Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.
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“Cicatrices del Cristal”
Ruinas. Gritos. Sombras corriendo. Los seis amuletos destrozados en el suelo. El cielo ennegrecido. Un estruendo. Explosiones. Y una voz desconocida, dura, autoritaria:
Voz desconocida:
-¡Disparen...!
La imagen estalla en blanco.
Lloyd despierta de golpe, jadeando. Una mueca de dolor cruza su rostro al intentar moverse.
Lloyd:
-Agh... ¡Auch...! ¡Mi espalda...!
Camila, que estaba organizando unos papeles en el escritorio, gira de inmediato. Al ver que Lloyd despertó, corre hacia él.
Camila:
-¡Lloyd! ¡Despertaste! ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Recuerdas qué pasó?
Lloyd se incorpora con dificultad, sujetándose el costado. Su mirada se queda fija en Camila por unos segundos, confuso, como si intentara ordenar lo que recuerda. Luego, baja la cabeza.
Lloyd:
-Camila... Ellos... se llevaron el cristal...
Camila frunce el ceño, conteniendo la frustración. Se sienta en el borde de la cama.
Camila permanece sentada al borde de la cama, aún sujetando la mano de Lloyd con firmeza. Su expresión mezcla serenidad y una tensión contenida.
Camila:
-Sí... se lo llevaron, Lloyd. Cuando los demás llegaron aquí... estaban alterados. Tú venías inconsciente. Vanessa apenas podía mantenerse despierta. Estaba desmayada, pero aún murmuraba cosas. Dijeron que los Córtala tomaron el cristal y desaparecieron con ese golem.
Lloyd frunce el ceño, apretando los dientes con fuerza. El dolor físico se mezcla con una presión emocional creciente.
Lloyd:
-Fue mi culpa... susurra, bajando la mirada Si tan solo supiera usar bien mi poder... Si me hubiera esforzado más... Ellos no se lo habrían llevado... No así...
Camila lo observa con más dureza esta vez. Respira profundo.
Camila:
-Lloyd... No. No digas eso. No fue tu culpa. Ni la de nadie. Ustedes lo dieron todo. No sabían a lo que se enfrentaban... Nadie esperaba que ellos fueran más fuertes que nosotros... al menos no tanto.
Lloyd levanta la mirada. Su expresión ahora es terca, llena de frustración y esa inocente rabia que lo caracteriza.
Lloyd:
-¡Pero si yo soy el elegido, Camila! ¡Se supone que debería ser más fuerte que cualquiera! ¡Se supone que tengo que protegerlos!
Camila se tensa, sus ojos se endurecen de pronto. Le aprieta la mano con firmeza.
Camila:
-¡Lloyd! ¡Basta! ¡No cargues con todo solo porque tienes un título! Ryan y Nathan me contaron lo que pasó. Ese golem... esa cosa de piedra con el pecho brillando en verde... sacude la cabeza ¿Qué ibas a poder hacer tú solo contra eso? ¡Te estaban superando entre todos!
Lloyd la mira sorprendido. No está acostumbrado a ver a Camila alzando la voz. Menos aún a verla enojada.
Él traga saliva y baja la cabeza otra vez, más por confusión que por arrepentimiento.
Lloyd:
-Ese golem... no era normal. Lo sentí. No era como los otros. Ese golem tenía...
Camila: (interrumpiéndolo, seria)
-Tu poder. Lo sé. Fue como aquella vez, ¿recuerdas? Cuando Diana me trajo contigo en brazos, después de que una de esas cosas te estaba absorbiendo. Te estabas desmayando... Tu energía estaba desapareciendo. lo mira con gravedad Creo que desde entonces empezaron a copiar tu Esencia.
Lloyd la observa, sus pupilas tiemblan de preocupación. Trata de procesarlo todo. Respira hondo, forzándose a mantenerse tranquilo.
Lloyd:
-¿Y Diana? ¿Dónde está Diana?
Camila: (más suave, intentando calmarlo)
-Está bien. Mi papá la llevó de vuelta a tu casa anoche. Quería quedarse contigo, pero estaba muy agotada.
Lloyd asiente aliviado, pero no tarda en tensarse de nuevo. Su siguiente pregunta le sale con un nudo en la garganta.
Lloyd:
-¿Y mis papás...? ¿Dijeron algo...? ¿Se enojaron porque no llegué?
Camila lo observa con cuidado. Duda unos segundos antes de hablar.
Camila:
-Lloyd... Creo que tus papás... saben más de esto de lo que tú crees.
Silencio. Lloyd se queda inmóvil, como si las palabras lo hubieran golpeado en el pecho.
Lloyd: (en voz baja)
-¿Qué...?
Camila: (lenta, cuidadosa)
Mi papá dijo algo raro anoche cuando llegó de tu casa, le pregunte que avían dicho tus papas y solo dijo, ellos están preocupados pero saben que esto es así.
Lloyd baja la mirada. Su mente empieza a llenarse de preguntas.
Lloyd: (para sí mismo)
-¿Mis papás...?
Unos golpes secos interrumpen el silencio. La puerta se abre sin permiso alguno. Danna, de pie en el umbral, mira a ambos con fastidio y voz seca.
Danna:
-Mi tía dice que bajen a desayunar... antes de que se enfríe.
Camila apenas gira el rostro, conteniendo un suspiro.
Camila:
-Sí, ya vamos...
Danna cierra la puerta con un portazo desganado. Camila rueda los ojos y murmura mientras se vuelve hacia Lloyd.
Camila:
-Por dios... con esta niña...
Lloyd sonríe un poco, aún medio adolorido, pero intenta sentarse. Camila se le acerca.
Camila:
-¿Puedes levantarte?
Lloyd:
-Creo que sí... He tenido golpes peores. -fuerza una sonrisa débil- No te preocupes, Camila, no soy tan frágil como parezco, jeje...
Camila lo mira con una mezcla de ternura y resignación. Justo en ese momento, Lloyd nota un colgante en su cuello: un cristal pequeño, pulido, de color azul claro, que reposa sobre su pecho.
Lloyd:
-¿Y ese collar...? Nunca te lo había visto.
Camila:
-Ah, este... -toma el cristal con los dedos suavemente- Me lo regaló mi papá en uno de mis cumpleaños. Fue hace años... Apenas hoy lo encontré en un cajón. Me gusta usarlo cuando necesito... calma.
Lloyd asiente con una pequeña sonrisa. Intenta levantarse por sí mismo, pero su cuerpo se resiente. Se queda medio sentado en la cama, con una mueca.
Lloyd:
-Ugh... creo que me confié. ¿Podrías... ayudarme un poco?
Camila suelta una pequeña risa discreta. Se acerca y con delicadeza lo ayuda a levantarse, pasándole un brazo por debajo del suyo.
Camila:
-No te hagas el valiente, Lloyd. Conociéndote, seguro volviste a lanzarte de cabeza sin pensar.
Lloyd:
-¡Oye! ¡Eso no es verdad! Bueno... tal vez un poquito.
La atmósfera en el comedor es densa. Gabriel, Francisco y Danna ya están sentados en la mesa. Todos parecen sumidos en sus propios pensamientos. El sonido de los cubiertos apenas rompe el silencio.
Mariela está en la cocina, sirviendo platos. Al ver entrar a Camila y Lloyd, se gira con una leve sonrisa.
Mariela:
-Buenos días, hija... Lloyd, ¿cómo te sientes?
Camila:
-Está mejor, mamá.
Mariela:
-Me alegra. Vayan a sentarse. Ahora les llevo el desayuno, está recién hecho.
Lloyd asiente con una sonrisa tímida y algo incómoda. Camila le hace una seña para seguirla. Caminan juntos hacia la mesa, y Lloyd nota las miradas cruzadas que se lanzan los adultos... especialmente Gabriel, quien no ha dicho nada desde que llegaron.
El ambiente está cargado de una tensión silenciosa. Solo se escucha el ruido de los cubiertos chocando con los platos. Gabriel, Francisco y Danna ya están sentados, comiendo en completo silencio. Danna mira a Lloyd de reojo con una expresión seca y levemente desdeñosa antes de apartar la mirada con un suspiro.
Lloyd y Camila se sientan en sus respectivos lugares. Lloyd se ve incómodo, no solo por su cuerpo adolorido, sino también por la atmósfera pesada que lo rodea. De pronto, Gabriel deja sus cubiertos y lo mira con calma, aunque su voz suena seria.
Gabriel:
-¿Estás bien, Lloyd?
Lloyd levanta la vista, un poco sorprendido por el tono tranquilo pero firme del sensei. Asiente suavemente, tratando de no parecer débil.
Lloyd:
-Sí, sensei... solo un poco adolorido. Pero estoy bien.
Camila lo mira de reojo, atenta. Luego desvía la vista hacia su padre y decide hablar con un tono contenido pero directo.
Camila:
-Papá... ¿y ahora qué va a pasar con los cristales? Solo queda uno por encontrar...
Todos en la mesa levantan la mirada al escucharla, excepto Francisco, que sigue comiendo en silencio, como si ya supiera la respuesta.
Gabriel deja el tenedor a un lado, se limpia las manos con una servilleta y responde sin rodeos, con una serenidad que desconcierta.
Gabriel:
-No importa.
Un silencio tenso cae como una losa sobre la mesa. Camila frunce el ceño. Danna baja los ojos, incómoda. Lloyd parpadea, desconcertado, y se inclina un poco hacia adelante.
Lloyd:
-¿Cómo que no importa...? Sensei, Los Córtala ya tienen dos cristales. Solo queda uno... Si lo encuentran antes que nosotros...
Gabriel lo observa, sin cambiar su expresión. Hay algo en su mirada que parece esconder más de lo que dice.
Gabriel:
-No pasará.
Lloyd:
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
Su voz es tensa. La frustración en él es evidente. Todavía está procesando su derrota reciente.
Gabriel:
-Porque nosotros tenemos tres cristales. Ellos solo dos. Aun si encuentran el último... no tendrían la mayoría.
Lloyd niega con la cabeza, confuso.
Lloyd:
-Pero si lo consiguen... ¡tendrían el poder de equilibrar la balanza! Serían igual de peligrosos que nosotros. Eso no cambia nada...
Gabriel se cruza de brazos, serio. Lo mira con la firmeza de un maestro que ya vivió mucho más que sus alumnos.
Gabriel:
-Ese último cristal... es diferente. No emite energía. No puede rastrearse. No hay artefacto, ni brújula, ni ser espiritual que pueda señalar su ubicación.
Camila:
-¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso?
Gabriel:
-Porque lo busqué durante años, Camila. Años. En ruinas, mapas antiguos, en los textos más ocultos del monasterio... Nada. Ese cristal se esconde incluso de los ojos del universo. No lo encontrarán. Te lo aseguro.
Lloyd baja la vista, aún visiblemente molesto. No está convencido. Su instinto lo incomoda, le dice que algo no está bien.
Lloyd:
-Aun así... ellos no van a detenerse. No van a rendirse. Si no encuentran ese cristal, arrasarán con la ciudad para provocarnos. Lo vimos... lo vimos anoche. Lo que son capaces de hacer.
Camila lo observa, su expresión cambia. Sabe lo que Lloyd sintió durante la pelea, el impacto emocional que lo golpeó. Su mirada se suaviza.
Camila:
-Papá... Lloyd tiene razón. No importa si pueden encontrarlo o no. Ya demostraron que están dispuestos a destruir todo para conseguir lo que quieren. No es solo proteger los cristales... es proteger a la gente.
Danna se cruza de brazos, mirando hacia el plato, sin intervenir. Francisco sigue en silencio, masticando con calma. Pero Gabriel cierra los ojos un instante, respirando hondo.
Gabriel:
-Por eso vamos a entrenar. Hoy mismo. Si los Córtala quieren desatar el caos... tendrán que pasar por ustedes primero.
Todos se quedan callados. Lloyd aprieta los puños sobre sus piernas. Su frustración aún está ahí, pero siente cómo se enciende una chispa dentro de él... una nueva determinación.
Gabriel los miró a todos con calma, cruzándose de brazos mientras su tono se mantenía firme pero sereno.
-Díganle a sus amigos que los espero en el monasterio.
Camila frunció un poco el ceño, sorprendida.
-¿Vamos al monasterio, papá?
Gabriel asintió.
-Sí, hija. Tus amigos entrenarán con Caelum... quiere enseñarles algunas técnicas básicas que podrían ayudarles a sobrevivir. Y yo... -miró a Lloyd con un gesto más serio- quiero entrenar contigo otra vez, Lloyd. Necesitamos seguir puliendo tu esencia.
Lloyd se tensó apenas al escuchar su nombre. Luego forzó una sonrisa un poco nerviosa mientras se rascaba la nuca.
-Eh... no sé si pueda darlo todo, la verdad. Me sigue doliendo todo el cuerpo...
-Tranquilo -intervino Francisco, colocando una mano firme sobre su hombro-. Cuando lleguemos al monasterio te daré algo que te hará sentir como nuevo. Lo vas a necesitar.
En ese momento, Danna, que se había mantenido al margen, cruzó los brazos con gesto desafiante.
-Yo también iré -dijo con tono cortante-. Quiero ver si estos niños tontos realmente merecen llamarse aprendices de algo.
Camila suspiró suavemente, ya acostumbrada al tono altanero de su prima.
-Sí, sí... lo que digas, Danna.
Danna giró lentamente la cabeza hacia ella, alzando una ceja con malicia.
-También a ti, Camila. No te vas a salvar de unas buenas patadas.
Camila mantuvo la compostura, aunque bajó un poco la mirada, prefiriendo no responder a la provocación. Su silencio fue más fuerte que cualquier réplica.
Lloyd los observaba en silencio, un poco abrumado por tantas personalidades chocando. Se acercó a Camila con un gesto incómodo.
-¿Siempre es así... con ella? -le susurró, señalando a Danna.
Camila soltó una pequeña risa cansada.
-Siempre.
Gabriel alzó un poco la voz para recuperar el control del grupo.
-Llévense ropa cómoda para entrenar. Lloyd, la de ustedes ya está en el monasterio.
Lloyd levantó la mano como si pidiera permiso en clase.
-¿Y si no sobrevivo al entrenamiento? ¿Pueden enterrarme junto a una hamburguesa?
Gabriel negó con la cabeza, pero sonrió sin querer.
-Vamos, antes de que me arrepienta de entrenarlos.
Y así, con ese ambiente entre tensión, bromas y expectativa, el grupo se fue preparando para su próximo paso: el monasterio.
Unas horas después...
En el monasterio, Lloyd se encontraba ya de pie, vestido con ropa de entrenamiento. Bebía con cara de desagrado un líquido que Francisco le había dado, mientras caminaba lentamente por uno de los largos pasillos de piedra.
De repente, una voz lejana susurra algo. No logra entenderlo. El eco suena como si viniera del final del corredor... curioso, empieza a avanzar.
LLOYD - (Pensando, en voz baja) ¿Esa voz...? ¿Alguien está ahí?
Sus pasos se vuelven más lentos mientras se concentra. La voz parece tomar forma... casi puede distinguir una palabra...
Pero de pronto, una mano toca su hombro. Lloyd se sobresalta y gira tan rápido que lanza un grito agudo y da un salto hacia atrás.
LLOYD - ¡¡AAAHH!! ¡¡NOOO-!
Se detiene al ver quién es. Camila lo observa divertida, con una ceja alzada.
CAMILA - (Conteniendo una risa) ¿Lloyd...? ¿En serio?
Lloyd se lleva la mano al pecho, respirando agitado.
LLOYD - ¡P-Por Esencia... casi me matas del susto! ¡No vuelvas a hacer eso, Camila!
CAMILA - (Levantando una ceja, divertida) Exagerado... apenas te toqué. ¿Qué hacías solo por este pasillo?
LLOYD - (Aún alterado) Escuché... algo. Como una voz. Venía de por allá... justo del fondo.
Camila gira la cabeza hacia el final del pasillo. Sus ojos se fijan en una puerta de madera, vieja pero hermosa, de un color café oscuro, con un marco tallado a mano.
CAMILA - (Frunciendo ligeramente el ceño) Esa puerta... nunca la había visto abierta.
Lloyd da un paso hacia ella, curioso.
LLOYD - ¿Y si la abrimos? Tal vez haya alguien adentro...
CAMILA - (Seria, bajando la voz) Lloyd... no la abras. No sin permiso.
Lloyd se detiene frente a la puerta, su mano casi sobre el picaporte. Hay algo que lo atrae, pero también una sensación de respeto, o tal vez miedo.
Justo cuando va a girar la perilla, una voz retumba detrás de ellos.
FRANCISCO - ¿Qué están haciendo ahí?
Camila se sobresalta, llevando su mano al pecho.
CAMILA - ¡Tío...! Me asustaste...
Lloyd, por su parte, da un brinco como si le hubieran disparado y cae sentado al suelo.
LLOYD - ¡¡AAH!! ¡¡Otra vez no...!!
Se levanta torpemente, sacudiéndose los pantalones.
CAMILA - (Mirando la puerta) Tío Francisco... ¿qué es esta habitación?
Francisco se acerca, mira la puerta con expresión nostálgica y suspira.
FRANCISCO - Es la habitación de tu abuelo... Selian.
LLOYD - (Con los ojos bien abiertos) ¿D-De verdad...? ¿Aquí vivió el gran Selian?
FRANCISCO - Sí... Aquí vivió con su esposa, y crió a sus tres hijos. Este fue su hogar durante muchos años.
CAMILA - (Mirando la puerta con más atención) Supongo que mi papá también vivió aquí, ¿no?
FRANCISCO - Así es. Tu papá pasó su niñez y adolescencia entre estas paredes. Este monasterio fue su mundo... hasta que decidió dejarlo atrás.
CAMILA - (Dudosa, con la voz algo más suave) ¿Y por qué se fue? ¿Por qué dejar algo tan importante?
FRANCISCO - (Con un tono más serio, pero sin dureza) Es complicado. Pero... cuando tu abuelo Selian falleció, tu padre no quiso seguir en este lugar. Para él, este sitio estaba lleno de recuerdos que pesaban más de lo que podía cargar. Además, tu hermano mayor estaba por nacer... y él quería darles una vida distinta. Una vida... normal, fuera de esta historia de poderes y legado.
Lloyd y Camila se quedan en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos frente a la vieja puerta. El pasillo se vuelve más frío por un instante, cargado de memorias que ninguno de ellos vivió, pero que sienten profundamente conectadas a sus pasos ahora.
Camila mira a Francisco con el ceño levemente fruncido, mientras Lloyd parece quedar pensativo, como si su mente intentara encajar piezas antiguas de un rompecabezas.
LLOYD - (Frunciendo la nariz, como esforzándose por recordar) Oigan... ahora que lo pienso... ¿y tu hermano, Camila?
Camila y Francisco lo miran al mismo tiempo. Lloyd se cruza de brazos, ligeramente confundido.
LLOYD - Lo llegué a conocer... creo. Pero fue hace un montón. Tenía como nueve años. Solo lo vi una vez, en tu casa. Era más alto que tú y hablaba poco, pero se veía buena onda. Después de eso... desapareció. ¿Qué le pasó?
Camila baja un poco la mirada, su expresión cambia de serena a melancólica.
CAMILA - Sí... es cierto. Un día simplemente... se fue. Tenía quince en ese entonces. Y nunca volvió.
Se gira hacia su tío, como esperando una explicación que tal vez ha guardado mucho tiempo.
CAMILA - ¿Tú sabes algo, tío? ¿A dónde fue? ¿Por qué no volvió?
FRANCISCO - (Con tono tranquilo, pero serio) No tengo una respuesta clara, Camila. Yo no estaba en la ciudad cuando pasó. Solo sé lo que tu padre me contó después. Me dijo que tu hermano... se marchó a buscar algo. Nunca me dijo qué. Solo... se fue.
Camila baja la mirada al suelo. Su postura se vuelve más rígida, como si no quisiera dejar que esa emoción se notara. Pero hay un leve temblor en su voz.
CAMILA - A veces lo extraño. Me pregunto si piensa en nosotros... si está bien. Me gustaría verlo otra vez... aunque fuera solo un momento.
Lloyd la mira de reojo. No sabe qué decir. No entiende del todo cómo consolar, pero lo intenta de forma torpe y sincera.
LLOYD - Vas a ver que sí... eso va a pasar. Seguro que sí. Él... va a volver. Algún día.
Camila gira la cabeza hacia él, y le sonríe con suavidad. Es una sonrisa discreta, pero cálida.
CAMILA - Gracias, Lloyd.
FRANCISCO - (Rompiendo el silencio, con voz firme) Vamos, es hora de ver a Gabriel. Ya deben estar esperándonos.
Francisco da media vuelta y empieza a caminar. Camila lo sigue con pasos tranquilos. Lloyd también arranca, pero al dar el primer paso... algo lo hace detenerse.
Desde la puerta, el mismo susurro extraño vuelve a escucharse. No es una palabra clara, solo un eco... como una voz que no se deja entender. Lloyd voltea discretamente hacia la puerta. La mira de reojo, sin moverse. Algo en su interior le dice que hay algo más detrás de ella... pero traga saliva y decide seguir caminando. Por ahora.
Al llegar al patio principal del monasterio, Lloyd nota que el resto del grupo ya se está reuniendo. Ryan entra primero con energía arrolladora, seguido por Nathan, Christian y Vanessa.
RYAN - ¡VENGO CON GANAS DE ENTRENAR! ¡HOY SÍ QUE NO ME VENCE NADIE!
NATHAN - (Ajustándose los guantes con confianza) Eso lo dices ahora... yo sí quiero ser el mejor en esto.
VANESSA - (Cruzada de brazos, seca) ¿Podrían callarse los dos? Apenas sobrevivimos ayer... y ya se creen guerreros legendarios.
Christian se acerca tranquilo, con las manos en los bolsillos, sin decir nada. Lloyd camina hacia ellos con una sonrisa.
NATHAN - ¡Miren al dormilón! ¿Qué pasó, Lloyd? ¿Todavía te duele la paliza?
LLOYD - (Se ríe, tocándose el hombro) Nah, ya casi no me duele... apenas siento un poco el cuello.
Vanessa lo observa con expresión seria, como analizando su estado.
VANESSA - ¿Sabes al menos qué vamos a entrenar hoy?
Antes de que Lloyd responda, Camila llega y se posiciona a su lado, como siempre lo ha hecho desde que eran niños.
LLOYD - No sé qué les toca a ustedes... pero yo entrenaré con Gabriel, por separado.
RYAN - (Le da un leve codazo juguetón) Uuuuuy, si que especial el chico esmeralda...
CHRISTIAN - (Con tono neutro) De hecho... es quien más lo necesita.
RYAN - (Le lanza una mirada) ¡Bah, cállate, piedra andante!
En ese momento, la voz de Caelum resuena firme por el patio, haciendo que todos se enderecen con reflejo.
CAEULUM - Bien. ¿Están listos?
NATHAN - (Rápido y firme) ¡Sí, señor!
CAEULUM - Camila, Lloyd... salgan de aquí. Ustedes tienen otro entrenamiento.
Camila asiente sin dudar y comienza a caminar con paso seguro. Lloyd la sigue, aunque lanza una última mirada al grupo. Caelum observa al resto.
CAEULUM - Coloquen sus amuletos. Hoy aprenderán técnicas reales con sus poderes. No se tomen esto a la ligera.
Mientras el grupo empieza su rutina, Lloyd y Camila se sientan en una de las bancas cercanas, desde donde pueden ver sin ser parte. Lloyd se queda algo callado, distraído.
CAMILA - (Notándolo) Lloyd... ¿estás bien?
LLOYD - (Fingiendo naturalidad) Sí, sí... no te preocupes. Solo pensaba.
Camila lo observa unos segundos más, sabiendo que él no suele pensar mucho. Pero no insiste. En ese momento, Gabriel aparece y llama a Lloyd con un gesto.
GABRIEL - Lloyd. Ven conmigo.
Lloyd se levanta con rapidez, algo nervioso, y Camila lo sigue sin que nadie se lo pida. Juntos entran por un corredor que desemboca en una gran puerta de madera tallada. Gabriel la empuja con fuerza, y revela unas escaleras que bajan hacia las profundidades del monasterio.
Al llegar al fondo, se abre ante ellos un espacio impresionante: una caverna subterránea iluminada por cristales en las paredes, con formaciones rocosas, pasarelas y al fondo... un gran abismo, con cascadas cayendo desde lo alto.
LLOYD - (Asombrado) No puede ser... este lugar es enorme...
Camila se adelanta al ver la grieta y corre hacia el borde, deteniéndose justo antes de caer.
CAMILA - Es un... ¡acantilado! ¡Mira, hay varias cascadas! ¿Cómo no sabía que esto estaba aquí?
LLOYD - (Uniéndose a ella) ¡Wow...! Parece una cueva mágica. Pero más loca.
Gabriel se queda de pie, observando el lugar como si guardara recuerdos.
GABRIEL - Aquí entrenaba mi padre. Pasó años perfeccionando sus habilidades... y también sus visiones. Antes de morir, tuvo sueños contigo, Lloyd.
Lloyd gira sorprendido, mientras Camila lo mira con atención.
GABRIEL - Modificó este lugar... lo diseñó pensando en ti. Sabía que tu poder sería inestable... incluso más que el suyo. Y también sabía que en tu interior... hay cuatro elementos más.
Camila abre los ojos de par en par, dando un paso atrás. Mira a Lloyd con asombro.
CAMILA - ¿Cuatro elementos...? ¡¿Cómo es eso posible?! Pensé que solo Danna podía tener más de uno... y eran dos, no cinco.
GABRIEL - (Con calma) Lo sé. Es extraño. Pero en Lloyd... hay algo diferente. Algo único. Por eso, entrenaremos con cuidado. Vamos paso a paso.
Gabriel se acerca a una palanca metálica y la acciona. Unas compuertas se abren con un estruendo, y una máquina giratoria emerge del suelo con brazos móviles y lanzallamas activos.
GABRIEL - Empezaremos con tu dominio sobre el fuego.
Camila se aparta hacia una esquina segura. Lloyd queda en el centro del área de práctica, observando la máquina acercarse.
LLOYD - Espera, espera... esto es como en esas películas donde el prota tiene que esquivar brazos locos, ¿no?
GABRIEL - (Sonriendo apenas) Algo así. Pero aquí también te disparan fuego.
LLOYD - (Con una sonrisa confiada) Fácil. Mi cuerpo reacciona solo, tengo buenos reflejos.
GABRIEL - Ese es tu error. No se trata solo de instinto. Debes aprender a actuar junto a él. Guiarlo.
LLOYD - (Haciendo un gesto despreocupado) Sí, sí, lo que digas. Esto será pan comido...
La máquina se activa de golpe. Llama giratoria, lanzallamas laterales y golpes por todos lados. Lloyd se queda congelado un segundo.
LLOYD - (Tragando saliva) Ay no...
En el patio de entrenamiento del monasterio, el dia avanza mientras los jóvenes guerreros practican. Cada uno está concentrado en su elemento, aplicando lo aprendido de Caelum.
Ryan, con el ceño fruncido y los brazos tensos, alza las manos al frente. Tras unos segundos, una pared de fuego brota entre él y un maniquí, aunque ondula inestable.
RYAN - (Respirando agitado) ¡Vamos... vamos! ¡Mantente firme, maldito muro!
Un metro más allá, Nathan junta sus manos con precisión. En el centro se forma una pequeña esfera giratoria de aire, suave pero constante.
NATHAN - (Concentrado) Control, velocidad, precisión... nada de alardear, solo enfoque.
Christian, por su parte, se inclina hacia el suelo, moldeando una estructura de tierra que comienza como una montaña tosca. Poco a poco la va puliendo con sus manos, haciéndola más lisa y simétrica.
CHRISTIAN - (Susurrando para sí mismo) No es solo fuerza... es paciencia... forma y propósito.
Vanessa, a una distancia prudente, lanza un chorro helado con gesto firme hacia un maniquí. Sin esfuerzo visible, crea luego pequeñas esferas de hielo flotantes. Al abrir los dedos, las lanza con rapidez y precisión contra varios objetivos.
VANESSA - (Fría y meticulosa) Nada mal. Aunque aún no es perfecto.
Caelum los observa caminar entre ellos, sus pasos seguros y medidos. Se detiene frente a todos, cruzando los brazos con una mirada crítica.
CAEULUM - Por lo que veo, todos lograron adaptarse a las técnicas que les enseñé... aunque a distintos ritmos.
Sus ojos se posan en Vanessa.
CAEULUM - Pero tú, Vanessa... destacas por encima del resto. Tu control mejora más rápido que el de los demás.
Vanessa baja ligeramente la mano con la que estaba atacando y lo observa sin cambiar su expresión.
VANESSA - Gracias, maestro. No es difícil... si sabes lo que haces.
Ryan, medio picado, crea una llamarada en sus manos y sonríe de lado.
RYAN - ¡Sí, sí, claro, genia del hielo! Pero observa esto... ¡nueva táctica estilo Álvarez!
Coloca ambas manos hacia el suelo y libera una ráfaga de fuego con intención de impulsarse hacia arriba como un propulsor... pero pierde el equilibrio y cae de espaldas.
RYAN - (Desde el suelo, riendo) ¡Ugh! ¡Ajajaja! Vale... no tan elegante, ¡pero admitan que fue épico!
CAEULUM - (Sin cambiar el tono) Buena táctica... pero no lo suficiente.
Se vuelve hacia Vanessa de nuevo.
CAEULUM - Dime, Vanessa... ¿crees que podrías mantener esa eficacia en una situación de combate real?
Vanessa lo mira sin parpadear. Su respuesta es directa, firme, sin una pizca de duda.
VANESSA - Sí. Puedo.
Caelum asiente brevemente y levanta la voz para llamar a alguien más.
CAEULUM - ¡Danna! Ven aquí.
Una figura avanza desde la entrada al patio. Danna camina con seguridad, una sonrisa de superioridad curvando sus labios. Se detiene frente a Vanessa y la mira con desafío.
CAEULUM - Tendrán un combate amistoso. Muestra tu control... y mide tu carácter.
Danna flexiona los hombros con confianza.
DANNA - Espero que no seas tan fría como aparentas.
Vanessa sólo la observa. No necesita responder. Se coloca en posición de combate, los ojos fijos en su oponente.
Mientras ambas se preparan, Caelum se dirige al resto.
CAEULUM - Ustedes, no se distraigan. Continúen con las técnicas que practicaban.
RYAN - (Recobrando el aliento mientras se levanta) ¡A la orden, sensei! ¡Vamos, muro de fuego, dame algo decente!
Christian vuelve a moldear su montaña con más detalle, y Nathan extiende las manos creando un pequeño vórtice giratorio entre sus dedos. La práctica sigue, pero todos echan miradas curiosas al inminente duelo.
El aire del patio de entrenamiento se torna denso cuando Caelum se planta con los brazos cruzados, observando fijamente a las dos chicas que se preparan en el centro.
CAEULUM - (Serio) Danna, recuerda: esto es un combate amistoso. No te excedas...
Danna sonríe con arrogancia, sin responder. Sus ojos brillan con superioridad mientras observa a Vanessa.
DANNA - (Con burla en la voz) Tranquilo, maestro... sólo voy a jugar un poco.
Vanessa no se inmuta. Sin cambiar su expresión fría, crea una esfera de hielo entre sus manos, perfectamente esculpida, girando lentamente con energía helada.
VANESSA - Juega todo lo que quieras... pero no me subestimes.
Caelum alza la mano y da la señal.
CAEULUM - ¡Comiencen!
Danna es la primera en moverse, impulsándose con agilidad. Lanza una serie de golpes rápidos buscando desequilibrar a Vanessa. Pero Vanessa, calmada, esquiva con elegancia, sin desperdiciar energía.
DANNA - (Sarcástica) ¿Eso es todo? Pensé que eras mejor que una estatua de hielo.
Vanessa responde lanzando hielo hacia el suelo, buscando atrapar los tobillos de Danna. Ella salta hábilmente hacia atrás y, al caer, conjura una esfera de fuego en su mano. Con fuerza, la lanza directo al rostro de Vanessa.
Pero la respuesta de Vanessa es rápida: una pared de hielo se alza entre ellas y bloquea el ataque con un crujido helado.
CAEULUM - (Observando con atención) Muy bien, Vanessa. Buena defensa, rápida y precisa.
Danna frunce el ceño, molesta por el elogio ajeno. Sus movimientos se vuelven más agresivos. Cambia el fuego por agua y comienza a lanzar ráfagas a presión.
RYAN - (Desde el fondo, bajito) Uy... ahora se puso seria.
Vanessa se protege con otra barrera de hielo, pero esta vez Danna se desliza hacia un costado y lanza una ráfaga más concentrada. El muro de hielo se parte en dos con un estruendo. Danna no pierde tiempo y se lanza directamente sobre Vanessa.
Vanessa intenta contraatacar, pero Danna logra conectarle un golpe en el rostro. Vanessa se tambalea un segundo. Intenta recuperar la distancia, pero Danna la alcanza y la golpea con el hombro, haciéndola girar. Luego la sujeta por detrás y le aplica una llave de inmovilización.
DANNA - (Al oído, en voz baja pero cruel) ¿Te rindes... pequeña idiota?
Vanessa aprieta los dientes con frustración, sin decir nada. Sus ojos brillan de rabia contenida.
CAEULUM - ¡Basta! ¡Deténte ahí, Danna!
Danna suelta lentamente a Vanessa, fingiendo una sonrisa inocente. Vanessa se reincorpora sin ayuda, limpiándose la sangre seca de la comisura del labio. No dice nada, pero su mirada lo dice todo.
CAEULUM - (Serio, sin alzar la voz) Vanessa, de pie. Lo hiciste bien... pero esto me confirma algo.
Camina entre los demás, que ahora observan con más respeto y tensión.
CAEULUM - Muchos de ustedes tienen buena afinidad con sus elementos... pero en combate real no basta con lanzar fuego, hielo o tierra. Deben saber moverse, defenderse, resistir... y golpear.
Se acerca a una consola y presiona un botón. Inmediatamente, del suelo comienzan a emerger mecanismos de entrenamiento: brazos mecánicos móviles, postes giratorios, y figuras móviles con sensores.
CHRISTIAN - (Sorprendido, en voz baja) ¿Qué... qué es esto?
NATHAN - (Con una mezcla de emoción y nervios) Ahora sí se va a poner bueno...
RYAN - (Sonriendo con fuego en los ojos) ¡Ja! ¡Hora de sudar de verdad!
CAEULUM - Estas máquinas están diseñadas para reaccionar a sus movimientos. No son juguetes. Prepárense. Desde ahora... también entrenaremos combate cuerpo a cuerpo.
Los chicos se posicionan, esta vez más atentos, con la seriedad que la situación exige. Vanessa se seca el sudor de la frente y respira hondo. Aunque su orgullo está herido, sus ojos siguen firmes.
La práctica continúa... y esta vez, no habrá muros que los protejan.
Sala subterránea del monasterio...
El sonido metálico de las máquinas de combate llenaba el aire, acompañadas de ráfagas de fuego y movimientos rápidos. Lloyd respiraba agitado mientras esquivaba un puñetazo mecánico que pasó rozando su cabeza.
LLOYD – (Entre jadeos) ¡Woah! ¡Eso casi me arranca la cara!
Una segunda máquina lanza una llamarada directa hacia él. Lloyd logra cubrirse con su antebrazo, pero la fuerza del impacto lo empuja hacia atrás. Tropieza, casi cae, y una nueva llamarada roza el suelo junto a él.
Desde un balcón elevado, Camila y Gabriel lo observan atentamente.
CAMILA – (Preocupada, frunciendo el ceño) Papá... no crees que estás siendo muy duro con él… se nota que le cuesta moverse, está agotado.
GABRIEL – (Sereno, sin apartar la vista de Lloyd) Lo sé, hija. Pero esto no se trata solo de resistencia... Si Lloyd quiere controlar su Esencia Esmeralda y los otros cuatro elementos que lleva dentro, necesita aprender a enfocarse en el caos. La presión es parte del entrenamiento.
Camila baja la mirada con algo de duda, pero no dice nada. Sólo observa de nuevo hacia el centro de la sala.
Lloyd, en el campo, da un salto hacia atrás, tomando distancia. Una de las máquinas le lanza una bola de fuego… y él, con reflejos rápidos, estira la mano.
El fuego se detiene en el aire. Llamea un momento... y luego cambia de color: de rojo ardiente a un verde intenso, brillante, como una esmeralda viva.
LLOYD – (Sorprendido) ¿Eh...? ¿Lo acabo de... cambiar...?
Sin pensar demasiado, lanza el fuego hacia la máquina, donde choca con otra bola ígnea que venía en dirección contraria. Ambas explosiones colisionan con un fuerte estruendo.
GABRIEL – (Levantando la voz con firmeza) ¡Bien hecho, Lloyd! Pero no te conformes con eso. No solo atrapes fuego ya creado... crea el tuyo propio. Siéntelo dentro de ti.
LLOYD – (Mirándolo desde abajo) ¿Crear fuego...? ¡Pero apenas puedo esquivar estos trastos sin que me quemen el trasero!
GABRIEL – (Serio) Precisamente. Concéntrate a pesar de eso. Aprende a escuchar tu interior, incluso entre el ruido.
Lloyd resopla. Da un paso atrás. Luego, cierra los ojos por un segundo y asiente lentamente. Su rostro cambia: menos sarcasmo, más enfoque.
Las máquinas reanudan su ataque. Lloyd corre hacia ellas, ágil. Esquiva dos golpes, luego tres. Un brazo metálico casi lo alcanza, pero él se desliza por el suelo. Una llamarada va hacia su costado, y la bloquea con un pequeño escudo de Esencia Esmeralda que aparece justo a tiempo.
CAMILA – (En voz baja, mirando a su padre) No va a rendirse... siempre ha sido así.
Gabriel asiente con una pequeña sonrisa.
Lloyd se detiene, levanta las manos frente a él. Aprieta los puños. Se enfoca. Chispas verdes comienzan a formarse en sus palmas... pero luego se desvanecen.
LLOYD – ¡Ay no manches...! ¡Ya casi...!
Pero su distracción lo traiciona. Un brazo mecánico lo impacta de lleno y lo lanza por el aire.
CAMILA – (Alarmada) ¡LLOYD!
El chico cae de espaldas con un estruendo seco. Gime, dolido.
CAMILA – ¿Estás bien?
LLOYD – (Sentado, sacudiéndose el polvo) Sí, sí... no fue nada… solo me morí un poquito...
CAMILA – (Cruza los brazos con expresión firme) Toma esto en serio, por favor.
LLOYD – ¡Lo estoy intentando! Pero esas cosas pegan fuerte...
Se levanta de nuevo. Mira a las máquinas, luego a sus manos. Toma aire profundo. Se lanza de nuevo. Esta vez, con cada movimiento, sus pasos son más seguros. Esquiva, bloquea, gira... hasta que se detiene y extiende las manos.
Una llama verde comienza a formarse, primero pequeña… luego más estable.
Los ojos de Lloyd brillan en un verde resplandeciente. El fuego en su mano ahora vibra con energía, distinto a cualquier otro. Lo lanza hacia una de las máquinas, y esta queda envuelta en llamas verdes que crepitan con fuerza.
GABRIEL – (Alarmado) ¡Camila, apaga eso! ¡Rápido!
Camila actúa sin pensarlo. Avanza unos pasos y con movimientos precisos, crea una masa de agua brillante entre sus manos. La lanza hacia la máquina, envolviéndola y apagando el fuego con un silbido humeante.
La sala queda en silencio.
Lloyd baja las manos, respirando agitadamente, pero con una sonrisa de satisfacción.
LLOYD – ...Lo hice...
Gabriel asiente con orgullo, aunque su expresión sigue seria.
GABRIEL – (En voz baja, para sí mismo) Parece que al fin... estás empezando a despertar.
El fuego verde que había envuelto la máquina se extinguía lentamente con el agua que Camila había invocado. El silencio era breve. Gabriel, con semblante serio pero sereno, se acercó a una nueva palanca junto a la pared. Iba a activar la siguiente fase del entrenamiento.
GABRIEL – (Con voz firme)
Bien... pasaremos al siguiente nivel.
Justo cuando sus dedos tocaron la palanca, la voz de Lloyd rompió el silencio con un tono inusualmente serio para él.
LLOYD –
¡Espera, Sensei!
Gabriel detuvo su mano. Camila giró hacia Lloyd con sorpresa.
GABRIEL – (Levantando una ceja)
¿Qué ocurre, Lloyd?
LLOYD – (Respira hondo, algo nervioso pero decidido)
¿Y si... en lugar de seguir con este entrenamiento que preparó su padre... con las máquinas y todo eso... me entrena usted directamente?
Gabriel lo observa en silencio, como evaluando su rostro. Camila también lo mira, algo confundida.
GABRIEL – (Con tono curioso)
¿Y por qué quieres cambiar el entrenamiento?
LLOYD – (Cruza los brazos y habla con sinceridad)
Porque... no sé, siento que aprendo más cuando peleo contra alguien real. Las máquinas son fuertes, sí, pero siempre repiten los mismos movimientos. Ya me los empiezo a aprender. Pero una persona... una persona cambia. Reacciona distinto. Me obliga a pensar más rápido, a sentir más lo que estoy haciendo.
Camila lo observa sorprendida, y Gabriel entrecierra los ojos con interés. No era común escuchar algo tan claro viniendo de Lloyd, y mucho menos tan razonado.
GABRIEL – (Asiente lentamente, con una pequeña sonrisa)
Vaya... no esperaba esa respuesta de ti. Muy bien, Lloyd... pelearemos tú y yo.
Lloyd da un paso atrás, sorprendido de haber sido escuchado tan fácilmente.
CAMILA – (Levantando una mano con calma y luego acercándose con las manos detrás de la espalda)
Papá... yo también quiero ayudar. Quiero participar en su entrenamiento.
LLOYD – (Haciendo un gesto exagerado con las manos, incómodo)
¡¿Eh?! ¡No, no, no! ¿Tú también? ¡Ya bastante tengo con Sensei como para que tú me lances chorros de agua a la cara!
GABRIEL – (Sin inmutarse)
Camila tiene razón. Su participación te servirá más de lo que crees, Lloyd. Ayudará a que te concentres mejor en tu Esencia Esmeralda.
LLOYD – (Frunciendo el ceño, confundido)
¿Cómo que "concentrarme"… si voy a estar defendiéndome de dos personas al mismo tiempo? ¿Eso no es más bien castigo?
Gabriel se cruza de brazos y habla con tono tranquilo pero autoritario.
GABRIEL –
Escucha con atención: tú vas a pelear conmigo utilizando tus otros elementos. Fuego, aire, tierra y hielo. Tu tarea será probar que puedes usarlos incluso en medio de la presión... Pero con Camila solo podrás defenderte. Y solo usando la Esencia Esmeralda.
Lloyd se queda boquiabierto por unos segundos. Luego alza ambas manos con desesperación.
LLOYD –
¿¡QUÉ!? ¡¿Eso suena a misión suicida! ¿Cómo se supone que haga eso sin volverme loco?!
Camila se acerca, tranquila como siempre, y le dedica una mirada serena pero firme.
CAMILA – (Con tono suave)
Confío en ti, Lloyd. Ya lo hiciste antes, ¿recuerdas? Solo necesitas centrarte.
Lloyd baja la mirada un momento... luego sonríe, torcido, un poco nervioso pero animado.
LLOYD –
Bueno... cuando lo dices así... suena menos terrible.
Camila se posiciona al otro lado del salón. Gabriel toma posición frente a Lloyd. El ambiente se vuelve tenso, casi solemne. El aire parece más denso, como si supiera lo que está por venir.
Lloyd da un par de saltos en el lugar, sacude las manos y murmura para sí mismo:
LLOYD – (Bajito)
Ok... fuego, aire, tierra, hielo... esencia esmeralda para Camila... sin morir en el intento... fácil, ¿no?
Gabriel hace una señal. El entrenamiento va a comenzar.
La tensión en la sala se intensifica. Lloyd mira hacia Gabriel, pero antes de poder girarse completamente...
CAMILA – (Gritando con urgencia)
¡Lloyd, cuidado!
Lloyd reacciona al instante y gira, pero es demasiado tarde. Una potente ráfaga de fuego lanzada por Gabriel lo impacta de lleno en el pecho. Su cuerpo sale disparado hacia atrás y cae de espaldas contra el suelo con un fuerte golpe seco.
CAMILA – (Preocupada, dando un paso al frente)
¡¿Lloyd, estás bien?!
GABRIEL – (Con voz firme, sin mostrar compasión)
Levántate, Lloyd. Esto es parte del proceso.
Lloyd se incorpora lentamente, sacudiéndose el polvo, jadeando. Su rostro refleja frustración, pero también determinación.
LLOYD – (Refunfuñando, con tono dolido pero terco)
Auch... eso sí que ardió...
Pero no voy a rendirme.
Gabriel sonríe apenas, y sin perder tiempo, se lanza de nuevo al ataque. Su velocidad es impresionante. Lanza dos golpes rectos y rápidos. Lloyd logra esquivar el primero por puro instinto, pero el segundo lo alcanza en el costado y lo hace retroceder varios pasos.
GABRIEL – (Con voz cortante)
Tus reflejos aún son lentos, Lloyd. En un combate real, eso te costaría más que un empujón.
Lloyd aprieta los dientes. Alza la mano, concentrándose. Una chispa de fuego verde empieza a formarse, titilando débilmente…
LLOYD – (Susurrando)
Vamos... fuego... fuego...
Pero antes de que logre estabilizarlo, una repentina ráfaga de agua lo golpea de lleno por el costado, derribándolo al suelo una vez más.
CAMILA – (Asustada, corriendo hacia él)
¡Lloyd! ¡Perdón, perdón! ¡No quería—!
Gabriel la detiene con una mano firme en su hombro, sin siquiera mirarla.
GABRIEL – (Con autoridad)
No te detengas, Camila. Él necesita esto. Si se desconcentra, vuelve a golpearlo.
Camila se queda quieta, insegura por un segundo, pero luego asiente, manteniéndose firme. Ella sabe que su padre no es cruel… solo exigente.
Mientras tanto, Lloyd se levanta de nuevo, empapado y tosiendo.
LLOYD – (Sacudiéndose, entre dientes)
...ya entendí... si me distraigo, me bañan...
Sin esperar más, se lanza hacia Gabriel. Esta vez sus movimientos son más agresivos, más rápidos. Lanza una ráfaga de golpes que Gabriel esquiva con facilidad, como si supiera de antemano dónde iban a aterrizar.
Pero de pronto, uno de los golpes de Lloyd sorprende. Gabriel lo detiene con la palma, pero el impacto es más fuerte de lo esperado. Sus cejas se levantan, impresionado por la fuerza inesperada.
GABRIEL – (Pensando en voz alta)
Tiene poder... pero aún no sabe canalizarlo.
Gabriel da un salto atrás, tomando distancia. Extiende ambas manos hacia adelante y lanza varias ráfagas de fuego continuo. Lloyd se mueve ágilmente, esquivando una tras otra con movimientos desordenados pero rápidos. Al detenerse para contraatacar, siente algo por el rabillo del ojo…
¡Una nueva ráfaga de agua viene hacia él!
En ese instante, sin pensar demasiado, su brazo izquierdo se alza instintivamente. Un escudo de Esencia Esmeralda se forma en su antebrazo justo a tiempo, bloqueando el impacto con un sonido chispeante y brillante. El agua salpica por todo el salón.
GABRIEL – (Aprobando con voz firme)
¡Eso fue rápido! Bien hecho, Lloyd… pero no bajes la guardia...
Gabriel se lanza hacia él como un rayo.
GABRIEL – (Mientras corre)
¡Ahora usa tus otros elementos! ¡¡Todos!! ¡No te limites solo a lo que ya conoces!
Lloyd se prepara, jadeando, con el escudo aún activo. Su mente va a mil por hora. Tiene que atacar, defenderse… ¡Y pensar en cuatro elementos distintos!
LLOYD – (Murmurando para sí)
Ok... fuego, aire, tierra, hielo... ya dominé un poquito del fuego… ahora falta lo demás...
Pero su rostro aún muestra dudas... aunque también un fuego interior que empieza a despertar lentamente.
Gabriel se lanza hacia Lloyd con velocidad calculada. Sus ojos están fijos en él, y Lloyd, confiado, intenta esquivar el supuesto ataque directo... pero cae en la trampa.
LLOYD – (Concentrado)
¡Ahora sí, te tengo!
Pero Gabriel hace una finta perfecta. De un movimiento rápido, su mano izquierda atrapa a Lloyd del cuello, y con la derecha, lanza una ráfaga de fuego hacia el suelo, generando una explosión que los eleva unos metros. En un giro brutal, Gabriel impulsa a Lloyd hacia abajo.
¡BOOM!
El cuerpo de Lloyd impacta con fuerza contra el suelo, de cara. Un sonido seco resuena por todo el salón.
CAMILA – (Alarmada, con el corazón en la garganta)
¡Lloyd! ¡Lloyd, por favor… párate!
Lloyd permanece inmóvil por unos segundos, jadeando contra el suelo. Gabriel lo observa sin moverse, sin burlarse, solo esperando.
GABRIEL – (Con voz firme)
De pie, Lloyd. No te rindas ahora.
Lentamente, Lloyd se empieza a levantar. Su respiración es pesada. Al incorporarse, se limpia la nariz con la manga… y ve la sangre. Sus ojos se oscurecen por un momento. Parpadea... y un brillo verde se enciende brevemente en sus pupilas.
GABRIEL – (Sin tono de burla, solo probándolo)
¿Te rindes, muchacho?
LLOYD – (Frunciendo el ceño, aún agitado)
¿Rendirme...? Claro que no...
Es solo que... ¡es difícil! No puedo concentrarme en todos los elementos, la Esencia, y además defenderme de tus ataques... ¡es demasiado a la vez!
Gabriel cruza los brazos, su rostro es serio pero no cruel.
GABRIEL – (Seco pero didáctico)
¿Y qué crees que es el control, Lloyd? No se trata de ser fuerte. Se trata de enfocarte... de sentir todo y aún así mantenerte firme.
Lloyd baja la mirada, cierra los ojos, y respira profundo. Al abrirlos de nuevo, sus pupilas vibran con una intensidad verde más fuerte que antes. Y esta vez... sonríe.
LLOYD – (Con decisión)
Entonces... ¡hagámoslo!
Se lanza contra Gabriel con renovada energía. Sus movimientos son más precisos, menos impulsivos. Ataca con fuerza, pero también con ritmo. Gabriel esquiva cada golpe con fluidez, como si anticipara los movimientos.
En ese instante, Camila lanza una ráfaga de agua desde la derecha. Lloyd la percibe, se desliza con un giro ágil y la esquiva. Gabriel contraataca con una nueva ráfaga de fuego, pero esta vez Lloyd no la evade...
La atrapa.
Sus manos se envuelven en un brillo verde cuando absorbe el fuego y lo devuelve con más intensidad. Gabriel apenas logra esquivarlo con un salto lateral.
GABRIEL – (En sus pensamientos)
Está empezando a conectar...
De pronto, una pequeña estatua de piedra en una esquina del salón comienza a vibrar levemente. Un halo verde la rodea... y se eleva lentamente en el aire.
CAMILA – (Sorprendida)
¿Pero qué...?
Gabriel frunce el ceño y sigue la mirada de Camila. La estatua comienza a partirse en pedazos, como si una fuerza invisible la dominara. Él sabe lo que es.
GABRIEL – (Mirando a Lloyd)
...tierra... también la está despertando...
Lloyd, con la mano extendida, mantiene la concentración. Sus ojos brillan con fuerza. Pero está expuesto.
GABRIEL – (Firme)
¡Camila! ¡Atácalo ahora!
CAMILA – (Con duda)
¡¿Qué?! ¡Pero papá, está—!
GABRIEL – (Cortante)
¡Ahora, Camila!
Camila aprieta los labios. No le gusta... pero obedece. Lanza una ráfaga de agua directa hacia Lloyd.
Lloyd gira la mano izquierda instintivamente y... ¡una corriente de aire se arremolina frente a él! El viento detiene el agua, y los restos de la estatua caen al suelo.
CAMILA – (Desconcertada)
¡¿Está usando dos elementos al mismo tiempo?!
Gabriel lo observa fijamente, ahora sin ocultar su asombro.
GABRIEL – (En voz baja)
Esto no es normal…
Lloyd, aún agotado, mira a Gabriel con los ojos encendidos.
LLOYD – (Gritando)
¡Toma esto!
Con toda su fuerza, lanza los restos de la estatua hacia Gabriel, quien salta justo a tiempo para evitar ser aplastado. Apenas toca el suelo cuando Lloyd combina una ráfaga de agua con aire y la lanza hacia Camila. Camila esquiva en el último segundo, empapándose, pero ilesa.
CAMILA – (Recobrando postura)
¡Entonces peleamos en serio!
Ella contraataca, lanzando ráfagas precisas y rápidas. Lloyd las esquiva con dificultad. Al mismo tiempo, Gabriel lanza una nueva ráfaga de fuego. Lloyd extiende su mano y absorbe el fuego completamente… lo disuelve.
Camila no se detiene. Lanza una última ráfaga potente, directa al pecho de Lloyd. Él levanta ambas manos, y antes de que lo toque, el agua queda atrapada en una esfera de energía verde.
La esfera tiembla. Es inestable. Lloyd lucha por mantenerla contenida.
LLOYD – (Gritando con esfuerzo)
¡No… no aún...!
La esfera tiembla violentamente y él la lanza hacia arriba justo antes de que estalle. El techo se agrieta ligeramente y una lluvia de agua, escombros y vapor cae sobre todos.
CAMILA – (Cubriéndose)
¡¿Eso qué fue, papá?!
GABRIEL – (Con un tono serio, preocupado)
Se dejó llevar por su enojo... otra vez.
Ambos miran hacia donde está Lloyd. Lo encuentran desplomado en el suelo, jadeando, empapado, con las manos temblando. Está agotado. Camila corre hacia él rápidamente, preocupada.
CAMILA – (Tomándolo por los hombros)
¡Lloyd! ¡¿Estás bien?! ¡Respira, respira!
Gabriel se queda quieto. Observando. Pensando. El muchacho no solo tiene poder... tiene algo más. Algo que aún no entiende... ni él mismo.
Camila se arrodilla junto a Lloyd, quien aún sigue tirado en el suelo, exhausto. Sus ojos se entreabren lentamente.
LLOYD – (Débil, jadeando)
¿Gané...? ¿Gané esta vez?
Camila no puede evitar reír suavemente.
CAMILA – (Con una sonrisa calmada)
No… perdiste. Como siempre.
LLOYD – (Frunciendo el ceño, haciendo un puchero)
Ay, por favor… ni que fuera tan seguido…
Camila le ayuda a incorporarse con paciencia. Gabriel, observando en silencio, cruza los brazos mientras sus pensamientos lo absorben.
GABRIEL – (Pensando, serio)
Su poder… es demasiado grande. A veces siento que no es él quien lo usa… sino que ese poder lo usa a él.
Gabriel camina hacia ellos.
GABRIEL – (Con tono sereno)
Bien hecho, Lloyd. Mereces un descanso.
Lloyd asiente con la cabeza, agotado. Camila lo toma por el brazo para ayudarlo a levantarse por completo.
GABRIEL – (Mirando hacia el edificio)
Vamos… a ver si Caelum ya terminó con los demás. Es hora de volver a casa. Mariela preparó comida.
En la parte superior del terreno de entrenamiento…
Ryan está tirado en el pasto, sudando, tomando agua de su botella como si hubiera cruzado un desierto. Nathan, agitado, se hace viento con las manos, soplando aire hacia su rostro como si se ventilara solo. Christian, tranquilo, descansa sobre una rama alta de un árbol, con expresión neutral. Vanessa, en cambio, sigue entrenando con intensidad, lanzando ráfagas de hielo contra una máquina de defensa que bloquea sus ataques.
Caelum la observa desde un lado, corrigiendo su postura y señalando debilidades en su estrategia.
CAELUM – (Serio, con tono directo)
Menos fuerza bruta, más precisión. Si solo congelas el escudo, se libera en segundos. Piensa… como estratega, no como cañón de hielo.
Vanessa frunce el ceño, pero asiente en silencio. Justo en ese momento, Gabriel, Camila y Lloyd suben por la escalinata lateral. Caelum gira al verlos.
CAELUM – (Mirando a Vanessa)
Eso es todo por ahora. Puedes descansar.
VANESSA – (Seca, sin emoción)
Por fin.
Baja las manos, exhalando con el rostro empapado en sudor. Caelum se acerca a Gabriel y lo saluda con un leve movimiento de cabeza.
CAELUM – (Curioso)
¿Y bien? ¿Lloyd mostró progreso?
GABRIEL – (Cruzando los brazos)
Sí. Está avanzando. Todavía no domina bien su energía… pero ya empieza a entenderla. Tiene talento.
CAELUM – (Con una ligera sonrisa)
Es bueno escucharlo.
Gabriel voltea a ver a los demás.
GABRIEL – (En voz alta)
Chicos, es hora. Nos vamos.
🏡 Casa de Camila – Más tarde…
Todos están sentados alrededor de la mesa en casa de los Solenne. Mariela ha servido una cena caliente para todos. Se nota el cansancio en sus rostros, pero también el ambiente es tranquilo.
Ryan, como siempre, se queja con la boca llena. Nathan y Vanessa comen en silencio. Christian agradece cada platillo.
Pero Camila nota algo distinto. Lloyd está callado. Más que cansado… está serio. Come lentamente, sin mirar a nadie. De pronto, deja su plato y se levanta para ir a la sala. Camila lo sigue con la mirada, y sin decir nada, se levanta y lo alcanza.
Lloyd está sentado en el sofá, mirando al suelo. Camila se sienta a su lado, sin hablar aún. Espera un momento… y luego rompe el silencio.
CAMILA – (Suave, sin presionar)
¿Qué te pasa, Lloyd?
Lloyd niega con la cabeza rápidamente, tratando de evadirla.
LLOYD – (Encogiéndose de hombros)
Nada. Solo estoy… cansado.
Camila lo mira de lado, entrecerrando los ojos con una expresión firme pero sin dureza.
CAMILA – (Con calma, pero firmeza)
Lloyd… te conozco desde hace años. Sé cuando estás triste… y cuando mientes. Así que dime qué pasa, por favor.
Lloyd suspira. Mira al suelo un segundo más… y luego la mira a los ojos, con frustración.
LLOYD – (Apretando los puños)
Es que… no lo logro, Camila. No puedo concentrarme. No puedo dominar mi poder. Siempre estoy desbordado, siempre exploto. ¡Y me molesta! Me frustra conmigo mismo...
CAMILA – (Escuchando con atención)
Lloyd…
LLOYD – (Continuando, más alterado)
¡Soy el elegido, Camila! Se supone que debería estar más preparado que todos. Que debería saber controlarlo todo. ¡Pero no puedo! No puedo… y eso me hace sentir inútil.
Camila guarda silencio unos segundos, luego se acomoda mejor, acercándose un poco.
CAMILA – (Seria, pero suave)
Escúchame, Lloyd. Ser el elegido no significa que tengas que dejar de ser humano. No naciste sabiendo controlar cinco poderes. Es normal que te cueste. Incluso para ti.
Lloyd la mira, más tranquilo pero aún inseguro.
LLOYD – (Bajito)
¿Y si nunca lo logro?
CAMILA – (Sincera, con una leve sonrisa)
Entonces yo estaré aquí para recordarte que puedes. No tienes que hacerlo todo ahora. No tienes que ser perfecto hoy. Eres solo un chico… un chico con un gran destino, sí, pero también con una vida por delante. No te quites eso.
Lloyd la observa por unos segundos… y sonríe levemente. Algo en sus ojos se suaviza.
LLOYD – (Con tono agradecido)
Gracias, Camila. De verdad…
Camila baja un poco la mirada, tímidamente. Y en un gesto raro en ella, le lanza una pequeña sonrisa coqueta, muy sutil… apenas perceptible.
CAMILA – (Bromeando suavemente)
Si me agradeces… entonces no seas tan cabezón mañana.
Lloyd no entiende del todo el tono coqueto, pero ríe bajito.
LLOYD – (Con sinceridad)
No prometo nada… soy bastante cabezón.
🌙 Esa noche…
La calle está silenciosa y oscura. Lloyd camina solo hacia su casa. Aún lleva puesta su sudadera, con el cabello algo despeinado por el entrenamiento. Su paso es lento. Se nota cansado, pero su mente está más inquieta que su cuerpo.
Saca las llaves del bolsillo y las mete en la cerradura. Al abrir la puerta, todo está en penumbra.
La cocina está apagada. El pasillo en silencio. Pero al girar la cabeza… la sala revela una figura sentada en el sofá, apenas iluminada por la tenue luz de la calle. Es Clara, su madre. Ella se levanta apenas lo ve entrar. Sus ojos están llorosos.
LLOYD – (Deteniéndose en seco, confundido)
¿Mamá…?
Clara se acerca sin decir nada. Lo abraza con fuerza, como si hiciera mucho que no lo viera. Lloyd no entiende nada, pero no se mueve.
LLOYD – (Confuso, sin soltarla)
¿Mamá qué pasa? ¿No… no deberías estar trabajando?
Clara suspira con el rostro hundido en el hombro de su hijo. Su voz es baja, quebrada.
CLARA –
No hemos sido muy honestos contigo, mi niño…
Lloyd frunce el ceño, retrocede un paso para poder verla a los ojos.
LLOYD –
¿Honestos…? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Y Diana? ¿Está bien?
CLARA – (Secándose una lágrima)
Está dormida. Pasó todo el día conmigo… y con Naeris. No quiso separarse de mí mientras tú no estabas.
Hace una pausa. Trata de calmarse, pero su tono sigue cargado de culpa.
CLARA –
¿Cómo… cómo te fue en el entrenamiento?
LLOYD – (Confundido, desconfiado)
¿Tú… cómo sabes que estaba entrenando?
Clara baja la mirada. Sus dedos tiemblan levemente. Lo mira con culpa, como si lo que va a decir fuera una herida vieja.
CLARA –
Lloyd… cuando naciste eras un bebé hermoso. Naciste diez minutos antes que tu hermana. Siempre fuiste tan curioso, tan lleno de energía…
Hace una pausa. Toma aire. Continúa.
CLARA –
Cuando cumpliste seis años… Gabriel te conoció por primera vez. Él… él era amigo de tu abuelo, el papá de tu padre.
Lloyd abre un poco los ojos, sorprendido.
LLOYD –
¿Mi abuelo…? ¿El papá de papá?
CLARA – (Asintiendo lentamente)
Sí. Cuando Gabriel te vio… no dijo mucho, pero sus ojos cambiaron. Nos miró y dijo que tú… eras el niño de la profecía. Que eras "el elegido".
Lloyd da un paso atrás, procesando todo.
CLARA –
Pero tu padre y yo no podíamos creerlo. No queríamos. Gabriel nos hizo prometer que si algún día… si algún día mostrabas algún poder elemental… lo dejaríamos entrenarte.
Clara se muerde el labio. Su voz se quiebra otra vez.
CLARA –
Por eso tu tío Soren empezó a entrenarte desde pequeño… pero no era solo defensa personal, hijo. Era prevención. Era preparación. Aunque pasaban los años… y tú nunca mostrabas nada…
LLOYD – (Susurrando, confundido)
Entonces… ¿sabían todo este tiempo? ¿Sabían que esto podía pasar?
CLARA –
Creíamos que tal vez nunca pasaría. Pensamos que… habíamos evitado ese destino.
Clara lo mira a los ojos, con lágrimas cayendo por sus mejillas.
CLARA –
Y cuando finalmente tu poder despertó… cuando supimos que Gabriel ya te había estado entrenando sin que lo supiéramos… me di cuenta de que ya no podía protegerte del todo. Que estabas entrando en algo… de lo que no podía sacarte.
LLOYD – (Con voz baja, pero firme)
Mamá… yo no lo elegí. Pero… tampoco me voy a esconder.
Clara se le acerca de nuevo. Lo toma del rostro con las dos manos.
CLARA –
No quiero que te pase nada, Lloyd. Eres mi niño. No importa que tengas poderes, que seas especial o lo que sea que diga esa profecía… sigues siendo mi hijo. Y me aterra perderte.
Lloyd siente un nudo en el pecho. Pero trata de sonreír, aún con los ojos brillantes por dentro.
LLOYD – (Acariciando la mano de su madre)
No te voy a fallar, mamá. Lo juro. No voy a dejar que te pase nada… ni a ti, ni a papá, ni a Diana. Voy a protegerlos a todos. Siempre.
Clara lo abraza fuerte de nuevo. Lloyd, esta vez, la abraza con más fuerza. Sus palabras suenan más maduras, pero su corazón sigue siendo el de un niño que solo quiere que su familia esté a salvo.
En la ventana, apenas visible entre la penumbra… una figura encapuchada los observa desde la calle. Silenciosa. Inmóvil. Esperando.
FIN DEL EPISODIO 22