Silvia Sephiran, es la protagonista de una historia de amor, donde una trampa llena de mentiras, la separa de su amado Javier, pero, como toda historia, la verdad sale a la luz y los protagonistas luchan por estar juntos, alcanzando su final feliz.
Pero ahora que ella ha reencarnado en Silvia, no esta dispuesta a seguir la trama y mucho menos a amar a un hombre que se deja manipular, así que, cuando tiene la oportunidad se marcha lejos de aquel hombre para iniciar una nueva vida cambiando su destino.
Lo que Silvia no esperaba es que al poner su negocio de perfumería en el reino Khalix, caería en las garras del gran general del reino, conocido como, "el hijo de la bestia", un atractivo hombre de ojos grises que se siente tentado por el dulce aroma de Silvia.
¿Silvia escapara de las garras de este hombre o caerá ante sus seductores ojos grises?
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Capitulo 21.
Esa misma noche, un hombre mayor, llego acompañado de sus escoltas, entregando un documento donde se menciona que aquella casa no cuenta con la documentación adecuada para ser un negocio, y que debido a eso, debe de cerrar el negocio, o la multa será el desalojo de la casa, porque será embargada. Y todo, el documento contiene el sello del ministro de comercio.
—esto es un abuso, todo mi negocio cumple con las reglas de comercio.— reclama Silvia.
—eso debiste pensarlo antes de hacer enojar a alguien importante.— responde aquel hombre.
Silvia entonces recordó a aquella mujer de la mañana y frunció los labios.
—vieja maldita, no sabe con quien se mete ella.— grita.— y ustedes largo, sabrán de mi muy pronto.
—solo empaque y larguese, si no quiere que le vaya peor, una mujer sola...podría ser peligroso.— advierte aquel viejo.
Cuando estos se van, Silvia agarra el documento que ese hombre dejo. Bien, si esa mujer fue y uso sus influencias, entonces ella tendrá que usar la suya. Aunque, ¿como lo encuentra?, ni siquiera sabe donde vive, ¿en el palacio?, quizás, pero como plebeya, seguramente ni la dejan pasar.
—maldita anciana...voy a averiguar quien eres, y voy a quemarte la casa.— y sigue maldiciendo a esa mujer.
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Por otro lado, Dariel ha pedido hablar a solas con Mayrin, ya que quiere evaluar él mismo a la chica. Cuando se presento al ir a escoltar a su padre, parecía una chica amable, aunque su atención parecía dirigida a Slavik, y durante la noche, la vio hablar con él.
—si aceptó fingir un compromiso, ¿que me garantiza que aceptará romperlo cuando la lucha del trono de Hakhar acabe?— pregunta directamente.
—porque no me gustan los rubios...— responde con un gesto de desagrado.— además, no estoy interesada en casarme pronto, soy una sacerdotisa, una muy importante en Hakhar, por eso quieren forzarme a casarme, porque así creen que la diosa los bendecirá para ganar el trono.
Eso primero hizo causo un leve tic en el ojo de Dariel, ¿como que no le gusta?, si tiene un atractivo físico bastante llamativo. Pero, lo de ser una sacerdotisa, eso si fue más inesperado.
—es decir, el templo la considera una santa, ¿no?—
—algo así, ya que mi magia proviene directamente de la diosa de Hakhar.— responde la joven.
Hakhar era un lugar donde el templo tenía mucha influencia, ya que, cada cierto tiempo, una elegida de la diosa aparece, volviéndose la sacerdotisa del lugar, y su poder ayuda a proteger al reino. Pero, desde que el actual emperador tomo el trono, todo ha cambiado, su ambición lo llevó a iniciar una guerra contra Khalix, y aunque el templo trato de evitarlo, el emperador los ignoró, restandoles importancia, e incluso querían enviar a los magos del templo y a la sacerdotisa a la batalla, pero, en ese entonces, Mayrin apenas era una adolescente inexperta, y el templo uso esa ventaja para evitar involucrarse.
—si el templo la protegió antes, ¿por qué ahora no hace lo mismo?— pregunta Dariel.
—porque ha perdido influencia, ahora solo importa la lucha por el trono, y usarán cualquier método para lograrlo, entre ellos, forzar un matrimonio con la representante de la diosa...o es lo que mi padre teme. Por mi parte, hubiera preferido huir, pero, mi padre no quiere que me la pase huyendo toda la vida.— termina de explicar.
Dariel se queda en silencio, observando a la joven, esta no parece mentir, pero tampoco puede confiar del todo.
—bien, aceptaré ayudarla, pero, con una condición, se firmará un acuerdo en el que, el compromiso se rompe en un año, sin importar si el conflicto sigue o no.— tiene que asegurarse de qué, la boda no se realice.
—esta bien, para mi es suficiente, si eso, ayuda a que mis padres estén a salvo...— responde la joven.
Ya que, una vez que se sepa del compromiso, los Lombardo quedarán fuera de la mira de los príncipes, ya que, al estar su hija comprometida con el príncipe heredero de Khalix, si dañan al Duque, ellos podrían acabar en la mira del príncipe heredero y no sería nada favorable para ellos que el príncipe de Khalix se ponga en su contra, después de todo, ya perdieron una guerra contra el reino.
—gracias alteza, prometo no intervenir en nada con respecto a su vida y su rutina diaria.— Mayrin se pone de pie haciendo una reverencia.
La chica se retira de esa sala para ir con sus padres y darles las buenas noticias, el príncipe heredero ha accedido a ayudarlos y ella, cumplirá con su promesa de mantenerse al margen de la vida de Dariel.
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Al día siguiente...
Slavik acudió a una reunión con la corte de nobles, donde también estaba presente Dariel. Mientras este se ocupa de sus cosas. El ministro de comercio, presume como pronto obtendrá una nueva propiedad gracias a su hermana. Este explica como la dueña de la perfumería hizo enojar a la baronesa, y esta, acudió a él para quitarle esa propiedad, como forma de darle una lección.
"La verdad no se que problema tenga mi hermana con esa mujer, pero, si puedo hacerme de una buena propiedad, estoy bien."
Este hombre y sus seguidores ríen ante lo dicho. Slavik quien estaba escuchando tras la puerta, sonríe ladino. Así que, creen que pueden salirse con la suya, pues ahora sabrán lo que es tener una verdadera influencia en la sociedad.
Slavik se aleja de ese lugar, encontrándose con el cuñado de aquel ministro.
—Barón Walter, podemos hablar un privado, hay algo importante que tengo que tratar con usted.— sonríe con falsa amabilidad.
Pero el Barón sintió un escalofrío, esa sonrisa amable, reflejaba algo más.
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En la mansión Walter, la Baronesa estaba en el piso, con la mejilla roja y un hilo de sangre en la comisura de sus labios.
—eres una estúpida, ¿en serio vas y provocas al joven duque Ronchembert?— grita furioso.
—pero yo...yo hice tal cosa, ¿de donde saca esa idea?— pregunta entre llanto.
La hija de la mujer se había paralizado, y es que sabe que no puede hacer nada, si intenta ayudar, ella terminara igual que su madre.
—¿que te parece utilizar a tu hermano para amenazar a la amante del joven duque?, tu estúpido hermano presumía como se haría de la propiedad de esa mujer, y ahora, por tu estupidez, estamos en la ruina.— patea la mesa de centro.
—¿q-que?, e...eso...yo no...pero...esa mujer...n-nuestra hija...ella es quien debería casarse con el joven duque...no esa plebeya.—
Ante esto, el Barón toma el jarrón tiene cerca y lo arroja contra el piso cerca de la Baronesa.
—¿es que eres imbecil?, ¿no conoces a los Ronchembert?, ¿en que momento creíste que tu inútil hija se casaría con él?, ¿has visto a la duquesa y su hija?, y mira a tu hija, una hueca como tú.— responde aún mas furioso.
La joven solo agacha la mirada, apretando los labios para contener su ira por las palabras de su padre.
—y espero que estén felices, porque ahora vivirán como plebeyas, a menos que tú y tu hermano vayan y supliquen de rodillas ante esa mujer. Y rueguen que acepte sus disculpas.—
—jamás...no pienso arrodillarme ante esa plebeya...el joven duque no puede estarle dando preferencia a esa mujerzuela...— grita la baronesa.
—pero lo hace, así que hagan lo que digo, o te largas de esta casa, y vives como mendiga.— amenaza el Barón.
El Barón se retiró de la sala hecho una furia, mientras que la Baronesa llora, asegurando que no piensa rogar perdón a esa mujer.
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