En un reino de poder y pasión, donde la lealtad se compra y se vende, y el amor es un lujo peligroso...
Zared, un joven alfa valiente y astuto, emerge como el salvador de Astrum después de una batalla épica contra el enemigo.
Su victoria lo convierte en el general de la Brigada de Caballeros Negros y lo pone en el centro de una compleja red de intrigas y alianzas en la corte real.
Con un corazón lleno de dolor por la pérdida de su amigo y hermano de armas, Lyrien, Zared se ve obligado a navegar las aguas turbulentas de la política y sus propios deseos.
En la fiesta de mayoría de edad de los príncipes del reino, Zared se encuentra face a face con sus futuros rivales y posibles amantes: los príncipes Cassian y Ryker, lobos con piel de oveja que esconden secretos y pasiones detrás de sus sonrisas encantadoras.
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Capitulo 22
Después de esa gran noticia, ninguno de los omegas se separó del alfa en toda la noche, Cassian y Alaric dormían profundamente, cuando Camelia entró exaltada.
—Alaric, Cassian —gritó la mujer.
Ambos omegas pegaron un salto al escuchar los gritos de Madame Camelia.
—Camelia, ¿qué sucede? —preguntó Alaric medio dormido.
—Mi nieto, Zared, se marchó al castillo!! —gritó la mujer.
Los omegas pegaron un salto de su cama y se pusieron su ropa formal.
—Dile a Kiara que les avise a los palafreneros que preparen los caballos, iremos al castillo enseguida —gritó Cassian enojado.
Ambos omegas se prepararon para ir al palacio, el camino fue un poco largo.
Nadie de los ayudantes de la casa Kied entendían por qué los príncipes se encontraban tan alterados y enojados.
El camino hacia el palacio fue incómodo y terriblemente largo para algunos.
Al llegar al palacio, los omegas entraron corriendo directamente a la oficina de su padre, al abrir se asustaron al ver que el alfa no estaba ahí.
—¿Dónde está papá? —gritó Cassian.
—Hijos, ¿qué sucede?, ¿a quién buscan? —preguntó el rey asustado al ver el estado de sus hijos.
—Zared, ¿dónde está padre?!! —gritó Alaric.
—Acaba de marcharse —dijo Sebastián.
—¿Por dónde?!! —dijo el omega.
—Por el pasillo izquierdo, dijo que pasaría a saludar a un viejo amigo y se volvería a su casa, ¿por qué sucede, Cassian? —preguntó Sebastián.
Los omegas no dieron respuesta a su padre y salieron corriendo en dirección hacia los cuartos de los soldados y la arena de entrenamiento, agitados.
Los hermanos llegaron hasta la arena de entrenamiento y lo que más temían estaba pasando, su esposo estaba peleando con la persona que menos querían que se topara.
—Zared!! —lo llamó Alaric.
El alfa no se daba por vencido y seguía luchando, pero los omegas se asustaron al ver cómo su primo le lanzaba un puñetazo a su estómago, pero gracias a los reflejos del alfa se cubrió su estómago rápido.
—¿Qué demonios... —Alaric se acercó hasta su primo para golpearlo, pero todos quedaron sorprendidos al ver cómo el príncipe Cassian le lanzaba una patada voladora tirando al alfa contra el suelo.
—Nunca en tu miserable vida vuelvas a hacer lo mismo o sino me encargaré de que los cerdos se alimenten contigo —los ojos del omega habían cambiado por completo, ahora su color era de un rojo intenso, el olor de las feromonas del príncipe era bastante fuerte y Damian asintió con la cabeza al ver que el rey se acercaba con la reina.
Haciéndose la víctima, el alfa se tocó la cabeza.
—Damian!! —gritó Ophelia.
—Estoy bien, majestad —respondió Damian.
—¿Cómo pudiste hacer eso, Cassian?!! —gritó Ophelia.
—Se lo merecía, madre —respondió su hermano.
—Acabas de pegarle a tu primo, el heredero a la corona!!, tienes que respetarlo!! —
Cassian rodó sus ojos y miró a su padre.
—Padre, se lo merecía, golpeó el estómago de mi esposo.
—Y eso que tiene de malo, es un alfa, un golpe no es nada para él —gritó Ophelia.
—Sí lo es!! —contradijo Alaric.
—¿Por qué? —preguntó Sebastián.
—Padre, dentro del cuerpo de mi esposo, está nuestro hijo y tu futuro nieto —respondió Cassian.
El rey abrió los ojos sorprendidos, giró su cabeza para mirar a su yerno y este asintió para confirmarle que era verdad lo que su hijo le decía.
—Pero ¿cómo es posible? —preguntó el rey.
—No lo sabemos, padre, pero queremos hablar contigo en privado —dijo Alaric.
—Está bien, esto debe ser en un lugar privado, vamos a mi oficina.
Los omegas siguieron a su padre, y Zared caminaba detrás de ellos.
Ofelia, que estaba aún con Damian, quedó helada ante la noticia.
Al entrar a la oficina, los omegas se olvidaron de que su padre estaba con ellos y se enojaron con Zared.
—Cómo pudiste hacer eso, Zared, no sabes el peligro que corres tú y el bebé!! —gritó Cassian enojado.
—Está bien, logré cubrirme a tiempo, la próxima vez no bajaré la guardia —dijo Zared
—No, no habrá una próxima vez, no dejaremos que vuelvas a hacer esto!! —gritó Alaric.
—Ustedes no pueden prohibirme nada —gritó el alfa.
—Sí podemos, además si sabes en las condiciones en las que estás, ¿por qué rayos te metes en peleas? —dijo Cassian.
—Porque él me provocó —dijo Zared.
—Y ¿qué te dijo para que te pongas así de alterado? —dijo Cassian.
—Insultó a mi padre y no dejaré que nadie insulte a mi familia —respondió el alfa.
Sebastián se interpuso entre la charla y calmó la situación.
—Está bien, muchachos, primero calménsen y cuéntenme qué es eso de que seré abuelo —dijo Sebastián.
—Hace unas semanas, después de que Zared ganó el torneo, el doctor lo revisó y nos dijo que tenía dos semanas de embarazo —dijo Alaric.
—Eso es cierto, Zared —preguntó Sebastián.
—Sí, majestad —respondió el alfa.
—Maravilloso!! —dijo el rey—. Eso sí es una buena noticia!!
—Y ¿qué es... niño o niña? —preguntó Sebastián.
—Padre, no sabremos su género hasta que nazca —dijo Cassian.
—No importa, sea niño o niña será hermoso, seguro —dijo Sebastián.
—De hecho, padre, queríamos hablar contigo —dijo Alaric.
El rey asintió y se paró para acomodar su asiento, pero algo llamó su atención, ver el comportamiento de la reina con su sobrino, y unas cuantas palabras salieron de su boca, las cuales dejaron atónitos a sus hijos y yerno.
—¿Quieren la corona? —preguntó el rey.
—¿Cómo? —preguntó el omega.
—He visto el comportamiento de su primo con las personas del pueblo y no me gusta nada, además si les soy sincero, quería ver de lo que eran capaces sobre todo al ver cómo trataron la situación al ver cómo lastimaban a su pareja, me hizo entender que realmente maduraron y ya no son unos niños que le tienen miedo al mundo y a las personas que lo habitan.
—Estás seguro de eso, padre —preguntó Alaric.
—Sí —dijo el rey—, dentro de una semana anunciaré al futuro rey y ahora que sé que seré abuelo, le dejaré lo mejor a mi futuro nieto o nieta —dijo Sebastián con una sonrisa
—Te lo agradecemos, padre —dijeron los omegas al unísono.
—Solo les digo que no lo hago porque son mis hijos, sino porque ustedes son el mejor partido para este reino, y porque sé que junto con su esposo, harán lo mejor por mi amado pueblo —dijo Sebastián.
—Gracias, majestad —dijo Zared.
—De nada —respondió Sebastián—, espero que también cuides tu salud o me veré obligado a encerrarte en tu casa hasta que nazca mi nieto.
—Está bien, majestad, me aseguraré de no volver a caer en provocaciones —prometió Zared.