Insaciable

-No puedo, siento que me hundo de nuevo...-

-Cuando empezó?- Un hombre cercano a los 50 tenía un bolígrafo en la mano y una tableta en la otra, balanceaba suavemente el bolígrafo casi al ritmo del tic toc que se escuchaba al fondo, sólo había silencio en la habitación.

-No lo sé... Quizás cuando conocí a ese hombre en el club, o en el aniversario de la muerte de mi familia... Pensé que el viaje a Milán me haría bien pero llegué hecha mierda... Tengo tantas ganas de llorar dentro de mi pecho que no sale ni una maldita lágrima, creo que me congelé por dentro-

Anne asistía a terapia con el Dr. Charles, un psiquiatra que conoció cuanto tuvo su primera crisis de ansiedad luego del entierro de su familia. Hace 8 años ya, desde que le habían informado la noticia pasó una semana sin comer, tan solo tomaba café y fumaba un cigarro tras otro.

*8 años atrás*

-Anne reacciona, tu no eres así, esto no es lo que hubiese querido tu madre, mírate.- Jacson le saca el cigarrillo de los labios tirandolo al suelo. Estaba hecha un asco, la mirada perdida, el cabello enmarañado, las ojeras que cubrían la mitad de su rostro. Jacson la tomó en sus brazos y la dejó en la tina del baño, abrió la regadera y el hidromasaje

-Apestas... Tienes que comer algo, pareces un esqueleto An, debes sobreponerte amor yo sé que es muy duro pero no estás sola, siempre me tendrás a mi- Con la yema de sus dedos limpiaba su rostro, aquellos ojos de mirada perdida albergaban un manantial que no dejaba de salir. Fregó su cuerpo desnudo con una esponja y lavó su cabello rojizo con shampoo.

-Hoy hice la cita con un médico, te llevaré quieras o no!-

-... - Ella no decía nada, no sé movía, solo respiraba.

Al cabo de un par de horas habían llegado al consultorio médico, Jacson la había bañado, vestido y alimentado como a una bebé, para él no era demasiado esfuerzo, Anne tan solo media 1.60 y pesaba menos de 50kg, ahora más que había dejado de comer, estaba en los huesos.

-Buenos días, tengo una cita con el Dr. Charles-

-Buenos días pasen por acá- La secretaria lo miró de arriba abajo, Jacson era un hombre guapo, rubio como un adonis y con gusto por los hombres desde que tenía uso de razón.

Él correspondió la amabilidad de la mujer con una sonrisa y llevando de la cintura a Anne entraron al consultorio.

-Charles, lleva días sin comer, ni si quiera se había duchado! Está así desde la muerte de su familia...-

Desde ese día él se convirtió en su psiquiatra. El siguiente año fue en picada, nada mejoraba. Había decido vender la casa de sus padres y todas sus propiedades para comprar un apartamento en el edición dónde vivía Jacson, esto último idea de él, no quería dejarla sola.

El año siguiente Anne empezó a salir nuevamente, frecuentaba todos los lugares con Jacson e incluso lo acompañaba a trabajar. Era el dueño de Saturno, un club nocturno que ofrecía bailarinas en tubo y telas. Pensando que sería una buena idea, dejó que Anne se familiarizara con las chicas del club y comenzará a tomar clases con ella, solo quería que ella ocupará su día en alguna actividad.

No pasó mucho tiempo cuando Anne empezó a disfrazarse de coneja, hacía su show nocturno y luego pasaba la noche con algún hombre. Llegaba al apartamento en la mañana, algunas veces borracha, otras veces incluso golpeada pero siempre... Llorando y arrepentida.

-Hasta cuándo seguirás con esto An? Te prohibire la entrada al Club. Mira como ese maldito te dejo la cara, no puedes seguir así-

-Jacson no eres mi papá, me caí y ya, además folle toda la noche, ya desearías tu pasar la noche como yo- El aliento de ella brindaba en el aire, estaba notablemente ebria. Tiró su cartera y los tacones en medio de la sala y se fue directo a la ducha

Desnuda sentada en la bañera lloraba como si no hubiese mañana, las lágrimas brotaban de sus ojos como el agua que salía de la ducha y mojaba todo su cuerpo. -Dios déjame morir, quiero acabar con esto... Cada vez que me miro al espejo los veo a ellos-

Dejaba que cualquier hombre con el que tenía sexo golpeara su rostro o su cuerpo, quizás así al verse al espejo ya no recordaría a su mellizo ni a su madre. Su padre era castaño, piel trigueña y ojos color miel, pero su madre y su mellizo eran como ella, cabello zanahoria, ojos claros y piel blanca con muchas pecas. Desde la muerte de ellos, ella odiaba verse al espejo.

Durante ese año Anne tomó dos veces sobredosis de ansiolíticos. El año siguiente mejoró un poco, las terapias con Charles eran más seguidas y aunque habían disminuido sus encuentros sexuales con salvajes, seguía en su rutina de sexo con desconocidos.

No fue hasta que conoció a Alonso que disminuyó sus encuentros sexuales con desconocidos. En el inicio de la relación todo iba de maravilla, ella era su centro de atención, había dejado de frecuentar Saturno y empezaba a interesarse por otras cosas. Fue en ese año que decidió abrir su boutique, siempre fue amante de la moda, y aunque nunca quiso ejercer su profesión, tenía su título de diseñadora. Así que eso era perfecto para ella.

-Gracias amor por apoyarme... Me haces muy feliz- La voz de Anne sonaba contenta mientras se acercaba al rostro de Alonso para llenarlo de besos

Pero como todo en la vida de Anne, la felicidad duro poco y a los 6 meses de relación, empezaron los viajes de trabajo de Alonso y con ellos, la distancia entre los dos.