Mary es una chica muy alegre y llena de sueños, aunque desde pequeña enfrentó muchos obstáculos, siempre es optimista y está con una gran sonrisa, buscándole siempre el lado bueno a todo, una día su vida cambiará, aunque al principio todo parece ir de mal en peor, pronto todo eso pasará a ser parte del camino para su felicidad, pues conocerá a su gran amor, aunque eso todavía no lo sabe, acompañame a vivit esa increíble historia, llena de dolor, lágrimas y felicidad.
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La vida se va acomodando
Entre tanto disturbio, los guardias empezaron a disparar, Carlos, los infiltrados y otros hombres que los ayudaban se fueron corriendo a reunirse con Antonio y Mary.
—¡Vamos, ahora! Dijeron.
Antonio cargó a Mary en brazos, ella cerró los ojos, agotada, pero por primera vez en días… sintió que podía estar tranquila y a salvo.
Sin duda la subasta se convirtió en un caos, las luces se apagaban y encendían, las sirenas policiales retumbaban desde afuera y los gritos cada vez se hacían más fuertes.
Antonio cargaba a Mary mientras Carlos y los hombres abrían camino entre la multitud, esquivando hombres que corrían desesperados.
—¡Antonio, por acá! —gritó Carlos, señalando una puerta lateral por donde ingresaban oficiales encubiertos.
Mary temblaba, aferrándose al cuello de Antonio.
—¿Qué… está pasando…?
—Te estoy sacando de aquí —dijo Antonio, sin dejar de correr—, no voy a dejar que nadie te vuelva a hacer daño.
Carlos empujó una caja grande para bloquear a dos guardias que intentaban perseguirlos.
—¡Sigan! ¡Yo cubro atrás!
Salieron a un callejón oscuro donde un carro los esperaba con el motor encendido, Antonio colocó a Mary con cuidado en el asiento trasero, ella lo miró con lágrimas silenciosas.
—¿Por qué… regresaste por mí? —preguntó con la voz entrecortada.
Él le tomó la mano.
—Porque nunca te olvidé, porque no era justo lo que te hicieron, porque es lo correcto, y porque… Tony y tú son todo para mí, ustedes son mi vida.
La policía estadounidense, junto con Interpol, realizó una operación gigantesca, allí cientos de archivos fueron incautados, se arrestó a la mayoría de organizadores de la red de trata, se rescataron a varias mujeres y se emitieron órdenes internacionales.
Don Napo intentó huir por la frontera, pero lo capturaron en un control aeroportuario, y con él cayeron todos los que colaboraron: choferes, falsificadores, intermediarios, contactos políticos… y lo más penoso, los padres de Mary.
Ellos habían ayudado a Don Napo a ubicarla para que fuera secuestrada, ellos sabían todo, estaban al tanto de cada pasó, eran cómplices de toda esa red de maldad.
Nacho se desplomó al recibir la noticia,
Daniela lo abrazó mientras él lloraba por primera vez en años.
—¿Cómo pudieron…? —sollozó—. ¿Cómo pudieron hacerle esto a su propia hija? Los desconozco, no puedo perdonarles.
En un gran departamento temporal que Carlos y Antonio consiguieron Mary descansaba sobre una cama cómoda, Antonio estaba sentado a su lado, nervioso, como si temiera tocar un recuerdo frágil.
Ella habló primero.
—Antonio… necesito saber algo, aquel día, en la cabaña… yo… no entendía nada, recuerdo partes, pero… sentía que algo no estaba bien.
Antonio bajó la mirada.
—Mary… yo también necesito explicarte, nunca entendí por qué lloraste después, pensé que me había equivocado, que habían hecho algo mal, y por eso me fui muy molesto.
Ella respiró hondo.
—Me dijeron que… me drogaron, que no estaba consciente.
Antonio sintió un nudo en la garganta.
—Yo… no lo sabía, si lo hubiera sabido, jamás… —su voz se quebró— Mary, lo último que quería era hacerte daño.
Ella tomó su mano con suavidad.
—Ninguno de los dos tuvo la culpa, fuimos manipulados por ese hombre, por todos ellos, lo importante es que sobrevivimos… que salimos de eso, debemos tratar de dejar el pasado atrás, debemos seguir nuestras vidas, nos merecemos olvidar todo.
Antonio la abrazó.
Mary apoyó la cabeza en su pecho.
Los dos se quedaron dormidos, abrazados, a la mañana siguiente Mary se metió a bañar, Antonio pidió algo para desayunar, los dos se sentaron a desayunar, tenían planeado salir a Ecuador ese mismo día, Carlos entró a avisarles que ya todo estaba listo para partir, en dos horas el avión privado saldría.
El avión aterrizó en Guayaquil, bajo un cielo despejado, con un sol brillante, Mónica, Ana, Nacho, Daniela, su hijo y Tony esperaban junto a la puerta de salida.
Tony fue el primero en verlos.
—¡MAMÁAAA! —corrió a toda velocidad.
Mary cayó de rodillas para recibirlo, lo abrazó tan fuerte que el niño quedó escondido entre sus brazos.
—Mi amor… mi bebé… ya estoy aquí… —lloró, besando su cabello.
Antonio se arrodilló junto a ellos,Tony lo miró con sonrisa tímida, pero con un brillo en sus ojos, que lo decía todo.
—¿Tú eres mi papá? —preguntó.
Antonio tragó saliva.
—Si tú quieres que lo sea.
Tony lo abrazó.
—Sí quiero, si quiero!!! Dijo el niño muy emocionado.
Los demás se acercaron entre lágrimas, Nacho abrazó a Mary con tanta fuerza que casi la levantó del suelo.
—Perdóname, hermanita… yo debí protegerte.
—Nadie sabía —respondió Mary—, lo importante es que ya terminó.
Daniela se abrazó con Nacho, Mónica y Ana lloraban de emoción antes de despedirse.
—Nosotras regresamos a nuestra ciudad —dijo Ana—, ya todo está en paz, pero si necesitas algo… lo que sea… aquí estamos.
Agradecieron y se fueron, Nacho, Daniela, su hijo, Mary, Antonio y Tony se fueron a una cena que tenían preparada de bienvenida para Mary, ahí Nacho aprovecho para contarles una noticia maravillosa, en medio de todo el dolor que vivieron les pareció bien empezar con algo bueno, fue entonces que le contó que él y Daniela, habían empezado una relación, era algo serio sin duda.
Con el tiempo las cosas fueron mejorando Nacho y Daniela se acompañaban, se cuidaban, Nacho tomó al niño de Daniela como su propio hijo, lo cuidaba, lo atendía, vivía para él y su madre, juntos ayudaban a Tony a recuperar sus rutinas, Nacho entró a trabajar en la Clínica de Carlos, ya que el se había graduado en Medicina Interna.
Tony los adoraba, decía que Daniela “cocinaba rico” y que Nacho “le daba los mejores paseos”.
Por otra parte en la Clínica Carlos esperaba a una nueva doctora que se integraba a trabajar, entró para reforzar el área de Pediatría, se llamaba Sofía, tenía una sonrisa cálida, ojos inteligentes y una paciencia infinita para trabajar con niños.
Carlos, tímido al inicio, encontró en ella alguien que entendía el cansancio, las noches largas y la vocación de salvar vidas, poco a poco se enamoraron sin buscarlo.
Que la rescaten.