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Los Que Imitan

Los Que Imitan

Status: En proceso
Genre:Terror / Apocalipsis
Popularitas:925
Nilai: 5
nombre de autor: jose yepez

En un mundo donde la posición del ser humano en el planeta se ve amenazada por intrusos desconocidos que intentan ocupar su lugar, este diario que acabas de encontrar contiene en el las voces de aquellos que no quieren quedar en el olvido

NovelToon tiene autorización de jose yepez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

05/05/2026

Emily

La carretera se extendía como una herida abierta bajo mis pies.

Salí de la planta de tratamiento al amanecer, la guitarra colgando a mi espalda, la radio envuelta en tela para protegerla de la humedad. El diario apretado contra mi pecho. Todo lo que soy, todo lo que fui, resumido en unos pocos objetos y en mi voluntad de seguir adelante.

El cielo tenía un tinte grisáceo, como si el sol aún dudara en aparecer. El aire estaba cargado de humedad, y una niebla baja se deslizaba entre los árboles, escondiendo formas, susurrando miedos. Caminaba en silencio, escuchando mis propios pasos, el crujido del barro y de las hojas húmedas bajo mis botas gastadas.

El terreno era accidentado, cubierto de escombros y raíces.

Cada paso exigía un esfuerzo que sentía hasta en los huesos.

El dolor se volvió un compañero silencioso, uno al que no le hacía preguntas y que tampoco ofrecía respuestas.

Cargaba con él sin protestar, como se carga con el frío o la tristeza: sabiendo que no se irá solo porque lo ignores.

Pasé por lo que una vez fue una gasolinera. Los restos de las bombas sobresalían como dientes podridos.

Las paredes estaban cubiertas de grafitis. Nombres. Fechas. Insultos. Y entre todos, uno que me detuvo por unos segundos:

“NO CONFÍES EN NADIE QUE SONRÍE.”

No sé quién lo escribió. No sé cuándo. Pero me dejó pensando. Quizá ya nadie sonría por las razones correctas.

Cerca del mediodía, mientras bordeaba un antiguo campo de cultivo cubierto de maleza y postes oxidados, escuché algo que me hizo detenerme en seco: pasos.

Muchos pasos.

El sonido era irregular pero insistente. Un ritmo seco contra la tierra, sin voces que lo acompañaran.

Me lancé instintivamente al suelo, cubriéndome con ramas y barro, conteniendo la respiración hasta que me dolió el pecho.

Desde mi escondite, vi pasar una caravana.

Parecían humanos, pero había algo en su forma de moverse que me heló la sangre.

Demasiado coordinados.

Demasiado sincronizados.

Como si cada uno de sus gestos hubiera sido ensayado cientos de veces.

Incluso los niños marchaban con precisión antinatural.

Sus mochilas estaban limpias. Sus ropas, apenas rasgadas. Y sus caras… vacías.

No miraban a su alrededor. No se tocaban entre ellos. Simplemente avanzaban.

Uno de ellos, un niño de unos ocho años, cargaba una radio muy parecida a la mía.

La llevaba como un trofeo, balanceándola de un lado a otro sin prestarle atención.

Sus ojos estaban fijos al frente, inexpresivos, como los de una muñeca rota.

El grupo no hablaba. No reía. No discutía. Solo caminaban, en un silencio ominoso que pesaba más que un grito.

Me quedé paralizada.

Había algo profundamente equivocado en ellos.

Y no era solo la ausencia de sonido o emoción.

Era… una ausencia de alma.

Como si lo que caminaba allí no fueran personas, sino vestigios. Cascarones. Marionetas.

Me agazapé aún más bajo las ramas.

Esperé mucho después de que desaparecieron de mi vista.

No confiaba en mis sentidos. No confiaba en el mundo.

Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera advertirme que no estaba a salvo.

Como si ese encuentro, por fugaz que fuera, había sido una ventana a algo más oscuro que la soledad.

Cuando finalmente me atreví a moverme, mis músculos estaban entumecidos y mi garganta seca de tanto aguantar el aliento.

Me dolía la mandíbula de tanto apretar los dientes.

Tomé un sorbo de agua y seguí caminando, manteniéndome cerca de la vegetación, cuidando cada paso como si fuera el último.

La tensión aún pesaba sobre mis hombros.

No dejé de mirar hacia atrás hasta que el sol empezó a hundirse tras los árboles.

Al atardecer encontré una vieja cabaña junto a un lago.

La estructura estaba medio derruida, con las paredes exteriores cubiertas de musgo y la puerta colgando de una sola bisagra.

Pero el ático parecía estable.

Las escaleras crujieron peligrosamente bajo mi peso, pero subí con cautela, analizando cada peldaño antes de avanzar.

Me instalé allí, reforzando las ventanas con sacos viejos y asegurando la entrada con lo que pude encontrar: una mesa volcada, un par de sillas rotas, incluso una vieja puerta interior que coloqué como tranca.

No era impenetrable, pero me daría algo de tiempo si algo —o alguien— intentaba entrar.

En este mundo, la preparación no es paranoia. Es supervivencia.

Desde la ventana del ático podía ver el lago.

La superficie estaba quieta, reflejando los últimos tonos rojos del cielo.

Por un instante, me permití quedarme observando.

Era… bello.

Una belleza cruel, sí, pero real.

La clase de belleza que aún sobrevive incluso cuando todo lo demás se ha rendido.

Saqué el diario, limpié la portada con el borde de mi manga y me senté en el suelo, usando la mochila como respaldo.

Mis manos temblaban levemente, no de frío, sino del peso de todo lo que viví hoy.

Quería escribir.

Necesitaba hacerlo.

Porque si no dejo constancia, todo esto desaparece.

Hoy solo quiero escribir estas palabras y recordar que sigo viva.

Que, a pesar de todo, todavía elijo avanzar.

Y que el mundo aún guarda misterios, algunos hermosos, otros escalofriantes.

Pero mientras haya algo que descubrir, mientras mis pies puedan moverse y mi mano aún sujete este lápiz…

No voy a detenerme.

Y si alguna vez alguien lee esto, si alguna vez una voz ajena recorre estas líneas con los ojos abiertos por el asombro o el miedo…

Quiero que sepa que yo también tuve miedo.

Pero que no me detuve.

1
Eloi Martinez
Tu forma de escribir te envuelve en ese escenario , seguiré leyendo.
♡お前のペンデハ♡
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Đông đã về
Tu historia es mágica, los detalles y la trama me hacen querer más🧚‍♀️
Koichi Zenigata
Impactante capítulo
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