Destinada A Amar Al Alfa

Saya sentía esos golpes, luchaba, y dio una patada al estómago de la loba, haciendo que cayera a un lado de dolor.

La loba chilló.

Saya solía pelear mucho con Elric y estaba muy unida a su padre; fueron ellos quienes le enseñaron a pelar y ser fuerte, al menos algo, para defenderse de cualquier amenaza.

Kendra lanzó gritos de dolor.

—¡Lo pagarás, mujer! Has tocado a la amante real del Alfa, lo pagarás.

La mujer gritó y chilló con fuerzas.

Una empleada entró.

—¡Llama a los guardias, llama al gran Alfa! Que sepa que me atacó esta mala Hembra.

Kendra se estrujó los cabellos y arañó su rostro.

Saya sintió rabia de lo hipócrita que era.

—Si quieres una golpiza, puedo dártela, mujer tonta.

Saya se abalanzó a golpearla con uñas y golpes.

Los guardias entraron y sujetaron a Saya con fuerza.

Saya se asustó, supo que estaría en un problema. Hasta que escuchó a alguien gritar.

—¡El Alfa está aquí!

Los lobos agacharon las cabezas, Kendra se arrodilló y bajó el rostro.

Ella por imitación hizo lo mismo.

El hombre entró, miró a Kendra.

—¿Qué haces aquí?

—Alfa, quería saludar a esta mujer, ella me agredió.

Savir miró el rostro arañado y enrojecido de la mujer.

Miró, atrás, observó a esa mujer, sus ojos se sorprendieron.

—¿Tú? ¿Qué  haces aquí? No eres la hija mayor de Sallow. ¿Qué significa esto? ¿Una burla contra mí? —exclamó severo.

Saya sintió que su corazón latía asustado.

—Yo…

—¡Salgan! —exclamó Savir.

Los guardias salieron, Alfa Savir miró a Kendra.

—¡Largo!

—Pero, mi amado Alfa…

—¡Vete!

La loba se fue, cerraron la habitación, pero los guardias estaban detrás.

Los ojos de Alfa Savir se clavaron en la chica.

Sus ojos eran grandes, le recordaban al color marrón de la madera de los árboles; no parpadearon.

Caminó unos pasos hacia ella.

Tenía el gesto severo, ella retrocedió.

—¿Qué hace usted aquí, como sea que se llame?

—Soy Saya, Alfa —dijo bajando la mirada

El hombre la miró con desdén.

—Elegí a su hermana, ¿dónde está ella?

A Saya le temblaba el mentón y las manos, sujetó sus manos una con otra, para que él no lo notara.

—Por favor, Alfa, acépteme como su esposa. Mi hermana está enferma…

—¡Mientes! ¿Quién te crees que eres para elegirte a ti para mí? ¿Quién te has creído? —exclamó sujetando su barbilla, ella sintió su fuerza.

Miró, su rostro, era tan feroz como el de una bestia. Los ojos de la chica lloraban, pero Alfa Savir no tenía piedad.

—Ustedes quieren burlarse de la manada Luna Dagda, han creído que pueden enviarme a otra hembra, y no a la que elegí, ¿sabes por qué? Ustedes no me respetan. Veremos si me respetas ahora que veas la cabeza de tu padre colgada en los muros del castillo; y tú seas mi criada.

Alfa Savir dio la vuelta.

Saya se lanzó a sus pies.

—¡No, por favor! Es mi culpa, corte mi cabeza, pero no la de mi padre, soy yo quien me he enamorado del Alfa, soy yo quien hizo esto.

Alfa Savir se detuvo ante sus palabras, volvió su mirada, la chica estaba arrodillada, con ojos en el suelo, chillando por un poco de piedad.

«Ella me miente con tal descaro y facilidad que, si no fuera listo, le creería»,pensó con rabia.

Pero, su lobo interior aulló, ¡era ese olor, ese maldito olor!

“Es nuestra mate… por fin, dijiste que ningún lobo encuentra a su mate y que Maeve sería nuestra única loba, ¡mentiste, porque aquí está! Ella tiene el olor de mi mate, olor a sol y violetas, olor a primavera…”, murmuró su lobo ronroneando en su interior.

Alfa Savir sintió el peso de la derrota y la culpa en su interior.

Él sujetó su barbilla con furia, miró sus ojos.

—¡Pequeña loba mentirosa! Sabes que no es cierto, dime la verdad, ¡dilo ahora o iré por tu padre!

La chica lloró.

—¡Está bien, lo diré todo!

Alfa Savir cruzó los brazos, la miró con soberbia.

—¡Habla!

—Mi padre quería enviarle a Anika, pero… perdónelo, el rey Alfa Kadir apareció, exigió la mano de mi hermana para su hijo, el príncipe Konan, él aceptó perdonar a mi hermano; era eso o matarnos, por favor, tenga piedad.

—¿Así que el rey Alfa Kadir vale más que el Alfa de la manada Luna Dagda que los ayudó en su peor momento? ¡Malagradecidos! —exclamó con rabia y maldijo.

Saya lloró.

—¡Por favor, tenga piedad! ¿Qué podemos hacer? Somos solo lobos, estábamos entre la espada y la pared, por eso decidí venir yo, a mí nadie me quiso, pero… ¡Seré una buena Luna!

—¿Así que me dejan las migajas?

Saya hizo de sus manos un puño, levantando la mirada, viéndolo con rabia.

Alfa Savir sonrió al notarlo.

—¿Por qué es tan cruel? Dice que es el dueño de todo, pero, ¿Cómo un lobo Alfa, dueño del mundo puede ser tan severo?

—¿Estás juzgándome? ¿Quién te crees?

—¡Solo pido misericordia!

—Hubiese tenido misericordia de tus padres, solo si Lord Sallow estuviera aquí, dando la cara, si lo hubiera hecho, yo quizás te habría aceptado, o algo más, pero tu padre es un cobarde, ahora veo porque peleaste contra Yulak por ti misma, tu padre es un gusano.

—¡Cállate!

Alfa Savir la miró, tomó su barbilla, y ella chilló.

—¿Qué has dicho? ¿Defiendes a tu padre que te traicionó enviándote al infierno?

—Lo siento, tenga piedad, seré una buena Luna.

Alfa Savir rio.

—Ni siquiera puedes quedarte callada —el hombre se alejó—. ¡Guardias!

Los hombres entraron, ella suplicó de nuevo.

—¡Llévenla al calabozo!

—¡No! Eres malo, no eres un Alfa, ni un rey; La Diosa Luna tiene piedad, pero tú eres cruel.

Los guardias se llevaron a Saya lejos de ahí.

Alfa Savir no quiso verla más y volvió a su habitación.

Sintió el calor en su cuerpo, esa loba parecía haber activado su celo.

***

La sirvienta de Kendra fue a contarle todo, la mujer estaba feliz.

Le dio una bolsa con monedas.

—Entrégalas a los guardias, diles que hagan algo por mí. Quiero que mancillen a esa loba, deben obligarla a aparearse con ellos.

Los ojos de la sirvienta se abrieron enormes.

—Una loba  mancillada nunca será la Luna del Alfa —dijo Kendra sonriente

La criada obedeció.