ¿Qué pasó con tu madre? Me preguntó.
-Ella tenía una enfermedad degenerativa, le iba desgastando día a día, siempre estaba fatigada, casi no tenía hambre, solo quería dormir, no tenía fuerzas para levantarse, ningún médico nunca supo que tenía, solo la trataban como para que no sufra... Y cuando tenía ocho años falleció... Con mi padre fue muy duro avanzar sin ella, pero la presencia de ese lobo nos dió calidez, mi padre se ocupaba en cocinar y proponía que comamos con él para que se anime a hacerlo, creo que él se sentía un poco responsable por no haber sido más estricto con mamá y obligarla en un principio a ir al médico, cuando fueron ya era tarde. Le conté y sin querer una lágrima se me escapó.
-Disculpa no sabía que recordar sea muy duro para ti. Me dijo.
-No, no me molesta, hablar de ello de algún modo me consuela, es como si lo necesitará. Le digo.
Llegamos hasta la costa, veo que Jime al bajar sacude la mano saludando hacia nosotros muy animada.
Nos fuimos al restaurante donde nos juntamos con las chicas siempre y sus hamburguesas son enormes y deliciosas.
- Este es nuestro lugar preferido, aquí las hamburguesas son gigantes, entre las tres compartimos una. Le cuenta Débora con entusiasmo cuando nos sentamos.
- Pediremos uno para cada uno. Dijo Dante.
Lo miramos sorprendidas.
- Mira que son enormes. Le repite Jime.
- Podemos llevar si no comemos toda. Le responde.
- Pidamos dos y si no nos llenamos encargamos otra. Sugirió Héctor.
-Esta bien. Respondió Dante no muy convencido.
Para esperar nos trajeron unos palitos salados con salsa de ajo y otra de tomate.
Se produjo un silencio y Dante lo rompió.
- Héctor es nuevo en la ciudad. Le gustaría conocerla. Dijo.
- ¿Ah sí? Dijo Héctor con sorpresa.
- Alex podrías ser su guía, yo lo haría pero mi oficio me tiene con los horarios justos. Me dijo mirándome intenso.
- No te preocupes debes tener tus ocupaciones. Se apresuró Héctor en decir nervioso por lo que su amigo sugirió.
-Claro, no hay problema. Ahora tengo tiempo. Le respondí.
Era una buena excusa para no regresar a mi departamento, ahí solo me desplomaria del dolor.
-Es buena idea a la noche la ciudad es muy bonita. Comenta Débora.
-Nosotros casi no la conocemos, siempre estamos ocupados. Dijo Sam.
-Grave error, menos mal nos conocimos... Conocemos la ciudad como la palma de nuestras manos. Dijo Jime.
-Puedo enseñárte con gusto. Le dijo Débora a Sam.
Trajeron las hamburguesas que eran del tamaño de una pizza mediana, acompañadas de papas fritas.
Cada una tomo una porción, cuando miramos para tomar otra los chicos habían comido todo.
-Pediremos más. Dijo con pena Héctor.
-Les dije que debía ser una para cada una. Dijo Dante.
-Si que tienen gran apetito. Dijo Jime sorprendida.
Reímos entre las tres, llamaron al mozo encargando otras más, ahora una para cada una, con la intensión de compensarnos, pero al traerlas, me dió ternura ver como Héctor miraba ansioso la hamburguesa, por lo que se la obsequie.
-¿Estas segura? Me preguntó.
-Si, yo me llene. Le menti.
Al terminar de comer, nos fuimos en su auto, mis amigas con los demás en el suyo, dimos una vuelta a la ciudad enseñándoles cada lugar.
-Era cierto, de noche se ve más linda. Dijo Héctor.
-Y cuéntame ¿De dónde eres? Le pregunté.
Él suspiro serio, tensióno la cara.
-Vivo en un lugar alejado de la ciudad... En el campo. Responde.
-Tienes una hacienda, plantaciones. Indagó y veo que suspira como dudando en responder.
-Disculpa mi curiosidad... Es que me crie en el campo... A mis padres les gustaba lo natural, tranquilo. Le comento.
-Y ¿Por qué viniste a la ciudad? Me preguntó.
La verdad que si era por mi me quedaba, pero debido a mi madrastra y que mi padre siempre la ponía primera a sus exigencias y no escuchaba las mías, me decidí a mudarme, estudiar, y trabajar para no depender de su dinero. Reflexionó molesta.
-Aqui podía estudiar lo que me gustaba. Le dije sin entrar en detalle de lo que me empujó a ello.
-En mi caso, por más que sea grande, mi padre siempre quiere manejar mi vida y estoy tratando de encontrar mi camino sin ser influenciado por él. Me contó serio.
Paseamos una hora, manteniendo una conversación tan cómoda, mi estómago sonó fuerte, como si un león rugiera, rompiendo la magia, me puse colorada de la vergüenza.
Héctor giro a mirar hacia mi, no sabía dónde esconder mi cara.
Miro pensativo, diviso un puesto donde vendían panchos y paró, bajo sin decir nada, me sentía nerviosa, me puse a revisar mi celular, al rato me toca la ventana y abre la puerta.
-Quedate con el abrigo y ven a comer un pancho, me dijo entregándome uno enorme con todo tipo de guarnición encima.
-No tenías porque. Le dije apenada.
-Me regalaste tu hamburguesa, y por mi culpa quedaste con hambre. Ten, come. Me dice entregándome en la mano.
-Gracias. Le dije colorada, nos sentamos en un banco y escuché que abrió una lata de gaseosa y me la paso.
-Me sentiré mal si solo como yo, quieres la mitad. Le sugiero al ver como miraba el pancho, tenía los ojos como si un cachorro pidiera la comida.
-¿Segura? Pregunto.
-Si. Le dije compartiendo con él, en un parpadeo comió todo, sonreí al ver que no tenía problemas para comer, le señale la gaseosa y se negó enseñándome que tenía una botella de agua.
-Va a llover. Escucho que murmura.
-Esta despejado, y no me llegó el aviso de lluvia. Le digo mirando mi celular.
-Vamos. Me señala una vez que termine de comer.
-Muchas gracias por el pancho. Le dije más animada.
-No debes anteponer a los demás a tus necesidades. Me dice.
-No puedo evitarlo, siempre me preocupo de como se sienten y deseo que estén bien. Le dije con pena.
La verdad siempre deje que me usen de tapete para evitar conflictos y que se sientan mal, en especial mi padre, por lo que acepte a esa mujer que eligió después de mi madre, a pesar de que ella era acida conmigo, no me importaba si era amable con mi padre.
-Eres muy buena. Escucho que me dice al sacarme de mis pensamientos.
-No es tan así. Le dije con pena.
En eso me suena el celular y atiendo.
📱 Diga.
📱Señorita Eskala, soy el gerente de su edificio el señor Guzmán, le comunico que debe retirar sus cosas del departamento, el dueño lo vendió. Me dijo.
📱¿Qué? ¿Cómo dice? ¿Dónde voy a vivir? ¿Por qué no me avisó? Pregunto nerviosa.
📱Se le comunicó a su pareja hace un mes, ¿No le dijo nada?. Me consulta.
📱No, nada, ¿Qué voy hacer? Pregunto angustiada.
No quería volver a la casa de mi padre.
📱A usted nunca la encontramos y las llamadas jamás responde, le dejamos el comunicado a su pareja, lamentamos que se entere así, pero el nuevo dueño se mudará en dos días.
Me dijo y corto.
Aprieto angustiada mi celular, no quiero volver a la casa de mi padre con esas dos víboras ahí. Conseguir un lugar es difícil, maldito Manuel que no fue capaz de decirme algo tan importante. Me debato mentalmente.
-¿Puedo preguntarte algo sin que te ofendas? Me consulto serio Héctor.
-Pregunta, no puedo prometerte si me ofendo o no, no se que preguntarás. Le dije.
-¿Qué opinas de vivir con un compañero de departamento?
-En este momento no me molestaría, sabes de alguno que solicite un compañero, tendré que pasar una entrevista o algo. Le pregunto.
-En el edificio donde estoy hay un departamento, el precio no está tan mal. Me comenta.
-Me lo puedes enseñar, si está el interesado para consultarle si me acepta. Le pido al gustarme la idea y si el precio es conveniente me gustaba más, era difícil conseguir un lugar, había que esperar a que el propietario se mudé o muera y en este momento necesitaba con urgencia.
Llegamos al edificio, tenía una arquitectura antigua, cubierto con plantas trepadoras y árboles alrededor, al ingresar un suave aroma invadió mis fosas nasales, el ambiente era tranquilo, con una suave luz, todo era en tonos amaderados.
-Buenas noches. Saludo un señor de traje.
-Paso a la habitación. Le dijo Héctor.
-En el segundo piso subiendo las escaleras. Le señalo.
Nos encaminamos hacia donde señalo.
-Aqui no hay ascensor. Dijo con pena Héctor.
-No me molesta, no son muchos escalones. Le respondí.
Al ingresar me sorprendió lo espaciosa que era.
-Es sorprendente... ¿Y él vive aquí? Pregunto ansiosa.
-Yo... Puedes quedarte en esa habitación, tienes baño privado, la mía es la del final del pasillo... Nos dividimos la renta... Mantendremos limpio el espacio que compartiremos en común como sala y cocina... Nadie ingresa en la habitación del otro... Tienes un teléfono que si marcas el número uno te comunicas conmigo por si necesitas algo... No se permiten fiestas. Me dijo, me quedé sorprendida mirándolo con los ojos muy abiertos.