Lucía había enterrado su pasado para comenzar una nueva vida, pero las malas costumbres siempre se quedan. Charlie sería su nuevo objetivo, sin imaginar que él también ocultaba un oscuro secreto. Sus acciones traerán consecuencias para aquellos que los rodean sin perder su único objetivo, la obsesión.
Las apariencias a veces no son lo que ves, estás ocultan el otro lado de la moneda y Lucía no es ni buena ni mala, solo mentalmente inestable y físicamente una diosa sin presentes.
Esta no es la típica historia de amor. El deseo, la lujuria y el control emocional y psicólogo es lo que Lucía y Charlie provocan a los demas, hasta que ellos se encuentran y toda lógica cambia su vida.
Esta novela está subida de tono y puede tocar temas sensibles. Solo para lectores de 18+.
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#3 Pretendiendo ser inocente.
No puedo quitar esta sonrisa de mi rostro, si Charlie me ve pensará mal de mí. Me gustaría ser profesional, pero como, si es muy difícil pasar desapercibido lo recién ocurrido. Tal vez yo le guste más que a su novia, quizás intenta llamar mi atención. ¡Pero que cosas dices Lucía! Recuerda lo que dijo el doctor, todo está en tu cabeza.
Lucía estaba tan concentrada en acomodar sus pertenencias que no se dio cuenta de que se había perdido en sus pensamientos y Lucas ya estaba dentro de la oficina de su hermano.
"¡Oh! Jefe. No me di cuenta de su presencia, le pido una disculpa."
"¡Olvídalo! Él casi no viene a verme, además, yo soy tu jefe. A él puedes llamarlo señor o simplemente licenciado o abogado. Cómo mejor se te haga." Charlie ríe tras lo que dijo, pero a su hermano no le parece simpático.
Ella de nuevo entra a la oficina sin tocar, quiero imaginar que tiene el derecho por ser la novia, aunque su presencia comienza a irritarme, sobre todo por esa mirada fría que me hace cada vez me mira a los ojos. Solo me da razones de querer quitarle a Charlie con más ganas.
"¿Tú que haces aquí?" Le pregunta Lucas a Cecil.
"Soy la secretaria de tu hermano y adivina que más. ¡Ahora somos cuñados!" Dice con alegría, pues al parecer Lucas no estaba enterado.
"¿Y tus padres saben que tienes este trabajo mediocre?"
No sé que tipo de amistad tengan en común, pero por alguna razón me hizo sentir pisoteada. Ahora no puedo sacar de mi cabeza que fue a mí a quien le dijo mediocre.
"Descuida, no necesitan saberlo. Además, ya casi termino mi tesis, muy pronto me recibiré y tendré un puesto más arriba. No me gustaría ser la asistente de alguien de por vida, ya sabes, alguien mediocre." Lucas abre sus ojos pensando en lo que acaba de decir, pues no quería ofender a Lucía con su comentario.
"Yo..., no lo decía por."
"No diga nada abogado, dijo lo que tenía que decir. Además, estoy de acuerdo con su argumento, yo también opino que es un trabajo mediocre, pero espero con ansias trabajar en lo que en realidad soy buena. Eso es un secreto." Guiña su ojo mientras intenta acomodar su cabello y tomar asiento a un lado del asiento de Charlie. Había lanzado una indirecta y aunque ella hablaba de ser abogada, Lucas pensó en algo más obsceno.
"Jefe, si no le molesta me gustaría hacerle unas cuentas preguntas antes de comenzar a trabajar con usted." Tenía mi propio lugar dentro de la oficina, pero ahora era mi turno de molestar un poco a estos dos.
"¡Por supuesto! Este..., creo que deberían de salir. ¡Claro! A menos que se les ofrezca algo más." Lucas y Cecil entendieron la referencia. Tal vez Cecil salió furiosa, pero Lucas se sintió ignorado y como un idiota, pues esperaba contratar a Lucía el mismo, pero Charlie se le había adelantado.
"¿Y qué quieres saber de mí? ¡Anda, pregunta lo que sea!" No sé que perfume use, pero tenerlo así de cerca alerta mis sentidos. Tendré que disimular y ser profesional, aunque es difícil no pensar que yo le soy de su interés.
Aclaro mi garganta antes de comenzar y me concentro para tomar nota de todo. "¿Tiene alguna alergia? No me gustaría traer su almuerzo y dañarlo por accidente."
"Soy muy sano, pero tengo intolerancia a la lactosa y detesto la comida picante." Él respondió con sus dedos entrelazados, sentía que por primera vez lo entrevistaban.
"Perfecto. ¿A qué hora suele llegar a su oficina? También me gustaría saber su hora de salida."
"Llegó a las nueve y me voy a las cinco, pero eso depende. Si sale un imprevisto puedo salir antes. De preferencia me gustaría que cargaras con tu pasaporte. Habrá ocasiones que me iré de viaje desde aquí, puedes tener una maleta aquí por si acaso. No soy quisquilloso con la comida, pero si con la limpieza. Tendrás que responder a mí para cualquier cosa y tendrás que tener mi agenda al día, si es posible adelantarte o predecir lo que necesite o quiera, dependiendo de la ocasión o situación. ¿Si logras comprender lo que digo?"
Él piensa como yo, tal vez por eso despedía constantemente a mis asistentes.
"¿Me está diciendo que sea una adivina? Entiendo lo que trata de decirme, no soy ignorante. El problema es que no lo conozco lo suficiente para predecir sus necesidades. Lo intentaré, téngalo por seguro, pero tendrá que tenerme paciencia mientras comienzo a trabajar con usted."
Maldición, me está sonriendo y no sé que intenta decir su sonrisa. Mi cabeza dice que le agrado y que quiere algo más, pero también está la posibilidad de que soy un chiste para él por decir mi punto de vista.
"Entonces conóceme, tienes mi permiso." Abre su cartera y saca una tarjeta de ella. "Ten, cuídala bien. Con ella podrás comprar mi café y cualquier cosa que necesite. No necesitas mi autorización para gastar en todo lo necesario que sea a favor de mi beneficio. No escatimes, hablo muy en serio."
Su voz gruesa y su forma de moverse lo hacen ver seguro de sí mismo. Lucía se siente más interesada en él, es demasiado tarde, ha comenzado a obsesionarse una vez más.
"Cómo usted ordene jefe." Tomó la tarjeta con la intención de sentir su mano, la rose solo un poco y me hice la inocente, como si todo se tratase de un accidente.
El tiene una tarjeta igual a la mía, tendré que ser cuidadosa en no revolverlas. Por mí bien es mejor que no me conozcan, sería vergonzoso si descubren lo que hice.