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Mi Suggar Es Un Mafioso

Mi Suggar Es Un Mafioso

Status: En proceso
Genre:Romance / Amor prohibido / Posesivo / Mafia / Diferencia de edad
Popularitas:26.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Celina González ♥️

En las calles vibrantes, pero peligrosas de Medellín, Zaira, una joven brillante y luchadora de 25 años, está a tres semestres de alcanzar su sueño de graduarse. Sin embargo, la pobreza amenaza con arrebatarle su futuro. En un intento desesperado, accede a acompañar a su mejor amiga a un club exclusivo, sin imaginar que sería una trampa.

Allí, en medio de luces tenues y promesas vacías, se cruza con Leonardo Santos, un hombre de 49 años, magnate de negocios oscuros, atormentado por el asesinato de su esposa e hijo. Una noche de pasión los une irremediablemente, arrastrándola a un mundo donde el amor es un riesgo y cada caricia puede costar la vida.

Mientras Zaira lucha entre su moral, su deseo y el peligro que representa Leonardo, enemigos del pasado resurgen, dispuestos a acabar con ella para herir al implacable mafioso.
Traiciones, secretos, alianzas prohibidas y un amor que desafía la muerte.

NovelToon tiene autorización de Celina González ♥️ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 18

La lluvia comenzaba a caer en un susurro constante, suave al principio, como si el cielo llorara sin querer hacerlo en voz alta. Las gotas se deslizaban por los cristales del ventanal de la pequeña casa de Zaira, dibujando senderos líquidos sobre el vidrio empañado por el calor de la habitación. Afuera, el mundo parecía haberse detenido, suspendido entre la niebla y los latidos lentos del invierno.

Zaira estaba sentada en el suelo, con las piernas cruzadas, el teléfono nuevo sobre la alfombra y la caja aún abierta frente a ella, como una pregunta sin respuesta. El dinero seguía ahí, intacto, acomodado con pulcritud, como si no fuera real, como si al tocarlo se deshiciera. El aire estaba impregnado con el olor a tierra mojada que se filtraba por las rendijas de las ventanas, mezclado con el aroma rancio del café que había olvidado sobre la mesa.

A su lado, la luz tenue de una lámpara de escritorio proyectaba sombras largas y temblorosas sobre las paredes gastadas. Una manta vieja, tejida a mano por su madre años atrás, le cubría los hombros, áspera al tacto pero cálida. Cada hilo parecía abrazarla, recordándole quién era, de dónde venía, y todo lo que había soportado para llegar hasta allí.

Apoyó la frente sobre sus rodillas, cerrando los ojos. El corazón le palpitaba con fuerza, pero no por miedo… sino por confusión.

Pensaba en él.

En sus besos. En su mirada. En la forma en que le hablaba como si fuera suya. En la calma peligrosa de su voz, en el calor de sus manos, en cómo su presencia lograba callar todas sus tormentas.

Y también pensaba en el riesgo. En lo fácil que sería rendirse. En lo difícil que era confiar.

—¿Qué estoy haciendo…? —susurró apenas, como si tuviera miedo de escucharse a sí misma.

Fue entonces cuando se escuchó el golpe seco y torpe en la puerta, un sonido que sobresaltó al silencio.

Se irguió lentamente, sintiendo un vacío en el estómago, un pequeño temblor en las manos.

—¿Zaira? —La voz al otro lado era temblorosa, húmeda, rota—. ¿Estás ahí…? Por favor, necesito hablar contigo.

Tatiana.

El nombre cayó como una piedra en el pozo de su pecho. Por un segundo, pensó en no responder. En quedarse allí, inmóvil, permitiendo que la lluvia se llevara las palabras.

Pero no lo hizo.

Respiró hondo, tragó saliva y se levantó con el cuerpo pesado. Cada paso hasta la puerta se sintió como una traición a su dignidad.

Al abrirla, el frío de la noche se coló como una bofetada. Tatiana estaba allí, empapada hasta los huesos, con el cabello lacio pegado a la cara, la ropa oscura mojada y los ojos… los ojos inflamados de tanto llorar. Sostenía una bolsa de papel deshecha por el agua.

—Solo… solo quería verte —dijo con una voz pequeña, temblorosa, con la garganta cerrada por la culpa—. ¿Puedo pasar?

Zaira no dijo nada. Solo la observó en silencio durante un instante que se sintió eterno. Luego se hizo a un lado.

Tatiana entró despacio, como si cruzara un umbral sagrado. Los pasos le crujían en las botas mojadas, y el piso se llenó de pequeños charcos. Se detuvo en medio de la sala, frotándose los brazos para espantar el frío que no solo venía del clima.

—Traje pastel de chocolate… —susurró, levantando la bolsa con una sonrisa apagada—. Tu favorito. Sé que lo amas cuando llueve.

Zaira cerró la puerta con lentitud. El golpe seco del pestillo sonó más fuerte de lo que debía. Caminó hacia el sofá y se dejó caer sin una palabra, dejando que el silencio hablara por ella.

Tatiana se sentó en el suelo, frente a ella, con las piernas cruzadas como en los viejos tiempos. Pero no era igual. Nada lo era.

—Sé que me odias —murmuró tras un momento—. Lo entiendo. Pero tú… tú eras mi única amiga real. Todos me rodean por lo que tengo, por las marcas que visto, por lo que represento. Pero tú no. Tú me querías por lo que soy.

Zaira apretó los labios, los ojos clavados en la madera del suelo.

—Y aun así fuiste la primera en entregarme como si fuera… un regalo. Como si no valiera más que una noche exótica para un millonario. ¿Sabes lo que pudo haber pasado esa noche?

La voz le salió rota, con ese filo cortante que solo el dolor profundo puede moldear.

Tatiana bajó la mirada, como una niña regañada.

—Lo sé. No tengo excusas. Pensé que estabas segura… que era una oportunidad para ti. Me dejé llevar por todo ese mundo, por su nombre, por su poder. Por verte tan frustrada.

Zaira la miró con rabia, con un resentimiento que le hervía en la sangre.

—¿Y qué importa quien era? ¡Pudo haber sido otro y haberme violado! ¡Pudo haberme lastimado! Nadie habría hecho nada, Tatiana. Porque en ese mundo el dinero lo cubre todo… incluso los gritos.

La otra se estremeció, mordiéndose el labio hasta hacerlo sangrar.

—Tienes razón —dijo apenas—. Me equivoqué. Y no merezco que me escuches, pero necesitaba venir. Porque… te extraño.

Zaira respiró hondo. Le dolía el pecho.

—No te voy a perdonar tan fácil. Y mucho menos voy a confiar en ti otra vez.

Tatiana asintió lentamente. No se defendió. Solo se encogió, como si el peso de sus decisiones le aplastara los hombros.

—Acepto que me odies. No vine a limpiar mi nombre. Solo… necesitaba verte. Saber si vas a estar con él.

Zaira se quedó callada por un instante. Luego, su voz salió más suave, teñida de melancolía.

—He estado con él, sí. Porque… cuando estoy con él, me siento otra. Me siento protegida. Como si, por un momento, todo lo malo desapareciera. No tengo hambre, ni frío. No tengo miedo. Me hace sentir viva.

—¿Y el dinero?

Zaira volvió la mirada hacia la caja.

—Lo rechacé. Le dije que no quería que me comprara. Me dio ese teléfono y… había dinero adentro. Ni siquiera sé cuánto. No sé si aceptarlo. No quiero deberle nada.

Tatiana se le acercó despacio, hablando con el corazón.

—Zaira… acéptalo. No porque sea de él. Si no por ti. Por tu mamá. Por tu futuro. Estás luchando contra un mundo que no juega limpio. Usa las armas que tienes, aunque vengan de alguien como él. Si lo hace de corazón… entonces, no es un favor. Es un salvavidas.

Zaira bajó la mirada. Las lágrimas se acumulaban sin permiso, quemándole los ojos. Tatiana la vio romperse un poco más con cada palabra, con cada duda.

—No quiero depender de nadie —susurró Zaira, con la voz hecha polvo.

—No es dependencia si eliges hacerlo —le respondió Tatiana—. Es supervivencia.

Una lágrima rodó por la mejilla de Zaira. Tatiana alargó una mano temblorosa, y con el dorso de los dedos le limpió el rostro.

—No quiero perderte —dijo en voz baja.

Zaira no respondió. Cerró los ojos. Dolía. Todo dolía.

—Voy a pensarlo —dijo al fin, casi en un susurro.

Tatiana asintió, con la mirada vidriosa.

—Gracias por dejarme entrar, aunque sea una última vez.

Se levantó con torpeza, dejando la bolsa con el pastel sobre la mesa. Caminó hacia la puerta. Antes de salir, se volvió por última vez.

—Leonardo puede tener millones, Zaira… pero tú tienes algo que nadie puede comprar. No lo olvides.

La puerta se cerró con un suspiro leve, y el silencio volvió a reinar.

Zaira se quedó en el suelo, abrazando sus piernas, escuchando la lluvia, sintiendo cómo algo dentro de ella cambiaba de forma. Miró el teléfono. Lo tomó con ambas manos.

Lo sostuvo, como si pesara más de lo que aparentaba.

Como si, al aceptarlo, estuviera aceptando también algo más grande que el dinero: una decisión que podía cambiar su vida.

La lluvia continuaba cayendo. Pero ahora, en lugar de doler, parecía lavar.

1
Gabriela Ferrel
La Historia está bien 💯 Hasta ahorita
lo que NO ME GUSTA ; es que le está dando mucho enfasis a los Objetos 😡
por ejemplo: Las Hojas , la lluvia , los pisos los edificios, Árboles , mosaico etc ...
LOS PROTAGONISTAS SON : Zaira y Leonardo.

y espero no muchos capitales, porque meten cosas que No y se pierde la historia ⁉️ y se hace ABURRIDA 🤷🏻‍♀️🙆🏻‍♀️
Francy Eliana Castillo Gallon
Zaira lo tiene con el mundo de cabeza con si indiferencia y frialdad
Carolina Acosta
definitivamente eres un soldado caído desde el primer encuentro la chica te envolvió en su inocencia, su indiferencia su carácter toda ella lo atrapó
Andrea LA Leona
no hay más
Carolina Acosta
😂😂😂 que paso Zaira cual es el miedo❓️
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
Así me gusta mi bello Leo
Carolina Acosta
😲😲 le cortó 🤭🤭🤭 se cuenta y no se cree 🤣🤣🤣🤣🤣
Carolina Acosta
pero a él le dio la gana en verte hoy chica
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
Le hiciste daño Leonardo, no te das cuenta cuando alguien te demuestra su amor sincero? seguro que no mucha perra interesada por ahí, deja el dolor y Atrévete a soñar se nuevo
Carolina Acosta: eso es cierto pero el a pesar que el se enamoro primero el no sabe cómo tratarla ya que el hizo un juramento a el mismo que no se volveria a enamorar y tener más hijos ahora su mundo se volteó
total 1 replies
Carolina Acosta
eres osada al hablarle así, pero bueno a la final eso es lo que lo tiene loquito por ti 🤭😉
Carolina Acosta
le quiero dar un par de cachetadas a cada uno para que no sean pajuatos 🤦🏻‍♀️
Alicia Marin Silva
Rico ,pobre hombre 🤔🤔🤔
Francy Eliana Castillo Gallon
Zaira está manejando su dolor con rabo aw indiferencia hacia Leonardo y el siente q quiere morir sin ella pero no sé lo dice no lo demuestra
Francy Eliana Castillo Gallon
a veces somos egoístas morimos de ganas de llamar escuchar un te extraño pero no nos arriezgamos y nos quedamos esperando
Violeta Banquez Martinez
excelente más capítulo
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
la cagaste Leo y lo sabes, te haces el tonto
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
tiene miedo y mucho dolor,
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
🫂
Carola Videla🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
error sr, la dejaste sola🤦🏽👿
Carolina Acosta
ahora es que están bonitos los 2 el esperando que ella escriba y ella esta igual 🤦🏻‍♀️ si no toma alguno la iniciativa no habra interacción nada más que los sábados
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