Ginevra es rechazada por su padre tras la muerte de su madre al darla a luz. Un año después, el hombre vuelve a casarse y tiene otra niña, la cual es la luz de sus ojos, mientras que Ginevra queda olvidada en las sombras, despreciada escuchando “las mujeres no sirven para la mafia”.
Al crecer, la joven pone los ojos donde no debe: en el mejor amigo de su padre, un hombre frío, calculador y ambicioso, que solo juega con ella y le quita lo más preciado que posee una mujer, para luego humillarla, comprometiéndose con su media hermana, esa misma noche, el padre nombra a su hija pequeña la heredera del imperio criminal familiar.
Destrozada y traicionada, ella decide irse por dos años para sanar y demostrarles a todos que no se necesita ser hombre para liderar una mafia. Pero en su camino conocerá a cuatro hombres dispuestos a hacer arder el mundo solo por ella, aunque ella ya no quiere amor, solo venganza, pasión y poder.
¿Está lista la mafia para arrodillarse ante una mujer?
NovelToon tiene autorización de Marines bacadare para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Nueva vida.
Ginevra va en el auto con Rogelio, mientras los árboles pasan a los lados como sombras del pasado, ella se permite llorar un momento más, drena en silencio todo lo que lleva guardado, todo lo que reprime su alma. Rogelio la observa a través del espejo retrovisor.
—No se preocupe, niña Ginevra —dice, observándola con una mirada comprensiva—. Esperé tanto tiempo este momento y hoy por fin sé que usted estará bien, y su madre, donde quiera que esté, me lo va a agradecer —sonríe y no vuelve a decir nada más; solo se concentra en el camino, el cual dura aproximadamente 40 minutos. Llegan a un aeropuerto; por suerte ya ha terminado la universidad, aunque no piensa asistir a su acto de grado.
Ella lo mira confundida, pero confía en él. Aunque la última vez eso no le funcionó muy bien, ella sabe que él no quiere mal para ella.
Suben a un avión con destino a Suiza. Allí comenzará su nueva vida; no sabe lo que le espera, solo observa por la ventanilla del avión y ve todo el tiempo que perdió en una relación vacía. Rogelio ha subido, toca su brazo y le da una mirada severa.
—Ya para, deja de recriminarte. Todos piensan que porque tienes poder o porque eres un mafioso debes saberlo todo, ser incapaz de ser engañado —comienza explicando cada cosa—. Si ser poderoso te hace indestructible, no hubiesen grandes capos encerrados ni traicionados por gente de confianza; muchos caen muertos por su misma gente —ella, se siente un poco mejor, entiende el punto de él: las cosas que hacen los demás para perjudicarte se escapan de tus manos; eso es lo que entiende ella.
—Iremos a la que fue mi casa alguna vez, ¿sabes? Yo conocí a tu mamá —ella sonríe porque le encanta escucharlo hablar sobre su madre—. Ella me conoció en Suiza, estaba de vacaciones y yo estaba en problemas. Ella me ayudó, era un ángel —sonríe, recordando aquel momento.
—Tu madre era decidida, respondona, altanera, pero tenía un corazón de oro. Convenció a su padre para que me hiciera su guardaespaldas —continúa con la historia. Al hombre los ojos se le oscurecen y la mandíbula se le tensa; su cuerpo se inquieta.
—Ella hizo todo lo posible para conseguirme el trabajo, para que su padre me pagara una fortuna por cuidarla, aparte de lo que me pagaba tu padre para hacer lo mismo —su voz se pone más gruesa—. No debí dejar pasar a aquella mujer la noche que tu madre te dio a luz —Ginevra levanta su vista hacia él y frunce el ceño.
—¿Qué mujer? ¿De qué hablas, Rogelio? —se altera un poco, se sienta con la espalda erguida y espera una respuesta.
—Eleonora. Jamás imaginé que tenía algo con tu padre. Él se veía que amaba mucho a la señora, y esa mujer estaba yendo muy seguido a casa —se pasa la mano por el rostro—. No olí nada raro hasta que la trajo a casa, poco después de la muerte de tu madre. Ella fue la última que vio a tu mamá con vida.
—Traté de averiguar, intenté tocar el tema con tu padre, pero no quería escuchar nada aquella noche y yo no volví a hablar de aquello —respira profundo, la busca con la mirada y entorna sus ojos hacia ella.
—Escúchame bien: vamos a vengarnos de esa gente. Pero esto no es una fantasía; necesitamos ayuda que no tenemos, pero tú la vas a conseguir —sonríe con malicia. A ella, aunque no entiende, le gusta cómo suena.
—¿Cómo haremos eso? No entiendo —murmura, y él levanta una ceja a la vez que sonríe.
—Necesitas aprender más de la mafia. Sé que te he enseñado, pero no todo. Necesitas aprender a defenderte. Y sí, tengo dinero para sobrevivir, pero tú necesitas poder, y yo no lo poseo —le cuenta paso a paso lo que tiene en mente.
—Primero te entrenaré, después te enseñaré cómo vas a conseguir esa ayuda. Tú necesitas refuerzos, porque no nos vamos a sacar el poder del bolsillo; esto es la vida real —ella pone una mirada decidida; y asiente.
—No sé qué tengas en mente, pero voy a confiar en ti. Esos imbéciles van a pagar lo que me hicieron. Y si descubro que tus sospechas son ciertas, Eleonora va a pagar con sangre —esas palabras son todo lo que él quería escuchar. Le da una palmada en el hombro.
—Descansa, pequeña, porque no creo que puedas descansar durante mucho tiempo —ella cierra los ojos y se coloca unos audífonos, deja que la música relaje su cuerpo y trata de no pensar más en lo que viene ni en lo que ya pasó. Tiene un objetivo: venganza. No sabe cómo, porque su padre es dueño de una mafia poderosa, pero si Rogelio dice que la va a enseñar a conseguir poder, es porque lo va a hacer.
Las horas transcurren con ellos dormidos; se despiertan de vez en cuando y luego vuelven a descansar. Cuando aterriza, ella suspira al tocar el suelo de su nueva vida.
—Bienvenida a tu entrenamiento, querida mía —dice Rogelio, extendiendo su brazo para que ella lo tome. Caminan hasta un auto que los espera; es negro y lujoso. Ella se sorprendería, pero con lo que le contó, sabe que tiene con qué.
En la carretera, ella no deja de ver por las ventanas el paisaje; está maravillada con lo hermoso del lugar. Él le aprieta la mano, dándole ese apoyo que necesita. Él siempre la ha visto como a una hija, la mira orgulloso de cada logro que ha conseguido y sabe muy bien que pronto estará aún más orgulloso de ella, cuando la convierta en lo que ella es: una verdadera reina.