Amor Infinito

Amor Infinito

Elsa Isasa 

Capítulo 6 :Bruno Despierta.

Maja se levantó con una maravillosa noticia. Su hermanito se había despertado. El prodigio sucedió de noche mientras dormía y la enfermera ya había llamado al médico.

– ¿Qué pasó? Alguien me puede explicar. Por favor - dijo llorando al neurólogo. 

– Despertó Maja. Estaba muy nervioso y le puse un calmante leve. Aún no podrá hablar muy bien pero ya retire todos sus sondas. –

– Yo estaba dormida. ¿Por qué no me despertaron?- Maja seguía llorando. 

– Todo está bien. Ven, te explicaré cómo será el proceso ahora.-- dijo llevándola por el hombro hacia el corredor. 

Bruno dormía tranquilo prendido de su regalo de navidad. 

Leonardo recién levantado recibió todas las novedades de Paula. Por el ventanal veía al dr Verón abrazado con la chica. Volvió otra vez a sentir esa sensación extraña mezcla de alegría y tristeza al verla. 

Salió de su escritorio y recorrió los pasillos hasta la habitación de Bruno que dormía plácidamente con un auto de juguete en su mano. 

Acarició la cabeza del niño con ternura y entonces la vió. La sonrisa inmensa que traía en ese rostro que estaba húmedo de lágrimas inundó la habitación como un rayo de luz. 

 Ella vestía un camisón parecido a una blusa suelta sobre el cuerpo. Con alegría genuina corrió a abrazarlo.

– Despertó. Mí hermanito despertó señor Valente– dijo prendida a él. 

Y entonces llegó el aroma de esa mujer inundándolo otra vez y sus brazos caídos sobre el cuerpo se movieron. Sus manos fueron al rostro de la niña y secaron sus lágrimas. 

– Muy bien– dijo y se apartó de ese abrazo temblando. 

Mientras caminaba a pasos rápidos a su oficina tocó su boca con la mano que había limpiado las lágrimas de Maja. Y el sabor salado de las lágrimas entró desde su lengua corriendo a su cerebro por primera vez durante tanto pero tanto tiempo. 

Su cuerpo se estrelló junto a la puerta de su escritorio cerrandola de golpe. 

Y todos los olores de la oficina, el cuero de los sillones, unas galletas que Paula había dejado la noche anterior, el viento que entraba del ventanal traían a su olfato una información que estuvo por años pérdida. 

Leonardo temblaba. 

Extendió las manos hacia un resto de algún tipo de jugo que había tomado el día anterior y lo probó. El sabor de la naranja inundó su paladar. Estaba curado. Maja lo había hecho. 

Esa niña mujer lo había curado. Logró con su sola presencia lo que nadie había logrado. Ninguno de los médicos que visitó, ni los psiquiatras ni los psicólogos con innumerables sesiones de terapia lograron lo que Maja consiguió. 

– Leonardo. Te he traído tu desayuno –sintió los golpes de Paula en la puerta. 

– Entra y dejámelo. Me voy a bañar.- dijo. 

Debajo del chorro de agua trató de despejar su cabeza de tantos pensamientos.

Vió el movimiento de enfermeros y traumatólogos en la habitación de Bruno. Andrea le pasaba los datos de su evolución. 

Fue un día agitado en la casa de Leonardo Valente. Pero su deseo de que el niño se cure vino acompañado también con su propia mejora.

Esa noche quiso salir con Andrea y buscar por fin una mujer en un night club y así lo hizo. Aunque la idea  de buscar una compañía femenina terminó por asquearlo. 

No soportaba sus perfumes o tal vez su forma abierta de encararlo o sus risas vacías o su conversación hueca. 

Sin embargo salir le hizo bien. 

Andrea estaba feliz. Su jefe casi era la misma persona que una vez fue. 

Había recuperado el sentido del gusto y hasta quiso integrarse socialmente al sexo opuesto. Quizás en otra salida consiga a la mujer que le haga olvidar a Magdalena. 

Cuando el hermanito de Maja abrió nuevamente los ojos y la reconoció el mundo para ella era un paraíso. 

El niño aún hablaba con dificultad pero comenzó a tragar líquidos y luego una rica sopa que le hizo Paula. 

Maja le contó que estaban en la casa de una persona muy buena que los ayudaba. El niño no recordaba la muerte de sus padres y por consejo médico Maja aún no quiso contarle. Solo debía hacer los ejercicios recomendados por los kinesiólogos y su hermano volvería a caminar. 

Esa noche pasó mucho tiempo bajando a la computadora un sistema de reconocimiento facial propio de las fuerzas de seguridad. Y lo puso en marcha con la foto de la mujer de su jefe recortada como motor de búsqueda. Trabajo en un sistema que pueda incorporar en los sistemas digitales de hoteles, estaciones de transporte terrestres y aéreos. 

De alguna manera debía pagar a su jefe todo lo que él hizo por ella y por su hermano. 

Tarde escuchó el movimiento del secretario y el jefe que llegaban en un auto protegido por sus guardaespaldas. 

Parecían venir de una fiesta y Maja también se alegró que el patrón se olvidé un poco de su pena. 

Ella sabía que algún día encontraría a su esposa y a su hijo. 

Y su jefe volvería a tener esa hermosa sonrisa y la alegría en la mirada, como cuando abrazaba a su esposa. 

Esa fue una noche feliz. 

Había trabajado mucho y charlado también bastante con su hermano.

En su trabajo el día anterior había localizado los lugares y empresas de las cuentas y las marcó en el mapa de su pared. 

Ese día pasó mucho tiempo con Bruno.  

Evitó hablar de sus padres por consejo médico y dijo a Bruno que sus padres viajaron lejos. En realidad no era una gran mentira. Viajaron tan lejos que ya no volverían.

Esa noche noche durmió Maja más tranquila que nunca. 

El regalo de navidad ya le había llegado. La recuperación de Bruno. Cuando pueda caminar a su lado por el parque sería la culminación de ese regalo. Solo quería retribuir a su mecenas con lo que él amaba, su esposa y su hijo. Y con eso en la mente se durmió finalmente.