El Renacer Del Duque Exiliado.

Las preparaciones para la boda, estaban listas, solo faltaban tres días para ese momento tan ansiado para Arya. Al principio tuvo ciertas dudas, ya que había el rumor de que Carlisle estaba tan enamorado de esa noble insípida, pero, durante su encuentro, ella pudo notar el interés que el duque mostró hacía ella.

—esto es maravilloso, todo ha salido perfectamente bien, el duque Heijden es mío.— da un par de vueltas y salta de emoción.

La princesa se acerca a su cama y debajo de esta saca una caja alargada, al abrirla, había una vieja espada, una que parecía haber sido usada en incontables batallas. Arya deslizó su mano suave por toda la extensión de la espada causando un chillido al usar la uña.

—sabía que vendría a mí...— su mirada se entrecerro dejando ver un leve brillo.

Arya cerró nuevamente la caja y la guardo, esa espada era un tesoro para ella, ya que es la espada que Carlisle uso en la guerra y la cual dejo en manos del emperador cuando finalmente trajo la victoria al imperio. Ella por supuesto, convenció a su padre de darle la espada para que ella lo guardara porque admiraba al duque.

Arya se tiro a su cama abrazando su almohada mientras rueda por el colchón emitiendo grititos de emoción, el duque será su esposo, y no piensa dejar que nadie se lo quite, aún si esa exposa regresa, ella misma se encargará de sacarle los ojos para que no vuelva a mirar a Carlisle.

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La noticia del matrimonio del Duque Heijden y la princesa no se hizo esperar, en menos de una semana, ya se sabía por todos lados, era un matrimonio que nadie esperaba, pero que, algunos halagaban, otros decían que la princesa estaba siendo condenada a ser la esposa de un ser maldecido, pero, aunque habían opiniones divididas, lo que si esperaban los nobles, eran ser afortunados de tener una invitación a la boda y la condesa no era la excepción. Varias de sus conocidas en las fiestas de té, ya han recibido la invitación, pero, su familia no ha tenido noticias de un mensajero del palacio.

—nuestra familia tiene reputación, ¿por qué no seríamos invitados?, esto es un insulto.— se queja la condesa.

—madre, la familia del joven Marqués tampoco fue invitada, tal vez la celebración solo son para quienes un alto estatus y para la familia de los emprendedores.— responde Rania.

—esto es humillante, ¿creen que no somos dignos de asistir a ese evento?, nuestra familia también coopero durante la guerra.— la condesa no podía ocultar su indignación ante esa situación.

La mujer continuó quejándose, pues se sentía humillada, porque todas sus conocidas asistirán a la boda menos ella, era inaceptable que los emperadores no enviaran una invitación. El conde estaba igual que su esposa, pues ansiaba asistir a esa boda para entablar platicas de negocios con los nobles más importantes del imperio, incluyendo al duque, pero, sus planes se habían arruinado.

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El día de la boda llegó, Carlisle estaba ya en el templo, recibiendo las felicitaciones del sacerdote, quien esta vez, le dice que ha elegido bien a su nueva esposa, pues casarse con la princesa le da más honor a su familia. Todos saben que la princesa ha cosechado logros durante la guerra y había tenido bastantes propuestas, pero ella las rechazaba gracias al privilegio que se le dio de elegir a su esposo.

—mi niña, que hermoso te queda el vestido.— la halaga la emperatriz.

—gracias madre, ¿cree que el duque quede encantado cuando me vea?— pregunta divertida.

—querida, el duque se va a enamorar, de eso no hay duda.— la anima.— quizás hasta tenga nietos pronto.

—madre, por favor, no será tan rápido...— sus planes son, disfrutar de su vida de casados y después planear los hijos.

Las doncellas le acomodan el velo, y no tardan en avisarles que ya debe hacer su entrada. Arya camina del brazo de su madre hasta la puerta del templo, donde su padre la espera y le da la mano.

—te ves hermosa hija mía, deseo que este matrimonio sea una buena elección y que seas feliz.— el emperador le da un beso en frente.

—gracias padre.— hace una leve reverencia.

Finalmente las puertas se abren, permitiendo que ambos pasen, las miradas se fijan en ellos, la emperatriz por supuesto, camina también a lado de su hija hasta llegar al altar, donde Carlisle espera, este se muestra tranquilo, aunque estaba un poco nervioso, dos vidas y la primera vez que se divorciaba y se casaba de nuevo. El emperador le entrega la mano de su hija, pidiendo que cuide de ella, a lo que Carlisle asegura que así será.

Los novios se voltean de frente al altar, donde el sacerdote comienza con la ceremonia. La cual para Carlisle era aburrida, deberían solo firmar un papel y pasar a la noche de bodas, eso sería más entretenido, en especial cuando se esta casando una joven tan bella, ¡ha!, tonto Carlisle real, ¿como desaprovechó una esposa así por una enclenque hija de mami?, pudo ser un hábil guerrero, pero en el amor fue un idiota.

El sacerdote llego al punto donde ambos deben intercambiar anillos y sus votos, así que cada uno dio el suyo; Carlisle colocó un precioso anillo un brillante diamante en el dedo de Arya, un anillo que según la historia, había pertenecido por siglos a las duquesas Heijden, pero en la historia real, este anillo le fue entregado a Rania al final de la historia, pero esta vez, Carlisle se lo da, a quien en verdad debió pertenecer.

—ahora serás la duquesa y te respetarán como tal en mi palacio.— le promete.

Arya sonríe por las palabras de Carlisle y ahora ella le coloca el anillo mientras da su juramento. Finalizando con el sacerdote, declarando que ahora son marido y mujer. Para cuando el sacerdote dijo que ya podía besar a su esposa, Carlisle no lo dudo, tomo a la chica de la cintura y le planto y apasionante beso, Arya abrió los ojos con sorpresa, era algo que no esperaba, pero, no estaba nada mal, era su primer beso con su esposo y era uno que despertaba sensaciones que nunca antes había sentido, su cuerpo se erizo y su corazón saltaba de emoción. Cerró los ojos disfrutando del beso hasta que el sacerdote garraspeo para llamar la atención así que Carlisle se aparto mostrando una sonrisa ladina.

—este es solo el inicio, querida esposa.— le susurra el oído.

Arya sintió su cuerpo estremecer ante esas palabras, pues sabe que después del banquete, viene la noche de bodas.

—no sea impaciente alteza.— responde.— porque esta noche solo planeo dormir.— guiño.

—que esposa tan cruel, ¿me dejará solo en mi noche de bodas?— pregunta divertido.

—no se preocupe, le pediré al mayordomo que le prepare un baño de agua fría.— le da una palmadita en el pecho.

Carlisle sonríe ante las respuestas de la rubia, ella si es una interesante, además, el beso es muestra de que ella no es tan "santita" como lo era Rania, ¡ah! La pobre e ilusa Rania, no sabe lo que espera, no todos los hombres son pacientes como el verdadero Carlisle. En fin, ese ya no es su problema, solo agarró a su esposa de la cintura para salir juntos del templo, la ceremonia ha terminado, pero ahora viene disfrutar del banquete.

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