Shiro es un soldado el cual no revela nunca emociones, pero al llegar una carta de una desconocida su futuro qué parecía oscuro se ve iluminado por un sentimiento que no sabe de donde proviene ¿descubrira Shiro quien es esa persona o sabrá cual es ese sentido?
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Dichas del pasado
En la casa de Mirna La joven bajaba las escaleras apresurada, aún con el rompecabezas en sus brazos.
El remordimiento la apretaba en el pecho desde hacía horas.
No podía dejarlo así.
《Lio… tonto… ¿dónde estás?》
Llegó a la casa de Lio y toco la puerta desesperada.
El padre de Lio fue quien abrió.
—¿Está Lio?
—Salió temprano —respondió con una sonrisa amable —No dijo a dónde iba.
Pero la joven ya lo sabía.
Si no estaba en casa solo había un solo lugar al que él iría cuando necesitaba estar solo.
[---]
Corrió entre los árboles, cruzando el sendero secreto que ambos habían descubierto hacía tiempo.
《Por favor que este aquí》
La brisa removía su cabello, y el aroma de flores salvajes llenaba el aire.
Y entonces… el bosque se abrió.
Un campo amplio, cubierto de flores silvestres de todos los colores, se extendía ante ella.
En el centro, bajo la sombra de un árbol, estaba Lio.
Lio estaba sentado mirando al horizonte en silencio.
La joven corrió hacia él.
Los pasos fueron más torpes que rápidos, pero no se detuvo hasta llegar frente a él.
Lio giró al oír los pasos, sus ojos se abrieron un poco.
La joven, jadeaba, con las mejillas rojas por el esfuerzo y algo más y entonces miró a los ojos de Lio.
—¡Lio… yo…!
Se detuvo.
—…Te amo.
Entonces el viento paso sobre las flores llevándose pétalos qué volaron en el aire dando una escena mágica y preciosa.
Lio parpadeó, atónito.
La joven se sonrojó de golpe, agitando las manos.
—¡No, no, espera! ¡Eso no era lo que quería decir! ¡O sí, pero no así! ¡Quiero decir que me equivoqué! ¡Y vine a disculparme! ¡Y luego lo pensé mucho y…! —dijo la joven muy rápido mientras intentaba apartar la mirada de Lio.
Lio se levantó lentamente, sin dejar de mirarla.
—Yo también.
—¿Eh?
—Yo también te amo.
Mas palabras de Lio resonó en todo el lugar e hizo sonrojar a la joven, pero ahora no apartaba la mirada, mas bien ahora quería verlo más que antes.
Auren dejó de hablar.
Y en ese instante, bajo la sombra de ese árbol, rodeados por un mar de flores que se movían con la brbrisa se besaron.
Fue tan mágico que pareció el final de una historia donde todo tiene su final feliz y mágico.
[Pero esro no termina aquí]
En una mañana clara.
El canto de las aves adornaba el cielo azul, y las campanas del pueblo comenzaban a sonar con alegría.
La joven, de pie frente a la chimenea, con los puños firmes y los ojos brillantes.
—Me decidí —dijo, mirando a Mirna y Darel que la observaban desde la mesa —Mi nombre es Auren.
Darel, sorprendido al principio, soltó una carcajada.
—¡Ya era hora, niña sin nombre!
—Ex niña sin nombre —corrigió Mirna, con una sonrisa suave.
Auren también sonrió.
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unos años después.
Auren estaba frente a un espejo, vestida de blanco.
Su cabello trenzado con pequeñas flores.
Su vestido, sencillo pero hermoso, seguía el estilo del valle.
Sus manos temblaban ligeramente mientras se miraba en silencio.
—Estoy nerviosa —confesó, sin girarse.
Mirna, detrás de ella, ajustaba un broche en la espalda del vestido.
—Es normal estarlo —dijo con ternura —Pero estás hermosa.
Auren respiró hondo.
—¿Y si tropiezo al entrar?
—Pues entonces haré que Lio se tropiece para compensar.
Se miraron y ambas rieron.
Entonces Mirna y Auren dejaron el lugar en dirección a otro.
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Y aahí en una iglesia pequeña cuando sus puertas puertas se abrieron, se vio a Auren pasar junto a Mirna quien la ayudaba.
La luz del día entraba por los vitrales, tiñendo de colores el suelo de piedra.
Los invitados, aldeanos conocidos, familiares y amigos, se pusieron de pie.
Al final del pasillo, de pie como si fuera una estatua de roca, estaba Lio.
Vestía de forma sencilla, pero elegante, con tantos nervios que lo mantenían tieso.
Pero al ver a Auren, entrando por aquella puerte con el vestido blanco su expresión cambió.
Sus ojos se ablandaron, sus labios temblaron apenas.
Auren caminó lentamente por el pasillo, con la música suave de fondo, las miradas cálidas rodeándola, pero en su mente solo estaba él.
Cuando llegó a su lado, le tomó la mano.
—Estás tieso —susurró Auren.
—Claro que no —susurró Lio.
—Queridos hermanos y hermanas hoy estamos presentes para ver la unión de estas dos personas —decía el padre de la iglesia
El padre miró a Lio
—Prometes protegerla y respetarla en la salud y la enfermedad
—Sí —dijo Lio decidido
El padre ahora volteo a Auren
—Y usted señorita
—Sí, lo prometo —respondió Auren algo nerviosa.
—Bien, entonces por el poder que se me a consedido yo los declaró marido y mujer pueden besarse.
Cuando el padre termino los dos se acercaron y con la campanada de la iglesia sonando se besaron.
